cap 18

El viento del norte soplaba con una fuerza antinatural. Las nubes se arremolinaban como si huyeran de algo invisible… o temido.

En la aldea fronteriza de Thariel, los aldeanos despertaron con un escalofrío. El sol no salió esa mañana.

El hielo había llegado primero.

Las casas comenzaron a crujir. Las puertas se congelaban al tocarse. El suelo, cubierto de escarcha, parecía respirar con vida propia. Y luego… lo escucharon.

Un cuerno.

Lento. Grave.

Y vacío.

Del bosque blanco surgieron figuras envueltas en armaduras antiguas. Guerreros congelados, sus rostros eran máscaras de dolor eterno. Los Caminantes de Hielo.

Y entre ellos, como un emperador maldito, venía Rhaegar.

Su capa flotaba sin viento. En su mano, una lanza negra con fragmentos de cristal en la punta. Cada paso que daba, la vida moría a su alrededor.

—No los maten aún —ordenó—. Déjenlos ver… lo que es un rey de verdad.

Aeloria recibió el mensaje horas después. Un halcón helado, con los ojos arrancados, cayó sobre el trono.

Dentro de su cuerpo, un pergamino.

Kael lo abrió con cuidado, mientras Lyra observaba desde el trono de piedra.

Las palabras estaban escritas en sangre:

“He despertado.

Ustedes robaron mi corona.

Ustedes despertaron a mi heredera.

Thariel es solo el principio.

Me llevaré el fuego.

Y lo apagaré… para siempre.”

Kael apretó los dientes.

—Bastardo.

Lyra se acercó y leyó las palabras sin parpadear.

—Él me considera suya. Como si mi poder le perteneciera.

—¿Es verdad?

Ella negó con la cabeza.

—No le debo nada.

—Entonces iremos a matarlo —declaró Kael, con voz fría.

Horas después, en las catacumbas del castillo, Lyra encendió un antiguo círculo de invocación. A su lado, una de las sombras espectrales de la Legión la acompañaba.

—Él viene por mí —susurró ella—. Pero no me encontrará débil.

El círculo brilló en un fuego dorado. Sus ojos se volvieron blancos por un instante. Y entonces… la vio otra vez.

La visión.

La mujer de fuego, idéntica a ella, luchando contra un hombre envuelto en hielo. El mundo ardiendo a su alrededor. Y una frase marcada en el aire:

Solo uno puede gobernar. El fuego… o la muerte.”

Lyra despertó jadeando.

Y comprendió algo que no había querido

La sala de guerra estaba en silencio.

Los generales, los magos del círculo interno y los guardianes de Kael observaban el mapa con tensión. Thariel había caído. Las siguientes aldeas estaban marcadas con cruces negras, como si la muerte ya caminara hacia ellas.

—Partimos al amanecer —dijo Kael—. No podemos esperar más.

—Es una trampa —murmuró el General Vareth, un veterano de mil guerras—. Quiere que dejemos la capital sin protección.

Kael lo fulminó con la mirada.

—¿Y qué sugieres? ¿Que lo dejemos avanzar?

—Sugiero que alguien permanezca aquí con Lyra. Si él viene por ella, entonces...

El silencio se volvió más pesado.

Lyra se levantó, los ojos encendidos.

—¿Insinúas que soy una debilidad?

—Insinúo que él te quiere. Y cuando alguien desea algo con tanta fuerza… lo consigue.

La tensión se cortaba con cuchillos. Kael tomó la palabra con frialdad.

—Quien dude de ella, duda de mí. Y quien dude de mí… puede irse ahora.

Uno de los magos se removió incómodo.

Lyra lo notó.

---

Horas después, en los pasillos vacíos del castillo, Lyra caminaba sola. No podía dormir. Su fuego interior estaba inquieto, como si presintiera algo. Y no se equivocaba.

Desde las sombras, alguien la seguía.

Ella se detuvo. Fingió no notarlo.

Al dar vuelta en un pasillo oscuro, se volvió de golpe y lanzó una chispa de fuego. La figura esquivó, pero su capucha cayó… revelando el rostro del mago que antes había evitado mirarla.

—¿Qué haces aquí?

—Solo... solo quería hablar —balbuceó él, retrocediendo.

—¿Hablar o traicionar?

Él tragó saliva. Sabía que no podía mentirle.

—Te va a destruir, Lyra. Ese poder que tienes... es suyo. No lo entiendes. Él no quiere matarte. Quiere absorberte.

—¿Cómo sabes eso?

El mago titubeó… y entonces lo dijo:

—Porque yo fui su discípulo. Hace mucho. Antes de que lo encerraran.

Lyra sintió un escalofrío.

—¿Qué estás diciendo?

—Él habló conmigo en sueños. Me prometió el fin del caos, la purga del fuego. Me dijo que tú eras el error. Y que si te entregaba... me devolvería la magia que me fue robada.

Lyra alzó la mano. Una esfera de fuego brilló en su palma.

—¿Pensabas matarme?

—No. Solo abrir el portal cuando él llegue.

—Entonces ya elegiste.

Un susurro, un grito ahogado… y fuego.

La traición fue sofocada en silencio.

---

Esa noche, Lyra le contó todo a Kael. Él la abrazó en silencio, la frente apoyada en la de ella.

—El enemigo no está solo en el norte —dijo ella.

—No. También está en nuestras sombras.

Y ambos supieron que al amanecer no solo marcharían hacia una guerra…

Sino hacia un destino que ya no podían evitar.

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Cony Rojas

Cony Rojas

inteligencia, lealtad y amor incondicional soon la base del éxito y nuestros Kael y. la reina lo tienen

2025-04-14

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