Zach y Dylan llevan una relación bonita y perfecta. En años de Relación, nunca se les ha visto discutiendo y mucho menos separados.
Pero cuando Zach queda embarazado, muchas cosas comienzan a pasar y cambiar todo.
El amor que se tienen, podrá ser fuerte, tanto que lograrán superar todos los obstáculos que la vida les tiene preparados.
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17
Bastó detallar en la expresión de Dylan para darme cuenta de lo horrible que sonó aquello. No importa desde qué perspectiva lo mire, mis palabras transmiten un mensaje completamente distinto al que debería. Iban a malinterpretarse sin duda alguna.
— No, espera. —me apresuro a corregir— Quiero decir...
— ¿Eso representa para tí nuestro hijo, Zach? ¿Un accidente? —Dylan me miraba estupefacto.
— ¡No! —exclamé— ¡Por supuesto que no! ¡Amo a mi hijo! Malentendiste lo que quise decir.
— Sólo me guío en el significado oculto de tus palabras.
— Dylan, no es así. —insistí ahora desesperado— Pero por favor entiéndeme, esto no es fácil para mí. Tengo una tesis a medio acabar, un embarazo de casi 15 semanas, una boda que organizar, una casa que elegir, un niño al cual criar. No puedo con todo.
— Bien. —replicó indiferente— Hazlo.
— ¿Qué? —le miré confundido.
— Termina la tesis, graduate, haz lo que te plazca, pero cuídate y cuida al bebé. Si tanto te estresa la situación, posponemos la boda y mudanza. Asunto resuelto.
— ¿Qué? —jadee incrédulo— Dy, no.
— Dices no poder con todo. —atajó severo— Bien, entonces restare peso a tu espalda y cancelaré los planes que teníamos, así dedicas tiempo a lo que de verdad te importa.
— Dylan... —sentí el nudo formarse en mi garganta, mis ojos ardían— No me entiendes.
— Te entiendo Zach. —respondió tranquilo, pero su semblante seguía siendo frío, duro— Tienes tus prioridades, lo respeto.
— ¡Qué no! —sollocé frustrado— ¡Yo quiero casarme contigo! ¡Irnos a nuestra casa!
No respondió, entré en pánico.
— Vamos, tienes que descansar. —desvió el tema de forma abrupta. Me tomó por la muñeca jalandome fuera del baño.
— Dylan, no me hagas esto. —supliqué creando cierta resistencia.
Volvió a quedarse callado.
— Dy...
— Basta Zach, basta. —espetó en tono irritado, tironeó de mí sujetándome por los hombros— Sólo cállate y no empeores más las cosas.
— Pero nuestra boda...
— La boda se pospone de forma indefinida, al menos mientras nace el bebé. —sentenció con firmeza, mi pecho se encogió. No es así como debían resultar las cosas— ¿Queda claro?
— Hablé sin pensar, Dy. —continuaba sollozando, estaba tan sensible.
— Lo sé.
— ¿Qué?
— Sé que no hablas en serio, Zach. —aseguró.
— ¿Entonces?
— Entonces quiero que medites con calma lo que has dicho ahí dentro. —señaló el baño mientras me sentaba sobre el colchón— Porque aunque tus palabras hayan sido producto de un impulso, consiguieron hacerme enojar. Y mientras esté enojado no pienso hablar del tema ¿Vale?
— Pero Dy...
— No volveré a repetirlo, Zach. —advirtió— Ahora por favor duerme un poco y recupera fuerzas, sé que tienes que terminar tu tesis y demás, pero el bebé necesita un respiro. No te preocupes por el tiempo, te estoy ahorrando esfuerzos.
— Dylan, escucha.
No me dejó hablar, me sentó sobre el colchón, acomodó las almohadas y prácticamente me obligó a recostarme sobre ellas. Pero incluso molesto se preocupaba por mí. Cubrió mis piernas con una manta para luego darme el medicamento que Hector me envió para las náuseas. No volví a quejarme, él tenía razón: no debía empeorar las cosas, Dylan rara ocasión se molestaba (por no decir nunca) cuando lo hacía era por la misma causa: mi estúpida boca.
