Cinco años después de la desaparición de su hermana Valentina, Anastasia se obsesiona en su búsqueda, sin descansar, ignorando todo lo que los demás decían, así llega hasta sumergirse en un viaje más allá de la realidad y lo imposible
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CAPITULO 17: "ANTES DEL BRILLO"
Ana ya estaba lista. El vestido negro abrazaba su figura con elegancia, el maquillaje justo, el cabello bien dispuesto. Sentada en el borde del sillón, esperaba a su hermana con paciencia. Desde el baño, aún se escuchaban los pasos apurados de Val.
—¡Si no salís en cinco minutos, me voy solo! —gritó Esteban desde el living, con un tono seco que rebotó en las paredes del pequeño departamento.
Ana giró lentamente la cabeza hacia él, molesta. Se incorporó apenas y le respondió con calma:
—No hace falta que le grites así.
Él la miró de reojo, sin molestarse en disimular el fastidio.
—Yo hago lo que quiero —masculló, despectivo.
Ana se sentó de nuevo, cruzando los brazos, y lo contempló en silencio durante unos segundos. Luego habló, con voz firme:
—Sé por qué no te gusta que esté acá.
—¿Ah sí? —replicó él, desafiante.
—Conmigo cerca... no te es tan fácil manipular a mi hermana.
Él se reclinó en la silla con aire altanero, dejando que una sonrisa torcida asomara en su rostro.
—¿Querés apostar?
Ana se incorporó de nuevo, dio un par de pasos, y se inclinó apenas hacia él. Sonrió con ironía, bajando la voz:
—Si volvés a gritarle así a mi hermana, te rompo un florero en la cabeza.
En ese momento, Val apareció desde el pasillo, aún acomodándose los aros.
—¡Ya estoy!... ¿Qué sucede? —preguntó, al percibir la tensión congelada en el aire.
Ana cambió el tono de inmediato y sonrió dulcemente.
—Nada. Estás hermosa, Val... —y giró hacia Esteban con mirada filosa—. ¿No es cierto que está hermosa, Esteban?
Él asintió con un leve gesto de mandíbula apretada.
—Hermosa...-
Cuando llegaron a la fiesta de Richard Motors, Chris ya la estaba esperando fuera, impecable en su traje oscuro.
—No entre todavía —le dijo, sonriendo—. Quiero que entremos juntos.
Ana asintió, algo nerviosa, y le ofreció el brazo. Chris se lo tomó con suavidad, y cruzaron las puertas de la gran gala.
Apenas entraron, fueron recibidos por Catherine —o Cate, como la llamaba su hermano—, quien estaba acompañada de Lucas.
—Ana, ella es mi hermana, Cate —dijo Chris.
—Un gusto por fin conocerte —dijo Cate con una sonrisa amable.
Pero entonces, la mirada de Chris se desvió hacia una figura al fondo del salón: una mujer alta, delgada, de cabello rojo fuego, vestida con un vestido ceñido de satén.
—¿Qué hace Clare aquí? —preguntó Chris en voz baja, tenso.
—Lo siento —respondió Cate, también incómoda—. Debí habértelo dicho... Papá la invitó. A mí tampoco me agrada, no después de lo que te hizo.
Lucas intervino con un tono calmo:
—Cuando se aleje de tu padre, ve a saludarlo.
Chris negó suavemente con la cabeza y luego miró a Ana, que lo observaba sin decir una palabra.
—No... Iré ahora. Ya no me afecta. Soy un hombre nuevo —dijo con seguridad, apretando con cariño la mano de Ana.
Chris avanzó hacia su padre con Ana de la mano. Clare aún conversaba con otros invitados, pero sus ojos ya lo habían localizado. Sonrió con una mezcla de seguridad y arrogancia.
—Chris, hijo —dijo Carl Richard con su habitual tono impecable—. Veo que no viniste solo.
—No, papá. Te presento a Ana —respondió con firmeza, sin soltarle la mano.
