Prueba

Los días pasaron y, sin darme cuenta, mi cuerpo empezó a moverse con más soltura. Ya no me sentía como un robot torpe tratando de imitar los movimientos de Dehlia. Mi agarre en la barra era más firme, mis giros más fluidos y, sorprendentemente, ya no terminaba estampada contra el suelo cada dos minutos.

—Eso es, Sienna —dijo Dehlia con aprobación mientras yo descendía lentamente por la barra, piernas cruzadas, espalda arqueada.

—Estás empezando a entenderlo.

No le respondí. Me deslicé hasta el suelo y me quedé ahí un momento, intentando recuperar el aliento. No quería sentirme cómoda con esto. No quería que mi cuerpo se acostumbrara, que mi mente dejara de verlo como una humillación… pero lo estaba haciendo. Y eso me aterraba.

—Estás progresando rápido —continuó Dehlia, sentándose en el borde del escenario y cruzando las piernas—. ¿Sabes lo que significa?

—Que pronto me pondrán a trabajar —murmuré, sin ganas.

Ella sonrió.

—Exactamente.

Me limpié el sudor de la frente y me puse de pie.

—¿Y si no quiero?

Dehlia rió, pero no con diversión, sino con burla.

—Cariño, aquí no se trata de querer o no. ¿Acaso Jade no te explicó las reglas? No hay opción.

Apreté la mandíbula y bajé la mirada, sintiendo un nudo en el estómago.

—Vincent ha estado preguntando por ti —soltó de repente.

Levanté la cabeza de golpe.

—¿Qué?

Ella jugueteó con un mechón de su cabello rojo, pero su sonrisa se tensó.

—Sí. Quiere verte esta noche.

Un escalofrío me recorrió la espalda.

—¿Para qué?

Dehlia hizo un gesto indiferente con la mano, pero había algo en su mirada. Sin duda no la gustaba que Vincent quisiera verme.

—No lo sé. Pero parece que le interesas más de lo que creía.

Noté cómo sus labios se fruncían ligeramente, con irritación.

—No me interesa —solté, frunciendo el ceño—. No quiero tener nada que ver con él.

—Eso no importa —respondió rápido, sin mirarme.

La miré fijamente.

—Lo que no entiendo —dije, cruzándome de brazos— es cómo alguien sí querría.

Su mandíbula se tensó y su mirada se oscureció en un segundo.

—Vincent no es como los demás hombres —dijo con un tono que intentaba sonar neutro, pero fallaba.

Rodé los ojos.

—¿Qué no es como los demás? Yo diría que es incluso peor.

—No tienes ni idea de cómo es en realidad —espetó Dehlia, mirándome con dureza.

Bufé.

—Oh, claro que la tengo.

Me crucé de brazos, sintiendo la rabia subir por mi pecho.

—He visto suficiente para saber qué clase de hombre es.

Ella suspiró y rodó los ojos.

—No es como lo pintas. Sé que puede parecer frío y estricto, pero también tiene otras cualidades. Es respetuoso, bondadoso incluso...

Ahí sí solté una risa amarga.

—¿Respetuoso? ¿Bondadoso? —repetí, incrédula.

—¿De qué Vincent estamos hablando? Porque el que yo conozco no tiene nada de eso.

Dehlia apretó los labios.

—Lo juzgas sin conocerlo de verdad.

Me incliné un poco hacia ella, sintiendo el calor de la rabia ardiéndome en el pecho.

—¿Quieres que te cuente cómo casi me masturba sin mi consentimiento? —susurré, con los dientes apretados.

Dehlia se quedó helada. No dijo nada.

—Ese es tu Vincent. El hombre al que defiendes.

El silencio que se instaló entre nosotras fue pesado, incómodo. Vi cómo su mandíbula se tensaba, cómo su mirada temblaba por un segundo antes de volver a endurecerse.

—No todo es blanco o negro, Sienna —murmuró al final—. Tú solo ves lo que quieres ver.

Me reí sin humor.

—¿Y tú qué ves? Porque parece que estás enamorada de él.

El color subió de golpe a su rostro, pero no lo negó, tampoco lo afirmó. No hacía falta, yo ya sabía la respuesta.

