Después de un accidente de auto, quedé en sillas de ruedas, mi novia habia fallecido. Pasé años en depresión, hasta que un día, cuando mi hermana Antonella y yo salimos a la plaza y la vía ella, una chica sentada en una de las banquetas que estaba junto a la estatua del general.
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UN NUEVO DÍA
YARA CORTÉZ
Un nuevo día, una nueva oportunidad. Ya ni para llorar por la leche derramada, eso decía mi madre. Me levanté de la cama y me alisté para ir a la entrevista.
Caminé hasta la tienda. Entré.
— Buenos días, vengo por la entrevista. Ayer vine a dejar mis documentos. ¿Me recuerda?
— Buenos días señorita, el dueño revisó sus documentos y dijo que todo estaba bien, pero él no vendrá.
— Entonces, ¿cuando me hará la entrevista?
— Me dijo que podía empezar a trabajar. Va a firmar el contrato conmigo. El puesto es de despachadora, no incurre mucho en el trabajo y el salario es muy bueno.
Ella sacó el contrato y lo primero que hice fue leer. Cuando llegué a la parte del pago, miré a la señora.
— Creo que ha habido un error al momento de escribir el contrato, el pago es demasiado alto para lo que voy a hacer.
— El salario es proporcional a tu preparación. Eres una diseñadora de moda. Así que, considerando eso, el jefe hizo tu salario.
Me quedé un poco pensativa, pero al final firmé.
— ¿Cómo te llamas? Eres como la cajera aquí.
—Soy Angie, soy la gerente de esta tienda.
—Y el jefe como se llama. Me fijé que en el contrato solo está tu nombre.
— El jefe prefiere mantener un perfil bajo, así que no hay necesidad de preguntar ahora, él viene de vez en cuando, ahí lo conocerás.
Ahora me intriga aún mas el jefe de esta tienda.
— Empiezas a trabajar la próxima semana. Aún falta afinar detalles en esta tienda, como ves es nueva.
— Está bien.
— Recuerda el horario de trabajo, de 9 am a 3 pm.
— Está bien, Angie. Me retiro por hoy. El lunes me presento en la hora establecida.
Al salir de la tienda, que para mí ya era demasiado sospechosa, vi el Ferrari de Antonella o uno muy parecido. Me paré en frente de él, tratando de ver por dentro, pero no salió nadie.
Caminé un poco por la plaza.
Ahora, ¿Qué hago?
Me puse a buscar cuartos económicos cercanos a la tienda, pero todos cobraban un montón de plata, debido a la zona.
Mi vida es como un cubo de Rubik, mientras se acomoda una parte, la otra se descompone. Anduve caminando todo el día de un lado a otro, me daba un poco de pena estar en la casa de María, comer los tres tiempos y usar los beneficios de vivir ahí.
Llegué a eso de las 6 de la tarde a la casa, afuera estaba el Ferrari, y en el jardín estaban María, Antonella y Adrián sentados.
—Ven Yara, siéntate un rato con nosotros —Me llamó María.
Me acerqué a ellos. Me senté a un lado de María. Saludé a Antonella y Adrián. Sin duda alguna, en esta familia sobra la belleza física. Me sentía como un patito feo. Las facciones de Antonella y Adrián son similares, se nota que son hermanos.
— Mañana es el famoso día de las flores amarillas— hizo el comentario Antonella— a ver si somos dichosas este año, el año pasado recibí ya no sé cuantas. ¿Y tu primita de mi alma?
— Mmm… Mauro me llevó flores. Cuando salíamos, está vez, no creo recibir.
— ¿Y tu Yara? — Le sonreí a Antonella.
— Nunca he recibido flores de ningún color— Sonreí mostrando un poco mi desdicha.
— ¿Pero has tenido novio?
— Ehhh, no quiero hablar de eso. Por los momentos tener una relación no está en mis planes.
Adrián no decía una sola palabra y todo el tiempo evadía mi mirada.
La madre de María nos llamó a cenar. Nos sentamos en la mesa, y siendo honesta me sentía rara, me sentía una intrusa en la familia. Cómo deseaba que mi madre estuviese viva, aún siendo una mujer de 23 años, necesito a mi madre. Es algo que nunca se supera.
Terminamos de cenar y Antonella y Adrián se retiraron. Yo agradecí por la cena y subí a mi cuarto.
Un mensaje entró en mi celular.
"Te veías hermosa, tu sonrisa es una dicha que mis ojos pueden ver"
Otra vez este número. ¿Quién será?
Guiada por el impulso, le marqué a su número.
— Aló, Aló— aunque me contestó, no hablaba— Deja de enviarme estos mensajes, eres un acosador, te voy a denunciar.
— No soy un acosador— Una voz masculina muy atractiva contestó. Era una voz muy linda.
—¿Quién eres? — le pregunté.
Otra vez el silencio. Así que colgué.
Que fastidio que me estén molestando con este tipo de bromas.
María entró al cuarto.
— ¿Salimos un rato mañana?
— Sí. Hoy fui a una entrevista de trabajo y me contrataron. También anduve buscando cuarto, aunque están algo caros, creo que encontré uno de buen precio.
— Me alegra que las cosas se arreglen para ti. Aunque creo que me harás falta. Eres genial.
— ¿Tienes traje de baño?
— No. Tú sabes que me robaron todo y ando ropa, gracias a ti.
— Es cierto. Perdón, se me había olvidado.
— Mañana vamos a ir de compras, antes de ir un rato a la playa.
— ¿Playa? Pero no sé nadar.
— Entonces modelas tu traje de baño y tomas el sol.
— Está bien.
A la mañana siguiente, María entró al cuarto cuando apenas despertaba.
— Amiga, ponte de pie, vámonos.
— Son las 6, aún no hay tiendas abiertas. Ni me he dado una ducha.
— ¿Las 6? Son las 9.
María me sacó de la cama prácticamente, me di una media ducha. Cuando salí del baño, ella tenía en mi cama unos shorts muy cortitos y una camisa traslúcida.
— Póntelo. Si vamos a la playa, entre menos ropa mejor— ella llevó su mano a la boca y se puso a reír.
Me puse la ropa. Fuimos de compras. Ella me escogió el traje de baño y pasamos por una casa que era más grande que la de ella.
— Aquí vive mi prima.
— Antes que ella venga, quiero preguntarte algo. ¿Por qué Adrián no habla? ¿Es mudo?
— Lo dices por lo de ayer. Él habla poco, pero si habla. Cuando te tome confianza, verás que es una lora. Por los momentos, solo entiéndelo. Ha vivido muchas cosas feas.
— Está bien. Trataré de ser más amigable.
María bajó del auto, y entró a la casa. Yo me quedé en el auto.
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