Capitulo 9

Felipe y Perla si estaban asustados, sus manos temblaban y solo podían estar detrás de sol y Ángelo, no les importa que les pasara a ellos, solo buscaban su seguridad.

_Vayan y vean._ 

Exigía felipe, Ángelo se rehusaba, pero felipe le dio un empujón que le toco ir, Sol sintió miedo esta vez, pero de que algo malo le pasara a Ángelo, así que corrió a él, Ángelo sonrió sin voltear, caminaba como si de verdad estaba buscando al lobo, tal como Sol, en su mente solo se decía la posibilidad de que el lobo no le hiciera nada a Ángelo por ella.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por un alón que le dio Ángelo, pegándola a un árbol y levantando sus manos.

_Te daré lo que deseas._

Exclamo Ángelo, pegando sus labios de los de ella, al ver qué Sol, no hacía nada, intensifico el beso, su legua tocó su labio inferior para que sol abriera la boca y meter su lengua, poco a poco Sol podía llevarle el ritmo y su deseo crecía, Ángelo con su otra mano la tomo del cuello, sin apretarla, eso excito a la chica indefensa, hasta que la falta de aire los separó.

_Regresa y no me sigas._

Le hablo Ángelo a su oído, Sol quedó sin habla, sin poder moverse, una vez más, Ángelo le demostraba otra cosa, la ponía a dudar de quién en realidad era él, su vos tan firme en su oído le recordaba a esas llamadas, pero como podía ser, si él también recibía bullying, también estaba con ellos y nunca le vio un teléfono.

Los minutos pasaban y Sol regreso con perla y felipe, disimulando un poco su sorpresa.

_¿Dónde está Ángelo?_

Pregunto de inmediato Felipe.

_Fue en otra dirección, no vi nada del otro lado._

Mintió Sol, perla seguía aferrada a felipe y aún más, cuando otro aullido se escuchó, junto a unos gritos.

_Los chicos están en peligro, los lobos llegaron donde están los chicos._

Gritaba histérica y asustada perla.

Y era así, esta vez eran dos lobos, uno más aterrador, gris y ojos amarillos, junto al blanco, de ojos azules, Elba y Zoila se escondían detrás de sus novios, suplicando que hicieran algo para espantarlos, pero los lobos no se inmutaron por pequeñas ramas que solo acariciaban su pelaje.

_Ayuda._

Gritaba Elba.

_Auxilio._

Esta vez grito Zoila.

Esos gritos lo escuchaban también Felipe y perla, quienes lloraban y se desesperaban, la diferencia de Sol, que se sentía nerviosa porque algo malo le pasara al bello lobo.

_¿A dónde vas?_

Le gritaron a Sol, quien corría a la dirección de donde se escuchaban los gritos, Sol no les respondió, así que no les que de otra que seguirla, solo se escuchaba el sonido de las hojas secas y ramas siendo apartadas.

Al llegar al lugar, que solo eran unos 300 metros, Sol veía como el lobo gris tenía la pierna de Elvis con sus grandes dientes, al verla lo soltó, mientras el lobo blanco fijo su mirada profunda para luego salir corriendo del lugar junto al otro lobo, era como si ella tuviera poder sobre ellos, cinco minutos después donde trataban de parar la sangre de la pierna de Elvis, apareció Ángelo agitado, de un extremo diferente, donde no pudo haberse visto con los lobos.

_Donde carajos estabas._

Reclamó felipe agarrándolo por el cuello.

_Buscando a los lobos y un lugar donde quedarnos._

Afirmo Ángelo, quitando las manos de Felipe de su buzo.

_¿Cómo sabes que no es un solo lobo.?_

Interrogó Perla.

_Sus aullidos son diferentes, pueden ser hasta más de dos._

Respondió sin problema Ángelo, Sol estaba sin decir nada, buscaba algo en Ángelo, no podía creer que en su mente pasaba la idea de que Ángelo fuera un lobo, como siendo uno de esos, se dejaba molestar por otros.

_A unos 50 metros de aquí, encontré otra cabaña, tiene comida, podemos curar su herida._

Ángelo habló tranquilo y luego observo a Sol, que no quitaba la mirada de él, su corazón se aceleró cuando vio como le regalaba una sonrisa sin que nadie lo viera, eso la tenía aún más confundida, como podía estar tan tranquilo en ese momento, donde todos estaban aterrados.

El camino fue doloroso para Elvis, que no dejaba de gritar, mientras sus amigos lo cargaban, Sol no podía estar feliz por lo que le estaba pasando, no tenía ese corazón para celebrar el dolor o de lo mal que la pasan otras persona, como ella lo pasaba en muchas ocasiones, aunque se lo merecían.

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