Aprendiendo A Amar
*Una mañana fría de junio de 2002, el sol brillaba en el cielo despejado*
*En el patio del orfanato, las risas se mezclaban con el ruido de las zapatillas. Entre ellos, una chica mordía el borde de un lápiz sin levantar la mirada del cuaderno. Era Antonella, una chica adolescente con un jardinero descolorido, algunas pecas dispersas en su rostro y ojos azules que irradiaban tristeza*
*Sentada en un banco, Antonella dibujaba un paisaje con dedicación. Sus trazos eran seguros pero suaves*
*De pronto, una sombra se cernió sobre su cuaderno. Levantó la mirada y vio a Agustina, una chica de su misma edad*
Agustina: (cruzó los brazos, burlona) Ay, Anto, Anto, ¿dibujando otra vez?
Antonella: Uff, de nuevo la burra al trigo...
Agustina: (risa amarga) ¿Me contás qué tiene de divertido pasar el lápiz por la hoja y dibujar tonterías?
Antonella: (suspiró, sin mirarla) Agustina, a ver... ¿te podés ir, por favor? Me ponés de muy mal humor, y aparte me desconcentrás.
Agustina: (se encogió de hombros) Sí, mejor me voy. Cada tonto se divierte a su manera...
Antonella: (sonrisa burlona) Sí, soy tonta para divertirme, pero me divierto. ¿Vos? No tenés nada mejor que hacer... ¿no?
Agustina: Yo tengo amigos para charlar, ¿vos tenés amigos, nena? Porque siempre te veo sola en el mismo rincón... como un ermitaño, solitaria.
Antonella: Te puedo decir que yo no me aburro nunca, mi mejor amigo es el arte, me escucha, me acompaña y no me critica.
Agustina: (moviendo la mano) Ay, bla, bla, bla...
Antonella: Y claro... explicarle arte a una taruga es más o menos igual que explicarle multiplicaciones a una mula.
Agustina: (tono amenazante) ¿Qué dijiste? A ver, repetilo...
*Antonella dejó su cuaderno a un lado y se levantó, enfrentando a Agustina*
Antonella: (risa irónica) Uhh, parece que alguien me anda buscando... ¿y sabés qué pasa a quién me busca? ¡Me encuentra!
*Antes de que la situación escalara, una figura adulta se acercó a ellas. Era la directora, con una expresión de preocupación*
Directora: ¡Ey, ey! ¿Qué es todo esto?
Antonella: Yo nada, yo estoy dibujando... en cambio las llamas patean, no saben hacer otra cosa para entretenerse...
Agustina: ¡Pero...! ¡Yo te voy a...!
Antonella: (la señala, riendo) 'Dire', ¿si la encierra en el zoológico?
Directora: (alzó una mano, cansada) Shh, bueno, basta, paren de pelear. Agustina, ya está la comida, andá...
*Agustina salió corriendo, lanzando una última mirada de desprecio a Antonella*
Antonella: Al fin, moría de hambre...
*Antonella también iba a irse corriendo, pero la directora la detuvo, extendiendo el brazo en su camino*
Directora: No, Antonella, vos no vas.
Antonella: (ladeó la cabeza) ¿Qué? ¿Por qué? ¡Yo no hice nada!
Directora: Antonella... tranquilizate un poco, ¿sí? No hiciste nada, es más, te tengo muy buenas noticias...
Antonella: (abrió los ojos y sonrió) ¿Buenas noticias, eh? ¡Adelante, hable!
Directora: Alguien vino por vos.
Antonella: (alzó una ceja y retrocedió un paso) ¿Cómo? ¿A qué se refiere?
Directora: Eso, Anto. Vino un pariente tuyo, e hizo los papeles para tener tu custodia y que puedas vivir con él...
Antonella: (frunció el ceño) ¿Qué? ¿Qué pariente? Si yo no tengo familia...
Directora: Sí que tenés, es un tío tuyo...
Antonella: ¿Tío? No, no es posible... ¿está segura? Porque yo no tengo parientes... ¿le hicieron algún estudio? ¿Lo interrogaron? Porque cualquiera ahora mismo puede venir y decir que es mi tío, pero...
Directora: (la interrumpió, agotada) Antonella... sí, me dijo que era tu tío materno. Así que agarrá tus cosas, que te está esperando...
Antonella: (habló rápidamente, casi sin aliento) ¿Qué? ¿Así de fácil? ¡Ni siquiera averiguó si ese hombre es mi tío, o si vive bien!
Directora: Mirá, Antonella... esto tenía que decírtelo él, no yo. Pero es una persona importante, creeme que no te va a faltar nada con él.
Antonella: Importante... ¿será un riquillo?
Directora: Antonella, ya te di bastante información. Andá a agarrar tus cosas, te está esperando en la recepción...
Antonella: (dudando un momento) Bu-Bueno...
*Antonella la miraba perpleja mientras la directora se alejaba con pasos apurados*
*Minutos después, Antonella caminaba lentamente hacia la recepción, sus pasos resonando en el pasillo vacío. Una mezcla de confusión y duda la invadía*
*Al llegar a la recepción, vio a un hombre junto a la directora. Él la esperaba con una sonrisa amplia y cálida, mientras la directora mantenía una expresión serena*
*El hombre tenía el cabello castaño salpicado de canas, ojos castaños llenos de una emoción contenida y una vestimenta simple pero cuidada. Al ver a Antonella, su sonrisa se ensanchó aún más*
Directora: Mírela, ahí viene. Su sobrina Antonella...
Pablo: (sonriendo, voz cargada de emoción) Hola, Antonella...
*Pablo extendió la mano hacia ella. Antonella, con recelo y desconfianza, le dio la mano tímidamente*
Antonella: Hola...
*En ese momento, Antonella se acercó poco a poco a él, mirándolo con atención a cada detalle. Pablo tragó saliva, incómodo*
Antonella: (pensó en voz alta) Hmm... tiene cara de bueno, pero todavía no se puede juzgar... y de parecerse a mí... no estoy muy segura. Pero en sus ojos veo... cansancio.
*Pablo soltó una risa suave y tierna*
Directora: Bueno, ya está... ¿tenés todo, Antonella?
Antonella: (asintió) Sí, sí. ¡Tengo todos mis petates!
Directora: ¿Segura? ¿No te olvidás nada?
