TENTACIÓN...

Mi piel se siente tirante en todo mi cuerpo y es porque cada músculo está en tensión, mis puños apretados a los costados y en mi rostro una mezcla de sorpresa, irritación y desconcierto. ¿Qué diablos está haciendo él aquí? ¿Por qué no mencionó nada sobre ser el jefe de mi jefe? ¿Había sido todo una mentira y él simplemente ya me conocía? Me buscó deliberamente, ya sabía quién era yo. Me siento tan furiosa.

__Por favor tome asiento, Señora D'Angel__ dice marcando cada sílaba.

Por suerte sus palabras me hacen recobrar el habla y sin moverme de mi sitio suelto un furioso:

__¿Qué es todo esto?

Gabriel suelta una risa que dista mucho de ser alegre sino más bien sarcástica.

__Soy tu nuevo jefe. ¿No vas a agradecerme por sacarte de encima al imbécil de Pablo?

En esta oportunidad la que río soy yo, nerviosa, furiosa. Así es que debo agradecer ¿no? Necesito una explicación, esto es totalmente delirante.

__ Ana por favor siéntate. Estás muy pálida.

__ ¿Es esto una broma, Gabriel? ¿A qué estás jugando?__ siento un sudor frío que corre por mi espalda. Trato de no sonar histérica pero la realidad es que lo estoy. El destino se ha empeñado en hacerme la vida de cuadritos en pocos días.

__ No es ninguna broma. Por favor, toma asiento para poder explicarte__ al ver que no reacciono, se levanta de su asiento y camina hacia mí como una fiera, instintivamente doy un paso atrás y él se clava en el suelo con expresión turbada. Seguramente será porque de repente ve temor en mis ojos.

Como siempre que está nervioso, comienza a pasarse las manos por el pelo, graciosamente sólo hemos compartido un par de días y ya distingo a la perfección algunas de sus actitudes que me permiten leerlo como un libro abierto.

__Ana por favor no me temas, deja que te explique cómo han sido las cosas__ titubea y me mira con unos ojos tristes, suplicantes__ Nada de lo ocurrido estaba en mis planes y te juro... Te juro que no he pretendido jugar contigo. Esto no tiene nada que ver con lo nuestro... O sí... En realidad... Las cosas se dieron... digamos que... __prensiona el puente de su nariz, respira profundamente y aprieta los ojos tratando de explicarse sin enredar las palabras.

Lo miro muda, no hay nada que pueda decir porque mi cerebro, al parecer, se ha desconectado de mi lengua. En realidad tengo mucho para decir, en mi mente desfilan las preguntas, las suposiciones y las respuestas, todas juntas como en un baile maléfico que no permite que emita sonido pero a la vez me ensordece.

No intenta acercarse otra vez sino que se dirige al gran ventanal, que le da una panorámica perfecta de la cuidad a esa altura, dándome la espalda puedo observar como sus músculos están tensionados, tanto o más que los míos. Sé que está intentando acomodar las palabras y que le está costando mucho trabajo lograrlo.

Cuando por fin habla noto que hay un dejo de resignación en su voz, como si supusiera que no voy a creerle pero es lo único que puede decirme.

__ Mi gran amigo Franco Sotini es quien dirige este departamento de la empresa, en realidad es uno de los mayores accionistas ya que pertenece a su familia. Mis acciones representan un porcentaje muchísimo menor. __ gira sobre sus pies y nuevamente me habla de frente.

__Sigo sin entender que haces aquí y por qué dices que eres mi nuevo jefe__ de repente me siento cansada y decaída. Busco con la mirada y veo una pequeña poltrona lo suficientemente alejada de él, me siento cruzando las manos en mi regazo.

Gabriel también se relaja un poco al verme bajar la guardia y se acerca titubeante, se coloca en una silla frente a mí, apoyando los brazos en sus rodillas y dejando caer la cabeza entre sus hombros. Mi plan de alejarme no ha funcionado y vuelvo removerme inquieta. Sé que si lo tengo cerca no puedo pensar con claridad, a pesar de mi enojo puedo sentir esa energía electrizante que emana y que me afecta directamente.

__ Perdona haberte dado esta impresión__ su voz es un susurro y debo inclinarme un poco para escucharlo. Levanta su cabeza y me mira fijamente, ahí está de nuevo esa llama roja en lo profundo de sus ojos de azabache. Sin desperdiciar la oportunidad que le he dado en bandeja al inclinarme, con un solo movimiento se arrodilla ante mí, me toma de la nuca y, mientras me atrae hacia él, me basa sin ningún reparo. Tomada por sorpresa otra vez, intento alejarlo colocando las manos en su pecho, prácticamente me ha arrastrado por lo que también estoy de rodillas en el piso frente a él. Mis intentos por apartarlo se desvanecen a medida que intensifica el beso, me tiene inmovilizada por la cintura y por la nuca. Ojalá tuviese más fuerza en mis brazos de la que él tiene en su boca que me doblega y planta una bandera blanca en mi territorio. Respondo a su boca con rabia, mordiendo su labio superior, exigiendo con mi lengua, haciéndolo gemir. Ya no me importa saber porqué está ahí, quién es su amigo ni un rábano de todo lo que me puso furiosa desde que crucé el portal de la oficina. Lo único que interesa es la respuesta de nuestros cuerpos al contacto del otro. Los suspiros y jadeos que se escapan involuntariamente y la sensación de que no hay absolutamente nada más a nuestro alrededor.