Carl bajó apenas la mirada, analizándola con esa expresión medida de quien está evaluando una inversión.
—Encantado, Ana. Espero que esta noche sea de tu agrado.
Antes de que Ana pudiera responder, Clare se acercó.
—Chris... qué sorpresa verte por aquí. —Su voz era suave, pero estaba cargada de intenciones. Luego miró a Ana—. Y veo que trajiste... algo nuevo.
Ana sintió el comentario como una punzada, pero antes de que pudiera decir nada, Chris apretó su mano.
—Algo no, Clare. Ella es mi pareja. Y si vas a quedarte, te pido respeto.
Clare arqueó una ceja.
—Claro, lo que tú digas. No venía a incomodar. Solo a saludar.
Se giró y se marchó como si nada hubiera pasado, pero el ambiente había cambiado.
Ana lo miró, aún con el corazón un poco acelerado.
—¿Estás bien?
—Sí. Ella ya no tiene poder sobre mí —respondió Chris con una media sonrisa—. Vamos a disfrutar esta noche. Es nuestra.
Luego de ese mal trago, que Anastasia hizo dar una sensación fuera de lugar, la noche continuo. Cómo Chris dijo, la noche era suya e intentaría disfrutar.
Bailaron un par de piezas, mientras charlaban y reían sobre algún tema. Aparentemente, su pareja no se quería separar de ella, no podía creer estar pasando eso.
Cuando se cansaron, se apartaron por un momento. Chris le dijo que lo espere, que iría por ponche, así que se quedó allí esperando, miro a su lado y pudo notar a Lucas, parado con una copa en la mano mirando hacia la pista de baile con una rara expresión, a Ana le llamo la atención así que trato de divisar que observaba... ¡Ahí entendió! Era a Cate bailando con un señor, ¿quién sería el hombre?, tal vez nadie significativo, pero al saber que ella lo había traicionado, tal vez él desconfiaba de cualquiera. Sintió pena por él y su situación.
Se preguntó ¿Qué sucedía con Chris? Que tardaba tanto, miro hacia la mesa del ponche y su rostro se nubló, ¿Qué hacía Chris hablando con la pelirroja?... Ahora sentía pena por si misma. La ira estaba. Subiendo de estado en su cuerpo.
De la nada, Carl Richard, el padre de Chris, se acercó a ella, algo que la sorprendió.
-¿Me concedería bailar está pieza conmigo?- pregunto ofreciéndole su mano.
Ana dudó por un momento, Pero desde luego que no lo dejaría ahí, esperando respuesta.
-Por supuesto, señor.-
Del brazo del caballero, caminaron hasta la pista, y comenzaron a moverse al compás de la canción.
-Entonces, señorita, ¿Le agrada la fiesta?- pregunto.
-Si, señor Richard.- respondió con una sonrisa.
-Usted es solo una asistente ¿Verdad?- pregunto el hombre y a ella la incómodo esa pregunta.
-Bueno... Si...- titubeó Anastasia.
-Al parecer es el nuevo pasatiempo de Chris.-
-Yo no creo ser solo un pasatiempo.-
-Señorita...
-Ana.- dijo ella.
-Ana, si. Hablemos claro. Su mundo y el de mi hijo son muy diferentes, no hay nada en común entre sus círculos sociales, y puede ser una distracción para mí hijo.-
Anastasia frenó sus pasos de repente y lo miro seria, las palabras del señor Richard eran muy claras.
-Por favor no se ofenda, pero ¿Cómo podría vivir una mariposa en el estanque de una rana?-
Los colores comenzaron a subir en las mejillas de Anastasia, la angustia la avanzo, sintió un fuerte deseo de llorar. Trago saliva.
-Gracias... Por su sugerencia.- finalizó ella y prácticamente salió corriendo de allí.
Vio que había una puerta que llevaba a un balcón y se dirigió hacia allí. necesitaba huir por un momento y poder respirar aire. aunque no había visto que había alguien allí discutiendo. ¡Mierda! ¿Y ahora que?