Ella, una pobre chica burlada y abandonada con un hijo. Él, un amargado hacendado a quien nadie quiere y todos le temen y respetan. Sus mundos se cruzarán gracias a una treta del destino. ¿Qué pasará? Descúbrelo aquí.
NovelToon tiene autorización de AraMosBa para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Desespero.
Al llegar a la hacienda, corrí hacia la cocina donde dejé a mi hijo, pero al entrar, no vi a Dylan por ningún lado. Comencé a buscarlo desesperada, preguntando a los demás trabajadores si lo habían visto, pero nadie sabía nada. Entonces, fui al cuarto de Monse y toqué como loca, al abrir le pregunté por mi hijo y ella con indiferencia me respondió que no sabía.
— ¿Cómo que no sabes si fue contigo con quién lo deje?
— Dijiste que no te demorabas, y te quedaste por allá haciendo quien sabe que, yo no iba a quedarme horas extras cuidando de tu hijo, así que busque a la señora Paola y le dije lo que pasaba, fue ella quien me dijo que lo dejara allá en la sala, que ella le pondría cuidado hasta que tú llegaras.
Escuchar a Monse decirme eso, fue como si mi corazón fuera caído a mis pies, la última persona en este mundo a quien yo le confiaría mi hijo, es a esa mujer. Pero corrí de inmediato a esa casa, tenía que buscar a mi niño. Aun así al no verlo por ningún lado, no tuve de otra que ir a tocar a la habitación de esos dos.
Quien abrió la puerta fue Felipe, se extrañó de verme allí, pero con molestia me interrogó sobre que hacía allí.
— Disculpe por molestarlos, pero Monse me dijo que la señora Paola se había quedado con mi Dylan esta tarde, y quiero saber si él...
— Ah, eres tú — Ella de repente salió a la puerta, y con desprecio se dirigió a mí. — Le dije a Monse que dejara a tu hijo en la sala, que yo le echaría un ojo de vez en cuando, pero me olvidé de él y me puse a hablar con mis amigas por teléfono, luego ya no me acordé hasta ahora que lo mencionas, pero búscalo, debe estar por ahí, en alguna parte, igual en esta hacienda no se ha perdido nada ni nadie hasta ahora. Pregúntale a los peones, no sé, ahora vete que estamos ocupados mi esposo y yo, trabajamos en procrear al futuro heredero de los Mendiola.
Ella dijo eso y básicamente me tiró la puerta en la cara, y en este punto, yo no podía más que pensar que algo no andaba bien con mi nene. Seguí buscándolo por todos lados, después de 5 años, esta hacienda se me hizo grandísima, la angustia en mi pecho era demasiada.
— ¿Lorena? ¿Qué pasa? ¿Estás bien?
— No, Guillermo no sé dónde está Dylan, no lo encuentro por ninguna parte. ¿Tú no lo has visto?
— ¿Cómo que no encuentras a Dylan? Tu nunca lo descuidas, ¿Cómo se te perdió?
Guillermo era un señor de unos 50 años, era el capataz de los peones, desde que yo llegue a esta hacienda, siempre fue bueno conmigo, pero casi no lo veía ni hablaba, pues siempre estaba ocupada yo, o él, así que no teníamos momentos de compartir, solo unas pocas veces y fueron muy amenas.
Le conté a Guillermo lo que había sucedido, y él se quedó un poco pensativo.
— Pues yo vi que la señora Paola salió en el carro, pero regreso al momento, ella no demoró mucho, me pareció raro, pero yo no me meto en sus cosas.
— ¿Qué quieres decir? ¿Crees que ella llevó y dejó tirado a mi hijo en alguna parte?
— Ni dios lo quiera, y desecha ese pensamiento, hay que ser muy cruel para hacer algo así, ven, te ayudo a buscar al niño, debe estar por ahí dormido en alguna parte.
Le agradecí a Guillermo, él llamo a otros peones que nos ayudarán a buscar al niño. De repente todos estaban gritando su nombre y buscando por todas partes. Pero...
— ¿Qué es lo que está sucediendo? ¿Por qué tanto alboroto?
El señor Gastón apareció en el establo.
— Disculpe patrón, solo estamos ayudando a buscar al niño de Lorena, está perdido y no sabe dónde está.
— ¿Y a ustedes yo les pago para que busquen al hijo de la sirvienta? El hijo es de ella, que lo busque por su cuenta y ustedes vayan a descansar, mañana es un día duro, y los quiero a todos en su mejor disposición.
