AFABLE

...ELLA...

—¡Ya te dije que no! No me importa si fuiste la más alta en tus calificaciones. ¡No seguirás estudiando!

—Papá. ¡Por favor! No he hecho nada malo. ¡No seas cruel conmigo! Me están regalando esta oportunidad de seguir adelante en la escuela. Yo solo quiero seguir…

Me dio una cachetada. ¡Me dolió la cara! No pude evitar llorar por el dolor de enfrentar esta situación. ¡Ya lo había hartado!

—Una chamaca como tú solo servirá para ser madre. ¿Qué caso tiene que sigas yendo a la escuela a perder el tiempo?

—¡No estoy perdiendo el tiempo! Yo no sé porque tienes esos pensamientos tan cavernarios —no me dio miedo rezongarle.

—Me estás haciendo enojar. ¡No me respondas!

Tragué saliva, mi corazón latía de tristeza y enojo. ¡Papá si podía explotar frente a mí! Yo también tenía ganas de explotar.

—¡Perdóname! No soy una mala hija, lo que te estoy pidiendo no es malo. Además, escuchaste que…

—¿Cuántas de tus amigas seguirán estudiando? Dime, quiero saber el número.

Trague saliva, me obligue a controlar mis lágrimas. ¡Esto me dolía!

—Tres.

—¿Y las demás?

—Ellas no irán.

—¿Qué harán? ¿Por qué no irán?

Me quede callada. La respuesta era dolorosa. ¡Me dolía aceptar esa realidad! No quería pronunciar que esa era la vida que mi padre quería para mí. ¡Me negaba a aceptar las costumbres ancestrales!

—Se irán con sus novios —admití cabizbaja.

Muchas de ellas ya estaban embarazadas y el resto de ellas ya se habían juntado con sus novios. ¡Esa era la costumbre en este pueblo! Una costumbre extraña para mí. Que a la edad que tengo ya era buen tiempo para contraer matrimonio con algún joven caliente, aunque ninguno de los dos fuese lo suficientemente capaz de entender el significado real de la vida de adultos casados.

—¡Así es! Y tú, en vez de estar pensando en la escuela, deberías prepararte para ser una buena mujer. ¿Ya sabes cocinar? ¿Sabes lavar? ¿Sabes hacer el quehacer en la casa? Debes aprender a ser una mujer trabajadora en casa, aprende que debes atender a tu esposo.

¿Esposo? Eso era lo más estúpido de esta conversación. ¡Yo no quiero un esposo! Al menos no por ahora.

Por eso me daba coraje, que papá no fuese lo suficientemente atento como para valorar todo lo que soy capaz de hacer. ¡Por supuesto que ya sabía hacer todas esas cosas! Mi madre me había enseñado a cumplir con los deberes de la casa. ¡Y no tenía otra opción ante el mal carácter de mi padre!

Me sequé las lágrimas, decidí darle mi mejor cara a su ideal tan absurdo.

—Yo no me quiero casar pronto y tampoco pienso que irme con un muchacho sea lo mejor para mí. ¡Quiero aprender más! Debo cumplir con mis metas y sueños antes de convertirme en ama de casa. O sea, si sabes que la vida también nos da la oportunidad de soñar ¿no?

—¡Estas loca! No quiero que me…

—Quiero aprender más sobre la costura. Estudiar para modista o…

—¿Y quién te va a pagar la escuela? Porque ni creas que yo te voy a estar dando dinero. ¿No ves que somos pobres?

No teníamos dinero porque papá solía beber mucho y aunque trabajaba como jardinero en casa de un narco, literalmente estábamos en la fregada económicamente. ¡Canijo! No había dinero para mi escuela, pero siempre había dinero para su vicio y nadie le podía decir nada.

—¡Yo me pagaré la escuela! No te preocupes por eso.

Pareció no creerme. En su rostro se reflejó la incredulidad y las ganas de burlarse de mí. ¿Por qué no estaba dispuesto a ayudarme? Él rechazó la beca que me habían ofrecido esta tarde en la graduación. ¡No quería que yo siguiera adelante! Mi padre también era muy orgulloso.

—¿Tú te la vas a pagar?

—Sí. Yo puedo pagarme la escuela —pronuncie con mucha seguridad.

—¿Y cómo piensas hacer eso? La vida es bien cabrona. ¡No sabes lo que dices!

¿Cabrona? No estaba dispuesta a aceptar la realidad de sus ideales. ¡No quería ser como todos en este lugar!

—Se coser. Le diré a mi abuelita que me deje ayudarle en sus costuras. ¡Así ganaré dinero para mi escuela!

Pero eso solo hizo que él se enojara mucho más. Sentí que iba a golpearme otra vez. Se acercó a mí, vi que alzaba su mano y lo único que se me ocurrió hacer, fue cerrar los ojos. ¡Me iba a dar una bofetada!