Sus manos comienzan a trepar por mi blusa hasta atrapar mis senos llenos de expectación. Los masajea y se pega a mi, haciéndome sentir su prominente erección. Baja por mi cuello, voraz, mordiendo y chupando todo a su paso. Definitivamente no hay nada de ternura y consideración como en el hotel. Se ha vuelto una fiera rabiosa que, feliz de atrapar a su presa, engulle con desesperación antes que otro se la dispute.

__Gabriel...___ digo entre jadeos, recobrando la lucidez perdida__ Gabriel para...__ mi voz no suena tan convincente como en mi cabeza__ Para, por favor, así no quiero...

Como si simplemente hubiera pasado una brisa y no mis palabras suplicantes, sigue su rumbo bajando por mi estómago hasta chocar con el borde de mi falda. Viendo las claras intenciones de arrancar con sus dientes la prenda y todo aquello que se interponga a su paso, reúno las fuerzas necesarias para colocar mis manos en sus hombros y apartarlo de un tirón.

No puedo evitar caer hacia atrás y golpearme la cabeza con el borde de la poltrona, instintivamente mis manos se dirigen al lugar del golpe y hago una mueca de dolor. Gabriel ha caído también hacia atrás pero acude a mí intentando ayudarme sin embargo lo detengo en seco con mi mano. Sus ojos están desconcertados, como si por un momento hubiese tenido una nube mental y no supiera cómo habíamos terminado tirados en el suelo de la oficina.

__Ana...yo... perdí el control, por favor... Perdóname.__ Vuelve a revolverse el pelo, quizás de esa manera también se acomodan un poco sus ideas.

Me mira con tristeza, incluso suplicando que lo deje ayudarme. Me incorporo despacio y tomo asiento aún con la mano en la cabeza. Gabriel se levanta a su vez y se dirige al bar. "Gran momento para un brindis" pienso con ironía. Me sorprende que regrese con una servilleta con hielo, que me ofrece como una señal de tregua. La acepto y coloco el hielo en la base de mi nuca, donde me duele. Tomo una gran porción de aire y clavo mi mirada en la suya.

__Perdona, he sido un idiota, un cavernícola. No fue mi intención golpearte.

¿Realmente cree que ha sido él quien me empujó? No sé si son los nervios, el golpe o la ironía de toda la situación pero comienzo a reír a carcajadas, no puedo parar aún viendo la expresión de Gabriel que me mira descolocado y confuso.

__Tenemos que hablar, Ana. Te juro que esto no es lo que parece.

__¿Ah no? __ digo con acidez__ ¿Quieres decirme entonces que todo ha sido casualidad, que no me cazaste como a una presa, que no me conocías de nada y que, ¡oh casualidad! terminas siendo mi jefe?__ mi tono ha ido escalando hasta terminar en un grito nervioso.

__Ven, salgamos a tomar un café. Necesito explicarte todo.

Vuelvo a reír, pero esta vez con sarcasmo.

__ Un café y una mierda __la furia vuelve a escalar al puesto número uno __ Contigo no vuelvo a salir a ningún sitio. Ahórrate las explicaciones, todo está más que claro.

__Ana por favor...

__Voy a hablar con la de Recursos Humanos para que me transfieran a otro departamento. No somos amigas, pero nos conocemos hace tiempo, seguramente habrá otro lugar para mí.

__Este es el único lugar donde vas a trabajar a partir de hoy__ su voz ha mudado de un tono suave a una orden bien impartida por el jefe, el fuego ha vuelto a sus ojos, pero no de deseo, sino de ira.__ Te guste o no aquí yo estoy al mando.

Nos medimos con la mirada, ambos estamos coléricos y nada bueno saldrá de esto. Me doy la vuelta y camino hacia la salida para marcharme. Gabriel da dos sancadas y se para tras de mí aplastándome contra la puerta, me habla al oído con tono de amenaza.

__ Si sales por esa puerta, Ana, ten por seguro que lo lamentarás...

No puedo evitar excitarme teniéndolo tan cerca, no obstante junto todas mis fuerzas, me giro para quedar frente a él, midiéndolo con la mirada digo:

__¿Tú y cuántos más harán que lo lamente?__ Sin darle lugar a responder vuelvo a empujarlo, le dirijo una mirada cargada de desprecio y salgo de la oficina.