💔🔥 ZADDY: ¡Recuperando a mi Esposa! 🔥💔
Perdió a la mujer de su vida... Ahora hará lo imposible para recuperarla.
Gerónimo Báez lo tenía todo: poder, éxito y una esposa leal que lo amó por más de veinte años. Marla Andrade de Báez, una mujer fuerte y empoderada, fue su compañera incondicional… hasta que él lo arruinó todo.
🔥 La crisis de los 40 lo golpeó.
💣 Un error. Un desliz. Una traición imperdonable.
Marla no era una mujer que se quedara llorando. Con dignidad, lo dejó atrás. Se convirtió en la versión más poderosa de sí misma, mientras el mundo la aplaudía… y él la veía desde la distancia.
💔 Gerónimo ahora es el villano de su historia.
Pero hay algo más, algo que nadie ha visto… y que él no puede revelar.
🔹 La verdad está oculta entre mentiras y apariencias
🔹 Las pruebas lo condenan.
🔹 El mundo la alienta a seguir adelante sin él.
Pero Gerónimo no está dispuesto a rendirse.
🔥¿Su amor será suficiente para obtener una segunda oportunidad?
🔥¿O Marla seguirá adelante…?
NovelToon tiene autorización de ARIAMTT para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
11. Deseo Indomable.
⚠️⚠️ Advertencia⚠️ ⚠️ este capítulo tiene escenas sensibles +18⚠️
POV GERÓNIMO.
Veo a mi mujer, por fin, nuevamente durmiendo a mi lado. No me alcanzará la vida para darle gracias a Dios por esta nueva oportunidad.
Anoche, en medio de todos los deseos que nos envolvieron, terminamos en su casa.
Sentir el roce de su piel delicada es algo que temí no volver a experimentar. Pero ahora que la he recuperado, no permitiré que intenten alejarla de mí otra vez.
Me levanto sigilosamente y me coloco solo el pantalón. No sé si haya alguien del servicio, pero quiero ir a prepararle un desayuno exquisito.
El aroma del café recién hecho y los huevos cocinándose inunda la cocina. Observo mi reloj.
"Creo que es más almuerzo que desayuno."
—¡Uhhh! Eso huele delicioso —su voz ronca y adormilada me sorprende, justo antes de que su cuerpo caliente se pegue a mi espalda.
Un escalofrío me recorre al sentir sus labios deslizarse por mi columna. Su aliento tibio contra mi piel despierta cada fibra de mi ser.
Dejo de revolver los huevos, apago las hornillas y me giro con cuidado.
—Aún me cuesta creer que estás a mi lado —mi voz es apenas un susurro.
Su mirada está cargada de amor, pero también de miedo.
Eso me atormenta. Necesito aclarar las cosas. Necesito que vuelva a mirarme con el mismo brillo que tenía el día de nuestra boda… con ese amor profundo con el que me miró durante veinte años.
—Gero, tenemos que hablar —su tono es bajo, como si temiera que el aire mismo la escuchara.
Mi mandíbula se tensa.
—Mi fiera, te juro por nuestro hijo… por cada uno de los años que he vivido a tu lado, que jamás te he traicionado.
Ella baja la mirada y muerde su labio con nerviosismo.
—Yo… yo te escuché… eras tú… —su voz se quiebra al decirlo.
"¡Maldita Brenda! Juro que vas a pagar cada lágrima de mi mujer."
La tomo de la cintura y la subo sobre la encimera, asegurándome de que sus ojos se encuentren con los míos. Cojo mi teléfono y le enseño cada una de las pruebas que he recolectado.
Ella parpadea. Primero, duda. Luego, sus labios se entreabren en una mezcla de sorpresa y furia.
Marla se queda en silencio. Su pecho sube y baja rápidamente, pero sus ojos no se despegan de los míos.
La veo dudar.
Un instante.
Un segundo.
Luego, tiembla.
Observo cómo su rostro enrojece, cómo su respiración se vuelve errática, cómo sus ojos cambian de color. Ese verde esmeralda ha pasado a un tono azul claro por la rabia que amenaza con explotar.
—¡Esa maldita perra! ¿Quién demonios se cree para meterse con mi esposo? —su voz resuena como un trueno, cargada de ira y miedo.
Un silencio sepulcral se instala entre los dos.