—Déjala que estudie. ¡No le pegues! No tiene la culpa de que tú no seas tan buen padre.

La voz de mi abuela me hace sentir tranquila.

—¡Madre! —Papá se sorprendió de que ella estuviera aquí.

—Janet es muy inteligente. ¿Qué culpa tiene de que tú no quieras que vaya a la escuela solo porque a su edad tú decidiste juntarte con tu mujer? —Interrumpió mi abuelita—. Deberías dejarla que aproveche mientras no se convierte en ama de casa. ¡Déjala que estudie el bachillerato!

Me dio tanto gusto verla aquí. ¡Ella era mi salvación! Mi mejilla se salvó de recibir una gran bofetada.

—Madre. Usted no sabe la situación, su nieta…

—Yo le voy a pagar la escuela —interrumpió ella—. No te preocupes por eso. ¡Y ya deja de beber! No me gusta ver a mi hijo ebrio tirado afuera de la cantina. ¡Te ves mal! Das pena.

Papá agacho la mirada por algunos segundos. Mi abuelita me estaba salvando de esta situación. Sostenía un ramo de claveles color melón y me lo ofreció.

—¡Felicidades, hija! Me da gusto ver que te has graduado. Te traje estas flores y pensé en llevarte a mi casa. Te he preparado una comida para celebrar.

Sin dudarlo dos veces, corrí hasta ella y la envolví con mis brazos. ¡Me sentía a salvo cuando ella me abrazaba!

—¿Le hizo una comida? —Papá parecía no creer en mi abuela.

—Sí. ¡Se lo merece! Mi nieta es muy brillante. ¡Estoy orgullosa de ella!

Sus palabras me hicieron olvidar el dolor que acababa de enfrentar con mi padre.

—¡Muchas gracias! —Me limite a decirle.

Asintió.

¿Qué estaba pensando mi padre justo ahora? ¿Aceptaría la propuesta de mi abuelita de pagarme la escuela? ¿Me dejaría seguir estudiando? ¡Eso es lo que yo quería!

Ella y yo comenzamos a caminar a la salida de nuestro hogar y cuando estábamos llegando a la puerta para salir al patio, un muchacho apareció de la nada. Y en mi recuerdo, no había rastros de alguien como él.

Hizo contacto visual conmigo. ¿Quién era? ¿Por qué estaba aquí? ¿Buscaba a mi padre?

—¡Buenas tardes! —Saludó.

Vestía de forma elegante. Un pantalón de vestir negro, camisa blanca y corbata negra. ¡Era alto! ¡Y guapo! Fue evidente que no vino a buscar a mi padre. ¿Le regalaría flores a mi padre? ¡Por supuesto que no!

—Hola hijo —mi abuela correspondió a su saludo.

—Vine a entregar este presente a la graduada. Me dijeron que aquí vive Janet.

¡Impactada quedé! ¿Me estaba buscando? ¿Por qué me buscaba? ¡Por un presente! Me sentí bastante halagada y chiveada a la vez. Sonreí al instante.

—Hola. ¡Yo soy Janet! —No me dio miedo presentarme.

Al instante, sentí chispas en nuestro contacto visual.

—¡Mucho gusto! Mi padre me pidió que te entregara este presente —extendió un ramo de flores, eran más claveles y me ofreció una bolsita de regalo.

Lo reconocí al instante. ¡Tenía poquitos rastros de él! Ese muchacho se había sentado en la mesa del presídium de graduación. ¡Él me entregó mi diploma de aprovechamiento!

El muchacho era mayor que yo, eso era evidente. Llevaba puestos unos anteojos con cristales de fondo de botella y su sonrisa, no sé, era muy bonita. Me pareció muy lindo su gesto. No dude en tomar el presente.

Nuestras manos tuvieron contacto ligero.

—¡Muchas gracias!

—Para servirte —se limitó a decir.

Sonrió e hizo una reverencia simple.

—¿Te quedas a comer? —Mi abuelita lo estaba invitando.

Arrugó su entrecejo.

—Gracias por la invitación, pero debo regresar a mi casa. Mi papá está enfermo y debo ir a atender algunos asuntos en casa. ¡Una disculpa!

—No te preocupes. Deseamos que tu papá se recupere pronto —dijo mi abuelita.

¿Su padre enfermo? Sentí ligera preocupación por él.

—¿Cómo está él? —Pregunté.

Sus ojos hicieron contacto con mis pupilas.

—Debe reposar en cama. El médico dice que se recuperará pronto.

Sonreí, me sentí aliviada.

—¡Pues espero que así sea! Dile a tu padre que estoy muy agradecida y contenta con el regalo que me has traído. ¡Muchas gracias!

Y como un impulso muy grato, decidí darle un abrazo.

¡Sus flores también me habían ayudado a olvidar el mal rato que mi padre me había ocasionado!