Jaula de Sombras

El sonido de la puerta cerrándose dejó un eco en la habitación. Como si cada golpe de la madera contra el marco marcara otra sentencia en mi contra. El aire estaba denso, cargado de humedad, cigarro y desesperación.

Mi cuerpo seguía temblando. Intentaba calmar mi respiración, pero no podía sacarme de la cabeza la sensación de esas malditas manos sobre mí. Sobre todo cuando aún podía sentir, aquel líquido en mi culo.

Cerré los ojos con fuerza. No voy a llorar. No voy a romperme.

Las muñecas me ardían por la presión de las cuerdas, las piernas estaban entumecidas y la cabeza me latía con fuerza. No tenía idea de cuánto tiempo había pasado aquí, pero cada segundo se sentía como una condena. El silencio era tan espeso que dolía.

¿Y si ese hombre vuelve de nuevo y decide acabar esto con su otro amigo? El miedo me paralizaba.

Hasta que algo dentro de mí se encendió. No puedo seguir así. No voy a quedarme aquí esperando a que me hagan mierda.

Me moví con cuidado, tanteando el suelo con las manos atadas. La oscuridad era casi total, pero mis ojos se habían acostumbrado lo suficiente como para distinguir algunas cosas.

El suelo era de concreto. Frío, áspero.

Las paredes estaban cubiertas de mugre y humedad. En una esquina, unas tablas viejas servían como puerta improvisada. Tenían una pequeña rendija en la parte superior, por donde apenas entraba algo de luz. Me acerqué con dificultad y pegué el oído contra la madera.

Voces. Jim y Malcom estaban discutiendo.

—¿Qué mierda estabas haciendo ahí dentro? —Malcom sonaba irritado.

—Nada —gruñó Jim.

—¿Nada? ¡No me ve has con esa mierda! Después de darme un sermón para no tocarla y resulta que quién más ganas la tenía eras tú.

—No me la follé como tú querías hacer.

—Sea lo que sea que hiciste, parece que no quedo satisfecha. ? Ella fue quien te dejó así la nariz?—se mofó Malcolm.

—Espero que me dejes, aliviarme con la siguiente entrega—siguió Malcolm.

Mi estómago se revolvió de asco.

—Malcolm...

—Me lo debes, jim

—El jefe no quiere problemas con los compradores.

—No soy idiota. Sé cómo funcionan las cosas.—había dicho Malcolm con un dejé de irritación, pero dejé de escuchar al escuchar aquella palabra.

Compradores. El estómago se me cayó a los pies. Mi piel se erizó y mi corazón empezó a golpear contra mi pecho como si quisiera salir. Me iban a vender.

No sabía a quién. No sabía cuándo. Pero lo harían.

Si me sacaban de aquí, si me entregaban a otra persona, cualquier posibilidad de escapar desaparecería.

¡No. Ni de coña!

Respiré hondo, forzando a mi mente a enfocarse en lo que importaba. Mis ojos recorrieron la habitación. Algo… necesito algo. Y entonces lo vi. Un pedazo de metal oxidado en la esquina. Parecía una tubería rota. Me arrastré con dificultad hasta alcanzarlo y giré las muñecas, intentando agarrarlo con los dedos.

Las cuerdas estaban firmes y mis movimientos eran torpes.

—Vamos… vamos… —susurré entre dientes, sintiendo la frustración mordiéndome la piel.

Me incliné hacia adelante, intentando mantener el equilibrio sin hacer ruido. El metal estaba frío y áspero en mis dedos. Lo deslicé contra la cuerda y empecé a frotarlo de un lado a otro con desesperación.

Mi respiración se aceleró. ¡Dios mío, esto me va llevar una eternidad! Y tiempo era algo que no tenía.

Mientras seguía con mi labor, escuché como los pasos afuera se movían, alejándose.Contuve la respiración, esperando.

Nada.

El pedazo de metal raspaba la cuerda, debilitándola poco a poco. Solo un poco más. Mi pulso martilleaba en mis oídos, pero un ruido me dejó prerificada, era el sonido de unas llaves entrando en la cerradura.

¡Mierda, mierda! Mis manos seguían atadas. Aún no había terminado, pero la puerta sin darme tregua se abrió abrió lentamente. La luz del pasillo iluminó la silueta de un hombre.

No era ni Jim, ni Malcolm, sino otro hombre. Este era alto, delgado, con una cicatriz cruzándole toda la boca. Sin duda era mucho más aterrador que los otros dos. Me miró con una sonrisa ladeada.

—Vaya, vaya… ¿sigues viva?

