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Mientras tanto Fiona, empieza a abrir los ojos aunque no siente nada de fuerzas en sus músculos. Y comienza a pensar que si esta guerra va a ser así de agotadora, o va a tener que entrenar más o esforzarse menos. Ahora que lo piensa, todo esto sucedió por salvar al niño, se veía tan flaco, pero a su vez con mucha determinación, se notaba que estaba decidido a no morir. Eso es bueno, por más que Ana me dijo que él no se enamora de la protagonista en esta novela me gustaría que sea feliz, cuando lo escribía quería darle un pasado trágico pero me pasé.

Esperen... Este tipo de adornos no estaban en la habitación en la que me quedaba, me senté de golpe, pero hizo que me mareara todo.

Fiona: auch, voy a vomitar.

Siegren: si lo hace por favor que sea fuera de la cama.

Casi se infarta Fiona, lo vio a él recostado a su lado con un paño en la cabeza y los labios resecos.

Fiona: ¿tienes fiebre? espérame, te consigo agua.

Se levantó y movió con mucho esfuerzo para alcanzar la jarra con agua y un vaso. Volvió y le tomó de la nuca para que bebiera ese líquido de a poco. En verdad que estaba volando de fiebre.

Fiona: Ana, ayúdame.

A los segundos Ana entró y le pasó paños fríos para que le vaya colocando en los brazos y me informó que ambos solo debíamos descansar, igual la mandé a buscar una cena liviana.

Siegren: se nota que es una noble, señorita no debería hacer esto.

Fiona: yo te salvé, aparte dormimos juntos asique me tengo que hacer responsable.

Siegren: ejem, ¿dónde estamos?

Fiona: En el castillo de Heilon

Siegren: ¿por qué estoy vivo? Estoy seguro de que esos demonios iban a comerme.

Fiona: te salvé, tengo magia, igual me agoté bastante por eso estaba dormida al lado tuyo.

Siegren: igual ya te ves mejor, deberías irte

Fiona: ¿estás echando a tu salvadora?

Siegren: no me gustan que anden cerca de mí y ya fue demasiada atención. Dijo mientras iba cerrando los ojos, se ve que la fiebre le estaba dando sueño.

Espere a Ana que llegue con la comida y lo desperté cenamos en silencio y me despedí. Ana me acompañó hasta mi habitación y me preparó un baño caliente, mañana teníamos que ir al campo de batalla de nuevo, hoy Abel estuvo ahí todo el día por eso no nos había ido a saludar ni nada.

La verdad que si no estábamos en la novela que yo escribí, ni en la que Ana leyó simplemente tenemos que usar la mejor información que teníamos ambas para sobrevivir, sé que ella quiere irse, pero noté que se adaptó bien al frío del norte, yo lo puedo hacer fácil por mi magia de fuego pero ella...

Si yo no la escribí, podría ser que tenga un buen final, sigo pensando que se quede con Abel es algo bueno, sería duquesa, ¿no?

Al otro día...

Fiona: Buenos días, Ana, ¿alguna novedad?

Ana: ¿sobre el castillo, Siegren o Abel?

Fiona: sobre... ¿Los tres?

Ana: A Siegren ya se le fue la fiebre, pero debe descansar y seguir una dieta sobre una semana. Abel quiere que vayamos con él hoy y está por matar gente si vuelven a desobedecer sus órdenes.

Fiona: ¿quién se atrevió a desobedecerlo?

Ana: el otro día apareció una señorita diciendo que iba a ser la señora de este castillo, Abel ordenó que la saquen y no la dejen entrar, pero ayer a la noche se quiso meter a su habitación, la arrastró por el pasillo y le dijo que la próxima va a destruir a toda su familia. Igual ya corrió el rumor así que esa familia está perdiendo el apoyo de los nobles del norte.

Fiona: vaya, me perdí mucho por dormir...vamos la guerra nos espera.

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