Mahtob

Capítulo 11

Mahtob no podía sacar las imágenes de su mente, sabía que no debía andar por la casa invadiendo la privacidad. Al observar que ya estaba por amanecer decidió bajar para buscar un libro, para así salir a ver el sol. La mansión era muy hermosa, el jardín estaba enorme pudo notar que había unas bancas debajo de un árbol frondoso. Sin duda el mejor lugar para sentarse a leer y ver el amanecer.

Por fin había encontrado el despacho, por ende la biblioteca era un muro de dos niveles lleno de libros. Algunos en otros idiomas, ella había estudiado otros idiomas con su hermano Ali. Entre ellos estaba la Iliada y la odisea siempre quiso leer libros que no fueran sobre el profeta. Pero estaban prohibidos para ella, si no fuera por los de medicina, Mahtob no conocería otro tipo de lecturas. Tomó ambos libros, salió al jardín, los vigilantes la observaban por las cámaras. Uno de ellos decidió acercarse para saber que estaba planeando, pero al percatarse que solo estaba sentada leyendo la dejó continuar.

Estaba emocionada por tan magnifica lectura la furia de Aquiles era algo con lo que ella se identificaba. Esa furia por todo lo que le arrebataron, lo tenía que trabajar para lograr salir de ahí, sobre todo ser valiente. Habian pasado las horas, entonces Refugio decidió acercarse a ella.

—Señorita ¿quiere desayunar?.—preguntó refugio

—Si, claro. —respondió Mahtob

—¿Gusta algo en especial?.—preguntó Refugio

—Pienso que, (suspiro) si ya no podré irme de aquí, es mejor que me acostumbre a la comida.—respondió Mahtob

—Entiendo, esta bien prepararé pan francés y jugo fresco.—dijo Refugio

—Shukran, ¿puedo ir con usted y desayunar en la cocina?.—preguntó a Mahtob

—Por supuesto, vamos.—respondió Refugio

Mahtob tomó sus libros, caminó junto con Refugio hasta la cocina. Refugio era una mujer dulce, un poco mayor le recordaba a su madre. Por un momento entendía el porque Karima quería casarla, tal vez si hubiera obedecido estaría cerca de su familia. Tal vez su esposo hubiera permitido que estudiara, pero en ese momento se dio cuenta que algo bueno pasaba, ahora ella podía elegir. Si ya no pertenecía a su familia, tal vez si acepta todo lo que Pedro le pida la dejaría terminar de estudiar. Tenía que buscar el momento adecuado para pedirlo.

—Refugio ¿quien es la mujer que durmió aquí anoche?.—preguntó Mahtob

—No se si tenga permitido decirlo, si mejor le pregunta al señor.—respondió Refugio

—¿Cuantos años tiene Pedro?—preguntó Mahtob

—El señor tiene 28 años, le decimos señor por respeto. No porque lo sea.—respondió Refugio

—¿Tienes mucho trabajando aquí?.—preguntó Mahtob

—Desde antes que el señor naciera, toda mi vida he trabajado para su familia. Ahorita solo está el señor, pero aquí también vive su hermana. A veces viene a visitarlos la madre de ambos.—respondió Refugio

—Eres muy leal, eso es bueno. Gracias por ayudarme.—dijo Mahtob

—Pienso que tienes la edad de mi única hija, ¿de donde eres señorita?—preguntó Refugio

—Yo nací en Ibshanna una comunidad de Egipto cerca del Cairo, me llamó Mahtob Rashid soy la más pequeña tengo 17 años, estudiaba medicina. Tengo cuatro hermanos mayores, a mi madre y mi padre. Pero creen que escape con un hombre, así que mi padre me repudió, si regreso sería llevada a las autoridades, después sería azotada hasta la muerte en la plaza pública como manda el Coran. No tengo a donde ir soy una hoja al viento.—respondió Mahtob

Refugio sentía lastima por ella, era aún pequeña para estar ahí, era aún más joven que su hija, y que París la hermana de Pedro.

—¿Entonces ya no tratará de huir?.—preguntó Refugio

—No tengo a donde ir, ni familia, amigos además de que ahora pertenezco a Pedro. El ahora decidirá mi destino.—respondió Mahtob

—Bueno sabe que me tiene a mi para lo que llegue a necesitar. excepto huir. Porqué es traición y se paga con la vida. ¿Que significa Mahtob?.— dijo Refugio

—Luz de Luna.—respondió Mahtob

Mahtob le sonrió y Refugio le sirvió el desayuno. Después se escuchó la voz de Pedro en el pasillo.

—Buenos días, vaya así que decidiste salir de tu habitación y desayunar.—dijo Pedro

Mahtob no podía mirarlo ya que las imágenes que presenció en la noche venían a su mente.

—Si desperté antes de que amaneciera, por cierto tome dos libros de tu despacho. Después Refugio me ofreció el desayuno.—contestó Mahtob sin atreverse a mirarlo

—Bueno me alegra que hayas cambiado un poco tu actitud, debo irme. Refugio aún está dormida Florencia por favor súbale el desayuno. Mahtob no intentes huir.—ordenó Pedro

—Lo sé.—respondió Mahtob con un tono amargo.

Refugio observaba como miraba Pedro a Mahtob, la miraba como si fuera lo más valioso que tenía. No era normal que el se comportara así, la respetaba hasta cierto punto. Ahora pensaba, porque se la robó, era obvio que él se había enamorado de ella, pero no quería darlo a saber.

Mahtob se paseaba por la casa parecía un museo, tenía muchas antigüedades. En la sala había una chimenea, tan distinta a su casa. Su casa en el nuevo cairo era bonita pero más pequeña. A comparación de esa casa, la casa de su captor parecía un castillo lleno de color. En su religión está prohibido tener pinturas o fotos colgadas sobre las paredes. Mientras que ahi era lo que abundaba por cada pared, pinturas sobre paisajes, personas y las fotos familiares.

—¿Oye tú acaso estás sorda?.—preguntó Florencia

—Disculpa no escuché que me llamaras.—respondió Mahtob

—Eres nueva verdad, ¿donde está tu Señor?.—preguntó Florencia

—No tengo idea donde está Pedro.—respondió Mahtob

—Que sirvienta tan igualada resultaste, es tu señor. Los sirvientes como tú tienen que hablarle de usted.—dijo Florencia

—Está bien. Si es todo te dejo.—dijo Mahtob

—¿Como te atreves a ser tan altanera conmigo?, ¿quien te crees que eres?.—dijo furiosa Florencia

—No soy nadie, solo déjeme en paz.—respondió Mahtob mientras se alejaba de ella.

Florencia estaba furiosa, se preguntaba quien era esa mujer, ¿por que se daba el lujo de dejarla hablando sola?. Pedro le tendría que dar una explicación.