Tras quedarse dormida en el baño de su casa Blair se despierta en un lugar completamente desconocido y peor aun se había dado cuenta que se encontraba en el cuerpo de una extra en uno de los libros que leyó.
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19: Boda
— ¿Quién diría que la hija del duque sería tan grosera?
— ¿Quién diría que el famoso Kaius Beckett sería un vago? — Responde, una respuesta que obviamente le molesta al hombre al bajar de inmediato del árbol.
— Tú, ¿a quién dices vago? — Se acerca Alethea, quien no retrocede ni un paso.
— Para ser tan conocido como uno de los mejores de aquí, nunca te he visto en el campo de entretenimiento. Eso está como raro ¿No? — Sonríe con burla. — Ahora estoy empezando a creer que tú eres el mejor de aquí, solo porque es un rumor que tú mismo comenzaste.
— ¿Estás loca? — Pregunta, incrédulo; nunca se había topado con alguien que se atreviera a faltarle al respeto de esa manera.
— ¿Por qué te ofendes? Si no es verdad, no tienes que ofenderte, o será… — Sonreí con burla. Mientras que el hombre aprieta los dientes del enojo
— Qué raro. — La toma del mentón, observándola detenidamente. — Nunca me había topado con una mujer tan loca como tú. Si no supiera que estás obsesionada con el príncipe, pensaría que estás tratando de llamar mi atención.
La chica aparta su mano con brusquedad, mirándolo molesta.
— Demente.
— Ya que la señorita está dudando de mi habilidad —se inclina hacia la chica, mirándola fijamente—, ¿qué tal si me pones a prueba?
— Bien — Alethea acepta sin dudarlo. Su sorpresa fue mayor cuando sintió unos labios encima de los suyos, retrocediendo de inmediato.
— ¿¡Estás loco!?
— Nunca dije qué habilidad iba a poner a prueba. Tengo muchas habilidades y una de ellas es esa. — Sonríe con burla, observando el rostro sonrojado de la chica. — ¿Quieres seguir probando?
— ¿Qué te hace pensar que puedes hacer algo así conmigo? ¡Lunático! — Gruñe, tratando de mantener la compostura, pero su voz tiembla ligeramente.
Mientras tanto, Kaius sigue sonriendo, disfrutando de su reacción.
— Solo estoy demostrando mis habilidades —dijo, con un tono de voz bajo y provocativo.
Alethea lo mira enojada, pasando de largo y yendo furiosa, mientras Kaius sonríe de lado.
— Interesante.
*****
El tiempo había pasado en un cerrar y abrir de ojos, y el gran día por fin había llegado.
Aelin fue despertada muy temprano por las doncellas que Magnus había enviado para que la ayudarán a prepararse.
Nunca creyó que ese momento llegaría: casarse con el emperador, ese personaje que había muerto de una extraña enfermedad en la historia. Muchas cosas cambiaron desde su llegada, y ella lo sabe muy bien; no podría estar más feliz. Lo único que perturba su paz en este momento es la actitud de la protagonista junto al príncipe, pero ella sabrá muy bien cómo lidiar con ellos si llegan a meterse con ella.
— Señorita, se ve hermosa. ¿Oh, debería llamarla ya emperatriz? — Aelin sonríe ante las palabras de su doncella antes de mirarse en el espejo. En su vida, nunca creyó que llegaría un momento en el que se casaría.
— Madre. — Se levanta cuando su madre entra en la habitación.
— Qué hermosa se ve mi hija.
— Gracias. — Sonríe agradecida. — ¿Qué le trae por aquí? Pensé que estarías en el templo.
— Quiero darte algo. — La mujer saca una caja y, al abrirla, revela un hermoso collar. — Esta es nuestra reliquia familiar. Mi madre me lo regaló cuando me casé con tu padre, y siempre deseé que se lo diera quien se casara primero entre tú y Celia.
— Gracias.
— Quiero que sepas que, aunque tengas esposo e incluso si llegas a tener hijos, siempre serás mi niña, y no dudes en pedirme ayuda si un día llegas a necesitarlo, Aelin.
— Lo sé, madre. — Sonríe sintiendo las caricias de la mujer en su mejilla.
— Me tranquiliza dejarte en manos del emperador, porque se nota que él te ama con todo su corazón y sé que te cuidará como se debe. — Aelin ni siquiera la deja continuar, abrazándola. Desde que llegó a ese mundo, esa familia ha sido una de las cosas más importantes para ella. Jamás creyó que podría llegar a tener una familia que se preocupara por ella como ellos lo hacen.
— Gracias, madre.
— No llores, vas a arruinar tu maquillaje. — Acaricia el rostro de la chica. — ¿Quieres que te ayude a poner el collar? — Aelin asiente, dándose la vuelta, y segundos después ya tenía puesto el collar.
— Andan muy sensibles hoy. — Celia entra en la habitación.
— Hoy es el día más feliz de mi vida, ¿sabes?
— Lo sé. — Se acerca abrazando a Aelin. — Me alegra tanto que seas feliz, hermana. Ay, no puedo creer que mi hermanita se vaya a casar antes que yo.
— ¿Qué pasa, quieres casarte? — Pregunta su madre y esta niega de inmediato.
— Claro que no, en esta vida no me casaré.
— Solo espero que no hagas realidad esas palabras, Celia —advierte, pues lo que más deseaba la mujer era ver a sus dos hijas formar una familia con la persona indicada. Pronto llegó el general, quien sería el encargado de llevar a Aelin al templo, y así lo hizo. El hombre estaba muy feliz de ver a su hija, que siempre había sido débil debido a su enfermedad desde pequeña, casarse.
— Le estoy entregando a mi hija, su majestad, uno de mis tesoros más preciados —dice el hombre con voz seria mientras entrega la mano de Aelin a Magnus—. Espero que sepa cuidarla, porque si llega a lastimarla aunque sea un poco, no me importará que usted sea el gobernador del reino.
Magnus asiente sonriendo. — No se preocupe, la cuidaré con mi vida —responde con una sonrisa.
Muy pronto comenzó la ceremonia, con Aelin y Magnus intercambiando votos y anillos. La atmósfera estaba llena de solemnidad y emoción, mientras los invitados observaban con atención. Aelin parecía nerviosa, pero también había una chispa de felicidad en sus ojos. Magnus, por otro lado, parecía tranquilo y seguro de sí mismo, aunque estaba nervioso por dentro.
...y mientras el sacerdote pronunciaba las palabras finales de la ceremonia, Aelin y Magnus se miraron a los ojos, sellando su compromiso ante la mirada atenta de sus familiares y amigos. Tanto el general como su esposa parecían emocionados y aliviados de ver a su hija casada con alguien que parecía capaz de cuidarla.
Una vez que la ceremonia terminó, los invitados comenzaron a felicitar a la pareja, ofreciéndoles regalos y buenos deseos.
Después de la ceremonia, se llevó a cabo una gran recepción en el palacio, con música, comida y baile. Aelin y Magnus bailaron juntos por primera vez como marido y mujer, bajo la atenta mirada de los invitados. La música era suave y romántica, y la pareja parecía estar disfrutando del momento.
— Por fin eres mi esposa. — Hundió su rostro en el cuello de la chica y Aelin sonríe feliz.
— Sí, por fin soy su esposa, su majestad.
gracias por compartir tu talento 🫂✨🌹✨🪻✨🌷🍀