Un Crush Con Mi Jefe
Mi nombre es Marllia, nombre poco común pero mis padres así decidieron llamarme, juntarnos los nombres de mis abuelas. Soy una chica común como cualquier otra, o eso creo desde mi punto de vista. Se que para muchas otras personas destacó por diversas cualidades pero creo que son solo patrañas. Mi piel es trigueña, mis cabellos son oscuros y ondulados, en realidad son un enredo porque no son lisos ni chinos. Mi estatura es la de un hobbit, mido menos de 1.60 metros. Y de cuerpo... digamos que dios me dió bastante proporción, no soy una persona obesa deformada. Aún conservo buenas curvas o eso me han dicho, " si bajarás un poco tu abdomen, tendrías un cuerpazo", pero se debe a qué no hago ejercicio.
Hoy es mi primer día de trabajo, acabo de terminar mi carrera en administración y estoy emocionada, si bien no empezaré con un puesto relacionado con lo que estudie pero por algo hay que empezar. Soy la nueva cajera de 8hrs en el supermercado de mi pequeña ciudad. Cuando tenía 14 años entre como empacador voluntario a este mismo supermercado mientras estudiaba la preparatoria, así que convivir con algunos de los trabajadores de la tienda es más sencillo que conocer gente nueva por completo.
Algunos de mis compañeros no los conozco aún, pero espero llevarme bien con todos, no soy muy sociable y tampoco me gusta estar metida en líos con las personas.
El sistema para el cobrado ya lo conozco, conozco casi la mayoría de los movimientos del departamento de línea de cajas, para ser mi primer día me fue bastante bien, mitad del turno estube haciendo cursos con la jefa de recursos humanos y la otra mitad practicando el escaneo de los productos.
Estaba por colocar los productos que use para practicar en la canastilla cuando ví aún hombre bien parecido, no lo había visto en este supermercado, si acaso un par de ocasiones cuando antes venía a hacer el súper aquí, pensaba que se trataba de algún visitante o auditor pero no que trabajará aquí.
Su cabello estaba perfectamente peinado hacia atrás, su rostro afeitado, su uniforme distintivo a del una autoridad en la empresa perfectamente planchado y liso, Y con su altura, lucía imponente y su mirada penetrante ponía de nervios a cualquiera. Si lo miras rápidamente podrías pensar que es un hombre muy estricto y exigente, aún que no dudo que lo sea.
Con toda esta descripción queda más que claro que no deje de mirarle, realmente estaba cautivada, pero la curiosidad de saber quién era él pudo conmigo. Cuando tuve la oportunidad pregunté a una de mis compañeras quién era él.
—Ah, ¿Él?— me preguntó mi compañera, a lo que yo respondí con un asentimiento
—Es el subgerente, el Señor Varela— respondió ella
—Ah, okay, pero entonces ¿quien es el gerente?, supe que habían cambiado de gerente— respondí yo tratando de ocultar mi interés en el Señor Varela
—Ese es el Señor Castillo, es un tipo caucásico, nada que ver con el Señor Varela— respondió ella con simpleza
Cuando conocí al Señor Castillo era obvio la diferencia, efectivamente era un tipo caucásico y a mi parecer nada atractivo, si mostraba autoridad, incluso mucho más que el Señor Varela, pero no se veía tan severo.
Durante mi primer semana en el supermercado solo me la pasé haciendo cursos y más cursos de capacitación, y no fue hasta la segunda semana que pude empezar a laborar de verdad.
En uno de esos días, mi jefe de departamento me mandó a caja general por cambio para repartir entre los cajeros, puesto que el Señor Varela de encontraba cubriendo y debíamos aprovechar la oportunidad.
no supe cuanto dinero me entrego mi jefe para el cambio, pero estaba muy nerviosa, a Varela no lo conocía como a la otra subgerente, Isabella, y me daba miedo no causar una buena impresión en él, después de todo soy una chica con muchas inseguridades.
—Buenas tardes— me obligue a hablar, él estaba concentrado contando dinero y registrandolo en el sistema y al escucharme hablar posó su atención en mi— Mi... Mi jefe me mandó por cambio—
—¿De cuál ocupa?— respondió de forma despreocupada, se enderezó en su asiento para escuchar con atención mi respuesta
—Me dijo que monedas de $10, $5, y billetes de $20 y $50— el nerviosismo en mi timbre de voz era un poco evidente, después de unos segundos el me entrego las monedas y billetes, yo inmediatamente los guarde en el bolso de cambio, lo único que quería era huir pero él me de tuvo
—¿Ya los contó?— me cuestionó, a lo que respondí con una negativa moviendo mi cabeza. —¿Cómo sabe si lo que le di es la cantidad correcta si no lo cuenta?
—Ah.. si— conté con torpeza los billetes pero antes de poder confirmar mis cuentas me interrumpió
— Le di $1000 en monedas de $10 y $1000 de $5, $500 en billetes de $20 y $500 en billetes de $50, dígale a su jefe que cuide los billetes porque están escasos y le encargó que siempre cuente el dinero que le dan para cambiar y el dinero que recibe en cambio sea el correcto ¿De acuerdo?
—Si claro, con permiso— respondí y salí como una bala del lugar.
Desde entonces y cada ves que me mandan por cambio siempre llevo bien contado el dinero, para la segunda ocasión que me encontré con él en caja general no me llamó la atención, se percató de que está vez el dinero que traía a cambiar estaba perfectamente contado al igual que las denominación que él me entregaba.
A veces me preguntó si algún día podré hablarle ...
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Comments
Agueda Monroy
Gracias por el capítulo muy interesante tu novela
2021-05-14
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