Cautiva Por Tu Deseo

23 DE SEPTIEMBRE DE 2.026

• ATENAS (GRECIA) •

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RENZO

–. Buscamos por cielo y tierra, señor –dice uno de mis hombres–. Pero no hemos encontrado información sobre su padre.

Con frustración veo como las malditas búsquedas de mí padre no dan frutos. El hijo de puta se esconde como rata en alcantarilla.

–. Hemos buscado en toda Europa y parte de América Latina –dice Silas–. Solo nos queda volver a Estados Unidos.

–. Otra vez –digo–. No puedo volver ahí.

–. Será solo por unas semanas, Renzo –Mitchel me mira–. Sino está ahí volveremos.

Me quedé mirando hacia la ventana con melancolía, finalmente suspiré con frustración.

–. Está bien –asiento–. Vámonos a Estados Unidos de nuevo.

–. Prepararé el vuelo de vuelta –suspira.

Subí de nuevo a mí habitación me quedé mirando por la ventana. Fui hasta mí mesita de luz y saque una foto de... Melina.

¿Que habrá pasado con ella estos cuatro años? ¿Pensará en mí?. Porque yo no deje de pensar en ella en ningún momento.

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25 DE SEPTIEMBRE DEL 2.026

• NUEVA YORK (EE.UU) •

• AEROPUERTO INTERNACIONAL JONH F.

KENNEDY •

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RENZO.

De nuevo en Estados Unidos. Tantos recuerdos azotan mí cabeza en este lugar, cuatro años han pasado desde la última vez que pise este territorio.

–. Ardefe, epistrefoume (Hermano, regresamos) –me dice Silas–. Prepai idi na katevoume apo to aeroplano (Ya tenemos que bajar del avión).

–. Bien vamos –asiento–. Bajemos de este avión.

Bajamos y subimos al auto que nos esperaba abajo. Conducimos por las largas calles llenas de tráfico.

–. ¿Han preparado todo en la mansión? –pregunto.

–. Si, Edna vino unos días antes junto a otros –dice Mitchel–. Prepararon la mansión.

–. Genial –asiento.

Miro por la ventana cuando nos detenemos en un semáforo justo en frente de un parque. Ahí veo bajo un hermoso árbol de flores rosas a una niña... Una hermosa niña de preciosos risos rubios, tiene un par de flores en la mano y otras en el cabello.

Por alguna razón un recuerdo me llega a la mente... Melina, se parece a ella. Parece una princesa con el vestido blanco largo que lleva.

–. ¡RENZO! –Silas me llama–. ¿Donde estas hermano?.

–. En ningún lado, amigo –sacudo la cabeza.

Vuelvo a mirar a la niña pero esta vez, aterrado, veo como unos hombres se acercan a ella sigilosamente.

Mira hacia sus lados viendo si hay alguien cerca, entonces toman a la niña que se asusta y se sacude hacia todos lados.

–. ¡SE LLEVAN A LA NIÑA! –grito y bajo del auto.

–. ¡RENZO! –Mitchel y Silas me gritan.

Corro con desespero hacia ellos. La niña en su astucia muerde la mano de uno de ellos haciendo que la suelten y caiga al suelo.

Intentan volver por ella pero el disparo que ejecuto los alejan con miedo una vez que me miran. Llego hasta la niña y la levanto en mis brazos, ella llora desesperado.

–. Está bien, está bien... –la abrazo–. Ya pasó, ya pasó, princesa.

–. ¿Quienes eran esos hombres? –pregunta Mitchel–. ¿Por qué querían a la niña?.

–. No quiero saberlo –digo y miro a la niña–. ¿Estás bien, preciosa?.

–. Si... –asiente temblorosa–. Estoy bien.

Su dulce vocesita y sus bellos ojos azules claro demuestran miedo y terror. Me abraza con fuerza, sus pequeños brazos rodean mí cuello.

Un suspiro de alivio sale de mí boca, tiene un aroma, un perfume que me reconforta y un cariño extraño pero hermoso sale de mí corazón.

–. ¿Cómo te llamas, linda? –le pregunta Mitchel–. ¿Donde están tus padres? ¿Que haces sola aquí?.

–. Me llamo Evangelina –responde tímida–. Pero me dicen Eva. Vine aquí por estás fiores para mí mamá.

Sonrío al escuchar la palabra "fiores", no sabe pronunciar la L.

–. ¿Tu padre no pudo acompañarte? –pregunta Silas–. ¿Tenías que venir sola?.

–. No tengo papá –dice triste–. Solo a mí mamá, vine aquí porque a mí mamá le encantan las fiores rosas de este árbol.

–. ¿Y dónde esta ella ahora? –le pregunto–. ¿Te dejo venir aquí?.

–. Está en su tienda –dice–. Y yo me escape para venir aquí.

–. Debe estar muy preocupada –dice Silas–. ¿Que tal si algo te pasaba?.

–. Ya dejala, Silas –miro a Evangelina–. ¿Sabes dónde queda la tienda de tu mamá? ¿Nos podías llevar hasta allá?.

–. Si, si –asiente–. Puedo guiario.

–. Bien, te llevaremos allá con tu mamá –le digo.

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La subimos a la camioneta y ella nos guía. Es muy linda, habla mucho con esa voz tan dulce y tierna.

–. Señor Renzo –me llama–. ¿Tiene novia?.

Mitchel, Silas y yo nos reímos ante su pregunta.

–. No, linda –niego–. No tengo novia.

–. ¿Por qué no se hace novio de mí mamá? –me pregunta–. Ella no tiene, es muy linda y no tiene novio.

–. Quizás porque ella no quiere tener novio –le digo.

–. Tienes razón –asiente–. Siempre que un chico la invita a salir ella no quiere.

Llegamos hasta una pequeña tienda, la niña nos detiene aquí y bajo del auto, abro la puerta y cargo a la Eva en mis brazos.

–. ¿Aquí es? –pregunto.

–. Si, es aquí –asiente.

–. ¡EVA! –grita una mujer–. ¿¡Donde estabas, niña!?.

–. Perdón, nana –ella se disculpa–. Quería ir por fiores para mí mamá.

–. ¿Y no podías esperar a que mamá terminará de trabajar y cierre la tienda? –me mira–. Perdone. ¿Quienes son ustedes?.

–. Él es el señor Renzo –le dice Eva–. Es muy lindo y me trató muy bien, me trajo aquí. Ellos son sus amigos Mitchel y Silas. ¿Donde está mí mami?

–. Fue a buscarte desesperada –se cruza de brazos–. Ahora ven, vamos a esperarla. Muchas gracias, señor Renzo.

–. De nada, no tiene que agradecer –le sonrío.

Me cuesta soltar a Evangelina por alguna razón, la dejo en el piso y me agachó hacia ella, la pequeña nuevamente me abraza con sus pequeños brazos.

–. Gracias, señor Renzo –me mira–. ¿Podemos vernos de nuevo?.

–. Espero que si, preciosa –le sonrío–. Seguro que estaré por el parque el domingo.

–. Que bueno –aplaude feliz–. Entonces nos vemos.

Me da un pequeño beso en la mejilla, cierro los ojos. Acaricio su mejilla antes de alejarme y subirme al auto para irme.