Sentía que estaba en un lugar lleno de paz, sin ningún tipo de problemas menos recuerdos, hay estaba ella, la mujer que dio todo por mí hasta su último momento me miraba con una sonrisa mientras agitaba su mano saludándome o despidiéndose no lo tenía claro aún.
Mientras me acercaba mi abuela más se alejaba, todo de la nada se tornó oscuro muchas sombras solo una era visible para mí y era la de mi verdugo.
Una oleada fuerte de un olor extraño entro por mi nariz haciéndome volver a la realidad que ahora quiero y anhelo olvidar.
Al abrir mis ojos, lo primero que vi fue esa mirada oscura llena de tantas emociones que ni siquiera yo puedo entender, sus ojos esos malditos ojos que me han atormentado desde que lo conocí lo apartó de mi, mientras mis lágrimas nuevamente aparecen.
-Pudiste haber muerto estás loca, que hacías bajo la lluvia.
Abigaíl: No finjas no saber nada, eres un maldito delincuente es obvio que sabes todo de mí.
Me quiebro al ver como se sienta frente a mí, cruzando sus piernas y tallando su dedo en su barbilla para luego revelar una sonrisa que me heló hasta los huesos.
-Sabes lo que quiero pequeño ángel.
Cierro los ojos, harta de esta situación, no quiero nada más que no sea estar con mi abuela, estoy en un lugar que desconozco con un maldito infeliz que me mira sin ningún tipo de vergüenza, solo me detalla de pies a cabeza, mi pudor y mi dignidad y ni hablar de mi orgullo, los tire a la basura en este momento.
De un solo tirón arrancó mi blusa quedando solo en brasier, para desabrochar mi pantalón y quitármelo con la misma rabia que me impulsa lanzarlo a sus pies
-Esto es lo que quieres, pues tómalo.
Se levanta como el animal que es acorralándome entre la puerta y su cuerpo, puedo sentir su virilidad, pues se refriega en mí sin ningún tipo de sutileza.
Huele mi cabello, al tiempo que deja besos y mordidas en mi cuello, intenta tocar mis pechos pero lo detengo.
Abigail: Puedes tener mi cuerpo, pero jamás tendrás el placer que deseas despertar, me das asco.
me toma del cabello, para morder mis labios hasta hacerlos sangrar me suelta de golpe haciéndome caer al piso y me mira por última vez.
-Tu cuerpo, tus pensamientos hasta tu maldita cordura serán míos tanto o más que tú Abigail, eso que jamás se te olvide.
De un portazo sale, escuchó como habla con alguien más que en realidad no me importa no hago ningún esfuerzo en levantarme pues llorar es lo único que me consuela ahora.
Al otro lado del mundo, Especialmente en Sudáfrica un hombre mucho más poderoso, que hasta el mismísimo Diavolo descansa junto al amor de su vida, quien acaricia su pecho. Este solo tiene una meta fija y es encontrar a su hija sana y salva y poder acabar con todos los involucrados de haberse perdido tantos años con su pequeña Aby.
Ángela: André tu silencio no me gusta, porque estamos aquí, eso de las excavaciones no lo creo. Dime la verdad por favor.
-Soy un empresario petrolero mi amor, en Sudáfrica es un buen lugar para buscar petróleo incluso existen aldeas donde habitan algunos pigmeos que protegen una mina que le da riquezas, ellos aceptaron que nosotros excavemos en sus propiedades no hay nada más que saber.
Ángela: No me trates como idiota André, sé que hay algo más en todo esto. Pero está bien no lo digas tarde que temprano lo sabré.
Mi esposa me da la espalda y yo solo me levanto para observar por la ventana del Pequeño hotel de la ciudad del congo, la extensa selva, la oscuridad de la noche brillando bajo la luz de la luna una lágrima sale mis ojos, pues mi corazón se oprime todos los días al no tener ni siquiera una pista de donde puede estar mi ángel.
En Italia.
Chiara fue avisada por Chávez de lo que había sucedido la princesa lloró con dolor, por las atrocidades que su primo favorito había hecho, como fue posible de matar a una anciana que lucha por su vida, como fue posible de arrancarle la única esperanza a una chica que su único error fue cruzarse en el mismo camino que ese enfermo.
Chiara era abrazada por Chávez mientras sus demás hombres hacían los papeleos para retirar el cuerpo de la abuela de Abigaíl, Rossi no podía refutar, pues no era cualquiera la que estaba frente a él.
-Mata al doctor, es uno de los lambe botas de Renzo, lo quiero calcinado y con una enorme nota en su caja, la enviarás a Renzo.
Chávez: Piensas entrar en una guerra con tu familia por esa niña.
-Tú lo has dicho es una niña que no tiene la culpa de que Renzo sea un maldito psicópata, escúchame bien Chávez, las lágrimas que esa chica está derramando ahora, renzo las derramará el triple eso te lo juro.
Abigail no entendía por qué su necesidad de ayudarla, pero recordó a esa chica en turca que no pudo salvar y que fue vendida a un burdel, tal vez por ello jamás le podrá perdonar a Renzo esto que está haciendo.
Nadie puede obligar a las personas a hacer cosas que no quieren, mucho menos a entregar su cuerpo esto es un acto tan bajo y cruel que Chiara le cobrará a su primo con creces.
Abigaíl continuaba en la misma posición dejando salir sus lágrimas, se mantenía en silencio, mientras pensaba en lo feliz que era con su abuela, en todos sus planes juntas, que ahora se vieron reducidos a nada.
Por su mente solo pasaba, que le haría la vida miserable a Renzo de Lucca, solo debía reponerse de este duro golpe que la vida le estaba dando, limpio sus lágrimas con rabia y enojada miro la puerta.
-Juro que te enamorarás tanto de mi, que te olvidarás hasta de tu nombre Renzo de Lucca, te voy a destruir así sea lo último y único que haga en mi vida.
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