— No. —le detuve en cuanto noté que se iba— Quédate conmigo, por favor. —casi supliqué.
— Lo siento. —quitó mi brazo— Tengo trabajo.
— Puede esperar... —rogué esta vez, mis lágrimas amenazando con salir, odiaba ver aquella expresión de rechazo en su rostro cada que llegábamos a discutir.
— No, no puede esperar. —espetó serio.
— Te lo suplico.
— Estaré...
— ¡Tomaré la estúpida baja médica! —me impulsé a decir tomándolo con fuerza del brazo, mi voz sonaba desesperada— Voy a darme la baja temporal, descansaré, comeré a mis horas, dormiré como se debe, pero por favor... no canceles nuestra boda.
— Zach, sólo deja de hablar. —me frenó brusco— Si hay algo que odio es cuando tus palabras son producto de un impulso, lo sabes bien.
— Pero...—él tenía razón, lo sabía. Estaba derrotado.
— Estaré abajo. —concluyó.
— No me molesta que trabajes aquí. —murmuré resignado, mordiendo mi labio para no soltarme a llorar como un crío frente suyo.
— Prefiero trabajar en la sala.
— De verdad que no me molesta. —insistí. Dylan suspiró
— No quiero verte, Zach.
Bien, eso dolió. No dije más, mis labios se fruncieron con fuerza aguantando el inmenso sollozo que tenía en la garganta, deseaba suplicar perdón hasta el punto donde él cambiará su expresión molesta y me abrazara, pero a mi mente venía la palabra 'accidente' y comprendía el porqué de su enojo.
— Dy —le llamé— Antes que bajes ¿Puedo decir algo más?
— ¿Ahora qué? —suspiró cansino.
— Lo siento, he sido imprudente. —agaché la mirada— Mi intención no era decir aquello, cuando dije la palabra accidente no lo hice con el afán de renegar de mi bebé. Yo amo esta criaturita, estoy ilusionado con su existencia y si, no mentí: fue un accidente. Pero es el mejor y más hermoso accidente del que no me arrepiento. Sólo has malinterpretado el significado.
— Vale ¿Terminaste?
Su tono seguía siendo severo por lo que me limité a asentir y encogerme en mi lugar. Nadie dijo nada más, y por primera vez en mucho tiempo odié el silencio alrededor. Escuché sus pasos alejarse lentamente, experimentando la peor de las impotencias por no poder retenerlo a mi lado.
— Zach. —llamó de repente.
— ¿Sí? —musité expectante, mi corazón latiendo como loco.
— Mientras estabas en el baño, Kai llamó. Dijo que te esperaba mañana en su apartamento, tal como habían acordado.
— Oh... —murmuré decepcionado.
— Le confirmé ¿Te molesta?
Negué con la cabeza.
Fue lo último que escuché antes de oírlo azotar la puerta. Finalmente estaba solo, por lo que podía llorar tranquilo sin la severa mirada de Dylan sobre mí. Sabía que era mi culpa, que mi necedad y negligencia habían ocasionado esto. Porque él tenía razón, no estaba bien, estaba exponiendo a mi bebé a largas jornadas de estrés; había dejado de tomar gran parte de mis vitaminas y alimentos en los horarios establecidos. Tampoco estaba durmiendo lo suficiente, dos o tres horas como máximo. Estaba actuando de forma irresponsable, de no existir ningún embarazo las cosas serían distintas, pero lo hay, así que de verdad estaba afectando a mi niño.
— Bien.
Era un mal padre, egoísta además. Pensar así sólo acrecentó mi llanto. Que estuviera lo triple de sensible tampoco ayudaba. Deseaba con todas mis fuerzas que mis agudos sollozos bastarán para traer a mi gigante de vuelta, que me tomara en brazos, secara mi lágrimas y retomara los planes de nuestra boda. Si, eso quería. Pero por más que lloré, él no volvió a la habitación.
Muchas gracias autor@, tu historia está genial 🫂