Siempre Fuiste Tú

-       Vale. – Susurro Rafael. – Las cosas en verdad no. – Dijo en un hilo de voz.

-       No te desgates. – Interrumpió Valentina con frialdad. – Si algo aprendí de todo ello, fue a no creer en las palabras de un hombre, mucho menos en las tuyas. – Sentencio con dureza.

Aunque en realidad en su interior, su pecho ardía. Cada palabra que decía era más un escudo para no sucumbir, para no gritar como loca y hacer todas las preguntas que se había hecho durante esos 3 años, mismas preguntas que no la dejaban dormir en las noches, en cada mirada fría en realidad se desata una batalla interna para no rendirse al temblor de su corazón. Porque sí, lo amaba. Todavía lo amaba. Seria tonto negárselo a sí misma, podía mentirles a todos allí, incluso a él, pero ella sabía perfectamente lo que su corazón sentía, Pero también recordaba las noches en vela en las que lloraba hasta el cansancio, si cerraba los ojos volvía a aquel momento donde vio los titulares acompañados de las fotografías del hombre que amaba con otra mujer que no era nada más que su prometida.

Para Rafael las cosas no eran más fáciles, él también estaba librando sus propias batallas, pero al ver la actitud de Valentina tomo una decisión, por lo que dio un paso más hacia ella, dándole la mirada más honesta que tenía.

-       No voy a darte explicaciones hoy, no si no quieres oírlas. – Su tono era tranquilo, pero se podía vislumbrar el dolor en él, aun así, se mantenía firme, decidido. – Pero quiero que sepas algo. – Se detuvo un segundo esperando a que ella lo mirara y lo hizo, por lo que teniéndola así frente a frente sentencio. – No pienso rendirme.

Valentina lo miró con incredulidad, ¿Qué estaba diciendo?, se preguntó, aun así, no hizo el más mínimo gesto, su expresión no se suavizo en ningún momento, aunque la realidad era completamente distinta, claro que esa afirmación había movido cada fibra de su corazón, en ese momento ella estaba intentando con todas sus fuerzas mantener la compostura.

-       Ya lo hiciste. – Le recordó ella.

-       No, no lo hice antes, ni ahora, tampoco en el futuro. —susurró él, acercándose lo suficiente para que ella pudiera sentir el calor de su cuerpo. – Me conoces. – Le recordó. – Soy muy paciente, Puedo esperar el tiempo que sea. Hasta que quieras escucharme.

Valentina desvió la mirada, temiendo que sus ojos la traicionaran mostrándole a él cuanto le habían impactado esas palabras.

-       Entonces toma asiento, porque puede que de pie te canses. – Expuso ella sin mostrar ninguna reacción importante. – Porque yo ya te superé. -  Declaro. – Ya no siento nada por ti. – Aseguro, pero en ese último segundo hizo un pequeño gesto, uno imperceptible para cualquiera, menos para Rafael que la conocía tan bien, por lo que pudo ver una muy pequeña fisura en su mascara y entonces una pequeña sonrisa apareció en sus labios.

-       Nunca has sabido mentir hermosa. – Expuso con calma sin alejarse en ningún momento, todo lo contrario, aprovechaba cada segundo allí para acercarse más. – Se que aun sientes algo por mí, como yo por ti, y te lo comprobaré. – Afirmo con confianza renovada.

Que solo hacía que Valentina apretara la mandíbula. No sabía si odiarlo más por lo que había hecho o por el modo en que aún conseguía desarmarla con solo unas cuantas palabras.

-       Haz lo que quieras —dijo, dándole la espalda. – Si quieres perder tu tiempo, hazlo. – Sentencio caminando de nuevo hacia el gran salón.

-       Lo hare. – Grito Rafael para que ella pudiera oírlo, pues ya se había alejado un poco. – Lo hare porque sin importar que, sigues siendo todo lo que quiero. – Dijo más bajo, sin embargo, Valentina logro oírlo

Por lo que en cuanto el ya no pudo verla, tuvo que sostenerse un momento de la pared, ese encuentro había sido mucho más de lo que Valentina había podido prever. Una lágrima traicionera cayó, silenciosa, aun no sabía si de dolor o de alivio, pues el amor de su vida no se había casado y solo hasta ese momento fue realmente consciente de cuanto le importaba aquello, sin importar cuanto pudiera intentar negarlo, ahora su corazón, aunque seguía doliendo, pues claro que no había olvidado todo el dolor que llevaba consigo, había aliviado una gran carga. Después de un momento se permitió respirar hondo y alejarse dejando atrás, justo entre las luces y el ruido lejano de la fiesta a quien había sido su mejor amigo, el mismo hombre que le rompió el corazón y quien ahora regresaba a su vida como una tormenta que amenazaba con resucitar su ilusión o destruirla por completo.

Poco tiempo después la boda termino, Valentina se despidió de Sofia quien se retiró con Maximiliano.

Los invitados también empezaron a marcharse mientras el personal recogía copas vacías y organizaban las mesas. Valentina sin nada más que hacer allí, decidió que también ya era hora de marcharse de todas formas desde su encuentro con Rafael, no había podido concentrase en nada que no fuera su conversación con él y todo lo que eso había generado. Aun cuando después del encuentro en el jardín, no había vuelto a verlo. Cosa que parte de ella agradecía, mientras que otra que ella jamás admitiría lo buscaba inconscientemente entre cada sombra.

Negándose a ceder ante sus impulsos salió de allí con rumbo a su automóvil, dispuesta a irse a casa, pero antes de llegar a tocar la puerta de su auto, una voz la detuvo.

-       ¿Tampoco me permitirás llevarte a casa? – Pregunto Rafael con calma, saliendo quien sabe de dónde, pues Valentina no fue consciente de su presencia hasta que no estuvo cas a su lado.

Ella se giró despacio. Allí estaba el, con las manos en los bolsillos y una expresión que expresaba entre cansancio e ilusión.

La simple imagen era demasiado tentadora para Valentina, aun así, se contuvo y volviendo a su frialdad respondió.

-       No creo que sea buena idea.