—¡Oh, gran reina! ¡Imploro su ayuda con algo que está perjudicando a mi familia!—se arrodilló—dos libros han salido y todos los asocian con nosotros...
—¿Se refiere a los libros "la cara hipócrita de la nobleza"?—espetó con burla—¿y la "fealdad de los hermosos"?
—Sí...—respondió con una sonrisa.
Sin embargo, sus ilusiones se marchitaron al ver una mirada fría provenir de ella. Aquella mirada solo la tenía el difunto esposo de la monarca, por lo que todos los que llegaron a conocer el gobierno de este, pese a que no querían a una mujer como reina, no podían negar el miedo que sentían ante su presencia.
—¿Cómo pueden ustedes estar involucrados con esos libros? ¿Acaso no son más que simple ficción?—preguntó con burla—¿o no me diga que usted también tiene a su hijo mayor infértil debido a una fractura que sufrió por un golpe bajo?
El conde desvió su mirada por un segundo, estaba seguro de haber enterrado ese tema. Nadie, absolutamente nadie, sabía lo que su hijo mayor había intentado hacer con la ahora duquesa de Rosaria, cuando esta entró a la guardia real. Sin embargo, el parecido del personaje con su hijo y lo sucedido era tal, que muchos ya tachaban a su primogénito de abusador disfuncional.
Por ende, para haberse escrito tales cosas tan cercanas a la realidad, la única persona que le convendría vengarse de ellos, la duquesa Serena, debía haber sido la autora intelectual de aquellos libros. Sin embargo, debía manejarse con cuidado con la reina, para no sacar a la luz los sobornos que hizo para ocultar aquello.
—Se lo imploro, su majestad—la vio al borde del llanto—, censure los libros, ¡nos están perjudicando!
—¡Oh! ¡Así que quiere que censure a un autor nada más por su capricho!—expresó la reina—, ya que me lo dice de manera tan directa, responderé a su petición de igual manera: largo de mi vista, tengo cosas más importantes que hacer.
Mientras el conde era sacado a la fuerza del despecho de la reina, esta le indicó que hiciera el procedimiento correspondiente y denunciara, de modo que un juez resolviera el asunto. No obstante, la monarca, al verse sola, no pudo evitar reírse a lo alto.
—¡A ver! ¿En qué página quedé?—susurró sacando de nuevo el libro—¡Oh! ¡Eso debió dolerles! ¿En serio los golpeó de esa forma? ¡Ja,ja,ja!
La reina Regina sabía muy bien que todo lo escrito eran las vivencias de Serena, y si bien pudo intervenir, quería ver hasta donde era capaz la duquesa de defenderse en un mundo tan cruel y hecho de mierda como el de la nobleza, y no la había defraudado. En definitiva, si el conde ponía la denuncia, le exigiría al juez correspondiente que hundiera el caso.
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Sin la única opción disponible para salvar la reputación de su familia, el conde regresó a su carruaje tan pálido como la leche. Odiaba a la duquesa, hubiera deseado que aquella noche en que su hijo intentó atacarla, al menos la hubiera asesinado. Después de que Serena hiciera aquello, su hijo pasó meses en cama debido a la fractura en su parte baja y ahora debía vivir con la alta posibilidad de haberse quedado infértil.
Debido a su ensoñación, se subió a su coche sin darse cuenta de que una extraña mujer encapuchada estaba frente a él y sin darle tiempo a reaccionar, mientras el cochero conducía el carruaje, sintió como su garganta era cercenada.
—Muera tranquilo, conde—dijo la mujer—su muerte hará que la duquesa sufra.
Con una siniestra sonrisa, luego de recoger suficiente sangre, salió sin que nadie la viera del carruaje en movimiento. El cochero, ignorante de que conducía a su hogar al conde asesinado, se alejó cada vez más de la misteriosa mujer. Una vez se hizo de noche, logró llegar a la cabaña en el bosque y depositar la sangre en la otra vela.
—Ya falta poco—susurró mientras una nueva flama negra nacía—pronto pagarás el haber nacido, Serena.
Dándole la espalda a las velas, la misteriosa mujer encapuchada se acercó a una chimenea, donde tenía un caldero. Tomando un poco de la poción que había hecho con base a la sangre que le sacó a Jeremy, untó en sus labios aquel líquido viscoso de color rojo.
Una vez vio que funcionaba como maquillaje, la mujer se preparó para empezar a hacer lo que necesitaba con aquella poción. Mientras se movía, no podía dejar de sonreír. Tenía la sangre de un familiar cercano de la duquesa, tenía la sangre de dos amigos de ella, también la sangre de un enemigo de Serena.
Y en tan solo unos cuentos días, gracias a la sangre de un hombre enamorado de ella, podría dar rienda suelta a su plan. El tan solo imaginar quitarle todo a esa chica hizo que su alegría aumentara.
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Al despertarse de una pequeña siesta, Jeremy pidió a los mayordomos que le dieran algo con lo que escribí y una vez solo, en la privacidad de su habitación, comenzó a escribir una carta.
“De Sir Jeremy Williams;
**Para mi querida hija, la luz de mi vida. Me he enterado todo lo que has hecho por mí, mientras estuve en coma. Sé que te cuesta moverte por tu parto reciente, pero no tengo modo de expresar mi gratitud. Hija mía, ¿crees que un hombre tan viejo como yo pueda estar con una mujer mucho más joven?... creo que me estoy enamorando de**..."
Antes de poder acabar la carta, terminó por romperla y arrojarla al lado. Era la décima carta que intentaba hacer para la princesa consorte; sin embargo, la vergüenza no lo dejaba.
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Updated 45 Episodes
Comments
Alexandra Ortiz Posada
Me encanta que el protagonista sea un hombre de aspecto normal,y no un hombre tan hermoso e inalcanzable como presentan en otras novelas, gracias por compartir tu imaginación, bendiciones
2025-02-01
0
Neisa Velasco Mina
y a todas estas el hijo de la monarca no habla
2025-03-05
0
Diosa David Torres
Esa desgraciada espero que todo le salga mal y que Serena y sir Jeremy puedan ser felices 🌹
2024-05-06
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