...----------------...

La noche envolvía el burdel con su manto oscuro cuando me mandaron llamar.

La encargada de llevarme hasta Vincent fue una mujer que se presentó como Nika. Pelo rubio cortito, facciones afiladas y unos ojos grises que daban un poco de miedo de lo fríos que eran. Su outfit era… bueno, impactante: corsé de cuero negro que dejaba poco a la imaginación, medias de rejilla y tacones de aguja.

—Vamos —dijo sin más, girándose para caminar por el pasillo.

Me limité a seguirla en silencio, aunque cada paso me ponía más tensa. No tenía idea de qué esperaba Vincent de mí esta vez, pero la incertidumbre me carcomía.

Cuando llegamos, Nika abrió la puerta del despacho y me hizo una seña con la cabeza.

—Entra.

Tragué saliva y di un paso adelante.

El despacho era puro dominio y poder. Todo estaba cubierto de madera oscura, con estanterías llenas de libros lujosos y una licorera con alcohol del caro. Olía a cuero y tabaco. Y, en el centro de todo, un escritorio enorme que hacía que el espacio se sintiera más pequeño.

Vincent estaba sentado detrás, observándome. Nika cerró la puerta y nos dejó a solas. Sentí su mirada recorriéndome de arriba abajo, como si analizara cada detalle.

—Ha pasado una semana desde que empezaste a entrenar —dijo con esa voz grave y calmada.

No respondí, solo me quedé en mi sitio, tiesa como un palo.

—Quiero ver qué tanto has aprendido. Hoy harás una pequeña prueba.

Algo en mi estómago se hundió.

—¿Qué tipo de prueba? —pregunté, con la voz más firme de lo que sentía.

Vincent se levantó con toda la calma del mundo y rodeó su escritorio. Caminó hasta un sillón negro enorme, con detalles dorados, y se dejó caer en él como si fuera un trono.

—Bailarás para mí.

Sentí cómo se me helaba la sangre.

—¿Perdón?

Él se acomodó, cruzando una pierna sobre la otra y apoyando el codo en el reposabrazos.

—Empieza.

Así, sin más. Como si fuera lo más normal del mundo.

Abrí la boca para decirle que ni loca iba a hacer eso, pero su mirada me atravesó como una maldita daga. Apreté los dientes, cerré los ojos un segundo y tomé aire. Cuando los volví a abrir, la música empezó a sonar en el pequeño reproductor del despacho.

Genial. No hay salida.

Llevaba puesto un conjunto de lencería rojo vino: sujetador de encaje con tirantes delgaditos, un arnés de terciopelo que rodeaba mi cintura y bajaba hasta mis muslos, y una tanga diminuta que apenas cubría lo necesario. Encima, una bata traslúcida del mismo color, con plumas en las mangas que rozaban mi piel con cada movimiento.

No pienses. Solo hazlo. Me obligué a moverme.

Con pasos lentos, deslicé los pies por la madera, balanceando mis caderas con la música. Mis manos recorrieron mi cuerpo, mi cuello, mi vientre. Jugué con la bata, dejándola deslizarse por mis brazos hasta que cayó al suelo.

Sentí su mirada clavada en mí, pero me detuve.

Subí las manos por mis muslos, arqueé la espalda y dejé que mis caderas se movieran de forma hipnótica. Me giré, dándole la espalda, dejando que mi cabello cayera en cascada mientras me inclinaba levemente.

Podía sentir la intensidad de su mirada quemándome la piel u lo peor de todo… Es que me aterraba lo que me hacía sentir.

