El censo.

Buenos días, mi amor bonito. - le dice Selene a Ben, regalándole una hermosa sonrisa.

- Buenos días, nena, ¿dormiste bien? - le habla mientras da una voltareta mientras él queda encima de ella - Hoy debemos lanzar un llamado para ver cuántos miembros de nuestra manada sobrevivieron, del censo podremos entonces trabajar para la reconstrucción, deben jurarnos lealtad, pero antes te haré el amor una vez más. - besó la boca deseada hasta aumentar el nivel, lamiendo, mordiendo, chupando, cada rincón de su amada.

Selene le resultaba adictiva, siempre se arrepintió de haber rechazado a aquella pobre omega que fue su mate, sin embargo, ahora que estaba con Selene y disfrutaba de su compañía, de su cuerpo y de su amor, sabe que su destino es con ella.

- Te amo mi preciosa luna, - le dice mientras baja hacia su centro dejando besos húmedos que la hacen estremecer - eres mi salvación y mi perdición, si así lo deseas.

Pasó su lengua por aquella hendidura, ganándose el regalo de un sonoro gemido de parte de su mate. Al momento de casi tocar el clímax, se separó pronto, dejándola añorando por más. Al estar entre sus piernas, entró despacio, ella es principiante aún en el arte del amor, aunque también le gusta sentir lo estrecha que es.

- ¡Diosa, mi amor, eres la gloria! - su voz sonó entrecortada.

Los gemidos de su luna fueron suficiente respuesta para que entendiera todo aquello que la hacía sentir. Ambos llegaron al clímax, cuando Ben sacó sus afilados colmillos y atravesó la tierna piel de Selene, haciendo explosión de sensaciones.

- Ven acá princesa, - la tomó en brazos - te daré un baño para que estés fresca cuando bajemos a desayunar.

El agua caliente de la regadera, relajó sus cuerpos. Una vez terminaron el baño, se pusieron ropa cómoda y bajaron al comedor donde los esperaban el resto, al verlos entrar, hicieron señal de respeto para ambos.

Después del desayuno se fueron a la pequeña plaza de Mondgarten, allí Ben se transformó, dejando salir a Gunther para iniciar el llamado. Pronto fueron llegando lobos renegados, cuyo estado no era el mejor, eran los sobrevivientes y algunos que fueron cachorros en ese entonces. Al ver la imponente figura de Gunther, hicieron pose de sumisión, él había vuelto para regresarles lo que también, por él, perdieron.

- Yo, Benjamin Ulf Meier Hansen, alfa de Mondgarten, he venido a traer lo que un día yo mismo les quité. - comenzó a decir y antes de resentir, todos tenían un brillo de esperanza en la mirada, lo habían esperado durante muchas décadas y la promesa que le hizo la diosa Luna a los pocos sabios que quedaban, se estaba materializando frente a ellos - Desde hoy, la manada Mondgarten, empezará a ser lo que antes fue, incluso, mucho mejor pues aquí no habrá más cabida a las discriminaciones, todos somos hijos de la Luna.

Los gritos de júbilo, sumados a los aullidos de bienvenida, se escuchaban por el valle.

Poco a poco, al no ser muchos, cuanto y más, eran algunos 80 miembros, fueron siendo valorados por el médico y la enfermera. Al ser lobos, su problema radicaba en la desconexión con su alfa, pero al hacer el juramento de lealtad, era como si les inyectaran energía. Lo segundo fue otorgarles una vivienda digna, las casas se mantuvieron en buen estado, debido a Nuria, la bruja que habitaba en las montañas que era la mejor amiga y hermana de crianza de Sarah. Aunque Nuria era mucho más joven, llegó cuando Sarah ya era luna de la manada y ella era solo un retoñito recién nacida.

- Alfa, ya instalamos a todos donde se les fue asignados, los instalamos lo más cerca posible a la cabaña principal. - habló Nick, su beta.

- Muchas gracias Nick, mañana debemos recorrer la montaña, lo más posible es que hayan renegados que no han podido volver.

Ambos lobos salieron del despacho para reunirse con el equipo de trabajo, por la mañana irían solo 7, el resto se quedarían cubriendo a la manada.

- Mañana bajará Nuria, ella es de mucha ayuda, es hermana de crianza de mi Oma.

Como primera tradición, les comunicaron a todos que el domingo se reunirían en el jardín de la cabaña principal, para un almuerzo. Crear vínculos con su manada, es vital para que ésta se fortalezca.