Ella es acusa injustamente por un delito que no cometió y al darse cuenta que el ser que aseguraron que ella asesino esta vivo, hará lo que sea para vengarse y hacerlo pagar por todo lo que ella tuvo que vivir.
Y en el camino hacia su objetivo encontrará a un fuerte aliado que sin darse cuenta los dos caerán rendidos ante las garras del amor.
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Yo te ayudaré.
Elián.
Al llegar a Esparta, di la orden que la subieran a la camioneta, en el camino entro en crisis, escuchaba sus sollozos y no sé por qué sentí la necesidad de abrazarla, me negué a hacerle caso a mi corazón, cuando de un momento solo se desmayo.
Solo grité para qué aumentarán la velocidad, la llevé a mi casa donde ya estaba el médico esperándome, y antes de que Hércules la volviera a cargar, la cargué llevándola entre mis brazos dejandola sobre mi cama.
Y de inmediato el médico la reviso minuciosamente y determinó que era únicamente estrés, cuando se fue, me quedé sentado junto a ella, la observe, en verdad era muy hermosa y su rostro reflejaba paz, cuando iba a acariciar su mejilla, la puerta se abrió de golpe y era mi hermana.
— Elián, ¿qué sus...?— se quedó en silencio observando a la chica en la cama— ¿quién es?— negué y ella puso en blanco sus ojos— ¿de verdad?, tú siendo el gran espartano y no sabes quién es, por Dios Elián, y ella, ¿está bien?
Bufe por sus dramáticas palabras y solo asentí como respuesta a su pregunta, me levante de la silla — pues no, no lo sé Ellen — camine hacia la puerta e hice señas para qué viniera uno de mis hombres— ¡llévensela!.
— ¡¿qué?!, ¡hey!, espera, Hércules, espera carajo — dijo mi hermana impidiendo qué se la llevaran, era más que extraña su reacción y no tuve más remedio qué abrazarla para impedir que se me escapara— ¿qué haces?, Elián, tú nunca lástimas mujeres, ¡lo prometiste!.
— lo sé, pero ella sabe donde está mi dinero— comenzó a moverse hasta que la solté y giro, estampando su mano en mi mejilla.
— no te atrevas Elián, porque te juro que yo te haré lo mismo, no sé te olvide que soy la hermana del señor terror de Grecia— intento darme otra bofetada, pero detuve su mano en el aire— ¡te odio!, Elián Makris.
Y solo se fue de mi habitación bastante furiosa; Despues de escuchar el gran azote de su puerta, baje las escaleras y salí de casa; al llegar a la bodega, entre y estaba esa rata en ese lugar atado y amordazado.
— quiero mi dinero Ciro— comenzó a hacer sonidos, ya que la mordaza le impedía hablar, hasta que se la quite— me dirás dónde está mi dinero— él asintió.
— mi mujer sabe donde está— fruncí mi entrecejo ante su respuesta— ella, ella te dirá— por instinto lo agarre del cuello ejerciendo fuerza— Elián, por favor, hagamos negocios.
— ¿contigo?, no me hagas reírme sin ganas Ciro, dame mi dinero o la única forma de salir de aquí es con los pies por delante— solo negó intentando zafarse.
— es ella, yo no tengo nada que...— y antes de que terminará de hablar, le di un golpe con el arma, al verlo desmayado, di la orden que lo vigilarán.
No podía creer la clase de escoria que es, prácticamente decirme que ella es la del problema solo para salvar su asqueroso pellejo, es lo más bajo que un hombre puede hacer.
Al llegar a casa, fui a los pasadizos, y antes de entrar me informaron que ya había despertado, abrí la puerta y al verla atada no sé, pero no me gustó y al ver de cerca esos bellos ojos cafés, pude notar que su mirada era triste, vacía y sin brillo.
Recordando que esa mirada la tuvo por un tiempo mi hermana por el desgraciado de Eloy, que hasta la fecha no he podido dar con esa escoria.
Seguí con el objetivo de dar con mi dinero, pero cuando pidió por su vida, mi corazón sintió algo extraño y al pronunciar el nombre que llevo en vida mi padre, solo me sorprendí hasta retroceder un poco.
No sé por qué, pero le daría el beneficio de la duda, y creo que se la merece; me interesa saber su lado, su historia, pero sobre todo saber quien es, Ramsés.
Al salir de la habitación, di la orden que la subieran en una hora y mientras hablaba con una de las mucanas para que alistaran una habitación, mi hermana me jalo intentando abofetearme de nuevo.
— ¡Ellen!, ¿qué carajos te pasa?— la giré hasta abrazarla, la cargué para llevarla a mi despacho.
— ¡suéltame!, Elián bájame, ¡Elián!— al cerrar la puerta, la bajé y le impedí salir— quítate de mi camino— negué con una sonrisa de triunfo— ¡Elián!.
Grito con fuerza, se cruzó de brazos hasta que se fue al sofá y antes de ir a sentarme puse la puerta bajo llave, y como lo había pensado, mi hermana al ver que me alejaba ella corrió a la puerta intentando abrirla.
