En tus brazos

Selig.

Por una extraña razón me sentía cómodo hablando con la linda Marisol, tanto así que decidí visitarla todos los días, tener siquiera un momento juntos para hablar.

—¿Qué haces aquí? —preguntó al entrar y encontrarme comodamente en el sofá donde ella se sentaba.

—Decidí venir más temprano hoy ya que tengo cosas por hacer más tarde —contesté, notando como negaba con su cabeza y me señalaba la puerta.

—Tengo otro paciente ahora, señor Cuddyer —dijo con frialdad —no puede ocupar el turno de alguien más.

Me puse de pie y caminé hasta la puerta, cerrándola con seguro y volviéndome a ella.

—En un principio insististe en que sea tu paciente y ahora ya no quieres atenderme ¿Por qué? —dije una vez estuve frente a ella, notando la sorpresa en su mirada y sus manos en mis mejillas.

—¿ Qué pasó? ¿Por qué estás golpeado? —preguntó y tomé sus manos entre las mías, notando la real preocupación en sus palabras.

—Fué una discusión con mi hermano que terminó en golpes —contesté, oyendola suspirar pesadamente.

—Aún me cuesta entender por que es que siempre solucionan los problemas a los golpes pudiendo dialogar —añadió frustrada.

—Digamos que tuvo motivos —respondí alzando mis hombros y ganandome una furiosa mirada de su parte —le dije a su novia que él estaba enamorado de Megan y que ella sólo era algo del momento.

—¡Eres un..!

—Recuerda que eres mi psicóloga, no a la violencia —la interrumpí mientras formaba una cruz con mis brazos y reía ante su enojo —. Ya me disculpé por ello y... Decidí no buscar más a Megan, después de todo sólo era un capricho para mi, pero ese sujeto parece amarla de verdad.

—Usted está completamente...

—¿Loco? —pregunté interrumpiendola y ella negó.

—Cuerdo —refutó —porque un loco dice menos tonterias.

Reí por sus palabras y observé como se dirigía a su escritorio y sin importarle que la falda que traiga sea tentadora para mí, se tiende sobre esté para buscar algo, dejando a mis ojos llenarse con la hermosa vista de su trasero y sentir a mi amigo despertar.

Rápidamente me dirigí a ella colocándome detrás y apresionandola con mis brazos para impedirle escapar.

—¿Qué haces? —preguntó, por lo que acerqué mi nariz a su cuello y respiré ese delicioso perfume que de alguna forma me resultaba fascinante y conocido.

—Eres hermosa, tanto así que provocas cosas en mí que no esperaba desear de nadie más —contesté, bajando mis manos a su cintura y pasearla poco a poco en otra dirección.

Cuando sentía que iba a poder tocar la deliciosa carne que había debajo de sus bragas, ella detiene mis manos y gira a verme.

—Cuddyer, no soy una de las tantas mujeres con las que te acuestas, conmigo no tendrás esa suerte.

—Para nada, eres incluso 100 veces mejor que ellas y... —la levanto sobre su escritorio y sin darle tiempo a protestar, me abro paso entre sus piernas y quedar entremedio —... Creo que la atracción es mutua.

No dije nada más, me apodere de sus labios mientras la atraía más a mí dejándola sentir cuan duro me había puesto.

"Te haré mía, mi linda doctora".

...ΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩ...

Marisol.

No podía negarme.

Lo deseaba tanto como antes, incluso cuando sé que soy mi propia competencia en él amor.

Sus labios eran mi perdicion, llevándome una vez más a la locura.

—Tus besos son una delicia, pero quiero recorrerte más —dijo al romper el beso, abriendo mi camisa y encaminar su boca en dirección a mis pechos.

Estaba al borde de la locura. Quería entregarme en cuerpo y alma a él, pero dos golpes en la puerta interrumpieron todo.

—Doctora.

Rapidamente lo aleje de mí y arregle mi vestimenta mientras bajaba del escritorio, tratando de regular mi respiración para luego caminar a la puerta.

—¿Que pasa? Estoy con un paciente —dije con seriedad y la vi extender una carpeta.

—Han cancelado dos turnos hoy y los pasaron para la siguiente semana, sólo queda un paciente en espera —informó y asentí tomando la carpeta.

—En un momento lo hago pasar —respondí, cerrando la puerta y apoyándome por esta mientras pensaba en lo sucedido.

—Tengo unos pendientes que arreglar, pero no me llevaran mucho tiempo —lo oí decir y gire a verlo —espero que para cuando vuelva, estés libre para irnos.

Y sin dejarme responder, deja un sonoro beso en mis labios y abandona mi despacho dejándome más confundida que antes.  

No tome mucha importancia y segui con mis labores, llamando al siguiente paciente y pensando en que al llegar a casa, tendré que darme un relajante baño y comenzar con el asunto de la venta de empresas que Chester dejó.

He notado que hubieron malversaciones y por ello lo mejor es vender cuanto antes todo, para evitar una perdida mayor por quiebre.

....

Una hora después caminaba rumbo a la salida, sabiendo que mi chofer estaría esperando y así fué, aunque Selig también estaba y en éste momento se encontraba caminando en mi dirección.

Hice señas a mi chofer para que hiciera silencio y se fuera, algo que pasó desapercibido para Selig y fue lo suficientemente claro para mi buen amigo.

—¿Que haces aquí? —pregunté cuando se paró frente a mí.

—Te dije que vendría por ti, no sé que te sorprende —contestó tomandome mi cintura.

—No —dije alejandome de él y viéndolo con severidad —eres mi paciente y yo tu psicóloga, si haces esto en público me echarán de mi trabajo.

—Que lo hagan, puedo ponerte tu propio consultorio —respondió volviéndome a tomar de la cintura y la lamparita de las ideas se encendió.

—Selig —dije rápidamente mientras el preguntaba un "que" entre besos —Dime, ¿Estás interesado en comprar alguna empresa?

—¿Por qué la pregunta? —cuestionó viéndome.

—Tengo un amigo que quiere vender sus empresas y... Si estás interesado, puedo pedirle que te haga un precio...

—Nena, en los negocios las rebajas no existen —me interrumpió —puedo pagar lo que sea, pero lo único que me interesa en éste momento es estar a solas contigo.

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