Dilata reencarna en su primera vida, con recuerdos de la segunda. Hará de todo para poder tener una mejor vida y ser feliz junto a su hijo.
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Regalo y Llegada.
–Nos quedaremos este día aquí para poder ir de compras.
–Por mi esta bien Alteza.
–Se lo había comentado antes, pero no tengo un vestido apropiado para el banquete.
–Yo tampoco tengo nada para ponerme y también quiero buscar algo que me guste.
Aunque no lo creo les daré una oportunidad.
Paseamos por una gran cantidad de boutiques conocidas y poco conocidas, pero ninguno de los vestidos es de mi gusto, cosa que ya sabía.
–Princesa.
–¿Sí?
–¿Me permitiría usted regalarle un vestido para el banquete?
–Oh –se ve un poco sorprendida –¿Usted sabe confeccionar ropa?
–En mi tiempo libre me gusta diseñar vestidos.
–Entonces estaría encantada de recibir su regalo.
–No la defraudare Princesa.
Continuamos viendo vestidos pero ahora más relajadas.
También lo que estuve buscando fue un regalo adecuado para Raymond, pero nada de lo que veía me llamaba la atención, es un hombre que lo tiene todo en esta vida, después de todo es el hermano del emperador y tiene sus propias tierras, yo quiero regalarle algo único.
En lo único que puedo pensar y que no tiene son cosas de mi segunda vida.
Tal vez un teléfono celular estaría bien, sería algo que también se puede poner a la venta más adelante.
Al día siguiente nos ponemos nuevamente en marcha hacia el territorio del Archiduque.
Nos quedan 4 días para llegar al territorio y por lo que tengo entendido 2 días después es el banquete de cumpleaños.
••••••••
Al llegar al territorio de Raymond quedo muy sorprendida, es enorme y muy hermoso.
Las calles son como en la capital, llenas de vida.
Personas caminando por todos lados, las tiendas y puestos callejeros se veían en armonía, nada se veía fuera de lugar.
Al seguir avanzando por las calles llegamos a una zona boscosa, a los lados del camino habían unas lámparas de velas simulando las farolas de mi mundo pero más rústicas y pequeñas.
Al llegar a la mansión del Archiduque está estaba rodeada por un muro alto y una puerta ancha, que abrieron en el momento que se acercaron los carruajes.
Al pasar la puerta nos vamos por el camino derecho rodeando un hermoso jardín con una fuente en medio.
La mansión era enorme, tiene una escalera para poder llegar a la entrada, pilares sosteniendo el techo antes de la puerta, tiene muchas ventanas y solo estoy viendo la parte de enfrente.
Al detenerse el carruaje Dante nos abre la puerta para poder bajar.
–Muchas gracias Dante.
–Es mi deber señora.
Ayudó a Drystan a bajar y luego armó el cochecito de Elliot. Hasta que por fin levantó la mirada hacia la entrada.
Ahí de pie se encuentra Raymond, tan guapo como siempre, a su lado están sus sirvientes en dos filas.
–Bienvenidos sus altezas.
Dicen todos al ver que los príncipes ya han bajado de su carruaje.
Raymond camina hacia su sobrino y le palmea el hombro.
–Bienvenido sobrino.
–Gracias tío, esperamos no haber llegado tarde.
–Aún quedan dos días, tranquilo- luego se voltea hacia mi- Bienvenida Condesa Dupeyrón.
–Muchas gracias a usted por la invitación su Gracia.
–Adelante, los sirvientes llevarán sus cosas a sus habitaciones.
–Gracias su Alteza.
Cada uno sigue a una sirvienta por los pasillos de la gran mansión.
Llegamos a un pasillo con cuatro puertas.
–La segunda a la derecha será su habitación Condesa.
Abre la puerta y me hace una seña para que pase.
Al entrar quedó asombrada, es una habitación enorme, en tonos blancos, cafés y dorados.
Una cama enorme y una pequeña salita, sofás con una mesa de centro.
Tiene un ventanal muy grande que lleva a un balcón con vista al magnífico jardín trasero.
Hay dos puertas más dentro de la habitación.
–Una de las puertas lleva al lavabo y la otra su Majestad la acondicionó para que pudiera tener a sus hijos.
–No tendría que haberse molestado, podrían haber dormido conmigo.
–Esas fueron las órdenes mi señora.
–Muchas gracias.
La sirvienta sale luego de darme unas cuantas explicaciones más para dejarnos descansar.
Ordenó un poco la ropa que trajimos en el armario mientras los niños veían dibujos animados.
Me levanto de la cama y arropó a los niños cuando siento que tocan a la puerta, me acerco a abrir y ahí se encuentra Raymond.
Salgo cerrando la puerta con cuidado.
–Su gracia.
Hago una reverencia.
–Sabes que no es necesario eso cuando estamos solos.
–Lo siento.
–No te preocupes.
Mira a ambos lados del pasillo y me toma de la mano llevándome hacia la puerta de enfrente.
Esta es una habitación igual que la mía solo que no tan hermosa.
–Te extrañe Dilara.
– Yo igual lo extrañe.
Me toma de la cintura acercándome a su cuerpo y luego me besó.
Es de esos besos que te hacen olvidar dónde estás.
Me impulsa desde las piernas así que pego un pequeño salto enredando mis piernas en su cintura, mientras él deja de besar mi boca para pasar a besar mi cuello.
Camina hasta la cama en donde me recuesta y deja la descubierto mis pech*s para lamer uno y masajear otro.
Con cada segundo que pasa nos entregamos más al placer, hace que mi cuerpo sienta tantas cosas maravillosas que nunca ni en mil años hubiera sentido con mi esposo.
–Me gustas mucho Dilara.
Dice mientras me abraza luego de haber tenido uno de esos maravillosos encuentros.
–También me gustas mucho Raymond.
••••••••
Paseo por el jardín de rosas que está detrás de la mansión junto con mis hijos.
–Mami, este jardín es muy bonito.
–Si cariño.
–¿Podemos tener rosas como estás en casa?
–Por supuesto mi amor, cuando volvamos tú me ayudarás.
–¡Si!
Me encanta ver cómo mi hijo cada día es más expresivo, ya no se cierra en sí mismo.
Desde que está Elliot con nosotros es más alegre, juega, comparte y a veces le quiere dar su biberón a Elliot.
Juega con los lobos y Rhys.
Está cada vez más feliz y eso me gusta.
Solo quiero que su luz nunca se apague y pueda seguir así mucho tiempo más, que crezca para ser un buen hombre.
no se arrepiente solo es su marido el dilema debería acabar con esa farsa ya que tiene apoyo así no va sola no le hará nada y este Raymond de todo por ella ya que puede ser que pronto haya bebe a bordo