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Casados Y Al Borde Del Caos (OMEGAVERSE)

Casados Y Al Borde Del Caos (OMEGAVERSE)

Status: En proceso
Genre:Yaoi / Omegaverse / ABO
Popularitas:2.2k
Nilai: 5
nombre de autor: GEMINI_K

Jay y Gio llevan juntos tanto tiempo que ya podrían escribir un manual de matrimonio... o al menos una lista de reglas para sobrevivirlo. Casados desde hace años, su vida es una montaña rusa de momentos caóticos, peleas absurdas y risas interminables. Como alfa dominante, Gio es paciente, aunque eso no significa que siempre tenga el control y es un alfa que disfruta de alterar la paz de su pareja. Jay, por otro lado, es un omega dominante con un espíritu indomable: terco, impulsivo y con una energía que desafía cualquier intento de orden.

Su matrimonio no es perfecto, pero es suyo, y aunque a veces parezca que están al borde del desastre, siempre encuentran la forma de volver a elegirse

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###**Capítulo 22: El Interrogatorio**

Gio sintió el brazo de Jongin cerrarse alrededor del suyo y supo que su destino estaba sellado.

—Ven.

Sin resistencia.

Sin opción.

Como si fuera un maldito estudiante arrastrado a la oficina del director.

Jay vio la escena con pánico absoluto.

—Papá, no seas exagerado—

—Cállate.

Jay cerró la boca en el acto.

Hyun cruzó los brazos, viendo a su padre y a Gio desaparecer detrás de una puerta privada.

—Está jodido.

Alex asintió con una sonrisa de diversión.

—Completamente.

Jay lo fulminó con la mirada.

—¿Y si lo mata?

Nate se rió bajo.

—Es un 50/50, la verdad.

Jay frunció el ceño.

Y entonces…

Se miraron entre ellos.

Y todos tuvieron la misma idea.

—… ¿Escuchamos? —propuso Alex con una sonrisa traviesa.

Jay ya estaba caminando tas ellos antes de que terminara la frase.

Gio caminó en silencio detrás de su suegro, sintiendo cada paso como una cuenta regresiva.

Cada persona que pasaban en la gala ni siquiera imaginaba la ejecución inminente que estaba por suceder.

Y en el momento en que cruzaron la puerta hacia un salón privado…

La gravedad de la situación se asentó en su pecho como un maldito peso muerto.

Jongin cerró la puerta.

Con calma.

Con una paciencia que hacía todo mil veces más aterrador.

Y cuando se giró para mirarlo…

Gio recordó.

Recordó la primera vez que sintió este mismo miedo.

Cuando Jongin vio la marca del lazo en el cuello de Jay por primera vez.

Cuando se quedó en completo silencio durante más de un minuto entero.

Cuando Gio pudo ver con claridad el momento exacto en que su suegro procesó lo que había sucedido.

Que su único hijo omega…

Había sido marcado.

Por él.

Que su bebé había sido reclamado para siempre por un maldito alfa desconocido.

La expresión de Jongin en ese momento fue indescriptible.

No fue furia explosiva.

No fue gritos o amenazas.

Fue algo mucho peor.

Un silencio absoluto.

Un vacío aterrador en sus ojos.

Y luego, muy lentamente…

Le preguntó a Jay si estaba bien.

Jay, nervioso pero firme, le dijo que sí.

Y Gio nunca olvidó lo que Jongin dijo después.

"—Bien. Porque si no lo estuvieras, él no habría salido de esta habitación con vida."

Y ahora…

Jongin lo observaba con calma, como si estuviera calculando cada una de sus palabras.

Y cuando finalmente habló…

—Dime, Gio.

Pausó.

Inhaló.

Y su voz se volvió gélida.

—¿Quién te dio permiso para tocar a mi hijo así?

Gio mantuvo su postura firme.

Sabía que tenía que hablar rápido.

Con seriedad.

Así que lo miró directo a los ojos.

—Jay es mi esposo.

Jongin no reaccionó.

Gio siguió.

—Llevamos siete años casados. Es mi omega. Y yo soy su alfa.

—Eso ya lo sé —murmuró Jongin, su voz letalmente fría.

—Entonces también sabe que lo amo. Que lo deseo. Que lo nuestro es mutuo.

Nada.

Jongin seguía inmóvil, como una estatua mortal.

Gio sintió la presión en el aire, pero no se detuvo.

Lentamente, desabrochó el primer botón de su camisa.

