El Abrazo De Las Sombras
EXT. AFUERAS DE UNA CUEVA OSCURA - MAÑANA
Alejandro, un hombre alto de constitución fuerte y musculosa. Su cabello oscuro, ligeramente más largo de lo normal, le da un aspecto desenfadado. Exhibe un aire maduro y masculino. Sus ojos, penetrantes y curiosos, expresan determinación.
Helena, su hermana, una joven de belleza natural. Su cabello oscuro, generalmente recogido en una coleta o trenza, le da un aspecto práctico y funcional. Sus ojos expresivos reflejan energía y vitalidad. Están de pie junto a la entrada de la cueva, dejando sus caballos cerca. Han venido atraídos por las antiguas leyendas que hablan de un poder oculto en su interior.
ALEJANDRO (con determinación):
Desde este ángulo, no parece tan aterradora.
HELENA (con inquietud):
A pesar de ello, me da un mal presentimiento.
ALEJANDRO:
¿Cuál es el siguiente paso una vez que estemos dentro?
HELENA:
Madre Lucía decía que nadie ha regresado jamás después de adentrarse en esta cueva, pero según las leyendas, dentro encontrarás una poción que posee el poder más grande de todo el reino.
ALEJANDRO:
¿Encontraré? ¿No me acompañarás?
HELENA:
Tú eres el que busca ese “poder”. En realidad, tengo serias dudas de que exista. Pero si decides buscarlo, lo haré desde aquí, apoyándote en todo momento.
ALEJANDRO:
Gracias, supongo.
Alejandro da un paso lento hacia la entrada de la cueva, dejando atrás a Helena. Antes de adentrarse por completo, voltea y le dedica una última mirada a su hermana.
ENTRADA DE LA CUEVA - MAÑANA
Alejandro avanza con precaución, sintiendo el frío que emana de las profundidades de la cueva. Poco a poco, se aleja de la luz que entra desde la entrada y de su hermana, quien lo observa detenidamente hasta que desaparece en la oscuridad. Siguiendo el consejo de Madre Lucía, Alejandro decide adentrarse sin luz, confiando únicamente en sus sentidos.
EXT. EXTERIOR DE LA ENTRADA DE LA CUEVA - MAÑANA
Helena se queda mirando con temor cómo su hermano desaparece por completo en la cueva. Sintiendo ansiedad, grita su nombre.
HELENA (con temor):
¡ALEJANDRO! ¿Puedes escucharme?
Obtiene como respuesta un inquietante silencio. Decidida, se acerca lentamente a la entrada de la cueva, pero la oscuridad es tan densa que no logra ver nada en su interior.
Helena regresa a su caballo y toma una antorcha. Con determinación, la enciende y regresa a la cueva. Coloca la antorcha cerca de la entrada, revelando que la cueva es sorprendentemente pequeña. La luz de la antorcha alcanza incluso el fondo, pero no hay rastro de su hermano. Helena entra corriendo, iluminando cada rincón de la cueva mientras grita desesperadamente el nombre de su hermano.
HELENA (con desesperación):
Alejandro, ¿dónde estás? Esto no es un juego, por favor, respóndeme.
Helena continúa buscando incansablemente, recorriendo cada rincón y volviendo a la entrada en un intento desesperado por encontrar a su hermano.
HELENA (gritando):
¡ALEJANDROOOO!
Su grito desesperado llena la cueva, y el eco resuena en todas direcciones, pero no hay respuesta, solo el silencio que la rodea.
INTERIOR DE LA CUEVA
Alejandro avanza lentamente, el eco de su nombre resonando débil pero claramente en la cueva. Se voltea en busca de su hermana, pero no encuentra más que oscuridad absoluta.
ALEJANDRO:
Helena…
Preocupado por la seguridad de su hermana, decide regresar por donde vino mientras continúa llamándola.
ALEJANDRO:
Helena, ¿has entrado?
Su expresión muestra confusión, ya que había caminado una corta distancia en línea recta, pero la búsqueda de la entrada por la que había ingresado parecía interminable.
