Pasiones Ocultas.

—Derek, gracias por venir —la voz dulce y suave de Lily le hizo sonreír un poco. La chica lo había llamado hace media hora, diciendo que llegaría tarde a su entrenamiento porque el profesor la había retenido hasta tarde. Además, su hermano mayor estaba ocupado y su auto, casualmente, estaba averiado, así que quería que la llevara. Él, naturalmente, no iba a negarle un favor a la amiga de Samuel.

—Eres amiga de Sam, por supuesto que iba a ayudarte.

Lily bajó la mirada con rastros de decepción que no pasaron desapercibidos para Derek, no obstante, no se apresuró a corregir sus palabras, después de todo, no buscaba entablar una relación con ella. Era linda, amable y complaciente, pero había un problema enorme, ella no era lo que él buscaba de verdad.

“¿Qué tipo de chica te gusta?” esa fue la pregunta que le habían planteado tres años en el pasado. En ese momento él tenía una novia hermosa, amable y servicial, pero la persona que lo miraba atentamente esperando una respuesta no lo sabía.

“Alguien hermosa, con una personalidad linda y alma caritativa. Alguien que se interese por mis gustos aunque le parezcan molestos, alguien que esté dispuesto a quedarse a mi lado en mis peores momentos y festejar conmigo mis mayores triunfos. Alguien que luche por sus sueños y no pare hasta verlos cumplidos.”

Lily era todo eso, sin embargo, sus expectativas se habían modificado un poco desde ese entonces hasta el presente. Lo único que no había cambiado era la persona que se le venía a la mente cuando hablaba de quien podía robar su corazón.

—Bueno, vamos o se hará más tarde. —Lily asintió mientras recibía el casco. Después de subir se abrazó fuertemente a Derek y él se puso en marcha. Al llegar a su destino, ella bajó y le dio un beso rápido en la mejilla.

—Gracias por traerme, me gustaría invitarte a comer después del entrenamiento, si puedes, claro. —Ella bajó la mirada con timidez—. Además, hoy estamos ensayando para las competencias, me gustaría que lo vieras.

—¿Quieres que entre? —ella asintió y levantó la mirada llena de expectativas. Su relación no había avanzado mucho desde la última vez, pero aún tenía fe ferviente en su interior y las ilusiones crecían día con día, incluso si Derek respondía sus mensajes una hora después. Pero, los respondía, ¿eso no quería decir que aún había un poco de interés? —. Tengo tiempo, vamos.

Derek apagó el motor y siguió a Lily. Aunque había sido invitado para verla a ella, su mente estaba pensando en ver a Samuel. Solamente una vez lo había visto bailar y, desde su punto de vista, era el mejor. Aunque Samuel no lo pensaba así.

—Puedes sentarte por ahí, iré a cambiarme. —Él asintió y la vio irse. Los murmullos de las chicas no tardaron en hacerse presentes y él curvó sus labios en una sonrisa presumida mientras ocupaba un lugar vacío para observar el panorama.

Había algunas chicas de un lado y chicos al otro extremo. En medio, parejas practicaban algunas coreografías que él desconocía. Sus ojos recorrieron el lugar de norte a sur hasta que encontró a la persona que estaba buscando. Samuel estaba dando algunas vueltas alrededor de otro bailarín, sus movimientos eran delicados y hermosos. Aunque Derek se sintió irritado cuando aquella persona sostuvo la cintura de Samuel y lo elevó en el aire.

Derek apretó los puños ligeramente, tratando de contener su irritación. No podía negar que Samuel era increíble en lo que hacía. Sus movimientos eran fluidos, precisos y llenos de gracia. Cada salto, cada giro, todo parecía sacado de una obra de arte en movimiento.

Sin embargo, la cercanía de Samuel con el otro bailarín le molestaba más de lo que estaba dispuesto a admitir. Mientras observaba, vio cómo el bailarín que acompañaba a Samuel lo bajaba con cuidado y le susurraba algo al oído, haciendo que Samuel sonriera.

Derek sintió un nudo en el estómago. No era celoso, o al menos eso se decía a sí mismo, pero había algo en esa escena que le incomodaba profundamente.

—¡Derek! —Lily regresó, ya cambiada y lista para ensayar—. Me alegra que hayas aceptado, espero que disfrutes el espectáculo.

Derek asintió, forzando una sonrisa. —Seguro lo haré.

Lily se unió a los otros bailarines, y Derek trató de enfocar su atención en ella, aunque su mirada seguía desviándose hacia Samuel.

Derek vio a Lily hacer unos movimientos de calentamiento, pero pronto su mirada regresó a Samuel quien estaba siendo elevado en el aire como una hermosa ave de plumas blancas. La sonrisa en su rostro no disminuía ni un segundo. Inconscientemente, una sonrisa se dibujó en su rostro, sin embargo, no era una socarrona como antes, era verdadera.