— puedes dejar tu dramatismo para después, necesito hablar contigo— giro a verme y solo asintió alejándose de la puerta— es sobre quien viste y su nombre es Zazil.
— ¿Zazil?, qué raro nombre— asentí y le indiqué que se sentará— y dime hermanito, ¿de qué quieres hablar?.
— no sé, si haré bien, pero hay algo en ella que me inspira en ayudarla— solo sonrió al escuchar mis palabras— no es para que te burles Ellen, solo no sé.
— Elián, mi sonrisa no es de burla, es solo que estoy feliz, porque eso quiere decir que tu corazón si funciona— negué ante su absurda explicación— hermanito, perdóname por pegarte tan duro, solo.
Tocó mejilla que aún dolía por su mano pesada— tranquila, estoy bien, Ellen— al hablarle se acercó hasta sentarse en la orilla del escritorio— ¿por qué reaccionaste así?, te juro que te desconocí.
— te digo algo, estoy así como tú, no lo sé Elián— ladee mis labios hasta levantarme para abrazarla— olvida lo que dije, jamás te podría odiar.
— tranquila pequeña, mejor ayuda a Emilia a alistar la habitación— me vio extraña mientras caminábamos abrazados— no me veas así, ella no puede estar ahí.
Sonrió ampliamente hasta dejar un beso en mi mejilla— te amo, adiós.
Y antes de poder despedirme o poderle decir que la amo, mi hermana subió las escaleras a toda prisa.
Me quedé parado observando hacia las escaleras, cuando escuche un grito, voltee y era Hércules con ella sobre su hombro, lo detuve e hice que la bajara.
— hola Zazil— al ver que no me contestaba la tomé del brazo— tranquila, aquí estás a salvo, ¿podemos hablar?.
Me observo por un tiempo hasta que termino asintiendo, la guíe a mi despacho, y le señale donde sentarse, me quite mi saco, desabotone los tres primeros botones de mi camisa hasta que me senté.
— creo que tienes bastantes preguntas y mucha incertidumbre de lo que sucederá a partir de hoy, ¿verdad?.— ella solo asintió bajando su mirada— vivirás aquí, el tiempo que gustes, eres libre, no preguntes por qué lo hago, porque no podría contestártela.
— gracias, de verdad gracias— asentí y el silencio se hizo más espeso, mientras la veía, ella estuvo con su vista al suelo y sus manos no paraban de frotarse una con otra.
Me levante para acercarme y solo pose mi mano sobre las suyas para detener su movimiento— ¿estás bien?.
Ella negó, levantó su vista y pude darme cuenta de que sus ojos estaban llorosos— mi hijo, tengo miedo que le suceda algo.
— ¿dónde está?, ¿quién lo tiene?— al preguntarle comenzó a llorar y no sé por qué al escucharla y verla así, me partía el corazón.
Y terminé abrazándola para intentar calmarla, pero al sentirla cerca algo sucedió que mi mente repetía una y otra vez que no la soltara nunca más.
Cuando logro calmarse, nos separamos y ella comenzó a relatarme su vida sin tenerle que preguntar, no podía creer lo que sus padres habían hecho solo por dinero.
Pero al mencionar al tal Claus y todo lo que hizo, ser capaz de construir una historia para conseguir una herencia a costa del sufrimiento de otra, me sentía muy furioso con demasiadas ganas de asesinarlo, pero primero hacerlo pagar lentamente.
Al mencionar sobre la cárcel, recordé que la habían acusado por asesinato, y nuevamente todo fue una mierda, ese bastardo estaba vivo, pero lo que no acepto es en la manera tan cruel, en que la separaron de su hijo, que por destino ella lo quiso llamar Ramsés.
No sé si era señal divina como decía mi padre o simplemente era él, para que yo la ayudara…
Me levanté del sofá y fui directo a servirme un trago— y Ciro, ¿el que hizo?, porque mencionaste que te mintió— ella asintió, me acerqué y le di un vaso.
— el prometió darme a mi hijo, si yo— bajo su cabeza hasta derramar una lágrima.
— ¿si tú que?— toque su barbilla obligando a que levantara su rostro— ¿te pidió que te acostarás con el?— ella asintió viendo sus lágrimas correr por sus mejillas y solo la volví a abrazar— tranquila, no te avergüences, toda madre haría lo que fuese por recuperar a sus hijos, yo te ayudaré— se alejó de mí y sabía que estaba pensando— Zazil, no pienses mal, yo no te pediré nada a cambio, solo te ayudaré porque es injusto todo lo que has pasado, yo te ayudaré a realizar tu venganza.
— gra, gracias— asentí levantándome para ir con ella.
— no agradezcas Zazil, por cierto soy Elián, ¿tienes hambre?— ella asintió— perfecto, ya que es hora que sirvan la cena.
Abrí la puerta del despacho, pero ella no salí y nuevamente la tomé del brazo para llevarla al comedor donde de seguro ya estará mi hermana esperándome.
Y mientras caminábamos mi mente ideada la manera tan perfecta de hacerlo sufrir y pagar al imbécil de Ciro, quien será el primero de la gran lista.