ALEJANDRO (en su mente):
¿Qué diablos? No recuerdo haber caminado tanto; no debería estar tan lejos.
Su confusión se torna en miedo y desesperación, y comienza a correr en busca de la salida, pero rápidamente se da cuenta de que el camino parece no tener fin. Cambia su carrera a un trote suave y, finalmente, a una caminata antes de decidir sentarse.
ALEJANDRO (en su mente):
Esto no tiene sentido. Necesito pensar con claridad.
Alejandro escarba en su mente, tratando de recordar la conversación con Madre Lucía en busca de alguna pista que le ayude a escapar del ciclo interminable.
MENTE DE ALEJANDRO
Oficina de Madre Lucía - INTERIOR - MAÑANA
Alejandro y Helena ingresan a la oficina de Madre Lucía, quien los invita a tomar asiento.
MADRE LUCÍA:
Díganme, ¿qué los trae aquí?
ALEJANDRO:
Madre, lamento molestarle.
HELENA:
Madre, necesitamos respuestas.
MADRE LUCÍA:
¿Qué ocurre?
Alejandro toma una respiración profunda y continúa.
ALEJANDRO:
Cuando el Padre Arlo me entrenó, me contó una antigua historia sobre una magia poderosa.
Madre Lucía interrumpe a Alejandro, anticipando lo que está a punto de decir.
MADRE LUCÍA:
"La Oscuridad", así llamaban a esa magia, pero no es más que una antigua fábula que el Padre Arlo solía contar a sus alumnos.
Alejandro, con una expresión de desacuerdo, la mira fijamente.
ALEJANDRO:
Yo creo que ese "cuento para niños" es real. La forma en que me lo relató me hizo pensar que no era una simple leyenda.
Helena toma la palabra y agrega:
HELENA:
Y tiene razón, resulta que estuve investigando en la biblioteca y encontré historias similares a esta magia. En un antiguo pergamino se refería a esta como "El Umbral".
ALEJANDRO:
Tiene muchos nombres, pero todos se refieren a lo mismo: una magia poderosa que dota al usuario de un poder casi infinito.
Madre Lucía escuchaba atentamente a los jóvenes, su rostro mostraba preocupación.
MADRE LUCÍA:
Escuchen, se están adentrando en terreno desconocido. Arlo y yo les hemos enseñado y guiado por el camino de la Luz. Contrario a lo que puedan pensar, si escuchan las historias, poseer la Oscuridad no trae más que desgracia a su portador.
Alejandro, atento a sus palabras, estaba fascinado.
ALEJANDRO:
Yo veo una oportunidad. Si este "poder" realmente existe, podría servirnos en esta interminable lucha. Los cuatro reinos no hacen más que destruirse entre sí. Con un poder así, podría poner fin a la guerra.
HELENA:
Las historias hablan de que quien controla la Oscuridad equivale a un ejército de 50 mil hombres.
Madre Lucía suelta una carcajada.
MADRE LUCÍA:
Ustedes, jóvenes, tienen una imaginación desbordante. Les repito que son solo leyendas. La Oscuridad es una magia perdida en el tiempo, y si existiera, seguramente ya la habrían descubierto.
ALEJANDRO:
Madre, sé que usted sabe más de lo que nos cuenta. ¿Podría relatarnos la historia una vez más, la misma que contaba el Padre Arlo?
HELENA:
Nos encantaría oírla.
Madre Lucía los mira pensativa y finalmente cede a la insistencia de los jóvenes.
MADRE LUCÍA:
Muy bien...
Madre Lucía toma aliento y comienza a relatar la historia del origen de la Oscuridad:
"En tiempos antiguos, en reinos olvidados,
un poderoso rey y una reina coronados.
Juntos reinaban con mano justa y firme,
hasta que el destino les deparó un triste abismo.
El rey, desterrado, su corona arrebatada,
en el frío silencio de la noche fue asesinada.
La reina quedó sola, desamparada y dolida,
acobardada en sombras, su vida pendía.
