son amigos de la infancia se quieren como hermanos pero ella siente algo más que una amistad ¿un amor no correspondido por él?
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capitulo 12 sin sentimientos
El fin de semana con Axel había sido diferente a todo lo que Amelia había experimentado en los últimos meses. La mansión de Axel, tranquila y apartada, le ofreció un respiro de la tormenta emocional que había sido su vida. Los dos habían pasado el tiempo juntos, conversando, riendo, incluso haciendo cosas sencillas como ver películas y caminar por el extenso jardín. Sin grandes presiones ni expectativas, algo dentro de Amelia comenzó a cambiar, a despertar.
Axel había sido tan atento, tan paciente. No presionó, no la forzó a hablar más de lo que quería. Estaba ahí, sin complicaciones, simplemente disfrutando de su compañía. En esos momentos, Amelia dejó de pensar en Stiven y comenzó a ver a Axel de una manera diferente. No era solo el chico rudo y distante que había conocido; había mucho más en él. Sus bromas, sus gestos protectores, su sonrisa... cada pequeña cosa que Axel hacía la hacía sentir especial, y por primera vez en mucho tiempo, Amelia no sentía que algo le faltaba.
Al final del fin de semana, cuando Axel la acompañó a su casa, Amelia estaba pensando en todo lo que había sucedido. Al despedirse en la puerta, algo ocurrió. Axel la miró a los ojos, como si quisiera decir algo más, pero lo pensó dos veces.
— Amelia, me alegra que hayas pasado un buen rato — dijo, su voz suave y sincera. — Si alguna vez necesitas más tiempo, más espacio o cualquier cosa... ya sabes dónde encontrarme.
Amelia asintió, pero en su interior ya había algo más claro que antes. Sentía una conexión con él que iba más allá de la amistad, algo que había comenzado a crecer lentamente, pero que ahora era imposible ignorar.
— Gracias, Axel — respondió, un poco tímida, pero con una sonrisa que decía más de lo que las palabras podían expresar. — Realmente lo aprecio.
Y antes de que pudieran decir algo más, Axel la abrazó brevemente, un gesto cálido y genuino. Amelia no había esperado ese abrazo, pero cuando sus brazos rodearon su espalda, una ola de calidez recorrió su cuerpo, un sentimiento que la hizo sentirse más segura que nunca. Se separaron, y con una última mirada profunda, Axel se despidió, dejándola con una sensación en el estómago que no podía dejar de pensar.
Cuando Amelia entró a su casa, su mente estaba completamente centrada en lo que había pasado con Axel. No sabía qué significaba aún, pero algo dentro de ella le decía que, por primera vez, sus sentimientos estaban comenzando a despejarse
El lunes en la escuela, las cosas parecían seguir su curso habitual, pero Amelia no podía dejar de pensar en Axel. Mientras caminaba por los pasillos, se dio cuenta de que los sentimientos que había tenido por Stiven parecían desvanecerse poco a poco. Cada vez que recordaba las semanas pasadas, la humillación, los gritos, las miradas burlonas de él, su corazón ya no se apretaba de la misma manera.
Sin embargo, ese día, Stiven encontró una nueva forma de hacerle daño. Había pasado varios días haciendo comentarios crueles hacia Amelia, pero hoy las cosas se pusieron más serias.
Stiven estaba en el grupo con sus amigos, y como siempre, buscaba una forma de hacer sentir inferior a Amelia. Pero esta vez, sus tácticas fueron más directas y más crueles.
— ¿Qué pasa, Amelia? ¿Sigues con tu amiguito el millonario? — se burló Stiven, alzando la voz lo suficiente para que todos pudieran escuchar. Sus amigos se rieron, y Amelia sintió cómo una oleada de incomodidad la envolvía. Pero no fue eso lo que realmente la afectó.
Poco después, Stiven comenzó a incitar a sus amigos para que lastimaran a las amigas de Amelia, las únicas que la habían apoyado en todo este tiempo: Deniss y Vanesa. Stiven sabía que ellas siempre estaban con Amelia, y decidió aprovechar la oportunidad para hacerlas sentir mal.
Uno de los chicos de su grupo, con una actitud desafiante, empujó a Deniss mientras ella salía del salón, haciéndola caer al suelo. Vanesa, al intentar defenderla, fue empujada bruscamente también. Las dos se levantaron rápidamente, confundidas y atónitas por la actitud de los chicos, pero no pudieron evitar sentirse humilladas en frente de todos.
Amelia, al ver la escena desde lejos, sintió un torbellino de emociones. La ira y el dolor se mezclaron en su pecho. Por un momento, su mente quedó en blanco. Entonces, vio a Stiven reírse con sus amigos, observando la escena como si fuera una simple broma.
Era demasiado. Era como si algo dentro de ella, una última chispa de afecto por Stiven, se apagara para siempre. En ese instante, se dio cuenta de que sus sentimientos por él se habían ido, consumidos por su crueldad, su manipulación y la indiferencia que había mostrado hacia las personas que más la apoyaban.
Amelia corrió hacia sus amigas, que se estaban levantando del suelo, y las abrazó con fuerza. El peso de la situación era tan grande que apenas pudo contener las lágrimas. A pesar de su enojo, su primer impulso fue estar allí para ellas, para demostrarles que no estaban solas.
— ¿Estás bien? — le preguntó Deniss, tocando su rostro con ternura.
Amelia asintió, aunque su corazón seguía retumbando por dentro. Estaba tan cansada de las mentiras, de la forma en que Stiven siempre manipulaba todo a su alrededor, de su crueldad.
— Sí, pero esto... esto tiene que parar — murmuró Amelia, su voz firme. — Ya no voy a dejar que Stiven siga lastimándonos.
Deniss y Vanesa la miraron, sorprendidas por la determinación en su tono.
— ¿Qué vas a hacer? — preguntó Vanesa, sin ocultar su preocupación, pero también con una chispa de esperanza en los ojos.
Amelia respiró hondo, mirando hacia el grupo de Stiven con furia. Por primera vez, no sentía miedo ni inseguridad. Solo sentía una determinación que no había experimentado antes.
— Voy a enfrentarme a él — respondió Amelia, con una mirada decidida. — Esto tiene que terminar. No voy a dejar que siga lastimando a la gente que quiero. Y ya no me importa lo que sienta por él.
A partir de ese momento, Amelia supo que había tomado una decisión importante. Los sentimientos por Stiven, que habían sido tan intensos, tan dolorosos, ya no existían. Ahora, había un espacio vacío que Axel había empezado a llenar, no con promesas ni con palabras, sino con acciones, con su presencia constante y su apoyo incondicional.
Amelia no sabía qué pasaría en el futuro, pero una cosa estaba clara: ya no iba a ser víctima de nadie, especialmente no de alguien como Stiven. Si algo había aprendido de todo esto, es que su valor no dependía de lo que él pensara de ella, sino de cómo ella se veía a sí misma.
Y, con cada paso que daba, Amelia se acercaba más a la verdad de sus propios sentimientos, dispuesta a vivir su vida en sus propios términos.