Nueve Lazos De Magia

Señorita debería cuidar su vocabulario – dice otro de los hombres del grupo de motociclistas, cuyas intenciones eran más que obvias.

Mientras los motociclistas comenzaban a rodearlos, Tana no podía dejar de pensar en su mala suerte, bueno, al menos debía de festejar que quienes se pararon eran unos idiotas y no Dief, de los que no habían visto señales, pero eso no significaba que no anduvieran merodeando por allí, hasta el momento la mala peluca rubia y los lentes habían funcionado, ya que de los hombres que los perseguían no habían sabido nada.

- Señores les sugiero que, si no pararon a ayudarnos, es mejor que se vayan – dice Donovan, quien ve claramente cómo Tana está a punto de perder los estribos y los siente por esos idiotas.

El día anterior, durante un descanso que se tomaron antes de llegar al poblado, Tana le explicó a Donovan cómo funcionaba el noveno don, por lo que el hombre sabía que Tana ahora era una batería cargada, por lo cual no le costaría nada deshacerse de esos hombres.

- Cállate estúpido, el que debería irse eres tú, al menos que quieres ver cómo disfrutamos de tu novia.

- Hasta aquí – dice Tana, harta de oír estupideces.

La joven toca el suelo con la palma abierta, y la tierra comienza a moverse, haciendo caer a los 6 hombres que se habían detenido, ante el movimiento, los hombres comenzaron a temblar de miedo, ya que no se esperaban ver algo así, pero antes de que pudieran ponerse pie para huir, unas lianas salieron del bosque, y los arrastraron hacia el interior del bosque, los hombres aterrados, se aferraron al suelo, pero fue en vano.

- Ayúdanos, ayudamos – comenzaron a gritarle a Donovan, quien veía todo con una expresión neutra.

- Les aconsejé que se fueran, ustedes decidieron no hacer caso – les dice Donovan, quien les da a espalda y mejor centra su atención en las motocicletas.

Tras unos instantes los gritos se dejan de oír y una, muy irritada Tana, llega a su lado.

- ¿Qué haces? – le pregunta la joven.

- Reviso que nuestro nuevo medio de transporte no se haya estropeado con la caída – le contesta Donovan, ya que cuando Tana hizo temblar la tierra, las motos también cayeron.

Ante las palabras de Donovan, la expresión de Tana cambia de inmediato, al saber que ya no tendrá que caminar.

- Al fin algo bueno – dice Tana con una sonrisa.

- Sí, pero antes de irnos debemos de esconder las motos que no usaremos, ya que podría ser un problema si alguien las encuentra – le dice Donovan a Tana, a lo que la joven, así como hizo con los hombres, crea unas lianas que llevan a las motocicletas hasta el bosque, dejando solo una – eso fue increíble – la alaba Donovan.

- Lo sé – dice Tana, muy orgullosa de su hazaña.

- Tana, ¿qué pasará con esos hombres?, no quiero sonar cruel, pero lo mejor es que mueran, si cuentan lo que vieron, podrían ser un problema.

- El bosque se encargará de ellos, Donovan, nuestros dones, los nueve, son dones de la naturaleza, ella puede hacer lo mismo que nosotros, esos hombres ahora se volverán energía para que ella crezca – le contesta Tana.

Antes las palabras de la joven un escalofrío recorre el cuerpo de Donovan.

- Acabas de acabar con mi amor por acampar – le dice el hombre, mientras ambos suben a la moto, y es que Donovan ya no podría estar tranquilo en el bosque sabiendo que este podría matarlo para usarlo de batería.

- No debes de preocuparte, la naturaleza es justa – le dice la joven.

- Es mejor no arriesgarse – le contesta Donovan, quien pone la moto en marcha.

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Mientras Donovan y Tana continuaban su viaje, Drake y su familia, así como la pequeña Marisol al fin habían llegado a su destino.

El viaje había sido largo, aunque ninguno de los prisioneros lo sintió, ya que, por seguridad los mantenían sedados; de esa manera no había peligro de que escaparan.

El lugar a donde los zorros había sido llevados era un pequeño edifico de dos niveles que se encontraba en medio de la nada, o al menos eso parecía en el exterior, ya que el lugar contaba con varios niveles subterráneos, puesto que de construir el edificio en la superficie este hubiera sido muy llamativo, por lo que se decidió construirlo hacia abajo, el lugar estaba equipado con diversas medidas de seguridad que evitaban que los zorros pudieran usar su magia con libertad, incluyendo unos collares que aplicaban una fuerte descarga eléctrica en caso de que se hiciera uso de magia, estos collares solo fueron puestos a los mayores, ya que confiaban en que los pequeños no usaran su magia, infundiéndoles temor atreves de la seguridad de sus padres.

Tras llegar al lugar que sería su prisión, los zorros fueron divididos en dos grupos, los más jóvenes fueron llevados a un nivel diferente a los mayores, en donde todos fueron llevados a una enorme habitación, la cual tenía varias camas y nada más.

- Aquí se quedarán, pórtense bien y serán recompensados – les dijo una mujer joven de apariencia amable, y aunque su sonrisa era dulce, los niños sabían que era una arpía.

Una vez dejaron a los niños encerrados, Kahli habló con todos a través del enlace.

“No coman nada de lo que nos traigan hasta que yo les diga que es seguro, esas personas piensan que pueden manipularnos porque somos niños, les demostraremos que no es así” – les dice Kahli a todos, a lo que cada uno de los niños asienten.

Cortesía de su nuevo séptimo don, Kahli había leído en la mente de esa mujer que pensaban ponerles drogas en la comida, para poder así manipularlos, por lo que debían de ser cuidados con lo que consumían.

Una vez Kahli terminó de hablar con los suyos, centró toda su atención en Marisol, y tomando la mano de la niña, el pequeño formó una conexión entre Marisol y le explicó todo lo que estaba pasando.

“Pase lo que pase, haz todo lo que te diga, y estaremos bien” - termina de decirle Kahli a la niña, a lo que la pequeña asiente.

Ambos pequeños, aunque no lo dijeran, confiaban en que sus hermanos mayores los rescatarían.

Mientras los niños planeaban como no caer en las trampas de sus captores, los adultos llegaban a sus celdas, ya que a diferencia de los niños los adultos fueron arrojados en pequeñas habitaciones individuales, las cuales no estaban en las mejores condiciones, y desde dentro pudieron oír la voz de uno de sus captores a través de unos altavoces.

- Todos ustedes están aquí para que ofrezcan sus patéticas vidas a algo más grande, así que no intenten pelear y entreguen su magia de manera voluntaria y no sufrirán tanto, niéguense y desearán estar muertos, así que piensen muy bien lo que harán – les dijo aquella voz.

Ante las palabras de ese hombre todos permanecieron en silencio, y es que todos los presentes preferían morir antes de darles su magia a esos monstruos, por lo que sin importar lo que pasara, ellos resistirían, y buscarían la manera de salir con vida de allí o morirían en el intento.