Mas su espíritu rebelde no aceptó su destino,
anhelando venganza, su sed de poder fue su sino.
Y en ese momento, Lucifer se presentó,
ofreciendo una segunda oportunidad, él le propuso.
'Entrega tu cuerpo, y poder te otorgaré',
susurró el oscuro príncipe, en secreto le habló.
La reina, impetuosa, sin miedo aceptó,
el pacto sellado, sus enemigos perecieron.
Así, forzada a trabajar como reina del mal,
extendió su dominio con un oscuro ideal.
A los hombres ofreció poder y gloria,
a cambio de sus almas, en una siniestra historia.
Los corazones se corrompieron, la oscuridad creció,
mientras los hombres caían, atrapados en su red.
La reina del mal, una figura enigmática.
Que esta historia
perdure en la memoria,
con susurros de traición, poder y gloria.
Y que el destino de la reina y su oscuro pacto,
nos enseñe que el poder puede ser un cruel acto.
Así concluye este relato del pasado,
donde la reina del mal su trono ha forjado.
Que la advertencia resuene en cada corazón,
y no caigan en las garras de la oscura tentación."
Los hermanos quedaron en silencio, y Helena interrumpe:
HELENA:
Fascinante.
ALEJANDRO:
Es una historia fantástica. ¿Quién escribió el poema?
MADRE LUCÍA:
Es muy antiguo, no se conoce al autor.
ALEJANDRO:
Madre, estoy seguro de que ese poder existe. No puede ser coincidencia que haya tantas historias al respecto.
HELENA:
No nos oculte más y cuéntenos más sobre la Oscuridad.
MADRE LUCÍA:
Lo siento, pero el pasado es el pasado.
ALEJANDRO:
¿De qué tiene miedo? Usar ese poder para una buena causa, como poner fin a una guerra, parece noble.
HELENA:
Me encantaría ver ese poder de primera mano y estudiarlo. Suena fascinante.
Madre Lucía se levanta de su asiento y mira por la ventana de su oficina. Los hermanos la observan con atención. Ella los ignora mientras les responde.
MADRE LUCÍA:
Arlo pensaba lo mismo que ustedes. Creyó que si utilizaba ese poder para el bien, haría cosas milagrosas. Lamentablemente, fue demasiado para él.
El rostro de Alejandro refleja sorpresa. Su maestro, quien tantas noches le había contado la historia, había sido un portador del poder. Helena también muestra señales de asombro. Alejandro mira a su hermana y luego a Madre Lucía.
ALEJANDRO:
Entonces, él fue un usuario de la Oscuridad. Por eso se sabía tan bien la historia.
Mira a su hermana y le hace una señal con la cabeza indicándole que deben salir de la oficina.
HELENA:
Gracias, madre. No la molestaremos más.
ALEJANDRO:
Nos vemos más tarde.
Alejandro y Helena salen de la oficina. Madre Lucía se da cuenta de que los hermanos ya no están y toma asiento mientras reflexiona.
MADRE LUCÍA (pensando):
Ojalá no se acerquen demasiado.
INTERIOR DE LA CUEVA VUELTA AL PRESENTE
Alejandro termina de pensar, abre los ojos y se pone de pie.
ALEJANDRO (pensando):
La clave debe estar en su historia. Quizás en lo que me dijo Helena.
Se lleva las manos a la cabeza y recuerda una conversación que tuvo con su hermana.
MENTE DE ALEJANDRO - JARDINES EXTERIORES DE LA ACADEMIA DE COMBATE - MAÑANA
Alejandro y Helena caminan por el extenso jardín, manteniendo el mismo paso. Helena mira a su hermano, mientras él observa el suelo.
ALEJANDRO:
¿Cómo dijiste que se llama?
HELENA:
Tiene muchos nombres, pero el que más se repite es Yumeko.
ALEJANDRO:
Así que la reina de la oscuridad se llama Yumeko.
Alejandro deja de mirar al suelo y voltea para mirar a su hermana. Ambos se detienen.
HELENA:
Sí, así la mencionan en los textos antiguos.
