La Tormenta Perfecta

No podría asegurarme si me enamoré de isabelle al instante en qué nos conocimos o si fue después, los recuerdos llegan a mi mente uno por uno, ese día fue realmente agotador estaba saliendo del despacho jurídico en donde laboró, ese despacho siempre ha pertenecido a mi familia, yo soy el único familiar que la podría heredar, mis padres son execelente abogados, yo solamente continúe con el legado, aunque siempre estaba bajo presión, mis padres sabían que para heredar el despacho primero tendría que casarme o por lo menos tener una novia, lo cual no tenía; siempre estuve centrado en mis estudios, me gradué con honores y apenas me gradué me dieron un lugar en el despacho, me asegure de ganar cada uno de los casos que me asignarán, para así demostrarles a mis padres que no necesitaba de una novia o esposa para hacerme cargo del despacho, pero eso no fue suficiente, estaba harto de esta situación, era tarde cuando termino el juicio una vez más había ganado, salí a caminar un momento para olvidarme de todas las presiones de la vida.

Me encontraba tan ensimismado que no me fijé cuando choque con alguien, todos los papeles que ella traía salieron volando.

Me incliné y decidí recoger cada uno de los papeles que tire, me di cuenta de que todos eran dibujos de ropa, eran hermosos. La señorita seguía de pie, pude notar que era joven y hermosa, era una lástima que estuviera embarazada y probablemente casada.

—aquí tiene señora, le pido una disculpa.

—no se preocupe.

Ella solamente sonrió, era la sonrisa más hermosa que había visto, ella tenía el cabello castaño, labios carnosos, ojos negros, alta era realmente hermosa.

— nuevamente, me disculpo con usted, continúe mi camino cuando algo me hizo volver a dónde ella se encontraba.

no había avanzado mucho, di la vuelta y camine hasta ella.

—¡¡disculpe, señora!!

ella se detuvo y volteo a ver.

—yo... Bueno... Yo, quería decirle que usted es muy hermosa.

—bue.. Bueno gracias, será mejor que me vaya.

—le gustaría que le invitará un té.

—no bebo té, pero gracias.

— que tal una taza de café, conozco una cafetería cerca de aquí que sirve el mejor café en todo Londres.

—disculpe caballero, pero no estoy interesada.

—es que yo solamente quiero hacer las paces por lo de hace un momento.

—¿si acepto usted ya no insistirá más?

—¡Lo prometo!

Ambos sonreímos, caminamos hasta la cafetería y yo pedí un café negro, ella pidió uno descafeinado.

Durante el camino ella estuvo callada, al llegar al restaurante continuo igual, pensé en presentarme y así romper ese silencio incómodo.

— Me llamo Samuel Rivera, y usted ¿cómo se llama?

— no tengo por qué decirle mi nombre, si lo acompañe es porque no quería que usted se sintiera comprometido.

—bueno y le agradezco por ello, solamente espero que su esposo no se enoje.

—no tengo esposo, él me dejó y ya dije suficiente así que será mejor retirarme joven Samuel, gracias por el café yo me tengo que ir necesito encontrar un apartamento en donde vivir, rente uno, pero no me gustó.

—dijo departamento, yo tengo uno y justamente estaba en busca de un rommie, le gustaría ser mi rommie

—no me lo tomé a mal señor Rivera, pero ni siquiera lo conozco, no se que intenciones tenga, así que me despido.

Ella se levantó de la silla y tomo su bolso, estaba por retirarse cuando la llamé.

—señora, por favor detengase, le dejaré mi tarjeta por si cambia de opinión.

Le entregué mi tarjeta, ella lo tomo y siguió su camino, mientras yo me quedé ahí parado viendo como se alejaba.

Los días continuaron como siempre y no sabía nada de ella, pensaba en ella porque era la mujer más hermosa que había visto.

Me encontraba en la oficina arreglandome para un caso cuando mi móvil sonó, era un número desconocido, decidí a tender y vaya sorpresa que me lleve.

—buenos días habla isabelle storm, ¿este es el número de joven Samuel Rivera?

—el habla, en qué puedo ayudarle.

—bueno necesito de un abogado podríamos reunirnos en la tarde.

Y así fue como la conocí esa misma tarde me reuní con la ella, Isabelle me contó su historia y nos hicimos amigos, empezamos a salir juntos a cenar y mientras nos conocíamos me fui enamorando de ella, un día se me vino a la mente la loca idea de hacerla pasar por mi novia, le dije y ella aunque al principio no quería la convencí, conoció a mi familia la cual la amo desde el primer instante, ella es más joven que yo, pero no hay problema para el amor no hay edad, nos volvimos roomies, si queríamos que la farza se vea creíble teníamos que actuar bien, empezamos a vivir juntos y fue así que me di cuenta de que ella jamás me correspondería, por las noches la escuchaba llorar y maldecir a su exesposo, sentía pena por ella.

Siendo una mujer joven y bella, la habían abandonado, estaba sola en el mundo y su esposo era una horrible persona, un hombre al que ni siquiera se le podría considerar así. Era un cobarde que había dejado a la suerte a Isabelle, un canalla que no valía la pena.

Yo me había encargado de mejorar cada uno de los días de isabelle, ella jamás volvería a derramar una lágrima, la amaba tanto que me dolía cada vez que ella recordaba a ese imbécil, por eso cuando ella me pidió terminar con su matrimonio la ayude en todo, y así gane el caso. Ella era libre y yo tenía una oportunidad para enamorar la, amaba a isabelle y a su pequeño bebé, el cual no tenía derecho a sufrir, yo sería un padre para ese niño, lo amaría como mi sangre porque amaba a su madre desde el momento en que la conocí.