Mi respiración se volvió superficial. No me moví. No parpadeé. Él entró y cerró la puerta detrás de él.

—Me preguntaba si ya habrías perdido la cabeza aquí adentro… Pero sigues fuerte.

Apreté los dedos alrededor del metal oxidado. Si no puedo escapar ahora… Entonces pelearé. Siempre será mejor que ser vendida a saber quiénes para saber qué cosas.

Él se quedó quieto por un momento, solo una silueta en la penumbra, hasta que avanzó un paso. Luego otro. Y sonrió.

—Tienes agallas, ¿eh?—su voz era ronca, burlona.

—Jim casi se mata de la rabia cuando salió de aquí. Pocas mujeres se le resisten.

Mi estómago se revolvió, pero mantuve la boca cerrada. No le respondas. No le des nada. Me repetía una y otra vez, mientras su sonrisa se ensanchaba.

—¿Nada que decir? Qué aburrida —siguió avanzando, caminando lento, disfrutándolo.

—Aunque… creo que me gustan más así. Calladitas.

Mis manos sudaban alrededor del pedazo de metal oxidado que había conseguido. Sentía la cuerda enredada en mis muñecas aflojarse un poco más con cada movimiento.

Solo un poco más...

—Dime algo, princesa —se agachó frente a mí, inclinando la cabeza con una mirada de diversión—. ¿Qué te parece un trato?

No respondí.

—Si me das un beso, solo uno, te ayudo a que no te vendan tan rápido.

Mi piel se erizó. ¿Un beso? ¿espera que me crea algo así? Apreté la mandíbula y desvié la mirada, como si no me importara. Pero mi mente estaba trabajando a toda velocidad.

Tengo que actuar ya.

—Vamos, niña, no lo hagas más difícil —susurró, acercándose más—. Te prometo que seré suave.

¡Ahora!

Con un tirón brusco, liberé mis muñecas de la cuerda. En el mismo movimiento, levanté el pedazo de metal y lo lancé directo a su cara.

—¡Ah, maldita perra! —gritó, llevándose las manos al rostro.

No esperé y me impulsé con las piernas y rodé a un lado, alejándome de él como pude. Todavía tenía los tobillos atados, pero no me importó.

Tengo que encontrar algo. Él gruñó y se levantó de golpe.

—¡Vas a pagar por eso, zorra!

Me arrastré hasta la pared, intentando soltar la cuerda de mis pies con las manos ya libres. No fui lo suficientemente rápida y sentí un tirón brutal en mi cabello que me arrancó un grito.

—¡Suéltame, hijo de puta!

Me levantó a la fuerza y me lanzó contra el suelo. Mi espalda chocó contra el concreto, robándome el aire. Antes de que pudiera moverme, él ya estaba encima de mí, su peso presionando mi pecho.

—Te voy a enseñar lo que pasa cuando te metes con los hombres equivocados —espetó entre dientes.

—¡Antes muerta!—Con un grito, levanté las rodillas y lo golpeé con toda mi fuerza en la entrepierna.

—¡AHH! —su cuerpo se tensó y cayó a un lado.

Es mi oportunidad. Rodé y me incorporé como pude, aún con los tobillos atados. Mis manos temblorosas buscaron a tientas el pedazo de metal en el suelo.

¡Lo encontré! Y sin pensarlo dos veces, lo estampé contra su cabeza. El golpe resonó en la habitación. El hombre gimió y se desplomó de lado, respirando con dificultad.

No estaba muerto, pero si aturdido. Auqnue no me quedé a comprobar cuánto tiempo le tomaría recuperarse. Con dedos torpes, solté la cuerda de mis tobillos y me puse de pie de un salto.

Mis piernas flaquearon, pero no me detuve. Corrí hacia la puerta y giré el pomo con desesperación.

Cerrado.

—¡Mierda!

Mis ojos recorrieron la habitación frenéticamente. No había más salidas. Solo la pequeña rendija en la parte superior de la pared, demasiado alta para alcanzarla.

—Mierda, mierda, mierda… —jadeé, con la adrenalina aún quemándome las venas.

Detrás de mí, el tipo gruñó y comenzó a moverse.

No tengo tiempo. Mi mirada volvió a la puerta. Tal vez, si corro con la suficiente fuerza, podría derribarla. Me preparé para intentarlo, pero entonces, escuché voces del otro lado, cada vez más cerca.

—Bien, cabrones —una voz gruesa y burlona—, es hora de preparar a la mercancía.

Una carcajada. Mi sangre se heló. ¿Más hombres? Si me encontraban ahora, no quería saber que podrían hacerme si descubren todo lo que hice.