Y cuando Jongin vio lo que había debajo…

Su ceño se frunció.

Porque ahí estaban.

Las marcas.

No las que Gio dejó en Jay.

No de un alfa a su omega.

Sino de Jay a Gio.

Pequeñas mordidas.

Rastros de uñas.

Evidencias de que Jay también lo marcaba.

Que Jay también lo deseaba.

Y que esto… no era unilateral.

Jongin miró fijamente las marcas.

No habló.

No reaccionó de inmediato.

Pero del otro lado de la puerta…

—¡A la mierda, Jay!, ¡también lo mordiste!

Jongin giró la cabeza en dirección a la puerta con el ceño fruncido.

Gio parpadeó.

No. No puede ser.

No pueden estar tan malditamente cerca.

Pero entonces…

—¡Shhh, imbécil, nos van a descubrir!

Jongin inhaló profundamente.

Gio sintió el aire en la habitación volverse más tenso.

Pero para su sorpresa, Jongin lo ignoró.

Se giró de nuevo hacia él, su voz aún cargada de hielo puro.

—Quiero que quede algo claro.

Gio asintió sin dudar.

Jongin dio un paso adelante.

—No me importa cuánto tiempo lleven juntos. No me importa cuánto se amen.

Gio no se movió ni un centímetro.

—Si alguna vez le haces daño… si alguna vez veo algo en su piel que no sea por placer mutuo…

Su voz bajó un tono.

Y se convirtió en algo mucho más peligroso.

—Voy a destruirte, Giovanni.

Gio sintió que su alma abandonaba su cuerpo por un segundo.

Pero mantuvo la compostura.

Y con la misma seriedad absoluta, con el mismo tono firme, respondió.

—Nunca lo lastimaría.

Jongin lo analizó con precisión quirúrgica.

Pero esta vez…

Pareció satisfecho con la respuesta.

Exhaló lentamente y se alejó.

—Vuelve con los demás.

Gio parpadeó.

—¿Eso es todo?

Jongin lo miró como si estuviera considerando cambiar de opinión.

—¿Quieres que diga algo más?

—No, señor.

—Bien.

Pero justo cuando Gio estaba a punto de girarse hacia la puerta…

—Por cierto.

Gio se detuvo.

Jongin no lo miró, pero su tono fue claro.

—Si sigues marcándolo en lugares visibles en eventos públicos…

Se giró lentamente.

Y su mirada fue el equivalente a un veredicto de muerte.

—El próximo interrogatorio será mucho peor.

Gio mantuvo su expresión tranquila.

Pero en el fondo…

Maldita sea.

—Entendido, señor.

Jongin no dijo nada más.

Pero cuando Gio finalmente abrió la puerta…

Se encontró con el desastre.

Hyun, Jay, Alex y Nate habían estado pegados a la puerta.

Y al abrirse repentinamente…

Todos cayeron al suelo.

Jay se quejó al aterrizar sobre Hyun.

Alex se dobló de la risa por milésima vez en esa noche.

Nate se reincorporó con dignidad, como si no acabara de caerse.

Hyun suspiró, claramente avergonzado de su familia.

Gio los miró con incredulidad.

—¿En serio?

Jongin cruzó los brazos, observándolos desde la puerta.

Jay parpadeó y miró hacia arriba, encontrándose con la mirada de su padre.

Su rostro se puso pálido.

—…Hola, papá.

Jongin exhaló con una mezcla de agotamiento y decepción.

—No valen la pena.

Y con eso… se marchó.

Gio suspiró y pasó una mano por su rostro.

—Casi muero.

Alex le dio una palmada en la espalda.

—Pero sobreviviste.

Jay se puso de pie y lo miró con preocupación.

La gala continuaba con su ritmo elegante, pero Gio apenas escuchaba el murmullo de la gente. Sentía el peso de la conversación con Jongin aún sobre sus hombros, como si la tensión se hubiera quedado anclada en su piel.

—Voy un momento al baño —susurró en el oído de Jay, tocando suavemente su espalda.

Jay asintió con naturalidad, pero apenas Gio se alejó, lo siguió sin dudar.

Cuando Gio entró al baño privado, dejó escapar una exhalación lenta. Apoyó las manos en el lavabo y cerró los ojos un instante. No se arrepentía de lo que había dicho, pero el peso de la mirada de Jongin aún le hacía eco en el pecho.

—¿Te estás escondiendo?