Lo vio girar sobre sus puntillas, una de sus manos estaba doblada sobre su cintura, la otra estaba levantada, su espalda estaba un poco doblada y su cabeza estaba un poco inclinada de lado. Sus ojos no se pudieron apartar de él por más que su interior gritaba que se detuviera, que no era lo que él buscaba.

Samuel dio un salto y el aterrizaje hubiese sido perfecto si una botella no hubiera rodado hasta hacerlo tropezar. Derek dio un paso con la intención de sostenerlo, pero había varios metros de distancia entre ellos y únicamente lo pudo ver aterrizar sobre el cuerpo de un tipo que no parecía ser un bailarín.

—¡Sam! —exclamó una mujer de unos treinta años, muy seguramente era la profesora.

Todos detuvieron sus prácticas y se acercaron al lugar del accidente, incluyendo a Derek. Samuel estaba aún sobre el cuerpo de aquel desconocido y su rostro estaba completamente rojo, casi haciéndole competencia a su cabello.

—¿Te lastimaste? —preguntó el chico mientras ayudaba a Samuel a ponerse de pie. Derek apretó las manos al ver cómo Samuel era sostenido por la cintura por esa persona, y lo peor de todo era que no parecía rechazar el contacto.

—Estoy bien, fuiste un buen amortiguador —Samuel le sonrió de una manera que nunca le había sonreído a él.

—¿Estás seguro? El golpe se escuchó muy fuerte. Samuel, no quiero que te sobre esfuerces. Los pies de un bailarín son lo más importante, no quiero que te lastimes por ser testarudo. —La profesora se veía seria, pero nunca dejó el tono preocupado con el que le hablaba.

—Solamente fue un pequeño golpe —murmuró Samuel—. Las competencias están cerca y si me retraso ahora…

—Si te retrasas ahora y no logras clasificar, perderás una competencia, pero habrá muchas más. En cambio, si te lastimas de gravedad por pasar por alto un pequeño golpe, como tú lo llamas, no volverás a competir en tu vida y lo sabes muy bien.

Samuel bajó la mirada sintiendo el peso de las palabras de su entrenadora. Ella estaba en lo correcto, sin embargo, él no consideraba el accidente como grave.

—Lo sé, pero aun así…

—Samy, es mejor que descanses el resto del día. Es mejor un día de descanso, que el resto de tu vida sin poder bailar. —Derek vio al tipo agarrar la mano de Samuel con familiaridad. Sus cejas se arrugaron al ver cómo la piel de Samuel era acariciada por un desconocido.

—Bien, me tomaré el resto del día —dijo de mala gana.

—Perfecto —la profesora sonrió y le agradeció a su sobrino en silencio—. Bien, el drama ha terminado, a ensayar todos.

La multitud se despejó y solamente quedaron Samuel, Derek, Lily y el desconocido.

—¿No te duele? —preguntó Derek y él negó. Los ojos verdes lo miraron con irritación, todo lo contrario a cómo veían al otro. Samuel dirigió la mirada a su amiga.

—Lily, entrena con Paul, Janeth no vino así que está libre. —Ella asintió con la mirada un poco triste, sabía cuánto odiaba Samuel dejar las prácticas—. Iré a darme una ducha rápida y después me voy. Elbert, espérame en el auto, ¿de acuerdo?

—Por supuesto. —Samuel asintió y caminó hacia las regaderas ignorando la mirada preocupada de Derek.

—Iré a hacer una llamada, vuelvo en seguida —informó Derek a Lily. Ella asintió y fue a entrenar. Derek corrió hacia la dirección por donde se había ido Samuel.

Llegó justo a tiempo para ver a Samuel entrar a las duchas. Se quedó unos segundos en la entrada, dudando si debía entrar. Sabía que Samuel probablemente no querría hablar con él, pero también sabía que no podía ignorar lo que sentía.

Respiró hondo y finalmente se decidió. Abrió la puerta y entró a los vestuarios, buscando a Samuel.

—Samuel, espera —dijo Derek, su voz resonando en el espacio vacío.

Samuel, que estaba a punto de entrar a una de las regaderas, se detuvo y giró para mirarlo. Sus ojos verdes brillaban con una mezcla de irritación y cansancio.

No esperaba que Derek lo siguiera hasta las regaderas, pero tampoco se sorprendió de verlo allí. Lo vio justo cuando entró al salón de entrenamiento. Al principio, pensó que estaba ahí por él, pero cuando vio a su amiga sonriendo tontamente, el pensamiento original se desvaneció casi instantáneamente.

