PRISIONERA

PRISIONERA

CAPITULO 1 MI SUFRIMIENTO

MELANIE

Veo su figura intimidante acercarse a mí, su mandíbula apretada y sus ojos encendidos en furia. Un escalofrío recorre mi espalda. Sé lo que significa y me preparo para lo que viene. La atmósfera en la habitación se torna densa, el aire se siente cargado de tensión. Cada paso que da, suena como un tambor en mi pecho.

—¿Que no sabes hacer nada bien? —sus gritos retumban en toda la habitación, resonando como un eco en mi mente—. ¡Así de inútil eres!

"Inútil..." No deja de repetir esa palabra una y otra vez, como un mantra cruel. La cabeza me da vueltas. ¿En serio soy una inútil? ¿Porque agregué más sal a la comida sin querer? El recuerdo de su mirada enfurecida y despectiva me llena de incertidumbre, una punzada de autodesprecio se clava en mi corazón.

—¿Me estás escuchando? —me jala con fuerza del brazo, el agarre es como una mordaza que me impide gritar—.

El impacto de su bofetada resuena en mi rostro, mi mejilla se entumece ante el golpe. Las lágrimas brotan sin que pueda contenerlas, deslizándose por mi piel como si estuvieran huyendo de la cruel realidad. ¿En qué momento terminé en este lugar? ¿En qué momento terminé en manos de Marcus Anderson?

INICIO FLASHBACK

—No lo entiendes, Damian. Tu hija será mi pago —fue la primera vez que lo vi y escuché su sombría voz, profunda y amenazante.

—Señor Marcus... Por favor... Solo tiene 16 años... Se lo ruego —mi padre rogaba, sus ojos bañados en lágrimas, casi besando sus pies en un gesto de desesperación.

—Me debes una buena cantidad de euros —su sonrisa siniestra hizo aparición, llena de desprecio—. Me da la gana que lo pagues con ella.

Su figura alta y fornida se proyectaba como una sombra oscura en la habitación. Sus ojos, tan negros como su alma, parecían atravesarme. Todo en él me causó repulsión desde el primer momento: su risa, sus gestos, incluso el aroma a tabaco que lo rodeaba. Marcus Anderson, el nombre del mafioso más reconocido a nivel nacional e internacional. Un hombre por quien la DEA daría millones de dólares muertos. Un hombre al que mi padre cometió el error de prestarle mucho dinero. Un monstruo que no perdona jamás.

—Tú y yo nos vamos, preciosa —su voz se metió en mi piel y me heló los huesos. Me tomó de la cadera y luego me cargó en su hombro como un muñeco. Mi cuerpo se congeló por completo; podía oír y ver todo, pero no podía moverme. Fui llevada hasta un auto blindado y costoso. La tapicería de cuero olía a nuevo, pero el aroma nauseabundo de su perfume me hacía sentir asfixiada. Las lágrimas caían de mis ojos, pero no podía hacer nada.

—Mátalos y quema todo —su orden al teléfono fue como un choque eléctrico, un golpe seco que reverberó en mi mente. Salí del otro lado de la puerta, corrí, pero las detonaciones me frenaron justo antes de entrar a mi casa.

—No... No...

Vi salir a dos hombres sonriendo satisfechos, sus rostros reflejaban una malicia que me llenó de rabia. Me abalancé sobre ellos como una fiera salvaje.

—¡Malditos! ¡Malditos hijos de puta!

Intenté entrar después, pero uno de ellos me detuvo, con una fuerza que me hizo sentir insignificante.

—¡Suéltame! ... ¡Mamá! ... ¡Papá! ... ¡Hermano! ... ¡Nooo!

Las llamas se esparcieron rápidamente, el humo empezó a inundar el lugar que algún día fue mi hogar. El calor era abrumador, el sonido del fuego crepitante, y el llanto de mi familia se mezclaba con mis gritos.

—¡Déjame! ¡Déjame! —me retorcí en su agarre como un gusano atrapado.

—Ay, mi niña... —escuché la voz burlona de ese hombre a mi espalda. Volteé a mirarlo desafiante.

