Él no la soporta, y ella lo ama desde que tiene quince años.
¿Podrá darse el amor entre dos polos opuestos?
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Capítulo 20
Ayer cité a Margarita en mi oficina aprovechando que llegaba de una gira en Madrid. La muy indigna pensó que la quería tener en mi escritorio como Dios la trajo al mundo y llegó con una larga gabardina y solo con lencería erótica debajo. Cuando entró, se abalanzó sobre mí para besarme, pero no la dejé.
—Ya, Margarita. No me beses que me repugnas, siéntate y mira el contenido de esta carpeta —se la entregué.
—¿Qué pasa, Freddy? ¿Acaso no me citaste para estar conmigo? ¿Y qué es esta carpeta? —la abre y mira sorprendida su contenido —. ¡Freddy, te juro que esto no es cierto, esa no soy yo!
—¿No eres tú? ¡Qué cínica eres, Margarita! Entonces, ¿la de este video tampoco eres tú?
Pongo un pendrive en mi portátil y le muestro un vídeo tomado de una cámara que implantó el agente Finn en la mansión que supuestamente había comprado para nosotros. La cual apenas el día antes de grabado el vídeo le había dado las llaves a Margarita y no demoró en llevar a su amante a ella. Y teniendo sexo en la que supuestamente iba a ser nuestra cama, practicando las técnicas de sumisión que tanto le gustan con Palmer.
—Estás muy mal, Margarita. ¿En nuestra mansión? ¿En la que iba a ser nuestra cama? Qué atrevida eres, sabes que con esto queda cancelada nuestra boda y ni te atrevas a rogar para que te perdone. Porque no lo pienso hacer, y si insistes, tendré que hacer estos videos públicos y no creo que te convenga, digo por tu vida pública —La amenacé.
—¿Esto lo haces por esa mocosa de Brisa Storm, cierto? Ahora crees que tienes el camino libre para revolcarte con ella, pero no te la voy a poner tan fácil, de mí nadie se burla. —Ella también me amenaza.
—Y de mí tampoco nadie se burla, no estás en condiciones de amenazarme, Margarita, tienes todas las de perder. Y si me voy a revolcar con Brisa o con la que sea, no será de tu incumbencia, pues a partir de este momento tú y yo no somos nada. Te puedes largar de una vez, ahí está la puerta y que espero se te olvide el camino —la eché de mi oficina.
—¡Me la pagarás, Frederick Taylor, me la pagarás! —siguió vociferando.
Y salió tirando de un portazo la puerta de la oficina, inmediatamente llamé al agente Finn para pedirle que siga vigilando de cerca a Margarita. No puedo echar a un lado la amenaza que me hizo, ella es una mujer caprichosa y con los medios suficientes para hacerme daño.
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Hoy regresa mi pequeña Brisa, estaré en el aeropuerto esperándola. Compré para ella un ramo de rosas blancas. Según me dijo la experta de la floristería, estas significan pureza e inocencia, pero si las regalan a la persona que se ama, es símbolo de querer transmitir a la pareja que se espera una relación amorosa sólida, estable, pura y eterna.
No espero que me las reciba, pero quiero que se dé cuenta de que estoy arrepentido de lo que le hice y que estoy loco por ella. Poco a poco la pienso conquistar.
Me bajé del jet y llegué a la sala de espera del hangar. Mis abuelos estaban ahí, esperándome, los abracé fuerte, los extrañaba demasiado. Cuando escuché mi nombre y esa voz erizó todos los pelitos de mi cuerpo, volteé a mirar y no lo puedo creer. Era mi apuesto caballero con un ramo de rosas blancas.
¿Estoy soñando? ¿Es real? ¿Mi Fred está aquí?
—Hola, pequeña Brisa, bienvenida de nuevo a Londres. Te pido mil disculpas por lo mal que te traté la última vez que nos vimos, estoy muy arrepentido. Te traje este pequeño ramo de rosas blancas que significan muchas cosas reflejadas en ti. —Me entrega el hermoso ramo.
Cuando le recibí el ramo, escuché un grito seguido de un disparo y el ramo salió volando por el aire. Sentí unos brazos que me tomaron y luego vi todo borroso, perdiendo el conocimiento.
Estaba feliz de ver a mi muñequita, estaba muy linda, abrazó a sus abuelos y no me aguanté y la llamé. Me buscó con la mirada, la cual solamente mostraba asombro, me fui acercando y le pedí perdón. Le entregué el ramo de rosas blancas diciendo su significado. Cuando las tomó, se escuchó el grito de su abuela y un disparo. En cuestión de segundos soltó el ramo y la tomé en mis brazos.
Vi su abdomen lleno de sangre y salí corriendo hasta mi auto junto con sus abuelos. Grité a mi chófer que rápido al hospital más cercano. En menos de 20 minutos llegamos, me bajé con ella en brazos. Gritaba como loco pidiendo un médico. Llegaron unos enfermeros y me ayudaron a subirla a una camilla y rápido se la llevaron a la sala de trauma. Yo me fui detrás de ellos y antes de entrar en la sala un médico me dijo:
—Señor, necesito que me dé los datos de su hija para hacerle el ingreso al hospital —Lo miro con enfado.
—¿Mi hija?… ¡Idiota! Ella no es mi hija, ella es el amor de mi vida. Y si no la salva, no habrá lugar en la tierra donde se esconda y no lo encuentre para que pague por su ineptitud —lo agarré de la solapa de la bata mientras le grito mis amenazas.
—Tranquilo, señor. Le pido mil disculpas, haremos todo lo posible para salvarla. Acompáñeme a la recepción para dar los datos de su mujer y quédese en la sala de espera. Le pido que esté pendiente de los informes de su estado —ya con eso, bajé un poco la guardia.
No sabía qué más hacer ni qué decir. La iba a perder sin siquiera haber tenido una oportunidad de tenerla. Cuando llegué a la recepción, su abuelo ya estaba dando sus datos. Su abuela estaba desconsolada, me acerqué, la abracé y así nos quedamos un rato hasta que se nos unió su abuelo en el abrazo.
—¿Señor Storm? ¿Cree conveniente que llame a sus padres a avisarles? ¿O usted lo hará más tarde? —pregunté cautelosamente.
—Por favor, Frederick, avísales, yo no tengo cabeza para hacerlo —me pide.
—No lo entiendo, hijo. ¿Quién pudo atentar contra mi niña? Ella no tiene enemigos y nunca hemos recibido amenazas. Por eso hoy no salimos con nuestros escoltas, solo nos acompañaba el chófer —dice la señora Melva, ahogada en llanto.
—Yo tampoco lo entiendo, pero ya mismo mando a investigar quién está detrás de este atentado. —Me salgo de la sala de espera para llamar a mi escolta a ver si pudo atrapar al que le disparó a Brisa. Maldita sea, justo hoy me dio por salir con solo uno.
Me sentí fatal, ella no tiene enemigos y estoy seguro de que es por mi culpa que está herida.