Decidió fingir que no lo había visto, incluso cuando la furtiva mirada de Derek se encontraba sobre él todo el tiempo. Como estudiante de Periodismo, Samuel había tenido algunas clases de actuación y realmente agradecía haber aprendido a mantenerse sereno, incluso con una mirada tan penetrante sobre su cuerpo.

No sabía en qué estaba pensando Derek, pero definitivamente no le agradaba que lo estuviera observando como un cazador a su presa. Sonreía y bailaba como solía hacerlo, pero cualquiera que lo viera de cerca diría que había un rastro de nerviosismo en su rostro.

—¿Te encuentras bien? Pareces un pequeño conejo asustado —le comentó Paul en un susurro que sólo ellos podían escuchar. Samuel solo sonrió como respuesta. Quién diría que esa sonrisa causaría que los ojos de Derek no se apartaran de él.

El ensayo iba bien; sin embargo, la botella que alguien pateó por error se puso en su camino. Si hubiese sido otro día, lo habría esquivado, no obstante, la furtiva mirada de Derek lo tenía medio desconcentrado. Pero gracias a Elbert, no había pasado a mayores.

Ahora, tener al causante de su accidente frente a él, le causaba úlceras gastrointestinales.

—¿Qué quieres, Derek? —preguntó con irritación. Aunque era tonto culpar a Derek por su descuido, Samuel le otorgaba el cien por ciento de la culpa, o al menos, el noventa y nueve punto nueve por ciento.

—¿Por qué tan agresivo? —Derek se cruzó de brazos y se recargó en los lavabos.

—Si no vas a decir nada, mejor vete. Suficiente tengo con lo que ocurrió. No quiero un problema más —Samuel abrió la puerta y entró.

Derek no pudo apartar la mirada de la puerta de vidrio templado arenoso por la mitad. Del otro lado, Samuel se desvistió y dejó su ropa sobre el perchero. Abrió la llave y dejó correr el agua sobre su cuerpo. Derek tragó en seco y desvió la mirada, carraspeando la garganta, y ocupó un lugar en las bancas que había a unos metros de las regaderas.

Media hora después, Samuel salió con la bata de baño y una pequeña toalla sobre la cabeza.

—Creí que te habías ido —dijo, tratando de ocultar la sorpresa en sus ojos.

—Yo no, pero tal vez tu amiguito sí. Tardas una eternidad bañándote.

—Él lo sabe, no se ha ido.

Derek arrugó las cejas. ¿Cómo podría saberlo? A menos que hayan dormido juntos antes. Ante la idea, un sabor amargo recorrió su boca.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó Derek, tratando de mantener la calma, pero el malestar era evidente en su voz. Se puso de pie y Se acercó a Samuel.

—¿Eso importa? No es asunto tuyo, Derek —respondió Samuel, secándose el cabello con la toalla. Sus ojos se encontraron con los de Derek, y por un momento hubo un silencio incómodo. Samuel caminó hasta el vestidor y se puso ropa limpia.

Derek desvió la mirada primero, suspirando. Samuel no le diría nada—. Solo quiero asegurarme de que estés bien. No me gustaría que tus padres te vieran así de cansado y presionado.

—Estoy bien, Derek. De verdad. Solo necesito descansar un poco y estaré como nuevo —dijo Samuel, aunque su voz sonaba un poco más suave, menos irritada. Sus ojos mostraban una leve confusión, ¿Derek preocupado por él? Debía ser una broma. Salió y agarró sus cosas, puso la mochila en su hombro y miró a Derek.

—Entonces, ¿por qué no te tomas un descanso de verdad? —insistió Derek, dando un paso más cerca—. Vayamos a dar un paseo, a tomar un café, lo que sea. Despejarte un poco te haría bien.

—No creo que sea una buena idea. Elbert está esperando afuera, y no quiero dejarlo plantado —respondió Samuel, dejando clara su decisión.

—¿Elbert, eh? —Derek no pudo evitar que un tono de celos se filtrara en su voz—. ¿Desde cuándo confías tanto en él?

Samuel lo miró, confundido. —Elbert es un amigo. Nos conocemos desde hace tiempo y sé que puedo contar con él. —Explicó, aunque no tenía porque hacerlo.

Derek sintió una punzada de celos al escuchar esas palabras. No podía evitarlo. La idea de Samuel y Elbert juntos le resultaba insoportable. Pero intentó mantener la compostura.

—Solo... cuídate, ¿vale? —dijo finalmente, tratando de sonar indiferente.

—Lo haré. Gracias por preocuparte —respondió Samuel, con una sonrisa que no llegó a sus ojos.

Mientras Samuel se alejaba, Derek se quedó mirando su espalda, sintiendo una mezcla de frustración y celos que no podía controlar. La idea de que alguien más pudiera estar tan cerca de Samuel lo inquietaba profundamente. Y aunque sabía que no tenía derecho a sentirse así, no podía evitarlo.