Sagara

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"También se fue con alguien", respondió la madre, lo que hizo que Sagara se sintiera aún más incómodo, ahora aumentaban las preguntas en el corazón del joven.

"¿Con quién, mamá?", preguntó Sagara, armándose de valor por no poder contener su curiosidad.

"Con--,"

"¡Assalamu'alaikum!", exclamó una voz femenina que Sagara conocía muy bien. Inmediatamente se giró, al igual que los demás.

"Waalaikumsalam warahmatullahi wabarakatuh", respondieron al unísono todas las personas presentes en la sala.

Aisyah--, sí, era Aisyah quien acababa de llegar. Su rostro, cubierto por el velo, seguía mostrando una expresión de sorpresa e incredulidad en sus ojos.

"Esta es mi hija menor, se llama Aisyah Nura", dijo la madre, presentando a su querida hija.

"Assalamu'alaikum, señora, señor y Sagara". Aisyah juntó las manos delante del pecho, pero no así con la madre de Sagara, a quien saludó como de costumbre, tomando la mano de la mujer para besarla con respeto.

"Waalaikumsalam salam, hija".

Sagara nunca había contado nada especial sobre Aisyah, por lo que la familia Pradipta asumió que la joven era simplemente la hija del dueño de la casa, sin saber que Aisyah era la dueña del corazón de Sagara.

"¿Ya has vuelto? Mamá pensó que sería más tarde", preguntó su madre en voz baja, ya que estaban sentadas una al lado de la otra.

"Intan está furiosa, mamá".

"Está bien, prepárales algo de beber a nuestros invitados", ordenó la madre, que aún no les había ofrecido nada a Sagara y a su familia.

"De acuerdo, mamá".

"Ah, sí, llama también a tu padre y dile que tenemos visita en casa, que se dé prisa en volver", continuó la madre, a lo que su hija asintió de nuevo.

Aisyah se levantó del sofá para ir a la cocina. Su porte tranquilo y elegante hizo que la señora Pradipta se enamorara de ella al instante.

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Las dos familias llevaban casi una hora charlando en el salón desde que el padre de Aisyah llegó a casa tras la llamada de su hija, pero, por supuesto, solo eran conversaciones triviales entre adultos, mientras que Sagara, molesto por escucharlas, había suspirado con fuerza no se sabe cuántas veces.

"Voy a salir un momento", se despidió Sagara mientras se levantaba del sofá. El porche delantero le parecía mucho mejor, aunque tuviera que estar solo allí.

"Ajá, ve", respondió papá Zico.

Sagara, que ya tenía permiso, salió directamente y dejó caer su trasero en una de las sillas, y en menos de quince minutos llegó Aisyah con una bandeja con bebidas para él.

"Gracias", dijo Sagara, a lo que Aisyah respondió solo con una leve inclinación de cabeza.

Ambos estaban ahora sentados, por supuesto a una distancia prudencial, no fuera a parecer que estaban cerca el uno del otro a pesar de estar en el porche de la casa.

"¿Puedo preguntar?".

"Ajá, por supuesto, responderé lo que pueda", respondió Aisyah, que nunca miró a Sagara directamente.

"Tú--, ¿conoces a Aurora, o a la que suelen llamar Olla?", preguntó Sagara, que necesitaba respuestas y ya no quería andarse con rodeos.

"¿Aurora? Ajá, ¿la de la ciudad? ¿La que lleva nicab como yo?", preguntó Aisyah, a lo que Sagara asintió.

"Es mi prima, y también te conoce a ti, aunque tenía dudas porque decía que había tres Aisyah en el internado", explicó Sagara, lo que Aisyah comprendió de inmediato.

"Sí, hay tres, y una de ellas soy yo, pero las que llevan nicab somos dos, Aisyah, la amiga de Aurora, y yo. Supongo que se refería a mí", respondió Aisyah, explicando que sus nombres y la forma en que las llamaban eran iguales, por lo que era un poco confuso.

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¿Y... el que aspira a ser tu marido también eres tú?