Amor En La Mentira

Daniel caminaba por los pasillos del juzgado, su mente estaba nublada por una tormenta de emociones que lo habían ocupado desde que Camila le pidió el divorcio, su vida personal y la empresa se tambaleaban en su sin fin de problemas.

Las palabras separación y fin resonaban en su cabeza como un eco sombrío, desdibujando los contornos de la vida que había imaginado, nada de lo que estaba pasando era lo que él quería, y a pesar de cada uno de los problemas de su matrimonio, se negaba a darlo por concluido.

Por lo que la idea de dejar ir a Camila le parecía insoportable, no solo porque ya se había dado cuenta del terrible error que había cometido por haberla cambiado por alguien que solo pensaba en dinero y que ahora que estaba teniendo problemas económicos le había dado la espalda.

Sino que los proyectos comenzaban a escasear, ya que muchos de los empresarios con lo que trabajaba eran hombres de familia y sus esposas se quejaban constantemente por hacer negocios con un hombre que no había respetado a su esposa.

El golpe que le había dado Camila al sacar todo el dinero que tenían en las cuentas había sido fuerte para él, los ahorros que tenían allí le habían ayudado a sobrellevar las finanzas de la empresa y allí fue donde se dio cuenta de que había descuidado su patrimonio por andar detrás de las faldas de una mujer que solo lo veía como alguien que podía darle cierto estatus.

Al doblar una esquina, se topó con Fabricio, el hombre que ahora estaba en el centro del torbellino, representando a Camila en el proceso legal que desenlazaría su vida conjunta, Daniel lo había visto antes, en reuniones preliminares y negociaciones, pero nunca había se habían visto de frente hasta ese momento.

Ya el padre de Camila lo había visitado y le había ofrecido todo el dinero que estaba seguro de que nunca vería nuevamente en su vida, pero al parecer el hombre era incorruptible, lo amenazaron diciéndole que harían publica la relación que había tenido con Camila hacia años y él solo se rio de ellos.

En la siguiente sesión habló de la relación de amistad que tuvo con su representada años atrás y le preguntó al juez si había algún problema para representar a Camila por esa amistad juvenil, a lo cual el juez se negó y le proceso siguió como si nada.

Habían intentado averiguar acerca de su vida y no había absolutamente nada que lo comprometiera, al parecer era un hombre intachable y que trabajaba para vivir, no tenia pareja, ni una mancha en su expediente y eso hacía que fuera extremadamente difícil manipularlo.

Fabricio, con su maletín en la mano y una carpeta de documentos bajo el brazo, le ofreció a Daniel un asentimiento cortés y una expresión calmada, din embargo, Daniel vio algo más en su mirada, una determinación que presagiaba el cambio inevitable que estaba por venir.

-Fabricio, sé que estás haciendo tu trabajo, pero me gustaría que entiendas que no voy a renunciar a Camila tan fácilmente – le dijo Daniel, su voz revelando una mezcla de resentimiento y desesperación

Fabricio miró a Daniel con la objetividad de alguien acostumbrado a manejar emociones ajenas a diario y con toda la tranquilidad que podía, no dejaría que nada le quitara la tranquilidad que siempre mostraba.

-Daniel, entiendo que esto es difícil para ti y respeto tu posición, aunque mi deber es asegurar el bienestar de Camila y representar sus deseos durante este proceso – Fabricio conservaba la formalidad al hablar

-¿Su bienestar?, yo he sido su bienestar durante años. ¿Y ahora qué?, un par de firmas y lo nuestro se termina, ¿así como así?, no eso no va a pasar - cuestionó Daniel casi con una risa amarga

-No es solo un par de firmas, es un proceso que nos permite resolver estos asuntos de manera justa para ambas partes y no estoy aquí para hacer las cosas más difíciles, sino para facilitar un cierre adecuado y legal - Fabricio respondió con calma

La tensión entre los dos hombres era palpable, por lo que Daniel buscaba una rendija, un punto débil en la compostura de Fabricio que pudiera explotar y lo único que encontraba era la impenetrable fachada del profesionalismo.

-Escucha, Fabricio, lo que Camila y yo construimos no puede ser deshecho por documentos legales y acuerdos fríos, ella es mi esposa y vamos a superar esto, ella solo está molesta y en cualquier momento se le pasa, se dará cuenta del error que está cometiendo y volveremos a ser la feliz pareja que hemos sido durante tantos años - insistió Daniel, su voz endureciéndose,

-Daniel, comprendo que quieras luchar por tu matrimonio, pero debes escuchar a Camila también; escuchar sus necesidades y deseos, por esa razón sé que mi trabajo es ayudarla a navegar este proceso y eso es lo que voy a hacer - Fabricio suspiró, sabiendo bien que sus palabras eran tan formales como necesarias

La firmeza en la voz de Fabricio dejó en claro a Daniel que el camino no iba a ser fácil, Camila había tomado una decisión, una que no tenía marcha atrás y Fabricio estaba allí para asegurarse de que se respetara.

Haciendo que se generara en su interior una mezcla de frustración y derrota, por lo que Daniel decidió alejarse y no inmiscuirse en una discusión sin sentido, sabiendo que la batalla legal estaba lejos de acabar y que Fabricio no sería un oponente sencillo.

El encuentro en los pasillos del juzgado se convertiría en otro recuerdo cargado de emociones en la compleja historia que estaba terminando, Daniel tenía que enfrentar la realidad, independientemente de cuán insoportable le pareciera y Fabricio seguiría representando a Camila, protegiendo sus intereses hasta el último día en la corte.

Poco a poco Daniel se estaba dando cuenta de los errores que había cometido y ahora era tarde para intentar desahcer todo lo que había hecho, aunque sabía que no quería a Camila, también debía aceptar que ella se había desvivido por él y su comodidad económica y personal era el resultado de la unión con ella.