Antonella: Sí, ya tengo mi ropa, mi cuaderno y mi lápiz... no necesito nada más. Mi cabeza también está bien puesta en su lugar...
Directora: (sonrió con dulzura) Bueno, dicho eso, ya podés ir, Antonella. Estás en buenas manos, no te preocupes...
Pablo: (sonrió con calidez) Tranquila, no tengas miedo.
Directora: Ay, Antonella, tantos años con vos. Vamos a extrañarte...
Antonella: (forzó una sonrisa) Yo también, extrañaré sus... sus... sus regaños, su... ¡su buena onda con la vida!
Directora: (acarició su hombro) Pero bueno, ya tendrías que ir. Me alegro que te haya surgido esta oportunidad, no les pasa a muchos ya. Aprovechalo, y sé feliz.
Antonella: (pensó, sonriendo) Fuera de este encierro seré más feliz que una lombriz...
Pablo: (extendió su mano hacia la puerta) ¿Vamos, Antonella?
Antonella: (asintió lentamente) Bueno, dale, vamos.
Pablo: Bueno, chau, ¡muchas gracias!
Directora: No hay de qué, adiós. Adiós Antonella, cuidate.
*Antonella y Pablo se dirigieron hacia la salida. Antonella miró hacia atrás, viendo cómo la directora la observaba con una mezcla de orgullo y tristeza. Seguía mirando hasta que la puerta del orfanato se cerró detrás de ella*
*Después de un rato, el auto avanzaba por la ruta. Pablo conducía con una expresión serena, mientras Antonella, sentada en el asiento del acompañante, miraba por la ventana con emocion y concentración. Los campos verdes y colinas ondulantes se extendían hasta el horizonte, creando un paisaje pintoresco*
Pablo: Antonella...
Antonella: (giró la cabeza rápidamente) ¿Eh? ¡'Parlare'!
Pablo: (mirándola a los ojos) Ehh... yo quiero que hablemos. ¿Te parece?
Antonella: (inclinó la cabeza, riendo) ¿Si me parece el qué? ¿Hablar? ¡Uff, para eso soy experta, ni se imagina!
Pablo: De todo esto. Me imagino que debe ser re confuso para vos, ¿o no?
Antonella: (asintiendo lentamente) Hmm... ¿le digo la verdad? Sí... o sea, siempre creí que estaba sola en el mundo, a la merced de la vida...
Pablo: (sonrisa radiante) No, simplemente yo no sabía cómo ubicarte. Ni bien supe de tu paradero, hice todo lo posible para venir a buscarte...
Antonella: ¿En serio?
Pablo: ¡Pero claro que sí, Antonella!
Antonella: Solo digo... mire que soy complicada, eh. Hablo las 24 horas del día. Hasta cuando duermo, no se imagina. Soy torpe, desastrosa, cargosa...
Pablo: (rió suavemente) Sos divertida, nena... nos conocemos hace 20 minutos y ya me hiciste reír 3 veces.
Antonella: (fingiendo molestia) ¡Ah, o sea que yo le doy risa!
Pablo: No, pero risa en el buen sentido, o sea...
Antonella: (lo interrumpió, sonriendo) ¡Chiste!
Pablo: (asintió, también riendo) Ah... no me la vi venir, eh... ya van 4.
Antonella: (lo miró con atención) Entonces... déjeme situarme bien, ¿usted es mi tío de parte de madre o...? ¿No será hermano de ese ogro cruel, no?
Pablo: Primero que nada, Antonella... podés tutearme sin problema, yo no me enojo.
Antonella: (rió apenas, avergonzada) Ah... ups, perdón, no me di cuenta... es que yo tuteo a la gente que no conozco y respeto...
Pablo: Me alegro que así sea. Y respondiendo a tu otra pregunta... yo no tengo nada que ver con tu papá. Soy tu tío de parte de madre.
Antonella: Ah... ya voy cazando la onda. Bueno, siendo así... me da más confianza. Quiero decir, "me das"...
*Pablo sonrió, tranquilizándola*
Pablo: No me conocés, es normal que a veces se te escape... pero por eso mismo, lo vamos a compensar con el paso del tiempo. Te prometo que no reto tanto...
Antonella: Sí, se te nota en la cara que sos buen hombre. (abrió los ojos) ¡Ah, por cierto! Quiero preguntar una cosa...
Pablo: (asintiendo) Claro, decime.
Antonella: ¿Cómo te llamás? Porque la directora mencionó algo así de que... de que eras alguien importante, ¿sabés? Pero no me dijo quien porque vos me lo tenías que decir...
Pablo: Ah, eso... me olvidaba la parte esencial, decirte como me llamo. Soy Pablo Santander, pero podés decirme tío.
Antonella: Pablo Santander... ¿entonces ese sería mi apellido?
Pablo: (sonrió con dulzura) Te lo podés quedar si querés...
Antonella: ¡Trato hecho! Seguramente este apellido es mejor que "Colman". Antonella Santander... ¡eh, re combina!
Pablo: Me alegro que ya te sientas familiarizada para usar mi apellido. Ahora en 10 minutos llegamos a casa...
Antonella: ¿En serio? O sea que... ¿vivís por acá? ¿En los campos?
Pablo: En los campos no, pero vivo al lado de uno, básicamente. Ahora lo vas a ver...
Antonella: (asintió, emocionada) ¡Perfecto! Me encantan los campos... usted sabe que yo vivía en uno hace unos 2 años; corría, jugaba, me revolcaba en el césped y jugaba con las hormigas...
*El paisaje continuaba deslizándose, y Antonella seguía charlando, mientras Pablo la escuchaba con una sonrisa que no podía esconder*
*Después de unos 15 minutos de viaje, el auto se detuvo frente a una casa imponente. Antonella y Pablo se bajaron del auto, y Antonella miró con asombro la estructura de la casa*
Pablo: (señalando con orgullo) Mirá, Anto, ésta es mi casa...
*La casa de dos pisos tenía una fachada de piedra que le daba un aire rústico pero elegante. Una escalera grande y bien cuidada conducía a la entrada principal. Antonella observaba maravillada, sus ojos recorriendo cada detalle*
Antonella: No lo puedo creer... ¿en serio esto es tuyo?
Pablo: ¿Te gusta?
Antonella: (asintió, llena de energía) ¡Sí, me encanta!
Pablo: (extendió la mano hacia la puerta) Bueno, entremos entonces...
