Hoy me levanté con un poco de frío, el lugar en donde vivo tiene un clima muy tropical, por lo que acostumbro dormír con poca ropa, pero está mañana pareciera que el otoño se quiere hacer presente. El aire fresco se cuela por la ventana de mi cuarto y con mi escasa ropa, me obliga a removerme para buscar algo más cálido, pero no tengo nada cerca que me pueda dar calor por lo que me obligó a despertar.
Después de cambiarme las ropas de dormir, salgo de mi habitación y me dirijo a la cosina, dónde mi madre ya está preparando el desayuno y mi hermana le ayuda a preparar el café.
Mientras desayunamos, las tres comentamos lo fresco que a amanecido y lo agradable que se siente después de tantos días de calor intensa, todas estamos de acuerdo excepto mi prima, es una pequeña morena de 10 años que ha venido por un tiempo a pasarla con nosotras. Ella vive a dos horas de mi casa, en las costas del Océano Pacífico, asique viene de un clima todavía más caliente. Isa, No, No es Isa de Isabella. Es Isa de Isaura, hija de la hermana menor de mi mamá. Una chiquilla intrépida que no teme decir las cosas tal y como las piensa.
—¿Cuál agusto?- replica la chiquilla que se encontraba tiritando en la silla del comedor— Si yo siento mucho frio- dice mientras se abraza a si misma.
—Bueno, Isa- comienza a hablar mi mamá. —Lo que pasa es que tú estás acostumbrada al clima de dónde vives, por eso es que sientes que hace frío, pero aquí apenas se siente agradable–
—Pues si tu lo dices— responde isa mientras hace una mueca de desacuerdo.
El transcurso de la mañana fue tranquilo, entre mi hermana, mi prima y yo aceamos la casa, mientras que mi madre preparaba la comida temprano. Yo entraba a trabajar en el turno de la tarde y ella quería que fuera bien comida para que no me doliera la cabeza por no comer bien.
Después de algunas horas yo ya estaba lista para partir al trabajo, coloqué el casco en mi cabeza, y me trepé a la moto. Cierto, había olvidado comentar que tengo una moto de estilo clásico, Vitalia. Es una motoneta preciosa, introduje la llave en la chapa y arranque. Mientras me dirija al supermercado pude ver el cielo azul, sin ninguna nube que pudiera empañar aquella vista. Estaba tan despejado, que cualquiera pensaría que el sol quemaba, pero no, con el clima fresco, era una sensación maravillosa sentir el sol y el aire fresco. No tarde mucho para llegar al supermercado, me asegure de que la motos quedará bien bloqueada y camine hacia la entrada del personal.
Una vez ahí, saludé a mi compañera quien se encargaba de dar entrada y salida al personal, tanto promotores como empleados de la tienda. al entrar al pequeño departamento me dirigí a mi locker, tome mis herramientas de trabajo, registre mi entrada y retome mi camino a mi departamento en tienda, Línea de Cajas, al llegar ahí me reporte con mi jefe inmediato.
—Hola Hannah, ¿en cuál caja me pongo?- saludé de manera amable.
—¡Que bueno que llegaste Marlia!- me respondió como si fuese yo un milagro. —Muero de hambre asique te voy a dejar a cargo del departamento mientras me tomo mi hora de comia-
—Ah, si... claro no hay problema- respondí un poco nerviosa
—Si necesitas cambio solo llama al gerente, no hay nadie en caja general y solo él puede apoyarnos en eso- me advirtió Hannah
—Si, está bien- Conteste algo perturbada, Hannah estaba apresurada dejando todo en orden para que yo pudiera encargarme durante su ausencia, contamos también los valores que teníamos para dar cambio a los cajeros y a lo que yo ví, pronto tendría que hablar con el Señor Castillo.
Durante media hora estube apoyando a mis compañeras en lo que necesitaban, principalmente cambiando les monedas, con las pocas que había, ya hacía falta ir a cambiar. Para ello, me serciore de que mis compañeras estuvieran bien, es decir que todo marchara sobre ruedas, luego tome los billetes más grandes que tenía en el cajón de cambio para revisar cuanto tenía que pedir de cada denominación. Hacían falta billetes de $50, $20, monedas de $10, $5 y $1. Hacía falta de todo, ah y de ¢50, puesto que solo quedaba una sola bolsita y haría falta ese dinero para darle fondo a mis compañeras que aún faltaban por llegar.
Con todo el nerviosismo que había en mi pequeño ser, me arme de valor y tome el radio (Walkie Talkie).
—Señor Castillo adelante- Hablé por el radio mientras presionaba el botón para que diera salida a mi voz.