Ella cierra los ojos con fuerza, tratando de contener las lágrimas. Su pecho sube y baja aceleradamente.
—Gero… mi amor… ¿Puedes perdonarme? —su voz se rompe—. Soy la peor de las idiotas por dejar que el miedo me impidiera enfrentar lo que sucedía en esa recámara aquel día…
Se aferra a mi cuello y llora como una niña pequeña.
Yo acaricio su hermoso cabello rubio, dejando que sus lágrimas se deslicen por mi piel.
—Fiera, no tengo nada que perdonarte… Esa maldita bruja planeó todo tan bien que, por más confianza que me tuvieras, todo me hacía ver culpable.
—Pero… yo soy tu esposa… Te conozco hace más de 20 años, lo mínimo que merecías era que creyera en ti —su sollozo es desgarrador, y sus lágrimas salen descontroladas.
Levanto su rostro, obligándola a mirarme. Seco sus lágrimas con mis labios, besándola con infinita ternura y devoción.
—Mi amor… Lo importante es que no pudieron contra este gran amor… Mira, aquí estamos tú y yo, muriendo de deseos por fundir nuestros cuerpos… por ser uno solo.
Marla sonríe entre lágrimas y clava sus ojos en los míos con amor.
—Te amo, Gero. Y te prometo que jamás volveré a dudar de ti. Desde hoy, seré como Santo Tomás: hasta no meter mis dedos dentro de la llaga, no creeré.
Ella es mi mujer.
Solo mía.
La madre de mi único hijo.
La mujer con la que llegaré hasta viejitos y daré mi último suspiro.
Mi boca deja un rastro de besos ardientes sobre su piel, sintiendo cómo su pecho se alza con cada respiración entrecortada.
Sus manos se enredan en mi cabello, guiándome con desesperación, con hambre…
La despojo de la bata que lleva puesta, dejando al descubierto su cuerpo desnudo.
Mi respiración se acelera y mis ojos arden de deseo.
Mi hombría palpita con fuerza, respondiendo al deseo que nos consume.
Mis labios recorren su piel con deseo, memorizando cada curva, cada centímetro de su cuerpo.
—Eres perfecta —murmuro contra sus senos antes de atrapar con mi boca uno de sus pezones erguidos, saboreando su esencia.
Un gemido ahogado escapa de sus labios cuando mis manos descienden hasta su centro, acariciándola con devoción.
Su cuerpo se arquea al contacto, estremeciéndose bajo mis dedos, y eso despierta aún más al animal salvaje que habita en mí.
—Gero… —jadea mi nombre, abriendo aún más sus piernas alrededor de mi cuerpo, entregándose sin reservas.
El sonido de su voz enciende algo primitivo en mi interior.
Mis labios reclaman ese lugar que es solo mío… Lo he extrañado y anhelado tanto.
Deslizo mi lengua, saboreándola, lamiendo su feminidad en un movimiento profundo y desesperado. Me fundo en ella en una danza celestial, urgente, llena de amor y deseo indomable.
Su cuerpo se estremece, sus gemidøs son la melodía más perfecta para mis oídos, y cuando tiembla bajo mi lengua, sé que está justo donde quiero.
Disfruto cada segundo.
Cada instante.
Ella se abandona completamente a la pasión.
No tiene control sobre su cuerpo.
Es presa de los deseos más primitivos.
De la lujuria, del placer incontrolable.
Me sacio con sus jugøs, lamø mis labios, disfrutando de su esencia.
Poco a poco, su respiración se estabiliza, pero el deseo sigue ardiendo en su mirada. Sus ojos brillan con intensidad y súplica.
Marla me busca con desesperación, sus manos ansiosas descienden por mi abdomen, deshaciéndose de mi pantalón hasta hacerlo caer al suelo.
Su tacto me enloquece, y ya no hay más barreras entre nosotros.
—Te necesito… ahora —susurra contra mis labios, y su súplica es mi perdición.
Con un solo movimiento, me hundø en su centro, con fuerza, con hambre feroz.
Con amor… Con pasión…
En ese instante, no existe nada más.
Solo nosotros.
Solo este amor que ni el tiempo ni las mentiras pudieron destruir…
Ahora sí doctorcita, aténgase a las consecuencias de sus palabras