*Ambos caminaron juntos hacia la casa y entraron. Al cruzar la puerta, Antonella fue recibida por una cálida bienvenida*
*En la entrada, un chico y una mujer los esperaban con sonrisas amistosas. El chico tenía cabello rubio y corto, vestía una camisa verde. La mujer, de estatura alta, llevaba el cabello completamente corto, vestía una chaqueta lila y unos pantalones de jean negros*
Pablo: (vociferó, sonriendo) ¡Hola, chicos!
Gina: ¡Hola!
Pablo: Lorenzo, Gina, ella es Antonella...
Antonella: ¡Antonella con dos 'l'!
Gina: (se acercó un paso, con alegría) ¡Hola, Antonella!
Lorenzo: (forzándose a sonreír, tímido) Hola...
*Antonella los miraba con entusiasmo y curiosidad*
Antonella: ¡Ciao, ciao! Mujer buena onda y... chico simpático...
Pablo: (rió suavemente) ¡Ah, cierto, no te presenté! Antonella, él es Lorenzo, mi hijo... y tu primo también...
Antonella: (asintió y alzó las cejas) Ah... bien, entonces... "Lorenzo". Ya está, me lo guardo en la memoria.
Pablo: Y ella es Gina, mi ama de llaves y mi amiga de hace muchos años...
Gina: (extendió la mano) ¡Hola, Antonella! ¡Es un placer!
Antonella: (apretando suavemente la mano de Gina) ¡El placer es mío! ¡Re copado saber que tenés más familia! Pensé que solo íbamos a estar los dos. Ahora tengo un primo con quien pelear, y una mujer adorable...
Pablo: Te aseguro que con el tiempo van a agarrarse cariño. Bueno, ya te los presenté. Ahora viene la mejor parte: enseñarte tu cuarto.
*Una sonrisa iluminó el rostro de Antonella, con una chispa de ilusión en sus ojos*
Antonella: ¿Mi cuarto? ¿En serio tengo un cuarto?
Pablo: ¡Pero obvio que sí, Anto!
Antonella: (dio un pequeño salto) ¡A ver, a ver, quiero verlo!
Pablo: (guiándola hacia la escalera) Vení conmigo...
*Subieron las escaleras, y llegaron a una puerta que Pablo abrió con cuidado, revelando una habitación luminosa y acogedora*
*Al abrir la puerta y entrar a la habitación, Antonella se quedó sin palabras. Sus ojos se agrandaron con asombro y una sonrisa se dibujó en su rostro al ver el espacio que ahora sería suyo*
*La habitación era grande, con paredes de color rosado. Una cama con mantas color beige se encontraba contra la pared. Estanterías blancas alineadas con libros decoraban una de las paredes. Cerca de la cama, una ventana con cortinas rosas dejaba entrar la luz natural*
Pablo: (mirándola, intrigado) ¿Qué opinás? No te conocía, por eso lo decoré así. ¿Hay algo que no te guste? Siempre lo podemos cambiar...
*Antonella dejó su bolsa con sus cosas en el suelo, todavía asombrada*
Antonella: (observó cada rincón, sonriendo) ¿Gustarme? ¡Me encanta! ¿En serio esto es todo para mí?
Pablo: Claro, Anto, ¿para quién será si no?
Antonella: (exclamó con alegría) ¡Me encanta! ¡Es re lindo! ¡Y gigantesco!
Pablo: Bueno, este es tu lugar propio. Por cualquier incomodidad, me podés decir...
Antonella: No tengo ninguna incomodidad...
*Se acercó a la cama y se sentó sobre ella, sintiendo la suavidad del colchón*
Antonella: (riendo) ¡Es re cómodo este colchón! Nada que ver con el colchón del orfanato, muy duro e incómodo. Se siente como una plumita...
Pablo: (asintió, sonriendo satisfecho) Estoy muy feliz de que te haya gustado...
Antonella: ¡En serio te agradezco! ¡Nunca tuve una habitación propia ni una cama solo para mí!
*Pablo se entristeció un poco al escuchar eso, sus ojos reflejaban una mezcla de tristeza y compasión, pero no bajó su sonrisa*
Antonella: (entre risas nerviosas) Ay, perdón... ¿me pasé de emocionada?
Pablo: No, no, vos tranquila. No pasa nada, lo entiendo, y me gusta verte tan feliz...
Antonella: (mirando por la ventana, curiosa) Ay, el pueblo debe ser muy lindo. Quisiera darle un recorrido a ver qué tal...
Pablo: ¿Querés salir a tomar aire? ¿Querés que te acompañe? Así de paso hablamos un poco.
Antonella: (asintiendo con entusiasmo) ¡'Andiamo'!
Pablo: (se inclinó ligeramente, preocupado) Pero está helado afuera, ¿tenés algo así para abrigarte?
Antonella: Hmm... a decir verdad, para abrigarme no. Tengo 3 o 4 prendas en la bolsita... ¡pero no importa! (riendo) Un poquito no frío no es problema, de paso me hago más inmune a la gripe...
*Pablo tragó saliva, aguantando la profunda tristeza que se notaba en sus ojos*
Pablo: (mirándola de cerca, preocupado) Antonella... ¿cómo es eso? ¡Te tenés que abrigar! Esperame un segundo, ahora te traigo algo...
Antonella: (movió las manos rápidamente) No, no te molestes, en serio... ya estoy acostumbrada.
Pablo: No, no voy a dejar que pases frío. Vos esperame un segundo, ahora vuelvo.
Antonella: (se mordió el labio) Bueno, está bien...
*Pablo salió de la habitación apurado, dejando a Antonella algo apenada. Ella se quedó mirando la habitación, todavía contemplando todo*
*Media hora más tarde, en el comedor de la casa, Gina y Lorenzo estaban charlando animadamente*
*De repente, se escucharon pasos ligeros en la escalera. Al levantar la vista, Lorenzo vio a Antonella bajando las escaleras, luciendo un pequeño saco tejido color beige. Su expresión cambió drásticamente, como si hubiera visto un fantasma*
*Gina, notando la reacción de Lorenzo, se giró para ver a Antonella también*
Antonella: (sonriendo, emocionada) ¡Hola! ¿Cómo andan?
Gina: (exclamando, entusiasmada) ¡Hola, Antonella! ¿Van a salir?
