Corona De Luciérnagas
Sabía a qué se refería con eso, pero prefirió hacerse el tonto para no recibir una golpiza o algo peor que eso. Ya le había pasado una vez cuando demostró ser mas inteligente que él y su hija de diecisiete años, lo hizo lamer la mierda de caballo que quedaba en las botas del cuidador que era un sirviente. No quería pasar esa clase de cosas que le hacían querer odiar más la vida. Su amo le señaló un trineo que era de metal con una cuerda que estaba repleta de púas y agujas, haciéndole señas para que tirara de él como si fuese una clase de animal el que estaba de frente y no un niño como era realmente. Comenzó a tirar de el con cuidado mientras su amo caminaba la bajada de una colina, pero al llegar a la subida que los llevaría de vuelta al pueblo, su amo se subió al trineo y le dio con un látigo para que avanzara lo más pronto posible. Intentó subir con todas sus fuerzas, logrando avanzar siete pasos largos, pero con un dolor inmenso por las agujas que se clavaron tan profundamente en sus hombros y manos, mientras que las púas le rasgaban la piel poniéndola al rojo vivo, llenándose de sangre por ello.
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Las miradas juzgadoras habían comenzado, todos los pueblerinos salían de sus casas para observar como tiraba con sus pocas fuerzas el trineo con su amo en él. Empezaron a criticar al amo, aunque eso no le ayudaba, algunos le miraban con pena y tristeza. Sabía la verdad sobre todos ellos <
-Me impresionas cada vez más… Rata inmunda… - comenzó a decir su amo a regañadientes, como si no le gustara admitirlo – Se ve que has crecido y con ello té has vuelto cada vez más fuerte, ahora ve por mi querido caballo pura sangre.
- Si mi amo... – dijo Tristán con una voz apagada y átona.
- ¿Te atreves a hablarme de vuelta? – dijo mientras tocaba con su mano el látigo.
Tristán se preparó para recibir el impacto, pero llegó el mayordomo para vestir al amo, guiñándole a Tristán y señalándole la puerta de la cocina en donde se encontraba la mujer que hace un momento le había ayudado, corriendo sin hacer ruido para darle las gracias. Su amo ya estaba lo suficientemente lejos como para observarlo, la mansión era de madera de pino, con decoraciones de oro, siempre estaban los jardines verdes y con gardenias por ser las favoritas de la familia. Sus ojos se encontraron con los de la anciana, pero no paso mucho tiempo para que llegara la sanadora Ágata junto con sus herramientas de trabajo.
-Abuela, te agradezco por ayudar a mi pequeño amigo, pero si el amo te hubiera visto… hubiera caído el mismo infierno en Tristán…- dijo Ágata con seriedad mientras hablaba con la mujer mayor.
-Así que ese es su nombre, ¡Un placer conocerte Tristán! Mi nombre es….
Antes de que acabara de hablar, la sanadora le cerró la boca con un trapo limpio mientras él se quedaba confundido por la situación. Ellas se dieron cuenta de eso, pero la sanadora le escribió una nota para que supiera el contexto entre ellas.
Ella es mi abuela, vino de visita y el amo permitió que se quedara por esta semana.
Es la primera vez que viene a este lugar, por favor no le digas a nadie más que te ayudó hace un momento.
Sus ojos se pusieron en blanco al leer esa nota, pero eso explicaba el porqué estaba una sanadora en la cocina, era para curar a su abuela, no a él, eso estaba prohibido para todos, si alguien le ayudaba le hacían un castigo peor al que le ayudaba. Le agradeció a la señora lo más rápido posible para luego marcharse al lado de su amo, aunque su amo estaba listo para salir a celebrar junto con sus colegas. Sintió unas manos que le recorrían su espalda, bajaban cada vez más esas manos.
- ¿Cuándo será el día en el que me hagas tuya en una mañana como esta? – dijo una voz femenina que resultaba irritante, aun susurrando esa pregunta.
No hacía falta que volteara para ver de quien se trataba, las únicas que le hacían caricias eran la hija y la esposa de su amo.
-Nunca llegará ese día, señorita Clarisa. – se alejó lo más rápido de ella para alcanzar a su amo.
Clarisa era una mujer delgada con su tono de piel claro, aunque no era blanca o morena, parecía estar entre los dos. Sus muelas estaban podridas, pero sus dientes estaban derechos al igual que él, aunque él nunca tuvo un diente picado o podrido, no comía dulces o azúcar. Su cuerpo era delgado y con un busto grande, recordaba que siempre le repetía que era talla D sin haberle preguntado, pero era una persona horrible por dentro.
-Esclavo, ven ahora a menos de que te quieras quedar haciendo algún otro castigo.
Miró en frente de él para subir a la parte trasera se la carroza, al menos la vista era muy hermosa, pensó en las familias de un momento a otro, siempre quiso tener una familia en la cual pertenecer, pero todas las mujeres eran iguales, todas eran delicadas y con su mente llena de hombres guapos y musculosos. Él no quería una mujer común, quería alguien con quien compartir todos sus gustos, una mujer que no le importaran los modales y el qué opine la gente. Al reflexionar en ese tipo de cosas, comenzó a pedir a dios una señal para reconocer a su pareja y así no equivocarse de mujer.
-Dios, si es que me escuchas te pido que mi pareja cuando la encuentre, esté llena de lodo y tierra seca. – dijo mientras miraba al cielo.
Sus ojos se iluminaron al ver una mariposa lunar posando en su nariz, eso significaba que si le había escuchado y que lo cumpliría. Ese mensaje fue suficiente para que se pusiera tan feliz en ese momento.
- ¡Gracias, gracias, gracias! - dijo con tanta emoción. – No te pediré nada para mí, pero protege a mi pareja de todo mal que le intente hacer daño.
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Comments
lolipop
me recordó a mi mamá cuando se enoja y me dice que no le responda y me pregunta algo, despues le contesto y se pone bipolar
2024-05-09
1
lolipop
hayy si, la gente nadamas critica y no ayuda, son pocas las personas que se acomiden cuando ven al necesitado
2024-05-09
1
Dark Darian 🇦🇷
me gusta esta novela aunque es algo fuerte je
2024-04-24
2