Capítulos
1 prólogo.
2 Rutinas
3 Algo No Está Bien
4 Oscuridad y miedo
5 Sombras en la Oscuridad
6 Jaula de Sombras
7 Esperanza Fugaz
8 La traición
9 Jaula de oro
10 La prueba
11 No soy tuya
12 La Rosa Negra
13 Reglas
14 Madame Livia
15 Dos semanas
16 Celos
17 Prueba
18 ¿Prueba superada?
19 Una Apuesta Peligrosa
20 Virgen
21 Encaprichamiento
22 No Era Parte Del Trato
23 ¡No, no, no!
24 Agonía
25 Deseo retorcido
26 Placer retorcido
27 Sin retorno
28 Bajo su dominio
29 Lo odiaba tanto que dolía.
30 No soy tuya... ¿o sí?
31 Cayendo
32 Propuesta desesperada
33 Pecado Y Ambición
34 Un Día Como Otro Cualquiera
35 Bajo La Superficie
36 El Cliente
37 Deseo Y Dolor
38 Rota
39 Fingiendo
40 Jugando Con Fuego
41 Placer culposo
42 Secretos y mentiras
43 Liv
44 Promesas Rotas
45 Sorpresa Inesperada
46 Caricias Con Sabor A...
47 Suave como la seda
48 Cautiva Del Deseo
49 Lo Que No Mata, Enseña
50 Mil cuatrocientos sesenta días
51 Nuevo cliente
52 ¿Quién demonios es este hombre?
53 Molestia
54 Pecados
55 Asqueada
56 No Sabes Nada De Mí
57 Un Precio Incalculable
58 Irreal
59 Brisa de Libertad y Sal
60 A Fuego Lento
61 El sabor del momento
62 El peligro de sentirse real
63 Entre Luces, Sombras y Besos
64 Una Mañana Deliciosa
65 Entre el deseo y la frustración
66 Perdición
67 Vendetta
68 Dragón
69 Oscuridad
70 Curiosidades y Verdades
71 Ni una más
72 Sombras del pasado
73 Rutina Letal
74 Depravación
75 Lujuria trazada en seda
76 Sorpresa inesperada
77 Hangar nueve
78 Propuesta
79 Indefinido
80 Elegir(se)
81 Libre... o no
82 Erase una vez...
83 ¡No pares!
Capítulos

Updated 83 Episodes

1
prólogo.
2
Rutinas
3
Algo No Está Bien
4
Oscuridad y miedo
5
Sombras en la Oscuridad
6
Jaula de Sombras
7
Esperanza Fugaz
8
La traición
9
Jaula de oro
10
La prueba
11
No soy tuya
12
La Rosa Negra
13
Reglas
14
Madame Livia
15
Dos semanas
16
Celos
17
Prueba
18
¿Prueba superada?
19
Una Apuesta Peligrosa
20
Virgen
21
Encaprichamiento
22
No Era Parte Del Trato
23
¡No, no, no!
24
Agonía
25
Deseo retorcido
26
Placer retorcido
27
Sin retorno
28
Bajo su dominio
29
Lo odiaba tanto que dolía.
30
No soy tuya... ¿o sí?
31
Cayendo
32
Propuesta desesperada
33
Pecado Y Ambición
34
Un Día Como Otro Cualquiera
35
Bajo La Superficie
36
El Cliente
37
Deseo Y Dolor
38
Rota
39
Fingiendo
40
Jugando Con Fuego
41
Placer culposo
42
Secretos y mentiras
43
Liv
44
Promesas Rotas
45
Sorpresa Inesperada
46
Caricias Con Sabor A...
47
Suave como la seda
48
Cautiva Del Deseo
49
Lo Que No Mata, Enseña
50
Mil cuatrocientos sesenta días
51
Nuevo cliente
52
¿Quién demonios es este hombre?
53
Molestia
54
Pecados
55
Asqueada
56
No Sabes Nada De Mí
57
Un Precio Incalculable
58
Irreal
59
Brisa de Libertad y Sal
60
A Fuego Lento
61
El sabor del momento
62
El peligro de sentirse real
63
Entre Luces, Sombras y Besos
64
Una Mañana Deliciosa
65
Entre el deseo y la frustración
66
Perdición
67
Vendetta
68
Dragón
69
Oscuridad
70
Curiosidades y Verdades
71
Ni una más
72
Sombras del pasado
73
Rutina Letal
74
Depravación
75
Lujuria trazada en seda
76
Sorpresa inesperada
77
Hangar nueve
78
Propuesta
79
Indefinido
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Elegir(se)
81
Libre... o no
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Erase una vez...
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¡No pares!

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