Eso no fue todo, les dio una cantaleta y al final todos se fueron a su dormitorio, dejándome sola en la búsqueda de mi hijo, pero allí estaba la mirada de ese señor.
— Escúchame muy bien. Nunca vuelvas a hacer uso de mis empleados para que te ayuden en tus cosas, ¿tienes problemas? Arreglatelas tú misma, tu hijo no es un problema de esta familia y no tiene nada que ver con nadie aquí, así que cuida lo que haces.
Me sentí desolada, era increíble que esto me estuviera pasando, no le preste atención a ese hombre, y salí para buscar a mi niño, creo que no deje ni un solo lugar sin revisar, sola y desamparada, lloraba y buscaba como loca, pero nada, ni un rastro de mi nene. Así que salí de la hacienda, tal vez él se habría salido sin que nadie lo viera. Por el camino gritaba su nombre y de repente empezó a llover otra vez, pero mis deseos de encontrar a mi niño, no me dejaban sentir frío o hambre. Yo solo quería encontrarlo y abrazarlo, eso era todo.
En la mansión.
— ¿Dónde está el niño?
— ¿De qué niño hablas?
— No te hagas Paola, ¿Qué hiciste con Dylan?
— Me estás preguntando por el bastardo? ¿Qué? ¿Estás preocupado por él, o por la madre? ¿Quieres salir a buscarlo? Ve, adelante, pero eso sí, en el momento que cruces esa puerta, nos divorciamos.
— Solo te estoy preguntando que fue lo que hiciste, porque eso de que te ofrecieras a cuidarlo, no fue de buena samaritana. Y déjame aclararte algo, aquí en esta familia nadie ha aceptado a Dylan, ni siquiera yo lo he hecho, pero al final del día es mi hijo. No quiero que le hagas nada, y si algo hiciste, más te vale que no se te haya pasado la mano, ¿Me entendiste?
****************
Lorena.
La desesperación se apoderó de mí, si Paola efectivamente había abandonado a mi hijo en algún lugar ¿cómo podía haberle hecho eso a mi pequeño? Sin pensarlo dos veces, seguí recorriendo desde la hacienda a la nada en busca de mi hijo, no me importaba el peligro, solo quería encontrarlo sano y salvo. Corrí por los caminos, pidiendo ayuda a los lugareños que me encontraba, pero nadie había visto nada.
Finalmente, la mañana me cogió en los caminos, después de horas de búsqueda frenética, decidí que regresaría a la hacienda, tal vez, quizás él ya había aparecido, me sentía agotada, pero con esperanza en el corazón. Solo que al llegar a la hacienda, no encontré a mi hijo, seguía perdido y me sentí devastada.
— Lorena, lo mejor será que vayas a la policía, diles que tu hijo se te perdió, ellos te van a ayudar a buscarlo.
Guillermo me dio ese consejo y me pareció buena idea, solo me cambié de ropa y me dispuse a ir a la policía.
— Ey, ¿A dónde vas? Quiero mi desayuno, ya sabes cómo me gusta.
Era esa mujer, la desgraciada esposa de Felipe.
— Si usted quiere desayuno, dígale a cualquiera de las muchachas, yo hoy no tengo ganas de lidiar con ninguno de ustedes, especialmente con usted señora, porque todo lo que está pasando con mi hijo, es su culpa.
No la dejé hablar, porque me fuí inmediatamente.
Al llegar a la comandancia, me senté frente a uno de los policías y lloré mucho mientras intentaba narrar los hechos. El propio comandante se ocupó de mí caso, quizás él, por ser quién era, sabía sobre mí y Dylan, pues el comandante de la policía, era muy amigo del señor Gastón y familiar de Paola.
— No te preocupes, haremos todo lo que está en nuestras manos para encontrar a tu pequeño, ahora regresa a la hacienda y espera noticias.
— No puedo regresar a la hacienda, necesito encontrar a mi hijo, allá solo me voy a deprimir y no voy a poder hacer nada.
— Pero muchacha, ya perdiste a tu hijo, no te expongas a perder tu trabajo, ¿De qué vas a vivir con tu hijo si aparece y ya no tienes empleo?
Sus palabras me calaron profundamente, pues eso sonaba como a los Mendiola, así que no tuve más que salir de allí.
¡Qué horror!