La historia de una chica italiana en Inglaterra. Con amigos especiales y un gran secreto que no quiere revelarles. Su hermano que regresa por ella y un gran amor que vuelve a su vida después de años. Qué pasará? Cuál será ese secreto? Acompañenme a descubrirlo.
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CAPÍTULO 17.
CAPÍTULO 17.
Lorenzo Costello había fallecido.
Pues, al parecer, los hombres de Valentine y Catanzaro fueron a la mansión a terminar el asunto inconcluso. Todos los esfuerzos de un cansado, Fabricio Bonano, fueron inútiles para proteger a su amigo. Para cuando Giovanni le alerto del problema, los hombres de Catanzaro ya habian avanzado y se habian encargado del asunto. Por lo tanto, Fabricio acabo con aquellos hombres. Pero Valentine escapo y en su interior lo corroía la culpa.
Los japoneses habian vendido su ubicación. Fueron los responsables de aquel atentado, ellos le tendieron una trampa a su hijo. Aunque él fue muy irresponsable al regresar solo, sin los hombres. Las bodegas estaban intactas. Sus hombres se encargaron de hacer un buen recuento, pero, su mejor amigo estaba muerto. Ya estaba cansado de esto. Sabia que en algún momento debia retirarse, pero esperaba que sea para viajar por todo el mundo con su esposa y sus dos amigos: Ariana y Lorenzo.
Ahora eso ya no era posible, pero para Fabricio, el retiro era más que evidente. Estaba cansado de esta vida.
Camila y Giovanni, consolaban a Massimo quien estaba devastado por la perdida del hombre más importante de su vida.
Los médicos ya habian confirmado el deceso del magnate y era el momento de hacer los arreglos funerarios. De esto último, se encargarían Camila y su hermano.
Al llegar a la mansión, las cosas de Mía y Nicolás ya no estaban allí. Ellos se habian ido, en el momento en que más los necesitaba.
-Lo lamento hermanita.
-Ya no importa.
Horas más tardes, la noticia de la muerte del magnate, ya era noticia en todos los medios de comunicación. El mundo entero hablaba sobre la tragedia.
Un mes más tarde, las cosas dieron un cambio rotundo.
Ahora, con la muerte de Lorenzo. Fabricio finalmente se hizo a un lado de los negocios y solo incursionaba de ser un asunto demasiado puntual o algún que otro viaje de negocios. No quería seguir en el negocio sin su mejor amigo. Además, ya no tenía la fuerza necesaria para ser el líder de la mafia más importante de Italia. Por lo que Massimo, Giovanni y Camila estaban a cargo de las empresas y todo lo que se relacionaba al bajo mundo.
Mía seguía sin responder los llamados de Camila y Nicolás por su lado, hablaba con ella cada tanto. Aunque sus conversaciones ya no se parecían en nada a las que solían tener antes.
Ivanna Rostova había regresado junto a sus dos hermanos para el funeral de Lorenzo, pero se fue al día siguiente debido a que Massimo la echó. El chico no quería saber nada de esa rubia con voz irritante.
Lorenzo e Isabella se estaban organizando para emprender un viaje junto con Ariana para esparcir las cenizas de su amado esposo. Giovanni y Camila se quedaron en la Mansión y Massimo con ellos, aunque solo aparecía unas cuantas veces. El resto de los días se la pasaba en su departamento de soltero.
Massimo Costello estaba perdido desde la muerte de su padre. Se refugiaba en el alcohol y en las mujeres, las llevaba a su departamento de soltero, ya que nadie pisaba las grandes casas de los líderes de la mafia siciliana. Los guardias se habían reforzado el triple luego de lo que pasó con Lorenzo. Y nadie salía sin custodia, ni siquiera dar un paseo.
Camila llegó a la mansión un poco más tarde de lo normal, pues debía terminar unos asuntos importantes en la empresa. Giovanni aún no llegaba y Massimo hacía días que no aparecía. Camila estaba preocupada, así que ni siquiera dejo sus cosas, más bien salió de la casa, arranco el coche y condujo hasta el departamento de Max.
Al llegar al edificio, dio su nombre y el portero le abrió para que pueda subir al departamento del chico. A diferencia de todo en su vida, Massimo vivía en un lugar modesto. Estaba ubicado en el décimo piso, de un edificio que tenía treinta, y simplemente tenía una sala de estar, una sala y una pequeña cocina, ambas separadas por una barra y una habitación con baño. Lo suficiente para que él pueda estar cómodo los días que se escapaba del mundo y se ocultaba allí.
Las puertas del ascensor se abrieron y la chica toco la puerta. Espero algunos minutos y escucho algunos ruidos dentro del departamento. Unos minutos después, la puerta se abrió. Massimo se apoyó en el umbral de la puerta, ebrio. Vestía unos jeans de color negro y una camisa blanca que estaba desprendida.
-¿Massimo? ¿Oye estás bien? -Dijo sosteniendo al chico que se balanceaba para adelante.
-Déjame en paz. -Dijo él. -Quiero estar solo.
-Estás ebrio. Vamos. -Dijo ella. -Te llevaré a tu habitación.
Despacio de no caerse, Camila paso el brazo de Massimo por su hombro, mientras lo sostenía por la espalda y lo llevaba hacia la habitación.
Era difícil, Massimo era un hombre musculoso y pesado. Pero, la chica se las lograba arreglar. Cuando lograron entrar a la habitación, Camila lo recostó en la cama mientras iba al baño a prepararle una ducha.
Ella comenzó a desvestirlo, dejándolo solo en ropa interior y luego, lo ayudo a ponerse de pie para llevarlo hacia el baño.
En la ducha, Massimo rompió en llanto. Pegaba algunos gritos ahogados y desgarradores. Como si intentara que el agua se llevara todo su dolor y resentimiento.
Camila lo escuchaba y sentía como su corazón se desgarraba. Pero no quería consolarlo, Massimo necesitaba soltar todo su dolor para volver a estar bien. Él no podía seguir así y el negocio necesitaba un líder, a su líder. A pesar de ser tres, Camila y Giovanni sabían que Massimo era el más fuerte de los tres. Y en estos momentos, lo necesitaban.
Camila le dejo la ropa en el baño y cuando el chico termino de ducharse y vestirse, abrió la puerta y se dirigió a la cama. Massimo tenía los ojos rojos de tanto llorar.
Camila habia preparado un café negro, con extra de cafeína para la resaca y se lo dejo junto a la cama.
-Me cuidas tanto. -Dice él.
-Siempre lo haré Max. -exclamo ella. -Siempre nos cuidaremos entre nosotros.
-¿Puedes quedarte conmigo hoy? -pregunto él.
-¿Qué dices?
-No me dejes solo. Estoy harto de estar solo. Quédate conmigo, por favor.
-Está bien, me quedaré. -Respondió ella.
Camila se acostó a su lado y el paso su brazo por debajo de su cuerpo, mientras ella se acomodó en su pecho y le hacía pequeñas caricias circulares, logrando así, que Massimo se calmara y pudiera cerrar los ojos durante un rato.