FLORES ACCIDENTADAS

La belleza de la selva Amazónica como gran parte de Sudamericana es una de esas maravillas que te dejan sin aliento y no es para menos, lugares tan exóticos como el calor y la euforia no solo en su clima sino también en sus pobladores y ni hablar de la alegría y la buena voluntad que siempre tienen los lugareños.

— ¿Las aguas siempre son así de verdes? — pregunta una turista tan bonita y blanca como la leche y es lo poco que le puedo entender por qué ella habla inglés y no puedo decir nada por qué mientras mi español es lo común yo no sé ni un idioma más aunque quiero aprender.

ALMA: La naturaleza es uno de los regalos más hermosos que Dios nos ha podido dar, es una pena que muchas personas no la valoren, hay mucha tala de árboles por gente de mal vivir que quiere adueñarse de lo que no es suyo, pero nosotros no lo permitimos.

—! Vamos a continuar con la guía turística!

: Escucho hablar a Lalo, un buen amigo y bastante inteligente pues el sí sabe muchos idiomas y sirve de guía para que muchas personas conozcan nuestras riquezas, mi amigo me guiña el ojo con picardía, pero eso no me hace sentir incómoda porque él es así y es que para él que no nos conozca nosotros los selváticos somos de sangre caliente, bonachones, nos gusta la fiesta, celebrar el paraíso en el que nacimos, muchos lugares como mi casa pueden ser humildes, pero eso no quita que seamos felices.

Me dirijo con mis flores hecha un florero humano porque todo entra por los ojos, así que tomo las bellezas que quiero vender y me arreglo el cabello con algunas de ellas así, los colores realmente dan vida al cuerpo y con el sol intenso toma la canoa y me voy a la ciudad para vender:

¡Las mejores flores las encuentran aquí! — paso por uno de los restaurantes dando vueltas con las faldas largas que me gusta usar.

¡Vamos señores para la novia, las amigas, los amigos, aquí nos discriminamos hermosas flores que no verán todos los días a un precio módico, alegren su vida y sus ojos con tan lindos detalles! — continúo danzando en vueltas con mis flores en la mano viendo risas, algunas malas caras y no importa, cada quien se gana el pan como puede y quiere.

— ¡Almita! — escucho al dueño del lugar donde hacen los platos típicos más ricos de esta ciudad

La niña alegre, señores, aprovechen las flores

ALMA: Aprovechen lindas damas, caballeros, alegren sus corazones y no harán triste a sus bolsillos lo prometo

: Continúo siendo como soy, alegre, una payasa, pero excelente vendedora porque en algunas situaciones tengo que tolerar que me miren de una forma asquerosa, pero necesito el dinero y mientras no toquen pues no queda de otra, una pareja me llama para comprar las flores y miro a todos lados cuando me dan dólares y me dicen que flores quieren, no sé cómo decirles bien que no manejo esas monedas, pero no sé con cara me habrán visto que me hacen una seña de que me quedé con el cambio y por más que digo que no, no me entienden bien y yo tampoco por lo que les agradezco dejándole más flores:

Muchas gracias son una pareja hermosa

— Siempre la mosca muerta — escucho a las de siempre, Dulce que es como un caramelo pasado porque es bien amargada y Valeria quiénes pasan con su envidia, pero a mí no me importa y sigo en lo mío.

¡Las mejores flores que les recordara el paraíso donde han estado! — continúo dando vueltas, hay calor, pero también un leve aire que me agita el cabello, la música regional se hace presente y me pican los pies por bailar y no me aguanto, me acerco bailando como lo típico, agitando mi falda y según muchas personas que me conocen con la sonrisa que ilumina cualquier clima dando vueltas como un trompo y esto es vida, el aire puro de la naturaleza, de sentirse libre, me quito las sandalias y al son de la música de un segundo a otro no solo siento que doy vueltas por el baile sino también por el golpe que me acabo de dar, tanto físico como mental cuando estoy encima viendo el mar, el cielo, las lagunas y todo lo bello en unos ojos hermosos del hombre al que acabo de atropellar:

¡Dios mío!

— Cuando me dijeron que los selváticos eran alegres y arrolladores nunca pensé que sería tan literal — me dice el hombre del cual no me despegó, pero debo hacerlo porque estoy haciendo el ridículo.

Lo lamento — me levanto rauda presionando su pierna como apoyo y no puedo ser más tonta cuando se queja porque no estoy gordita pero tampoco soy una pluma pues me apoyen en el por completo

— Lo siento mucho señor — tomo mis flores que ya están arruinadas, ya ni siquiera la música suena, el hombre se levanta y por mi vida nunca había visto a una persona así, o sea hay turistas,, pero este hombre es como algo que no se compara con nada que haya visto antes.

— Mil disculpas, señor — intento irme cabizbaja, algunas personas se burlan de mí y las flores ya no sirven pero siento como una mano me toma la muñeca despacio y la piel se me pone chinita.

ALONSO: No soy señor, me llamo Alonso y no fue tu culpa, me enojaría si me hubiese chocado con algún tunche, pero nada de eso afortunadamente — bromea con una voz grave como de los ángeles y cuando sonríe no puedo ni explicar cómo se me acelera el estómago y eso que ya comí.

Alonso Ferrer es un gusto — le digo a la guapa morocha de cabello oscuro y ojos grandes que no deja de arreglarse la flor que tiene en el cabello.

Yo las compro — hablo viendo que me mira directa y con absoluta confusión.

ALMA: Me llamo Alma, pero no le entiendo.

ALONSO: Yo compro las flores, las compro todas.

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