Capítulos
1 prólogo.
2 Rutinas
3 Algo No Está Bien
4 Oscuridad y miedo
5 Sombras en la Oscuridad
6 Jaula de Sombras
7 Esperanza Fugaz
8 La traición
9 Jaula de oro
10 La prueba
11 No soy tuya
12 La Rosa Negra
13 Reglas
14 Madame Livia
15 Dos semanas
16 Celos
17 Prueba
18 ¿Prueba superada?
19 Una Apuesta Peligrosa
20 Virgen
21 Encaprichamiento
22 No Era Parte Del Trato
23 ¡No, no, no!
24 Agonía
25 Deseo retorcido
26 Placer retorcido
27 Sin retorno
28 Bajo su dominio
29 Lo odiaba tanto que dolía.
30 No soy tuya... ¿o sí?
31 Cayendo
32 Propuesta desesperada
33 Pecado Y Ambición
34 Un Día Como Otro Cualquiera
35 Bajo La Superficie
36 El Cliente
37 Deseo Y Dolor
38 Rota
39 Fingiendo
40 Jugando Con Fuego
41 Placer culposo
42 Secretos y mentiras
43 Liv
44 Promesas Rotas
45 Sorpresa Inesperada
46 Caricias Con Sabor A...
47 Suave como la seda
48 Cautiva Del Deseo
49 Lo Que No Mata, Enseña
50 Mil cuatrocientos sesenta días
51 Nuevo cliente
52 ¿Quién demonios es este hombre?
53 Molestia
54 Pecados
55 Asqueada
56 No Sabes Nada De Mí
57 Un Precio Incalculable
58 Irreal
59 Brisa de Libertad y Sal
60 A Fuego Lento
61 El sabor del momento
62 El peligro de sentirse real
63 Entre Luces, Sombras y Besos
64 Una Mañana Deliciosa
65 Entre el deseo y la frustración
66 Perdición
67 Vendetta
68 Dragón
69 Oscuridad
70 Curiosidades y Verdades
71 Ni una más
72 Sombras del pasado
73 Rutina Letal
74 Depravación
75 Lujuria trazada en seda
76 Sorpresa inesperada
77 Hangar nueve
78 Propuesta
79 Indefinido
80 Elegir(se)
81 Libre... o no
82 Erase una vez...
83 ¡No pares!
Capítulos

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1
prólogo.
2
Rutinas
3
Algo No Está Bien
4
Oscuridad y miedo
5
Sombras en la Oscuridad
6
Jaula de Sombras
7
Esperanza Fugaz
8
La traición
9
Jaula de oro
10
La prueba
11
No soy tuya
12
La Rosa Negra
13
Reglas
14
Madame Livia
15
Dos semanas
16
Celos
17
Prueba
18
¿Prueba superada?
19
Una Apuesta Peligrosa
20
Virgen
21
Encaprichamiento
22
No Era Parte Del Trato
23
¡No, no, no!
24
Agonía
25
Deseo retorcido
26
Placer retorcido
27
Sin retorno
28
Bajo su dominio
29
Lo odiaba tanto que dolía.
30
No soy tuya... ¿o sí?
31
Cayendo
32
Propuesta desesperada
33
Pecado Y Ambición
34
Un Día Como Otro Cualquiera
35
Bajo La Superficie
36
El Cliente
37
Deseo Y Dolor
38
Rota
39
Fingiendo
40
Jugando Con Fuego
41
Placer culposo
42
Secretos y mentiras
43
Liv
44
Promesas Rotas
45
Sorpresa Inesperada
46
Caricias Con Sabor A...
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Suave como la seda
48
Cautiva Del Deseo
49
Lo Que No Mata, Enseña
50
Mil cuatrocientos sesenta días
51
Nuevo cliente
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¿Quién demonios es este hombre?
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Molestia
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Pecados
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Asqueada
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No Sabes Nada De Mí
57
Un Precio Incalculable
58
Irreal
59
Brisa de Libertad y Sal
60
A Fuego Lento
61
El sabor del momento
62
El peligro de sentirse real
63
Entre Luces, Sombras y Besos
64
Una Mañana Deliciosa
65
Entre el deseo y la frustración
66
Perdición
67
Vendetta
68
Dragón
69
Oscuridad
70
Curiosidades y Verdades
71
Ni una más
72
Sombras del pasado
73
Rutina Letal
74
Depravación
75
Lujuria trazada en seda
76
Sorpresa inesperada
77
Hangar nueve
78
Propuesta
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Indefinido
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Elegir(se)
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Libre... o no
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Erase una vez...
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