Ser diferente

Su corazón comenzó a doler, cada que palpitaba era una guerra en sus emociones. Ya habían pasado los minutos, no había señales de ella en ninguna parte. Quizás solo había jugado con él como lo hacían todos a su alrededor, sintió un dolor desgarrador en su pecho, ya no podía dejar de llorar por más que quisiese hacerlo. Decidió que era momento de regresar a su vida normal, era una tontería el pensamiento de libertad, nunca sería libre aunque lo deseara con toda su alma, jamás sería querido por alguien de una manera que necesitara. Sus piernas se sentían pesadas por caminar tanto, pero ya estaba en la salida del pueblo, ya se había memorizado el camino, llegaría en una hora o dos con su condición. Era tarde ya, estaba por llegar la noche muy pronto. Miró hacia atrás, aún tenía la tonta esperanza de recibir una señal de ella que le pidiera que le esperase.

...****************...

Esperó dos horas sentado en una roca, ya había oscurecido el cielo, nunca recibió una señal de ella. Realmente si lo había abandonado a su suerte, en un lugar que no conocía, cómo si fuera un juego para ella. El bosque estaba más oscuro que nada, pero las luciérnagas aparecieron, se posaron algunas en sus lágrimas que seguían en sus mejillas.

-Por favor muéstrame el camino a casa...- susurró mientras intentaba no llorar al hablar.

Las luciérnagas lo hicieron inmediatamente, al menos ellas nunca le abandonaron, siguió el camino creado por sus fieles amigas, su brillo le estaba curando sus heridas físicas, pero no sus sentimientos. Era lo único que no tenía reparación, pero le importaba poco, al final esa era su realidad. Ya podía caminar correctamente, podía correr para llegar más rápido de lo esperado, sus músculos estaban trabajando y dando lo mejor de ellos, ya estaba en la zona que conocía del bosque. Había llegado a su lugar para dormir, pero tenía que regresar a la mansión y ver la cara de esa niña otra vez. Tenía que estar con ellos, mientras él estaba ahí, en el frío y con hambre. Decidió no portarse como un niño, sino como un adulto responsable. Caminó hasta la mansión muy furioso, necesitaba tranquilizarse para no explotar una vez le viera, no quería decirle de cosas aunque lo mereciera, pero al entrar a la mansión todos estaban dormidos. Subió las escaleras para llegar a la habitación de Shahiem, ella estaba despierta preparando algo. Solo volteo para verlo, se paró para sacudirse el polvo y lo jaló hacia adentro.

-Perdóname, pero mi mamá fue al pueblo vecino y me trajo con ella...- le dijo ella con un tono triste.

-No me vuelvas a hablar en tu vida, jamás me vuelvas a buscar o tocarme un solo cabello...- Se fue a un rincón llorando como nunca.

Ella no entendía el dolor que sentía ese chico, no sabía de esas cosas aún. Pero sabía que lo había hecho sentirse triste por sus lágrimas y comportamiento tan frío y cruel hacia ella. Fue por lo que había preparado, eran tortas con trozos nada uniformes y delgados, el queso parecía que lo había cortado a la mitad y lo había metido en el pan. Se acercó hacia él, acostándose a su lado, solo pudo lograr que le evitara. Sintió feo en su corazón y comenzó a llorar por no sentirse querida.

- Tristán me odia... Ya no me quieres...

Comenzó a llorar más, pero esas palabras hicieron que el corazón de Tristán se ablandara otra vez. Le abrazó fuertemente, aunque seguía sintiendo que no era nada para ella realmente. La pequeña lo abrazó y le besó la mejilla mientras reía felizmente.

-Te quiero mucho mi Tristáncito bonito...-dijo lo más alto que podía para no despertar a nadie.- Prometo que me casaré contigo cuando crezca, es más, a los ocho años viviré contigo quieras o no quieras.

Su corazón latía como loco al escuchar eso, entonces si lo quería tanto como él a ella. Pero el problema sería su libertad, eso no era seguro.

-Ya me puedes hablar otra vez y todo, olvida lo que te dije hace rato.- la cargó hasta su cama y empezó a retirarse al bosque.

-Espera.-dijo la pequeña mientras lo jalaba de la mano hasta su cama.- Hoy duermes conmigo, tómalo como recompensa por lo que pasaste...

Hizo caso al instante, se acostó primero en la cama, pero ella no lo hizo, al contrario, sacó una pomada de un olor a hiervas medicinales y lo untó en sus pies que estaban descalzos. No tenía ningún dolor en el cuerpo, pero era lindo ver cómo se preocupaba por su salud y bienestar. Después de todo, era una niña y hacía lo que tenía a su alcance.

-Gracias por preocuparte por mí.- Susurró mientras la miraba.

Se acercó para quitarle la pomada de las manos con la intención de que no se diera cuenta de su falta de heridas , la tapó bien y la puso en la cama. Ella se quedó confundida, pero pensó que le dolía demasiado cómo para dejarse ayudar. Lo único que le mantenía en un perfil bajo y con vida, era guardar su verdadera naturaleza. Todos los seres humanos tenían miedo a lo desconocido, incluso si alguien era diferente en una cosa era la muerte para esa persona. Shahiem era aún una niña, pero estaba en el mismo barco que él, los dos eran diferentes y no encajarían nunca en un mundo de mentes cerradas. La cargó para acostarla en la cama, a su lado izquierdo. Ella lo abrazó para luego acurrucarse en su pecho, era lindo tener a alguien igual que él. Necesitaba enseñarle a guardar bien su secreto, aunque para eso debía estudiar sobre su especie.

...****************...

Shahiem despertó en la madrugada, tenía la necesidad de usar el sanitario para hacer sus necesidades. Entró al baño del cuarto, la taza estaba muy alta y no había algo que pudiera utilizar. La taza estaba sucia, manchada de lo que parecía ser lodo, rezaba por que lo fuera. Ya no podía aguantar tanto, pero no era una opción hacerse encima. Fue corriendo por Tristán para que le ayudara, él se despertó rápidamente, estaba asustado al principio, pero vio a la pequeña bailando un poco.

-Necesito ir al baño...- dijo mientras lloraba por la urgencia de su asunto.

La llevó cargando hasta la taza, pero estaba sucia de excremento. La hija del amo hacía este tipo de cosas por berrinches pensó, pero no tenía mucho tiempo para limpiar el baño y luego hiciera la pequeña sus necesidades.

-Deja te llevo al baño de la sanadora.- la cargó y la llevó corriendo ahí.

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Rata de pared

Rata de pared

que asquito

2024-04-04

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