Desde Que Llegaste, Mi Vida Cambiaste

_¡Emma y Manuel!_

_Te lo dije, Emma._

_Ya no seas llorón Manuel, solo diremos la verdad._

La niña de cinco años, salió de su habitación con una mirada que hacía sentir culpable a cualquiera, seguida por su hermano, quien no podía fingir otra expresión, no tenía ese talento de su hermana, al ser mellizos, cada uno tenía su personalidad.

Su madre se quedó viéndolos, sin saber que decir primero, era complicado para ella, una piloto que había pasado por muchos obstáculos para lograr la vida de lujo que tenía, gracias a su amada amiga, quien siempre estuvo para ella, durante su embarazo, dándole todo sin decir nada.

_Dios, niños, ¿por qué le dijeron todo eso a José?_

_Por qué es la verdad, mamá, ese no puede ser tu novio, gana menos que tú y no le gustan los niños._

Andrómeda no aguantó y soltó una risita.

_Mamá, ¿tú lo amas?_

Manuel se preocupaba más por los sentimientos de su mamá, eso le llenaba el corazón.

_Mis amores, yo no haría nada que los sintiera incómodos y José solo era un amigo, que no pienso traer a casa._

Los niños sonrieron y abrazaron a su madre, estaban feliz de saber que nadie les quitaría su amor, si deseaban un padre, pero querían a alguien que representara a su madre, cosa que su tía loca les decía a menudo, debían cuidar de su madre a toda costa.

La vida de Andrómeda cambió desde la llegada de sus tesoros, su amor era solo para ellos, en esos seis años, desde el embarazo y la crianza de sus hijos, solo tuvo dos parejas, pero ninguna llegó a pisar su casa, había dejado de creer en el amor, para ella, la sinceridad y la compresión, hacían el amor y eso nadie lo quiero entregar y ahora con sus niños, no esperaba nada de ningún hombre.

_Matteo, creo que es el piloto, quien te vendió, si bajabas hoy a ese lugar, estarías en manos de unos secuestradores._

El hombre alto de metro ochenta, barba, cejas pobladas, frente fruncida, labios carnosos, pero no tanto, su cuerpo bien trabajado, de traje perfecto a la medida, lanzaba un vaso de whisky a la pared, ya eran tres pilotos, que lo vendían, siendo un empresario muy reconocido, con muchas empresas de diferentes cosas, cualquiera quería tomarlo de rehén y pedir mucho dinero, cosa que él sabía y por eso tenía gente que lo cuidaba en todas partes, agradecía que su hermana viviera con su esposo lejos de todo eso o ya moriría de preocupación.

Su mirada quedó perdida, era difícil confiar en otro, cualquier método usaban para comprar a sus pilotos, no entendía el porqué no les era suficiente, lo que él les daba .

_¿Por qué no contratamos a una de las chicas que recomiendan bastante?_

Una carcajada salió de él, ¿poner su vida en manos de una mujer? Eso era una ofensa para él, un hombre machista, quien solo veía a una mujer como su instrumento para quitar sus ganas, cocinar sus comidas y mantener sus mansiones brillantes.

A Su amigo no le quedó de otra de buscar a otro piloto, pero estaba tan cansado, que decidió hacer algo que le podría costar la vida o su trabajo, era una manera exagerada de él pensar.

_¿Buenos días, estará disponible una de las pilotos para mañana?_

_Si, señor, la señorita Andrómeda del Río._

El hombre sonrió al ver la foto que le mostraba, ya la chica encargada de esa agencia de pilotos, sabía quién era, Arturo Lugo, el mejor amigo y asistente de Matteo Santos.

_Llámela por favor, y dígale que la espero en el hangar XXxx a las 10:00 am de mañana sin falta._

La chica asintió y Arturo se retiró, disfrutaría ver la cara de su amigo o tal vez ver cómo lo asesinaba frente a todos.

📲 _ Sí, no hay problema, ahí estaré._

Andrómeda colgó el teléfono y sus niños estaban con una carita de tristeza, casi no veían a su madre, por estar de un lugar para otro, a ella le dolía más, su sueño era poder ser contratada por alguien que no viajará a menudo, así poder pasar más tiempo con sus hijos.

La noche fue muy especial, los tres compartían de todo un poco, jugaban a distintos juegos, hasta quedar rendidos, mientras Andro, prepara su pequeña maleta.