ALEJANDRO:
¿Qué más descubriste?
HELENA:
Uno de los poseedores más famosos fue Gavric. Era un excéntrico mago que utilizó la oscuridad para conquistar mujeres. Al final desapareció y nadie supo de su paradero.
ALEJANDRO:
Todo el poder del mundo y lo desperdicia en deseos carnales. Qué estúpido. Me alegra que haya desaparecido.
HELENA:
La verdad es que sí, fue un desperdicio. ¿Tú encontraste algo?
Alejandro saca un antiguo diario de su armadura, lo levanta y se lo muestra a Helena. Ella lo mira con atención.
ALEJANDRO:
Este es el diario del Padre Arlo.
HELENA:
¿Dónde lo conseguiste?
ALEJANDRO:
Fui a su guarida y lo saqué.
Helena lo mira con escepticismo mientras Alejandro sigue jactándose de haber robado el diario.
ALEJANDRO:
Podríamos encontrar información.
HELENA:
Por supuesto, si realmente era un poseedor, quizás haya escrito algo al respecto.
ALEJANDRO:
Seguramente, si descubro cómo abrirlo.
Helena mira el diario y luego a su hermano, pensando que está bromeando.
HELENA:
¿Es una broma? Solo ábrelo y ya.
Alejandro cambia su expresión y le muestra la manera en la que ha intentado abrir el diario.
ALEJANDRO:
Observa, no funciona.
Con sus manos, trata de abrirlo en la primera página, pero no tiene éxito.
HELENA:
Qué extraño. Déjame intentarlo.
Helena le quita el diario de las manos y trata de abrirlo ella misma, pero tampoco tiene suerte.
ALEJANDRO:
Te lo dije. Es extraño; he intentado abrirlo desde que lo robé.
Helena no le presta atención y se concentra en intentar abrir el diario.
HELENA:
Esto debe ser obra de algún conjuro o sello mágico. No permite que se abra.
ALEJANDRO:
He llegado a la misma conclusión. Entrégame el diario, ya averiguaremos cómo abrirlo.
INTERIOR DE LA CUEVA - VUELTA AL PRESENTE
Alejandro abre los ojos y reflexiona. Ahora conoce el nombre de la entidad. Su mente es un torbellino de sugerencias sobre cómo escapar de la cueva, pero rápidamente descarta ese pensamiento.
ALEJANDRO (pensando):
No, no debo pensar en huir. Esta es mi oportunidad. Necesito este poder. Podré ayudar a muchas personas.
Alejandro suspira y decide aceptar la oscuridad en su corazón.
ALEJANDRO (gritando):
¡YUMEKO, DAME TU FUERZA!
El sonido resuena por toda la oscuridad de la cueva.
ALEJANDRO:
¡Yumeko, dame tu fuerza! Ayúdame a derrotar a mis enemigos.
El eco se desvanece y todo queda en silencio. Alejandro mira a ambos lados en busca de alguna señal.
ALEJANDRO:
¡YUME...!
Antes de que termine de pronunciar el nombre, una voz susurrante detrás de él se hace presente y comienza a hablarle. Alejandro simplemente se queda paralizado.
ESPÍRITU NEGRO:
¿Deseas mi fuerza?
Alejandro mira hacia un lado, sintiendo la presencia tan cerca que puede percibir su aliento en la nuca.
ALEJANDRO:
Sí...
Duda en responder, reflexionando durante unos segundos, pero finalmente logra responder con voz débil.
ESPÍRITU NEGRO:
¿Aunque eso signifique sacrificar tu mente y tu alma?
ALEJANDRO:
Quiero darle un futuro mejor a mi hermana. Sin guerras. Hemos perdido mucho.
ESPÍRITU NEGRO:
En unos momentos, comenzará tu verdadero destino, Alejandro.
Alejandro se asusta y muestra sorpresa.
ALEJANDRO:
¿Cómo sabes mi nombre?
ESPÍRITU NEGRO:
Sabía que vendrías a mí. Tu destino ya está sellado...