Antonella: (rió apenas) Sí... yo insistí en cambiarme el jardinero pero Pablo no quiso... ahora baja, me dijo...
Lorenzo: (voz tensa) ¿Qué hacés con eso puesto?
*Antonella bajó la sonrisa, confundida, retrocediendo un paso*
Antonella: ¿Cómo?
Lorenzo: ¡Que de dónde sacaste esa ropa! ¿¡Quién te la dio!?
*Antonella se quedó petrificada, asustada por la intensidad de la reacción de Lorenzo. Miró hacia todos lados, como si buscara una respuesta*
*En ese momento, Pablo entró al comedor, asustado por los gritos*
Pablo: (tono conciliador) Pará, Lorenzo, ¿qué te pasa? Yo le di este saquito...
Lorenzo: (elevando la voz, angustiado) ¡Pero papá! ¡Esa ropa era de mi mamá!
Antonella: (alzó una ceja, mirando a Pablo) ¿Y eso? No me habías dicho...
Gina: (levantó un poco la mano) Shh, ey, por favor, calmate.
Lorenzo: ¡No me voy a calmar! Por favor, sacate eso...
Antonella: (levantó las manos) Bueno, bueno, ahora me lo saco. No quería molestar, perdón.
Pablo: (lo interrumpió, exasperado) ¡Ella no se va a sacar nada porque vamos a salir! Pero después vamos a hablar vos y yo, ¿eh?
*Lorenzo estaba visiblemente enfurecido, mientras Antonella jugaba con su cabello, sintiéndose, sorprendida y nerviosa por la situación*
Pablo: (extendió una mano hacia ella) Vamos, Antonella...
*Antonella asintió y siguió a Pablo, ambos salieron del comedor. Una vez que se fueron, Gina se volvió hacia Lorenzo con una expresión de preocupación*
Gina: (se acercó, bajando la voz) Lorenzo, te tenés que calmar. ¿Cómo vas a estallar así?
Lorenzo: (señalando a un costado, agitado) ¿Pero no viste lo que tenía puesto? ¡Papá había dicho que mientras él siguiera vivo jamás iba a tirar o regalar las cosas de mamá! ¡Y mirá lo que hizo!
Gina: Capaz no lo hizo porque sí. ¿Y si ella no tenía nada para abrigarse? Esa chica vino acá con un overol así, corto, con el frío que hacía afuera...
Lorenzo: (tensionando la voz) ¡Pudo haber usado algo tuyo, o haberle comprado ropa! ¡No darle la de mi mamá!
Gina: Lorenzo, a ver... aunque ahora te parezca grave, no lo es tanto. Será solo por una vez...
Lorenzo: ¡Esto no tendría que haber pasado, ni una sola vez! ¡Por lo menos por respeto a ella!
Gina: Yo solo te digo que no te hagas problemas por eso. Ya estás bastante estresado con el trabajo... ¿no es así?
Lorenzo: (suspiró, con resignación) Sí, eso es verdad.
Gina: ¿Querés que te haga un café? Creo que lo necesitás...
Lorenzo: Bueno, dale... gracias, Gina. Con azúcar, por favor.
*Lorenzo suspiró, tratando de calmarse mientras Gina se dirigía a la cocina*
*Después de un rato, Antonella y Pablo paseaban por las pintorescas calles del pueblo. El aire fresco les acariciaba el rostro, y el sol brillaba suavemente. Antonella caminaba un poco preocupada, mirando de vez en cuando a su alrededor*
*Pablo, notando su inquietud, decidió romper el silencio, dejando ver una mueca de preocupación*
Pablo: (habló suavemente) ¿Qué te pasa, Anto?
Antonella: (evitando mirarlo, incómoda) No, no es nada...
Pablo: Si es por lo que pasó en la casa...
Antonella: (finalmente mirándolo, confundida) Es que... ¿qué pasó con Lorenzo ahí en la casa? Me quedé preocupada, se lo veía mal, pálido...
Pablo: (negó suavemente, frustrado) Lorenzo anda un poco estresado, no te angusties por él...
Antonella: ¿Es por algo más?
Pablo: (en voz baja) Es que... esa ropa que yo te presté, era de mi ex esposa.
Antonella: (mirándolo atentamente, alzando las cejas) ¿Cómo? ¿Acaso ella...?
Pablo: (asintiendo) Sí, y nosotros nunca volvimos a abrir su armario en años después de eso... al verte con eso puesto, se descolocó un poquito...
Antonella: (desvió la mirada, angustiada) Ay, no... ahora entiendo, pobrecito. Qué pena con él y con ustedes...
Pablo: ¿Por qué decís eso?
Antonella: (voz temblorosa) Porque sin darme cuenta sembré discordia entre ustedes... de haber sabido, no sé, venía así como estaba...
Pablo: No, no, no te disculpes. Vos no podías salir de esa forma, te podías enfermar. Además, Lorenzo no tiene idea, pero ella siempre quiso que su ropa la donáramos o que la regaláramos después de su muerte. Yo solo no lo hice por él...
Antonella: (mirándolo con seriedad) Pero... ¿puedo preguntarte algo?
Pablo: (asintió, con una sonrisa) Claro, sí...
Antonella: (titubeando) ¿Cómo fue? Si te molesta la pregunta, no hace falta que me digas... solo para conocerte un poco...
Pablo: (suspiro profundo) Ella... ella estaba muy enferma... y cuando nosotros lo supimos, le quedaban pocos meses de vida... esos meses los aprovechamos como nunca...
Antonella: Oh... ¿y la extrañás?
Pablo: (su voz quebrándose) Sí, la extraño mucho. Por suerte pude rehacer mi vida, pero aún después de 4 años... es difícil olvidarla.
Antonella: (asintió, pensativa) Claro... lo entiendo. Y ahora entiendo la molestia de él.
Pablo: Pero vos no te preocupes por Lorenzo, yo voy a hablar con él.
Antonella: (bajando la voz, agachó la mirada) De todas formas, no quiero seguir usando esto. No siento que sea correcto... si querés puedo buscar algún trabajo, ganar plata y así comprarme ropa yo...
Pablo: (sonriendo cálidamente, tocó su hombro) No, Antonella, vos no vas a conseguir plata. Yo te iba a dar plata para que compraras, pero como todo esto pasó muy rápido no quería agobiarte...
Antonella: Ahh, entiendo, claro.
