Capitulo 20

De susto o de emoción, latía el corazón de Sol, aún no sabía si su corazón latía de miedo o de emoción, volver a ver a ese chico que ella sabía, no era cualquier hombre, podría ser peligroso, podría llevarla a una vida la cual no era para nada fácil, ella podría acostumbrarse o tal vez no, acabar muerta o tal vez feliz.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por sus locos amigos, esos que hablaban y hablaban de cosas absurdas para ella, imaginando una película en sus cabezas, narrando algo que los asustaba, aunque solo era inventado por sus cabezas.

_Se imaginan ser interceptados por esos dos lobos._

Hablo Felipe quien conducía la camioneta, las chicas abrieron los ojos y un pequeño susto las invadió.

_Y que sus miradas y pasos nos hagan temblar._

Agregó Elvis en tono misterioso, agregando más miedo.

_De pronto se escucha como brincan a la camioneta y sus gruñidos pelando esos grandes colmillos que aterran._

Se unió Elba, haciendo un gesto de miedo.

_Mientras Sol solo sonríe por qué será rescatada por su lobo blanco y nosotros nos cagamos de miedo._

Zoila quiso jugar a sus locuras también.

_Aaah, qué romántico sería eso, ella sobre el lomo de su lobo, corriendo a los adentros del bosque._

Perla se le salió lo romántico.

_Y luego se la lleva a una mansión abandonada, donde solo existen lobos hambrientos, la encierra por días, hasta comérsela lentamente, haciéndola gritar._

Pedro hablaba en tono aterrador, haciendo asustar a las chicas.

_¡Pedro!_

Gritaron todas molestas, Sol solo reía, hasta ver qué ya estaban en su destino.

Todos pusieron caras serías, triste o tal vez de miedo, solo pensar que algo le podía pasar, no sabían cómo era que habían formado un vínculo tan bonito con esa preciosa chica.

Cada uno dio un abrazo y una palabra de buena suerte, entregándole varios bolsos de comida y bebidas, ropa y cosas necesarias por si se enfermaba, si le daba hambre, demás o no encontraba frutas.

_Son tan exagerados, solo son tres días, pueden venir por mí el domingo o el lunes._

Sol correspondió a cada abrazo con una sonrisa, tomo casi los cinco bolsos y camino, despidiendo a sus amigos con sus manos casi sin poder, ellos regresaron a la camioneta, sintiendo miedo por ella, mientras Sol se adentraba al bosque, era tan diferente a la vez pasada.

Podía disfrutar el ambiente, el cantar de los pájaros, los pequeños animales, correr, el sol, entrar por pequeñas partes que permitían los grandes árboles.

_¿Creen que estará bien? ¿Y si no aparece Ángelo?_

Pregunto Zoila preocupada.

_Estará bien mi amor, ese no dejará que le pase algo._

Pedro besó su frente y la abrazo, Felipe arrancó, todos iban en total silencio, el regreso era más rápido.

Sol seguía caminando, viendo a todos lados con la esperanza de sentir esa mirada penetrante.

_Vendrá o solo es mi imaginación, mi ilusión, mis ganas de tenerte cerca, espero podré salir de aquí con una solución al dolor de mi corazón._

Susurró Sol para ella misma, sin detenerse hasta llegar a la cabaña, al llegar suspiro y entró y para sorpresa, estaba ordenada, limpia y con una pequeña cama.

_¿Acaso hay alguien aquí? ¿Ángelo?_

Susurró Sol, saliendo afuera en busca de alguien, pero por más que gritara y llamara, no salía nadie.

_Eres tú, solo sabes ser un cobarde, Ángelo Montaner._

Grito Sol a todo pulmón, solo se escucharon los pájaros volar y el eco de su vos, resignada volvió a entrar y ordenar las cosas, tendría tiempo de salir y tomar lindas fotos.

En otro lugar, una bella mujer sonreía feliz, la ilusión y la maldad eran su fuerte, nada mejor que lograr una bonita reconciliación llena de suspenso.

_¿Por qué te ríes madre.?_

Zafiro le dio una mirada aterradora y se fue sin responder.

_Padre, ayúdame._

Suplico Ángelo.

_Pierdo mucho si lo intento, hijo._

Respondió su padre y se fue atrás de su amada.

_Iré a buscar a esos idiotas, no me queda de otra._

Ángelo subió a su auto, en busca de pedro, era el más maduro de todos, pero para sorpresa, ninguno estaba en sus casas y no sabía donde buscar, su madre se encargaba de dañar sus dones.

_¡Madreeeee!_

Grito Ángelo, haciendo estornudar a zafiro.

_Mi amado hijo, pero seguiré castigándolo, y mañana quitó la barrera, no te preocupes mi amor._

Zafiro besó los labios de su esposo, cerró su habitación con seguro, lo menos que quería era ver a su hijo, molestarla con quejas por no encontrar a su amada.

Ya Ángelo la conocía, así que solo quiso sacar a su lobo y correr sin parar hasta donde lo llevará él.

_¿Qué pasa mi amor.?_

Zafiro se había despertado al sentir un aura fuerte, atravesar en la barrera que cuidaba el bosque, se levantó y sonrió, al sentir a su amado hijo, convertido en ese lobo blanco de ojos azules, respirando, agitado, no se había dado cuenta de que había llegado al lugar menos esperado.

_Ángel fue más inteligente que mi hijo._

Zafiro se refería a su lobo.

_Pero conociéndote, no dejarás que llegue a ella de una vez, ¿cierto?_

Zafiro asintió con una sonrisa, su esposo sabía que no había manera de que ella cambiará de opinión, no era por qué quisiera ver mal a su hijo, solo quería que sufriera como lo hacía Sol.

_Vamos de regreso ángel._

Ángelo le hablo a su lobo y este se negaba, no le permitía convertirse y menos caminar.

_¿Qué te pasa? Vamos._

Ángelo estaba perdiendo la paciencia, ya había oscurecido, Sol se encontraba en la cabaña viendo una foto de Ángelo, que logró encontrar, deseando que apareciera, escuchando una canción que le recordaba a él, cerró sus ojos hasta caer dormida.

Mientras Ángelo discutía con su lobo, quien se recostó y no dio un paso, ahí se quedaría y estaba decidido, resignado y cansado, Ángelo le tocó esperar, se quedó dormido pensando en Sol.

_Te haré pagar con muchos besos lo que mi madre hace._

Pensó para el mismo antes de dormirse.

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