—Adelante- Respondió él con simpleza.
—¿Me puede apoyar con cambio para línea de cajas?- solté el botón del radio para poder respirar profundo.
—Si claro- me contestó con total naturalidad.
Al tener su afirmación salí disparada a caja general, entre más rápido me dieran el cambio pronto podría volver al departamento sin problemas.
Caja general está ubicada dentro de la estructura de entrada de personal, en ese mismo está también recursos humanos, los baños del personal, nuestros lockers, barra de protección que es donde está ubicado el vigilante que da las entradas y salidas del personal, en la segunda planta está el comedor de los empleados y gerencia.
Al llegar a entrada de personal me percató de que el Señor Varela ha llegado, está sentado junto con el Señor Castillo en la oficina de Recursos humanos dónde se ubica la señorita Kely. Están los tres en una plática tan amena, que nose como llegar. Me da nervio el hecho de que el señor Varela esté ahí, además me da miedo interrumpir si es algo importante y que el señor Castillo no lo vea bien.
Rápidamente se vienen a mi cabeza escenarios muy incómodos para mí, pero también está el hecho de que no puedo dejar mi departamento solo mientras espero a que terminen su plática. Así que sin más rodeos, me dirijo a la oficina e interrumpo.
—Hola, Buenas tardes— Saludo para no ser grosera
—Hola, ¿Que tal Marli?— Saluda Kely
—Buenas tardes—responde el señor Varela
—¿Que paso hija?— cuestiona el señor Castillo
—Vengo por el cambio para línea de cajas— respondo haciendo todo el esfuerzo para que no se noten mis nervios.
—Ha, Si ya voy, espérame aya— hace un gesto el señor Castillo con la cabeza indicando que valla a caja general.
—Si claro, con permiso— Respondo y rápidamente y salgo de ahí para adentrarme a caja general, gracias a dios no hay nadie que vea mi nerviosismo, trato de calmarme un par de veces cuando soy capas de ver al señor Castillo que está conversando con el vigilante y se queda ahí haciéndole unos encargos al pobre de mi compañero, me doy vuelta para darle la espalda e ignorar un poco el hecho de mi nerviosismo y cuando vuelvo a girarme veo que el Señor Varela entra al cuarto de Caja general.
"Santa madre, es el quien me va a cambiar, no puede ser que nervios, ojalá no haga otra vez el ridículo."
En mi cabeza no paraba de dar vueltas y por fuera lucía quieta.
Para eso, él ya había entrado a otro cuarto donde resguardan los valores, dónde nos separa una barda con dos ventanas de cristal blindado. Y yo me encontraba en medio de estas dos esperando a que el se posicionará en una ventana para poder acercarme.
—¿Por dónde la veo? ¿Por dónde la veo?- me preguntó mientras él se asomaba por la ventana de la derecha y luego por la de la izquierda, parecía que no sabía por dónde atenderme y fue un acto que se me hizo tierno y a la ves gracioso en alguien como él. E incluso a él mismo le parecía gracioso, lose porque a pesar de que usamos cubrebocas, pude ver cómo sus ojos se entre cerraban y sus pómulos estaban más arriba de lo habitual, era obvio que estaba sonriendo.
Finalmente me acerque a la ventanilla de la izquierda, le indique la cantidad que necesitaba de cada denominación y mientras él me entregaba los valores parecía que no dejaba de parecerle gracioso lo sucedido, o tal vez era que, esta vez, no fui yo quien hizo un encuentro vergonzoso, si no que era su turno de sentirse apenado. Y eso no me causo otra cosa más que enternecerme con su comportamiento infantil.
Finalmente estaba por entregarme los billetes de $20 pesos cuando despegó su mirada de los billetes y me miró fijamente
—¿Cuántos billetes se necesitan para que sean mil?- me dedico una mirada desafiante, pero para eso desde que el inicio a darme el resto de las denominaciones yo ya había ideado la forma de contar rápidamente esos billetes, si 5 billetes de $20 son $100 y en el mil caben 10 veces el 100, quiere decir que 10 por 5 billetes de $20 son los $1000 que necesito. Así que para cuando el me puso a prueba yo ya sabía la respuesta
—Son 50- solté rápidamente, mientras tanto el tenía su atención posada en los billetes y sonrió nuevamente como señal de RESPUESTA CORRECTA.
Cuando él termino de contarlos me los extendió y yo los tome y conté que efectivamente fueran 50 billetes y exactamente esos eran.
—¿Ya los contó?- me miró nuevamente
—Sip, está bien, gracias- guarde los billetes tome el resto del cambio y salí rápido porque ya me había demorado y mi departamento se encontraba solo.
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