Pablo: (mirando a su alrededor, rompió el silencio) ¿Y? ¿Te gustó un poco el pueblo?
Antonella: (sonrisa radiante) ¡Es precioso! Yo estuve en este pueblo cuando era muy pequeña, no tuve la oportunidad de apreciarlo. Está muy lindo. Hay lugares hermosos, es muy colorido.
Pablo: Sí, eso es lo que tiene. Es muy pintoresco, ¿viste?
Antonella: (acercándose un poco, nerviosa) Ey, Pablo, ¿te puedo pedir algo?
Pablo: (asintió) ¡Claro, decime!
Antonella: ¿Me dejás caminar y pasear un rato sola por el pueblo? Viste que hay lugares re bonitos, y los quería dibujar... si no te molesta...
Pablo: (frunció el ceño, alarmado) Pero Antonella, no conocés mucho de este lugar. ¿Y si te perdés?
Antonella: (sonrió, mirándolo con seguridad) No me voy a perder, tranquilo. Yo sé cómo llegar de nuevo. Mi memoria es como... ¡una brújula! Nunca la pierdo, vaya donde vaya...
Pablo: ¿Estás segura? No quisiera que te pase nada..
Antonella: Vos quedate tranquilo. No me va a pasar nada, yo sé manejarme en la calle. Es más, podés ir a casa y charlar con tu hijo mientras yo paseo...
Pablo: (dudando un momento, finalmente asintió) Hmm, está bien, tenés razón. Pero por favor, cuidate, ¿sí? Y si no sabés cómo volver o algo, pedile un teléfono a alguien y llamame, este es mi número.
*Y él le entregó un papelito con su número*
Antonella: (miró el papelito de reojo) Bueno, dale... vos relajate, lo voy a hacer.
Pablo: Bueno, Anto, chau. Cuidate, eh.
Antonella: (sonrió despreocupada) Sí, Pablo, tranquilo, chau...
*Pablo se despidió de ella y se alejó, mientras Antonella, muy feliz, continuó caminando por las calles del pueblo, sintiendo una nueva sensación de libertad y emoción*
*Varios minutos después, Antonella caminaba alegremente por las calles, disfrutando del pintoresco paisaje del pueblo. Al pasar al lado de una pequeña cafetería, se percató de su encanto y decidió volver para verla mejor*
Antonella: (asombrada, observando atentamente) ¡Ay, qué lugar tan bonito! ¡Es pequeño pero muy lindo!
*Se sentó en un asiento de piedra que había afuera, sacando su cuaderno de dibujo. Sin embargo, el fuerte viento le sacudió el pelo*
Antonella: No, hay mucho viento, mejor no... mejor voy a verlo por dentro, seguro que es igual de bello...
*Decidida, entró en la cafetería y quedó fascinada al instante. El interior era acogedor, con mesas de madera y una atmósfera cálida y relajante*
*Al entrar, notó que no había clientes, solo una chica charlando con el barista, ambos sentados en taburetes*
*La chica tenía cabello castaño que caía hasta por debajo de los hombros, un flequillo y vestía un elegante vestido gris. El chico, por otro lado, vestía de mozo, con cabello negro corto y ojos grises*
*Al ver a Antonella entrar, la chica y el barista intercambiaron miradas confusas y susurraron entre ellos*
Malena: (susurrando, mirándola de reojo) ¿Y esa chica? No la había visto en mi vida por el pueblo...
*Mariano se quedó viéndola, había algo en ella que había llamado su atención*
Mariano: (encogiéndose de hombros) No sé... yo tampoco la vi nunca...
*Malena se levantó y se acercó a Antonella, mientras Mariano observaba con una mezcla de curiosidad y preocupación*
Malena: Hola, ¿vos quién sos? ¿Sos nueva por acá?
*Antonella, sintiéndose un poco intimidada, respondió con confusión*
Antonella: (tensionando la voz) Ehh, sí, soy nueva. ¿Por qué?
Malena: (sonrisa burlona) Ay, ¿pero sabés qué? Los nuevitos así como vos se van a sentar en las mesas de afuera. Campesina.
Mariano: (intervino rápidamente, molesto) ¡Malena, no seas mala onda!
Antonella: (frunció el ceño) ¿Ah, sí? Mejor campesina que creída...
*Antonella, sintiéndose humillada, salió de la cafetería con mala cara. Mariano miró a Malena con enojo y desaprobación*
Mariano: No tenías que ser tan hostil
Malena: (movió la mano con desdén) Ay, tampoco es para tanto. No exageres, please.
*Mariano, impulsado por un sentimiento extraño y energizante, decidió seguir a Antonella. Salió rápidamente de la cafetería, dejando a Malena atrás, para alcanzar a la chica desconocida que había llamado su atención*
*Antonella paseaba alegremente alrededor de las sillas de la cafetería, girando con los brazos extendidos y la cabeza hacia atrás, disfrutando del momento. De repente, perdió el equilibrio y estuvo a punto de caer en una fuente cercana. En un instante, Mariano corrió hacia ella y la sostuvo por la espalda, evitando la caída*
Mariano: (voz temblorosa) ¡Señorita, cuidado!
*Los brazos de Mariano rodeaban la cintura de Antonella, y sus miradas se cruzaron*
*Ambos se quedaron en silencio, la respiración de Antonella aún agitada por el susto, mientras Mariano la sostenía firmemente. Una sonrisa nerviosa se dibujó en los labios de Antonella, mientras sentía el calor de las manos de Mariano en su espalda*
Mariano: (mirándola a los ojos, titubeando) Casi se cae, señorita...
Antonella: (sonrisa traviesa) Y me salvaste, caballero...
*Mariano la ayudó a ponerse de pie con cuidado, sus manos todavía en su cintura*
Mariano: (mirándola con curiosidad y admiración) ¿Cómo te llamás?
Antonella: (extendió la mano, enérgica) ¡Antonella!
Mariano: (tomó su mano suavemente) Un gusto, Antonella, yo soy Mariano...
Antonella: Mariano...
*Ellos se seguían mirando a los ojos. Antonella sintió un calor agradable en su pecho, una sensación de seguridad y emoción que no había experimentado en mucho tiempo. Mariano, por su parte, se sintió intrigado y atraído por la frescura y la energía de Antonella*
*Malena observaba toda la situación a lo lejos, con una expresión de enojo. Decidida a intervenir, se dirigió hacia ellos*
Malena: (aplaudiendo, fingió una sonrisa) ¡Hermoso, qué lindo y conmovedor!