La voz de Jay lo sacó de su ensimismamiento. Gio levantó la cabeza y lo vio en el reflejo del espejo, recargado contra el marco de la puerta con los brazos cruzados y una ligera sonrisa en los labios.

—No me estoy escondiendo —murmuró Gio.

Jay se acercó, parándose detrás de él.

—¿Entonces qué haces aquí solo?

Gio no respondió de inmediato. En su lugar, levantó una mano y la deslizó sobre la de Jay cuando la sintió posarse sobre su hombro.

—Nada —susurró, girándose para mirarlo de frente.

Jay arqueó una ceja, como si no le creyera ni un poco.

—Nada, ¿eh?

Pero no insistió.

En cambio, se acercó más y deslizó los dedos por el cuello de la camisa de Gio, arreglándola con cuidado. Su toque fue lento, como si cada movimiento estuviera hecho a propósito para apaciguar la tensión que Gio aún cargaba.

—Te marcaste mal el botón —comentó en un tono neutro.

Gio exhaló una risa suave.

—Oh, qué tragedia.

Jay le lanzó una mirada de fingida seriedad.

—No puedes andar desaliñado en una gala familiar. Sería un escándalo.

Gio sonrió y deslizó sus manos a la cintura de Jay, acercándolo un poco más.

—Entonces arréglame.

Jay rodó los ojos, pero continuó acomodando su camisa, sus dedos rozando su piel en el proceso. Gio lo observó en silencio, capturando cada pequeño detalle: el brillo de sus ojos bajo la luz tenue, la manera en que su lengua pasaba por sus labios distraídamente.

Era demasiado fácil perderse en él.

Cuando Jay terminó de acomodar su ropa, dejó sus manos sobre el pecho de Gio, sin apartarse aún.

—¿Listo para volver? —preguntó con suavidad.

Gio deslizó una mano hasta su nuca, acariciando la piel con la yema de los dedos.

—Casi.

Jay arqueó una ceja.

—¿Casi?

—Necesito algo antes.

Jay lo miró con diversión.

—¿Qué cosa?

Gio no respondió con palabras.

Simplemente se inclinó y atrapó sus labios en un beso lento, pausado, como si estuviera saboreando cada segundo. Jay suspiró contra su boca y respondió con la misma calma, enredando los dedos en su cabello.

No era un beso urgente. No había prisa.

Era solo un momento.

Un respiro.

Cuando se separaron, Jay lo miró con una sonrisa suave.

—¿Eso era lo que necesitabas?

Gio rozó su nariz con la suya, disfrutando la cercanía.

—Sí.

Jay deslizó los dedos por su mandíbula antes de darle un último beso, esta vez más breve.

—Bien. Porque tenemos que volver antes de que empiecen a buscarnos.

Gio suspiró.

—Maldita sea.

Jay rió bajo y entrelazó sus dedos con los de él.

—Vamos.

Salieron juntos del baño, sintiendo la burbuja de calma aún rodeándolos.

Cuando Gio y Jay regresaron al salón, el ambiente ya estaba más calmado. Los invitados se acomodaban en sus asientos mientras los murmullos disminuían poco a poco.

Un beta de traje oscuro tomó el micrófono en el centro del salón y habló con voz clara:

—Señoras y señores, en breve daremos inicio a los discursos. Les pedimos que tomen asiento.

El movimiento en la sala se hizo más notorio. Algunos invitados bebieron los últimos sorbos de su copa antes de dejarla sobre la mesa, mientras otros finalizaban conversaciones en voz baja.

Gio y Jay se sentaron en la mesa principal justo cuando Alex y Hyun hacían lo mismo. Jongin, como siempre, ya estaba en su lugar, con su postura recta y su mirada observadora.

Jay tomó su copa y la giró ligeramente entre sus dedos antes de murmurar:

—Todavía puedes escaparte antes de que mi padre vuelva a mirarte.

Gio apenas le dirigió una mirada seca.

—No digas su nombre en vano.

Jay sonrió levemente, pero no insistió.

El organizador retomó la palabra.

—Para iniciar con los discursos, unas palabras del hijo menor, Alexander.

Los aplausos resonaron con respeto. Alex se puso de pie con un movimiento tranquilo, tomó el micrófono y miró alrededor con la seriedad que lo caracterizaba.

—No voy a extenderme demasiado —comenzó con su tono seguro—. Pero hay algo que quiero destacar esta noche.

Sus ojos recorrieron el salón antes de posarse brevemente en Jongin.

