Una jovencita hija de uno de los mafiosos más grandes de Italia, nacida de su primer matrimonio y destinada como toda mujer nacida en la mafia a ser moneda de cambio, está comprometida con Reginald Fabrizi, a quien ama y adora.
Reginald Fabrizi Heredero de otra de las mafias de Italia, está enamorado como un loco de Fiorella Cappellari, hija de Francesco Cappellari, pero la envidia de la media hermana de Fiorella hará dudar a toda su familia, incluyendo a Reginald del amor de su amada.
La pobre Fiorella deberá ser fuerte y valiente para poder superar todo lo que le viene, la traición, intriga y la venganza rodeará a esta joven volviéndola capaz de hacer lo que sea para conseguir su venganza, habrá para esta mujer dañada la oportunidad de volver a amar.
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Mi sorpresa
Un traje totalmente negro, muchas armas y sus fieles Dimitri y Borya junto a muchos hombres van camino a un hospital psiquiátrico, allí se encuentra una mujer y no cualquier mujer allí está secuestrada una hermosa mujer llamada flora, sí la madre de Fiorella.
Aquel desgraciado la encerró en ese lugar donde ella vive pidiendo a su hija, llora de día y de noche pidiéndole a Dios encontrar a su hija, pero no es posible el padre de su hija la encerró allí y cada vez que lo veía le rogaba por ella luego dejó de hacerlo y le hizo creer que estaba demente que había perdido la cordura.
Al principio quería meterla al sex infierno, pero como todas las reconocerían, decidió encerrarla mientras era bañada con agua fría, golpeada o a veces le daban choque de electricidad.
Flora soportó todo, pero les hizo creer que había perdido la razón así pararon las torturas y casi no veía a ese hombre un día llegó y le dijo que aunque ella no podía entenderlo su hija había muerto y cuando se marchó el hombre procedió a llorar ya no le importaba morir ni escapar aunque era imposible hacerlo al inicio lo intento y eso fue lo que hizo que la castigarán con corriente
Flora ya no tenía vida en sus ojos y ahora se arrepentía de no haberse entregado a la locura, ya no quería estar lúcida, quería dejar de pensar y sufrir.
Aquel lugar era peor que una cárcel Fiorella como todos saltaron los altos paredones y mataron a los vigilantes luego entraron con cuidado buscando poco a poco a flora, según la información que les dieron estaba encerrada las enfermeras entraban dejaban la comida y salían ni las revisaban ya no le suministraban nada, pues, era una paciente olvidada y de su letargo no saldría jamás.
Fiorella caminó por los pasillos acabando con cuánto personal encontraba con su pistola con silenciador, poco a poco revisaban ella por unas habitaciones y los demás por las otras el sótano donde estaba tenía varios cubículos, Fiorella abrió cada cubículo dejándolos escapar allí había personas de dinero encerradas solo por gusto de otros, los locos en ese lugar eran pocos y solo por el encierro.
Borya buscaba a su amada también, mientras mataba a todo lo que se movía, pero no hallaba nada, Dimitri hacía lo mismo, pero era difícil, eran muchas.
Había un pasillo y donde estaba una habitación que decía máxima seguridad, Fiorella entró y la vio, estaba acostada en posición fetal llorando, ella encendió la luz y la vio con claridad más adulta, con líneas de expresión y ojeras, pero tan hermosa como la recordaba.
—Madre… —Susurro y la mujer se levantó la cabeza, entrecerró sus ojos y negó.
—Qué… Tú… Tú eres igual a mí… Tú… No, no, no, mi hija murió, él la mató. —Dijo ella poniéndose de pie.
Fiorella dejó ver el collar que ella le regaló y dijo.
—Me dijiste, te amo, no lo olvides y no lo olvidé —entonces flora Grito.
—¡Hija! —corrió hacia ella y la abrazó.
—¡Mamita! Estás viva, vine por ti, te amo. —Se abrazaron y lloraron, borya entro y también las abrazo a ambas.
—Huelo mal. —Se alejó flora.
—Estás perfecta. —Dijo Borya y Fiorella lo apoyo.
—Salgamos de aquí… —El hospital luego de ser desalojado fue incendiado, flora veía como ese lugar del terror ardía.
Llegaron a la mansión donde flora pido bañarse y vestirse, hablo con su hija le contó, Miles de horrores vividos, Fiorella también habló, Luego conversó con Borya y se pusieron al día él tenía ganas de matar a Francesco con sus propias manos…
A pesar de que flora no estaba loca, necesitó de terapia para volver a adaptarse y pronto vendría el turno de ellas dos.
Un mes estuvo en terapia intensa, aunque seguiría periódicamente con ellas, volvió a sonreír y a ser esa mujer hermosa como su hija.
Por otra parte, Salvatore había comenzado a acercarse más a Fiorella, aunque no le tenía mucha confianza según él y no quería casarse, estaba siempre cuidándola y vivían como perros y gatos, él le decía y ella igual y más con la lengua de Fiorella.
Solo estaban a unos días de la reunión con los grandes, ya que seguían con algunos toses, sobre todo los idiotas de la cosa nostra y la camorra que era muy a la antigua y una mujer no daba la talla en eso.
Fiorella estaba más que lista, iría a enfrentar a esa gente y ese día dejaría a más de un idiota con la boca abierta.
—Hola prometida… —Dijo Salvatore entrando.
—Respeta a tu abuela insolente. —Le dijo para hacerlo molestar.
—Contigo no se puede… Yo estoy tratando de llevar la fiesta en paz. —Dijo y ella sonrió.
—De acuerdo siéntate nieto hablemos. —Dijo riendo.
—Eres insoportable, pero cuéntame cómo tú y mi abuelo se conocieron ya firme y seremos esposos, cuéntame todo. —Ella cruzó sus piernas y habló.
—Bien… Conoces el Tártaro. —Pregunto ella.
—Sí. Te compró allí, ese fue tu castigo, te prostituyeron. —Preguntó.
—No fui eso, fui asesina, una de las bestias del Tártaro me vio matando a alguien y cayó rendido a mis pies. —Se río ella.
—En serio. Eso explica tu locura. —Ella le alzó una ceja.
—Idiota… —Espeto ella.
—Ahora dime qué hacías con mi abuelo, si te cumplía. —Ella frunció el ceño.
—Solo diré que Borys Ivancov era un verdadero hombre. —Él se molestó y no sabía por qué.
—Aja, después de tomarse muchas pastillas, claro. —dijo él.
—Bueno ahora dime… Te vendieron al Tártaro por lo que le hiciste a tu prometido. —Ella negó molesta.
—No le hice nada, yo lo amaba solo a él, nadie era más importante para mí, pero él prefirió creerle a Francesca y no a mí. —Dijo ella.
—Te molesta verlo casado. —Pregunto de nuevo.
—Sí, pero no será por mucho. —Dijo ella.
—No te puedes casar con él, serás mi esposa y no habrá divorcio. —Ella se extrañó.
—Eso no estaba en la cláusula, además no quiero nada con él, no lo voy a perdonar jamás. —Él sonrió.
—Si estaba, el abogado dijo que podía poner mis condiciones y esa es una. —Ella bufó y él sonrió.
—Toda una vida conmigo, creo que como le dije a borys volveré a ser viuda. —Sonrió con malicia
—O puedo ser yo el viudo… —Contestó.
Flora...
Salvatore.