*Malena agarró del brazo a Mariano y lo separó de Antonella bruscamente*
Malena: Deberías ser menos torpe, ¿no te parece?
*Antonella la miró fijamente, con enojo y malestar. Mariano, viendo la tensión entre ambas, se colocó en medio*
Mariano: Malena, no seas mala...
Malena: (cruzó los brazos) Yo a vos nunca te vi por acá.
Antonella: Porque soy nueva.
Malena: (la miró de arriba a abajo, riendo disimuladamente) Ya me parecía...
Antonella: (frunciendo el ceño, se acercó) ¿Perdón? ¿Qué quisiste decir?
*Antonella se acercó a Malena, pero Mariano rápidamente las separó, algo nervioso y tenso por la situación*
Malena: (sonrisa sarcástica) No te ofendas, nena. Solo decía... ¿siempre sos así de desarreglada? Se nota la tierra en tu ropa...
*Antonella alzó ambas cejas y sonrió, perpleja*
Mariano: (rápidamente) Malena, en serio, ya está.
*Malena se alejó riéndose, dejando a Antonella mirándola con enojo mientras se iba. Una vez se fue, Mariano se acercó a ella, mirándola con nervios*
Mariano: (intentando sonreír) Perdonala, por favor. Ella es así, a veces tiene un carácter...
Antonella: Sí, bastante... ácida. Pero bueno, tranquilo, no es tu culpa...
Mariano: ¿Así que recién te mudaste al pueblo?
Antonella: (titubeó, mordiéndose el labio) Ehh... sí, me mudé...
Mariano: ¿Querés que te haga algún jugo o algo?
Antonella: (sonrisa nerviosa) No puedo, no tengo cómo pagarte...
Mariano: (bromeando, sin apartar la mirada) No importa. La casa invita para chicas hermosas... ¿tu sabor favorito?
*Antonella rió, sintiéndose más relajada*
Antonella: (entre risas) Qué mozo tan cálido... ¿hay más de estos en el pueblo?
Mariano: Hmm... te diría que no, soy único...
Antonella: Oh... qué honor entonces. Uno de naranja, señor.
Mariano: (mientras iba hacia la mesada) Cómo no, marchando. ¿Y cómo va eso? ¿Te está gustando el pueblo?
Antonella: (siguiéndolo, algo ansiosa) Sí, sí. Es muy lindo. Comparado al lugar donde vivía antes...
Mariano: (volteó a mirarla, curioso) ¿Dónde vivías antes?
Antonella: (sintiéndose insegura, bajó la voz) Ehh... vivía... en el pueblo de acá al lado.
Mariano: Ah, sí, igual no está tan mal, eh. Yo fui algunas veces, estaba bueno dentro de todo...
Antonella: (rió suavemente) Sí, dentro de todo...
Mariano: (mirándola a los ojos, apenas sonriendo) ¿Y cuántos años tiene la señorita?
Antonella: (rió, sin titubear) Tengo 17 años... ¿y el mozo caballero?
Mariano: (fingiendo inocencia) Hmm... ¿por quién lo dirás? ¿Serías más especifica...?
Antonella: Parece que al caballero le encanta hacer bromas, ¿no? ¡Y es muy modesto, demasiado!
Mariano: Obvio que sí. Tengo una propuesta. Si adivinás mi edad, te ganás un premio... ¿aceptas?
Antonella: (inclinó la cabeza, curiosa) Hmm... un premio... ¡claro que sí, acepto!
Mariano: Bueno, tirá un número, tenés 3 chances...
Antonella: Hmm, yo... diría que veinte, DIRIA. Pero parecés un poquito más joven... ¿diecinueve?
Mariano: (asintió, entusiasmado) ¡Bien jugado, señorita! ¡Directo al blanco!
Antonella: (emocionada) ¿En serio? ¡Le pegué de una!
Mariano: Bueno, lo prometido es deuda. Antes de que te marches, te voy a dar tu premio. ¿Te parece?
Antonella: (sonrió, traviesa) Hmm... está bien, y espero que te luzcas, 'ragazzo'...
Mariano: Yo deduzco que te va a encantar.
Antonella: No lo dudo. Pero sos bastante jovencito, ¿hace cuánto trabajás?
Mariano: Un año y medio...
Antonella: Wow... pero te veo algo... no sé, no lo decís con ganas. No decís "¡Ay, este es mi trabajo favorito, lo amo, me fascina!". Tampoco tenés una fuerte sonrisa en el rostro...
Mariano: Porque no me encanta, Antonella... trabajo por una cuestión... personal. Tengo que cuidar de alguien.
Antonella: Ohh, ya voy entendiendo...
Mariano: Tampoco sonrío porque... no sé, es difícil que yo sonría. Solo recién me hiciste bromear y me sacaste una sonrisa...
Antonella: ¡Pero si sonreír es hermoso! ¿Te ayudo?
*Antonella extendió sus dedos hacia los labios de Mariano, con una sonrisa traviesa. Mariano sonrió, y tomó sus manos con diversión. El silencio se hizo eterno y sus miradas no podían apartarse, como si algo invisible las hubiera unido*
*Mientras tanto, en la casa de Pablo, Lorenzo esperaba impaciente en el salón, sus manos apretadas en puños. Cuando Pablo entró, Lorenzo se levantó rápidamente para enfrentarlo*
Lorenzo: (tensó la mandíbula) Qué bueno que llegaste, papá. Porque quería hablar con vos.
Pablo: (suspiró, acercándose) Sí, ¿sabés algo? Yo también quería hablar con vos. Y me alegro que estés más tranquilo. Así podemos ser más racionales.
Lorenzo: ¿De qué querés que hablemos?
Pablo: ¿No te habrás pasado un poquito con Antonella?
Lorenzo: (alzó las cejas, subiendo el tono) Papá... ¿es en serio? ¿Yo soy quien se pasó de la raya?
Pablo: No sé si te acordás cómo la trataste hace un segundo. Y la pobre ni siquiera se quedó ofendida o triste, sino preocupada.
Lorenzo: ¡Papá! ¡Reaccioné así por lo de la ropa! ¡Ella no tiene porqué usar algo de alguien que ya no está!