La escena cambia y la cueva se ilumina. Alejandro yace inconsciente en el suelo boca arriba.
AFUERAS DE LA CUEVA - MAÑANA
Helena llega con Madre Lucía en caballo a la entrada de la cueva.
HELENA:
No sabía qué hacer. Él entró solo, pero cuando fui a buscarlo, la cueva estaba vacía. Y es muy pequeña.
MADRE LUCÍA:
Es debido a la poderosa magia que tiene. Solo los elegidos por la Oscuridad son bienvenidos. Aunque les advertí que debían entrar sin nada luminoso.
HELENA:
Lo sé, pero estaba desesperada. Mi hermano no respondía. Por favor, ¿puede entrar a buscarlo?
MADRE LUCÍA:
También recuerdo haberles dicho que era peligroso. No debieron leer el diario de Arlo.
Madre Lucía mira a Helena con una mirada regañona. Helena baja la cabeza.
HELENA:
Perdón.
Madre Lucía desciende de su caballo con su bastón y avanza hacia la entrada. Helena la sigue, y llegan juntas.
La cueva está completamente iluminada. Alejandro yace en el suelo. Madre Lucía y Helena se dan cuenta. Helena corre hacia él, mientras Madre Lucía avanza lentamente hacia él.
Helena corre hacia su hermano, que yace inconsciente en el suelo. Se arrodilla junto a él y le sacude los hombros, mientras le grita su nombre con desesperación.
HELENA:
¡Alejandro, por favor, dime algo!
Acerca su oído al pecho de Alejandro, buscando algún latido. Madre Lucía se acerca lentamente por detrás.
HELENA: (aliviada)
Está respirando.
MADRE LUCÍA: (seria)
Déjame ver.
Madre Lucía se pone al lado de Helena y examina el cuerpo de Alejandro. Saca una hierba de su bolsa y se la da a Helena.
MADRE LUCÍA:
Ponle esto en la nariz.
Helena le coloca la hierba sobre la nariz a Alejandro, con cuidado. Alejandro arruga la cara y empieza a toser. Helena sonríe con lágrimas en los ojos y lo abraza.
ALEJANDRO: (confuso)
¿Dónde estoy?
Mira a su hermana y luego a Madre Lucía, que lo observa con severidad.
ALEJANDRO: (dolorido)
Hola, Madre…
MADRE LUCÍA:
Descansa un momento. Espero que hayas disfrutado de tu pequeña escapada.
Alejandro baja la cabeza, avergonzado. Solo puede mirar a su hermana, que lo mira con felicidad.
MADRE LUCÍA:
¿Y bien? ¿Qué te pasó?
ALEJANDRO:
No lo sé. Entré a la cueva, luego escuché que Helena me llamaba, traté de salir pero no encontraba el camino. Luego estaba la voz…
HELENA y MADRE LUCÍA: (a la vez)
¿Voz?
ALEJANDRO:
Sí, una voz…
Alejandro se queda pensativo, pero no logra recordar nada más. Extiende su mano en busca de ayuda. Helena le toma la mano y lo ayuda a levantarse. Lo sostiene por el brazo y caminan junto a Madre Lucía hasta la salida de la cueva.
MADRE LUCÍA:
Vamos a la academia. Trata de recordar lo que sucedió.
ALEJANDRO:
Está bien.
Alejandro camina para marcharse, antes irse mira hacia atrás. En el suelo, donde antes había estaba tirado, hay una silueta femenina que lo observa fijamente. Es una mujer alta, de rasgos perfectos y cabello negro azabache. Lleva un kimono oscuro que contrasta con su piel pálida. Sus ojos rojos son como dos pozos sin fondo que parecen atrapar la mirada de Alejandro. Alejandro voltea rápidamente la cara, ignorando completamente la presencia misteriosa.
EXT. CUEVA - TARDE
Alejandro, Madre Lucía y Helena salen de la cueva y caminan hacia sus caballos. Se montan y se alejan al galope, dejando atrás la cueva y sus secretos.
FIN CAPITULO 1
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