Corona De Luciérnagas
El pasillo era oscuro, se podía oír la madera crujir con cada paso que daba, se sentía más pesado de lo normal por haber comido tanto. Sus ojos estaban atentos a cualquier movimiento que pasaba a su alrededor, necesitaba salir lo antes posible de la casa antes de ser encontrado por la esposa de su amo, podía oír esa respiración arriba del techo, al menos tendría la oportunidad de la ventaja al momento de correr directo a la salida. Una vez más… las pisadas se hacían mucho más cercanas a él, estaba a punto de correr lo más lejos posible, pero ya era tarde para eso… una mano delgada le tomó del hombro, estaba justo detrás de su espalda ahora mismo. No tuvo la valentía de aguantar las lágrimas que le recorrían todo su rostro. Estaba llorando por el miedo de ser tocado por esa mujer, pero esa mano nunca bajó un solo centímetro. Miró hacia arriba para encontrarse cara a cara con la esposa de su amo, pero no encontró esa cara en ningún lugar, únicamente encontró la cara de una anciana, sus ojos al igual que sus acciones se aliviaron al ver a la abuela de la sanadora. Pero no podía bajar guardia tan rápido, así que se alejó de la mujer mayor lo más pronto posible para irse al bosque a dormir. Sabía que no estaba seguro en esa mansión estuviese donde estuviese, pero la abuela lo detuvo y le puso en sus manos una piruleta de gran tamaño con un color blanco y rayas rojas. Sé confundió un poco por el obsequio de la señora, pero ella solo le hizo señas con su mano de que se callara y se fuera.
-Cómetela en donde quieras y cuando quieras, es tuya. – dijo susurrando mientras se iba a la habitación de invitados.
Se quedó de pie por un momento, pero recobró el sentido y siguió su camino a la puerta principal. Pero no podía encontrar una razón por la cual alguien le diera una paleta sin conocerse en absoluto. Con la señorita Camila era diferente, por que eran casi del mismo mundo, solo que ella ganaba dinero y no le pegaban hasta sangrar.
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Ya era de día, el bosque estaba tranquilo al igual que los animales que habitaban ahí. Vio la piruleta de reojo por un corto tiempo, no sabía lo que podría tener ese dulce, tal vez estaba hecha de cosas repugnantes o estaba caducada… Incluso podía contener veneno o alguna droga mortal. Cualquiera que fuera la verdad, no hubiera sido la primera vez que lo hicieran. No caería en la trampa otra vez. Caminó directo a la mansión antes de que viniera otra vez su amo por él, corrió lo más rápido que podía, pero era difícil correr con una pierna rota. Podía sentir como sus huesos crujían y se despegaban cada vez más de su lugar, pero no podía darse el lujo de tardarse un segundo más, traía aún la piruleta en la mano por si acaso la mujer era buena y no como los demás. Estaba empapado de sudor, pero pudo llegar a tiempo para despertar con unas cuantas campanadas a toda la servidumbre de la mansión, lo único que tenía que hacer era tirar de una cuerda roja que se encontraba en la cocina, pero siempre era aplastada por el perro de la casa, era un Mastín Tibetano, un cachorro que le gustaba jugar con lo que usaba de ropa cada que le veía.
-No me rompas mi costal de favor… No tengo más. - dijo mientras tiraba de la cuerda.
Al sonar las campanillas el perro despertó sin emoción, pero al oler a Tristán comenzó a lamerle y querer jugar con el niño. El cachorro comenzó a morder los pies descalzos del pequeño para qué jugará con él, pero lo único que logró fue que Tristán se irritara más de lo que ya estaba en ese momento, sintiendo presión por ello, comenzó a tener un ataque de ansiedad muy fuerte.
-Calma, solo es un cachorro... No sabe que te duele todo el cuerpo...- Pudo sentirse más ansioso de lo normal.