Pablo: (rodó los ojos y exhaló) Lorenzo, ¿por qué sos tan drástico? No le regalé el armario de tu mamá, le di un saquito para que se abrigue, porque estaba helado afuera.
Lorenzo: (replicó, mirándolo fijamente) ¡Es lo mismo! De tanta ropa que hay en la casa... ¿por qué no le preguntaste a Gina?
Pablo: No seas tonto, Lorenzo. La ropa de Gina no iba a entrarle, le iba a quedar muy grande. Yo sentía que la ropa de tu mamá sí le iba a quedar, y le quedó. Las dos son bajitas...
Lorenzo: (exclamó, desesperado) ¿Pero por qué tenías que hacer eso? ¡A mí no me dejaste volver a abrir su armario en años! ¡Y ahora hasta regalas su ropa a gente desconocida!
Pablo: (perdiendo la paciencia, interrumpió) No, a ver, ella no es ninguna desconocida, es TU prima. ¿Sí? Y no le regalé nada, se lo presté. ¿Está mal?
Lorenzo: (sin titubear) ¿Cómo no va a estar mal? ¿Quién es ella para tener el privilegio de usar ropa de mi mamá?
Pablo: (abrió los ojos, incrédulo) ¿Privilegio? Es el primer día que está acá, Lorenzo... yo le vi el guardarropa, tiene 2 camisetas y un overol, nada más. ¿Te parece que con el frío que hace ella puede vivir con eso?
Lorenzo: ¡No tiene nada que ver!
Pablo: Tiene que ver, porque vos SÍ que hablás desde el privilegio. Vos tenés un armario lleno. Si ella no tiene ropa, le prestamos ropa hasta comprarle, y listo.
Lorenzo: No entendés lo que quiero decir.
Pablo: (se cruzó de brazos, mirándolo fijamente) ¿Sabés lo que no entiendo? El porqué tanta hostilidad hacia ella.
Lorenzo: No es hostilidad, no me gusta que sea el primer día y ya se crea con el derecho de meterse en nuestras vidas.
Pablo: (lo interrumpió, exasperado) No quiero volver a escuchar que hables de ella como si fuera una extraña. Porque no lo es, a partir de ahora, es NUESTRA familia.
Lorenzo: (subió la voz) ¡La conozco hace 3 horas!
Pablo: ¡Precisamente por eso! ¿Qué te cuesta darte un tiempo para conocerla y hacerla sentir en casa? ¿No te parece injusto que después de todo lo que pasó, venga a un hogar y la trates así?
Lorenzo: (tono irónico) Perdoname que no confíe en ella, yo creo que es normal.
Pablo: Una cosa es que no confíes, y otra muy distinta, que le grites y la hagas sentir mal. Yo en esta casa no quiero esos tratos, así que te pido por favor que cuando ella venga, te disculpes.
Lorenzo: Le voy a pedir perdón, pero estoy muy enojado con vos. ¿Sabés?
Pablo: Yo, por el contrario, estoy muy decepcionado. Porque yo no pensé que fueras así. Yo esperaba que la recibieras bien, que tuvieras empatía, que seas más caballero. ¿Por qué no intentás llevarte bien con ella? No seas tonto. Hasta puede salir bien, los dos tienen casi la misma edad.
Lorenzo: Pero no la conozco, y vos tampoco la conocés. ¿Cómo me pedís que me lleve bien con alguien que no conozco para nada? ¿Cómo sabés si es o no una buena persona o si...?
Pablo: (interrumpiéndolo) Para eso hay que conocerla, Lorenzo. Por eso te digo, intentá conocerla, date esa oportunidad. Capaz se terminan llevando bien.
*Lorenzo suspiró con cansancio. Por unos segundos, ambos se quedaron en silencio, mirándose con seriedad*
*Dos horas más tarde, en la cafetería, Antonella y Mariano estaban sentados en una mesa de afuera, conversando animadamente. El sol comenzaba a ponerse, iluminando el lugar con una cálida luz dorada*
Mariano: (sonrió, entusiasmado) ¿Querés que te cuente algo?
Antonella: (ladeó la cabeza, viéndolo con curiosidad) A ver, dale...
Mariano: (la miró fijamente, aunque algo tímido) En realidad, a mí no me gusta trabajar de esto. Mi sueño es ponerme una vinoteca.
Antonella: (totalmente confundida, no apartó la vista) ¿En serio? ¿Una vinoteca? ¿Qué es eso?
Mariano: (explicó, sonriendo con pasión) Un bar de vinos, una vinoteca...
Antonella: (abrió los ojos, asombrada) ¿De vinos? ¡Qué copado! ¿Te gustan los vinos, entonces?
Mariano: (sonrió de forma juguetona) Me encantan los vinos, yo tengo mi propia bodega. ¿Sabías?
Antonella: (inclinó la cabeza y sonrió, desconcertada) ¿En serio? ¡Qué 'bellissimo'! O sea... ¿vos los hacés? ¿Vos solito?
Mariano: (bajó suavemente la sonrisa) Sí, en realidad mi familia los hizo, todo eso me encanta... lástima que hay personas que a veces pisotean ese sueño...
Antonella: (señaló al cielo, llena de energía) Si es tu sueño, ¡dale para adelante! No le hagas caso a los tarugos sin oficio... que opinen lo que les pinte.
Mariano: (la miró, emocionado) ¿Vos decís?
Antonella: (exclamó, sin detenerse) ¡Sí! Es más, cuando quieras, y si vos querés, yo puedo probar alguno de esos vinos que hacés...
Mariano: (sonrió, tímido) ¿En serio me lo decís?
Antonella: (un brillo travieso en sus ojos) ¡Ay, obvio! Es más, sería el primer vino que yo pruebe...
Mariano: (agarró sus manos, sonriendo) Estaría re copado, gracias, Antonella...
Antonella: (sin apartar la mirada) No hay de qué...
Mariano: (se inclinó hacia adelante) ¿Y vos? Yo te conté todo de mí, contame algo de vos...
Antonella: (retrocedió, nerviosa) ¿Algo de mí? No sé... ¿qué podría contarte de mí? (rió apenas) ¡Porque podría estar horas y horas!
Mariano: (asintió, sonriendo) Así que te gusta hablar... por donde vos quieras. Por ejemplo... ¿qué haces de tu tiempo libre?