—Desde hoy... Yo seré tu familia. Lo único que tendrás y por quien vivirás seré yo.

—¡Vete a la mierda! —lo insulté, escupiendo su rostro con todo el desprecio que sentía. Todos a mi alrededor palidecieron ante mi acto. Él, en cambio, permaneció impasible, simplemente sacó un pañuelo y se limpió el rostro sonriendo.

Su sonrisa poco a poco se transformó en una carcajada, llena de satisfacción.

—Me encanta tu espíritu —murmuró para después propinarme un puñetazo en el estómago, haciéndome escupir una bocanada de sangre. Me tomó del cabello, acercando su rostro al mío, sus ojos brillaban con una locura inquietante.

—Pero no me tientes, preciosa. Aún no sabes de lo que soy capaz.

Su amenaza es lo último que escuché, seguida de un dolor agudo que me hizo tambalear, y luego nada...

FIN FLASHBACK

Ese maldito mató a mi familia y me ha mantenido como su prisionera por seis años. He intentado escapar sin éxito. Él me mantiene vigilada 24 horas al día, como un ave enjaulada. Me convertí en su esclava... su juguete sexual... su sirvienta... Me convertí en la mujer de este mafioso.

Por suerte para mí, jamás di a luz a ningún hijo suyo, ningún heredero. Desconozco la causa, pero agradezco no haber traído al mundo a un hijo de ese monstruo. El hombre a quien más odio.

Después de golpearme, me follo bruscamente y luego se fue, dejándome sola con mis pensamientos y mi dolor. En este momento, estoy en la bañera, intentando quitar su asquerosa esencia de mi cuerpo. He frotado mi piel tantas veces que se ha enrojecido, la sensación es casi física, como si pudiera raspar su recuerdo de mi ser.

No puedo más. No soporto más. Rompo en llanto como una niña pequeña e indefensa. Extraño a mamá, a papá, a mi hermano. Extraño sus risas, sus caricias, su amor. Extraño mi libertad. Sentía la esperanza de que alguna vez podría escapar de él, hacer una vida nueva, pero nada de eso sucederá.

Salgo de la bañera dispuesta a acabar con mi sufrimiento. Es la primera vez que estoy tanto tiempo sola. Es raro que nadie esté en mi puerta; por lo general, siempre miden el tiempo que puedo durar en la ducha. Pero hoy no... hoy es mi oportunidad.

Miro por última vez mi reflejo en el espejo. Mis ojos azules están totalmente enrojecidos, y mi cabello castaño, empapado, se adhiere a mis pechos. El espejo refleja a una desconocida, una versión destrozada de mí misma que apenas reconozco.

—Llegó la hora de decir adiós a este mundo de porquería, Melanie Williams —murmuro para mí misma, sintiendo una extraña mezcla de alivio y terror.

Doy un fuerte puñetazo al espejo. Se hace trizas al instante, el sonido del cristal rompiéndose es como una melodía de liberación. Varios pedazos caen sobre el suelo y otros se clavan en mi mano. Ignoro el dolor, he soportado peor dolor antes. Tomo el trozo más afilado que encuentro y lo llevo conmigo a la bañera. Mi mano tiembla, mis ojos parecen ríos desbordándose. Prefiero morir que vivir esta maldita vida un día más.

Hago cortes profundos y verticales en ambas muñecas. La sangre brota a borbotones, el calor de mi vida se escapa mientras mi visión se hace borrosa. Poco a poco, siento que pierdo la conciencia.

Lo último que escucho es un estruendo en la puerta de entrada, y veo la figura negra de un hombre entrar por ella.

—Por favor, déjame morir... Quiero morir...

MELANIE

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Comments

María Antonia Ramírez Torres

María Antonia Ramírez Torres

Ay pobrecita.

2022-12-06

5

Mari Chavez

Mari Chavez

que intenso 😦

2022-11-27

1

Adriana Sanchez

Adriana Sanchez

Por dios i siquiera espero a que fuera mayor de edad, la violó a los 16 años que desgraciado ya estoy enganchada 😡

2022-11-20

1

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