Solo se comenzó a rascar el pecho y la espalda hasta sacarse la sangre el mismo, empezó a gritar con desesperación mientras se rascaba y jalaba su propio cabello. Pudo oír al perro llorar por lo que estaba presenciando, no podía ayudar en nada, solamente era un perro. No tardó en llegar su amo al escándalo que estaba provocando por su ataque, solamente le dio una patada muy fuerte en su espalda, haciendo que tronara al instante. Él se detuvo tan repentinamente, el amo se alejó para ir a esperar el desayuno, pero Tristán fue gateando lentamente hasta tomarlo por los pies, sus manos esqueléticas subían con fuerza. Se quedó hincado, llorando y gritando, era algo insoportable, comenzó a rasgar el pantalón de su amo mientras intentaba subir más.
-¡HAGA QUE PARE.... QUE SE CALLE POR FAVOR!. - Gritaba mientras Tristán le comenzó a rasgar la piel con sus uñas delgadas y largas.
Ágata se acercó para amarrarlo de pies a cabeza, seguía moviéndose mucho, pero su abuela le ayudó para llevarlo al cuarto de ella hasta que se calmara.
-Sanadora, cure todas sus heridas para que no tenga ninguna excusa la próxima... Es una orden.
-Si señor David, pero tardará unos días en recuperarse por completo.- dijo mientras agarraba de los pies al pequeño.
Al amo no le importó quedarse sin esclavo por unos días, solo asintió y le dijo que le pagaría el doble por eso. No le gustó mucho la idea de curarlo y que al primer día de trabajar de nuevo, estuviera talvez peor de lo que estaba en esos momentos. Entendía por qué Tristán estaba al límite en todos los sentidos, necesitaba atención y buenas personas.
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Ágata ya estaba cansada por el trabajo, había estado odo el día atendiendo a Tristán. Cuándo se había calmado por completo, lo que hizo fue querer bañarlo, pero tenía miedo y comenzaba a llorar y querer pegarle a ella con puños y patadas. Su abuela fue la única que logró acercarse y poder ayudarle a bañarse sin ser atacada, lo único que ellas notaron fue que alguien que vivía en esa mansión, abusaba de ese niño o que incluso tal vez era violado. Antes de que pensara en cómo saber quién era, su abuela utilizó magia para descubrir quien lo había hecho, pero no tenía mucha energía por no comer en todo el día, pero logró hacer una luz que comenzó a hablar.
-No fue solo una persona, son dos muje...-no pudo continuar por la poca magia que contenía su creadora.
Aún con esa información, podía comenzar a investigar, pero no sabía quiénes eran esas mujeres, había muchas sirvientas, cocineras y la familia que vivía en ese lugar. Tenía que sacarles la información de una forma que no sospecharan de algo. Tristán estaba cansado, podía ver qué estaba tratando de irse, su abuela lo quiso llevar a dormir, pero él se resistió y se agarró de la mesa en dónde dejaba sus hierbas medicinales. Al final accedió a dormir con su abuela con la condición de que ella no se le acercara al dormir, amenazando que si se acercaba le golpearía muy fuerte en el estómago. Pudieron lograr que durmiera en una cama y no en el bosque.
-Abuela... Tú tienes mucho dinero, podrías comprarlo y cuidarlo como lo hiciste conmigo.- dijo con una voz dulce mientras acariciaba la cabeza de Tristán.
-Puedo intentarlo, pero si no acepta no podré hacer nada. Por ahora duerme y recupera tus fuerzas.
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Después de tanto tiempo durmiendo en el frío, pudo sentir la calidez de unas cobijas y tener ropa, aun si era demasiado grande para él, era suficiente, despertó cuando eran las doce de la noche. No sabía que hacer, estaba cosido en muchas partes de su cuerpo, cada vez que movía alguna extremidad le dolía demasiado, pero no sé sentía seguro en esa casa, ya estaba comprobado que la anciana era buena, pero su nieta era reservada y nada social, daba miedo cuando se acercaba a un lugar o estaba presente en dónde se encontraba él. No podían confiar en ella del todo.
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Comments
lolipop
mmmmm sospechoso,¿no les parece?
2024-05-12
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lolipop
dios mio, esq pobrecito, la verdad si sufre mucho el pobre
2024-05-12
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lolipop
yo tenia un perro de esa raza, si estan bien bonitos y peludos
2024-05-12
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