—La familia no es solo la gente con la que compartes sangre. La familia es quien está ahí cuando importa, quien te exige más porque sabe de lo que eres capaz, y quien, incluso en silencio, sigue manteniéndote firme.

Pausó un instante.

—Si hay alguien en esta sala que representa esa fuerza, es nuestro padre.

Tomó su copa con elegancia y la alzó.

—Por él.

Los brindis resonaron, acompañados de asentimientos y miradas aprobatorias.

Alex tomó asiento, y el organizador continuó.

—Ahora, unas palabras del de en medio, Jay.

Jay se puso de pie con la misma calma de siempre, ajustando levemente su saco antes de tomar el micrófono.

—No tengo un discurso preparado —admitió sin rodeos—, pero hay algo que quiero decir.

Su mirada se paseó por el salón antes de volver a Jongin.

—Cuando éramos niños, mi padre nunca nos endulzó la vida. Nos enseñó con hechos, con exigencias y con la certeza de que no se nos daría nada que no nos ganáramos.

Hizo una leve pausa.

—Y aunque en su momento no siempre lo entendí, hoy sé que esa fue su manera de asegurarse de que estuviéramos listos. No solo para sostener lo que construyó, sino para mantenernos de pie sin importar las circunstancias.

Alzó su copa con un gesto firme.

—Por nuestro padre.

El brindis se realizó con respeto. Jay tomó asiento sin cambiar su expresión, pero sus ojos hablaron más de lo que su postura dejaba ver.

El organizador esperó unos segundos antes de hablar nuevamente.

—Para finalizar, unas palabras del hijo mayor Hyun.

Hyun se puso de pie con naturalidad, sosteniendo su copa sin prisa.

—En esta familia, los discursos no son más que formalidades —dijo con serenidad—. Lo importante siempre ha estado en las acciones, en los resultados.

Su mirada se encontró con la de Jongin por un instante.

—Y aunque todos aquí entienden la responsabilidad que conlleva formar parte de algo como esto, también saben que hay momentos en los que las cosas cambian.

Pausó, tomando aire.

—Así que hoy quiero aprovechar este momento para compartir algo.

Un breve silencio se hizo en la sala, una especie de expectación latente.

Hyun miró a Nate, quien estaba sentado con una expresión tranquila, casi divertida.

—Me complace aununciar que Nate y yo vamos a tener otro hijo.

Hubo un instante de silencio absoluto.

Luego, una reacción en cadena.

Gio sintió cómo Jay, a su lado, parpadeaba sin entender del todo lo que acababa de escuchar. Alex se tensó ligeramente, aunque su rostro apenas lo demostró.

Pero lo que más le llamó la atención fue Jongin.

No se movió.

No reaccionó de inmediato.

Pero cuando finalmente lo hizo, su expresión fue más compleja de lo habitual. No era sorpresa ni molestia.

Era contemplación.

Como si, por primera vez en mucho tiempo, se permitiera procesar la idea de que su familia… seguía creciendo.

Hyun, sin añadir más palabras, simplemente alzó su copa.

—Por la familia.

Mientras los brindis resonaban por toda la sala, Gio sostuvo su copa sin llevársela a los labios.

Observó a Hyun y Nate, rodeados de felicitaciones, con una felicidad tan genuina que parecía casi palpable.

Estaba feliz por ellos. De verdad lo estaba.

Pero no pudo evitar pensar…

Que algún día, esa podría ser su felicidad.

Que esa noticia podría ser suya y de Jay.

Gio exhaló suavemente.

Algún día.

1
Lucero Solorzano
hay me encanta espero más capítulos por favor me que de con expectativas que dirá GIO...aaaaaaa que emoción
Lucero Solorzano
hola espero con ansias más capítulos espero y no lo dejes a la mitad...
Lucero Solorzano
Guau excelente hasta donde voy me gusta no es la clásica novela donde hay odio.amor o divorcio.aunque también me encantan muchas gracias tienes otras novelas me puedes dar los nombres.👍👍
Nidia Mojica
Gio quiere ser papá.
Nidia Mojica
Jajaja ese Gio es tremendo, traumados los suegroa de Jay.
Nidia Mojica
Jajajaja esos dos no aprenden.
Nidia Mojica
Huy ese señor si que da miedo.
Sofi
me encanta
Muriel
Quiero más aventuras🎈
Sayuri//acuario
Después de leer tu historia, me he quedado con ganas de más. Necesito saber qué pasa después. 😫👀
ZodiacKiller
😍Es genial, sigue así.
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