Sacha, buscando una lectura emocionante, se topa con "Emperador, ¿por qué mataste a mi hermano?", una novela BL donde el emperador, obsesionado con Leo, lo mata accidentalmente al proteger a su hermana adoptiva.
Al terminar la novela, Sacha se ve transportada al mundo ficticio, convirtiéndose en la hermana adoptiva de Leo. Ahora, con el conocimiento del futuro, debe proteger a su hermano del emperador, un hombre que, aunque lo amaba, lo mató por un error trágico.
Sacha se enfrenta a un dilema: ¿puede cambiar el destino de Leo sin sacrificar su propia felicidad? ¿O se verá atrapada en un romance peligroso con el emperador, un hombre que, a pesar de su amor, es capaz de cometer actos terribles?
NovelToon tiene autorización de Yulisa Rodriguez para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
El Baile de las Máscaras
El campamento estaba inquieto. Los rumores de conspiraciones, la misteriosa aparición de símbolos antiguos en el bosque, y la creciente tensión entre los nobles habían transformado el torneo en un escenario de intrigas veladas.
El emperador, ajeno a los detalles que perturbaban a Sacha y Leo, había decidido organizar un baile esa misma noche. Según él, un poco de entretenimiento era justo lo que se necesitaba para calmar los ánimos. Sin embargo, para Sacha, la idea de asistir a un evento tan cargado de apariencias solo aumentaba su ansiedad.
Leo, mientras tanto, observaba la invitación en sus manos con evidente desagrado.
—¿Qué pretende el emperador con esto? —murmuró, casi para sí mismo.
—Es una distracción —dijo Sacha, mientras se ajustaba la capa que había llevado al bosque—. Pero puede ser una oportunidad para observar a los demás. Quizás descubramos algo útil.
—O puede que nos metamos en más problemas —replicó Leo, frunciendo el ceño—. No me gusta esto, Sacha.
Ella le dedicó una mirada cansada pero firme.
—Nada de esto me gusta, Leo. Pero no podemos ignorar lo que está sucediendo.
Esa noche, la carpa principal del campamento fue transformada en un salón de baile improvisado. Grandes lámparas de cristal colgaban del techo, proyectando un cálido resplandor dorado. Las mesas estaban adornadas con finos manteles y flores frescas, mientras que los músicos tocaban una melodía suave que llenaba el ambiente.
Sacha, vestida con un elegante vestido azul celeste que le habían entregado como cortesía, se sentía incómoda entre los nobles que la miraban con curiosidad. Su posición como protegida del emperador la había puesto bajo una lupa constante.
Leo, a su lado, vestía un traje oscuro que destacaba sus rasgos afilados. Aunque su presencia era imponente, no podía evitar mostrar cierto desdén hacia la pompa del evento.
—No te separes de mí —le susurró a Sacha al entrar.
—No planeaba hacerlo —respondió ella, con una sonrisa tenue.
Mientras avanzaban entre los invitados, Sacha notó a Adrien conversando animadamente con un grupo de nobles jóvenes. Al verla, él alzó su copa en un gesto de saludo, pero no se acercó.
—¿Ya confías en él? —preguntó Leo en voz baja.
—No. Pero tampoco creo que sea nuestro mayor problema ahora mismo.
Antes de que pudieran continuar, una figura se interpuso en su camino. Era Cassian, vestido con una elegancia discreta pero impecable.
—Lady Sacha, Sir Leo —saludó con una leve inclinación—. Espero que estén disfrutando de la velada.
—Lo estamos intentando —respondió Sacha, manteniendo la cortesía.
—Si me lo permiten, les sugeriría prestar atención a los detalles esta noche. A veces, las máscaras no son solo adornos —añadió, con un brillo en los ojos que Sacha no supo interpretar.
—¿Qué quieres decir? —inquirió Leo, pero Cassian ya se había retirado con una reverencia.
El emperador hizo su entrada poco después, vestido en tonos oscuros que resaltaban su presencia imponente. Su mirada recorrió el salón hasta detenerse en Sacha, y por un instante, una sonrisa enigmática curvó sus labios.
—Esto no me gusta —murmuró Leo, moviéndose instintivamente para colocarse entre ella y el emperador.
—Calma, Leo. No hagamos nada que llame la atención.
El baile comenzó, y las parejas se formaron rápidamente. Para sorpresa de Sacha, fue Adrien quien se le acercó primero.
—¿Me concedería este baile, mi lady? —preguntó, inclinándose con galantería.
Sacha miró a Leo, quien negó con la cabeza, pero ella tomó la mano de Adrien de todos modos.
—No quiero causar una escena —susurró antes de ser llevada a la pista.
Mientras bailaban, Adrien mantuvo su tono ligero, hablando de trivialidades y comentando sobre los demás invitados. Sin embargo, su expresión se endureció cuando dijo en voz baja:
—Alguien aquí no quiere que salgas viva de este lugar.
Sacha tropezó ligeramente, pero Adrien la sostuvo con firmeza, evitando que cayera.
—¿Quién?
—Eso es lo que estoy intentando averiguar. Pero ten cuidado con quién confías. Y, sobre todo, mantén cerca a tu hermano.
Antes de que Sacha pudiera responder, la música terminó, y Adrien se retiró con una inclinación.
De regreso junto a Leo, Sacha no tuvo tiempo de contarle lo ocurrido. Una joven de cabello plateado y ojos dorados, que reconoció como Aelira, apareció entre los invitados, llamando la atención de varios nobles.
—¿Ella? —murmuró Sacha, sorprendida.
Aelira no tardó en acercarse a ellos, con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos.
—Lady Sacha, Sir Leo. Qué inesperado encontrarlos aquí.
—Pensé que te habías ido —dijo Leo, sin ocultar su desconfianza.
—Oh, no podría perderme una noche tan interesante —respondió Aelira, jugueteando con una copa de vino en su mano—. Pero no estoy aquí por placer.
—¿Entonces por qué? —preguntó Sacha.
Aelira se inclinó ligeramente hacia ella, susurrando:
—Hay fuerzas en este lugar que ni siquiera el emperador puede controlar. Y ustedes están en el centro de todo.
Antes de que pudieran responder, un grito rompió el ambiente festivo. Todos se giraron hacia el origen del sonido, donde un noble yacía en el suelo, sangrando profusamente.
—¡Un ataque! —gritó alguien, y el caos estalló.
Leo desenvainó su espada al instante, colocándose frente a Sacha.
—Quédate detrás de mí.
Mientras los guardias trataban de contener la situación, Sacha alcanzó a ver a Aelira alejándose entre la multitud, como si todo estuviera ocurriendo según sus planes.
Cuando finalmente se restableció el orden, el noble herido fue llevado fuera del salón, pero el miedo había dejado una marca imborrable en los asistentes.
El emperador se acercó a Sacha y Leo, su expresión más oscura que nunca.
—Parece que esta noche nos ha traído más preguntas que respuestas —dijo, con un tono que sugería que sabía más de lo que dejaba entrever.
Sacha lo miró fijamente, su mente llena de sospechas.
El juego de intrigas había alcanzado un nuevo nivel, y Sacha sabía que no podía confiar en nadie, ni siquiera en sí misma.