Antonella: (pequeña pausa) Uff... cuánto esperaba tener a alguien para hablar de esto. El dibujo... es mi pasión. Poner mi corazoncito en cada trazo, cada detalle... es especial, no sé cómo explicarlo, ¿sabés?
Mariano: Aunque vos no lo creas, te entiendo perfectamente, Antonella. Es una pasión, yo también la tengo por los viñedos, y vos por el dibujo...
Antonella: Uff, menos mal me entendiste... sino iba a estar toda la noche explicándote.
Mariano: Tampoco me molestarías, eh. Por hoy no tengo nada más que hacer.
*Ambos rieron juntos, sin poder desviar la mirada del otro. Antonella comenzó a mirar a su alrededor, jugando con sus dedos*
Antonella: A veces... no sé si te pasa, pero yo sueño literalmente con mi futuro. Sueño con... con ser diseñadora, vivir de lo que amo. Ser muy feliz con mi familia...
Mariano: Te entiendo, a mí también me pasa. ¿Y... no soñás con el famoso "amor"?
Antonella: Ya tengo a mi amor... y es el dibujo. ¿Para qué necesito más?
Mariano: (asintió, incómodo) Ah... me encanta esa mentalidad. Yo pienso igual... ¿para qué enamorarte? Para sufrir... ¡no gracias, señor!
Antonella: (exclamó, riendo) ¡Sí, muchísimas gracias!
Mariano: Y con respecto al dibujo... ¿podrías hacerme uno alguna vez?
Antonella: (parpadeó, nerviosa) ¿Un... un dibujo? Bueno... ¿de qué?
Mariano: No sé, de un lugar que te haya hecho feliz... que te emocione. Lo que vos quieras, no pasa nada.
Antonella: Ehh... bueno. ¿Hay alguna razón?
Mariano: (continuó, sin titubear) Ninguna razón en particular. Simplemente quiero apreciar tu arte.
Antonella: (se mordió el labio, sonrisa tímida) Puede ser... pero no te burles, eh...
Mariano: ¿Burlarme de una chica tan hermosa como vos? Nunca... los caballeros no hacen eso.
*Antonella y Mariano se miraron fijamente, sus ojos entrelazándose. Antonella sintió cómo un calor le subió por las mejillas, haciendo que sus labios se curvaran en una sonrisa tímida*
*Mariano, por su parte, observaba a Antonella sin poder evitar sonreír de admiración, como si cada rasgo de su rostro estuviera grabado en su memoria. La forma en que su cabello caía suavemente sobre su hombro y como sus ojos brillaban a la luz del sol, lo sacudía*
*Hasta que Mariano decidió romper el silencio incómodo, con una sonrisa cálida*
Mariano: Así que... ¿hoy fue tu primer día en el pueblo?
Antonella: (asintió, mirando a su alrededor) La verdad que sí, pero por suerte pude recorrerlo muy bien. Por eso llegué hasta acá...
Mariano: (la miró intensamente) Y me alegro de eso. La pasé muy bien, Antonella.
Antonella: Hmm... ¿en serio? A mí me pareció que te aburrías...
Mariano: ¿Qué? ¡No, para nada! ¿Hice algo para que pensaras eso?
Antonella: No, nada, solo que... no sé, yo soy tan charlatana y vos... sos como un cubito de hielo.
Mariano: Un cubito de hielo... imagino que lo decís porque no soy tan expresivo, o porque no sonrío tanto.
Antonella: Sí... ¿te enojaste?
Mariano: Hmm, no, pero... a decir verdad, me gusta la sinceridad. Sobre todo esa sinceridad brutal...
Antonella: Entonces... ¿te gusta la sinceridad?
Mariano: Obviamente... es más, ¿te soy sincero? No lo demostré, porque me cuesta muchísimo expresar mis emociones pero... te aseguro que me divertí muchísimo. Hace tiempo nadie me hacía reír así...
Antonella: (ríe apenas) Oh... ¿yo te hice reír? Bueno, a veces digo cada pavada... yo también lo pasé bien, Mariano. Requetebién.
Mariano: (sin dejar de sonreír) ¿'Requeterequetebien'? Pese que soy bastante frío o seco... te divertiste conmigo.
Antonella: Es que... siento que es una fachada lo de frío. Apenas y se notó. Hacés chistes, sos simpático...
Mariano: Bueno, suele pasar cuando... cuando lo cálido se mezcla con lo helado. ¿No?
Antonella: ¿Me estás diciendo que soy cálida...?
Mariano: (sonriendo) No, para nada... solo me muero de calor acá adentro.
Antonella: Ja, ja, ja... qué gracioso que sos, amigo.
Mariano: ¿Así que soy tu amigo? Me parece genial...
Antonella: (titubeó, desconcertada) Ah... sí, aunque te recomiendo que tengas cuidado conmigo. Soy torpe, habladora, pesada...
Mariano: Antonella... no hace falta que siempre te tires abajo. Aunque sea de broma, no hace falta. Porque no es cierto. Y además... yo no tengo requisitos para ser amigos. Con que sean buenas personas me alcanza...
Antonella: (exclamó, llena de entusiasmo) ¡Gracias entonces, estoy encantada!
*Al momento de darse la mano, tanto Mariano como Antonella sintieron una energía que los unía, la piel de Antonella se enchinó y Mariano sentía una especie de calor extraño que lo abrazaba, que hacía que no quisiera soltarla. Sin embargo, segundos después, se separaron, nerviosos*
Antonella: (exhaló, sonriendo) Bueno... la pasé re lindo, pero ya me tengo que ir, se está haciendo de noche y se va a preocupar mi familia...
Mariano: (devolviéndole la sonrisa) Bueno, está bien. Me divertí mucho, la verdad...
Antonella: Yo también...
*Ella se levantó de la silla, preparándose para irse. Pero Mariano la llamó suavemente*
Mariano: ¡Antonella, esperá! Te olvidás de algo importante...
Antonella: (dándose vuelta) Eh... ¿qué me olvidé? ¿El lápiz, el cuaderno?
Mariano: No, te olvidaste tu premio por haber adivinado mi edad. ¿Te acordás?
Antonella: (risa entrecortada) Ah... era eso... no pensé que ibas a acordarte.
Mariano: ¿Cómo que no? Yo soy un hombre fiel a su palabra. Acá tenés...
*Mariano sacó de abajo del mostrador una pequeña bolsa de papel sellada. Antonella la tomó, con una fuerte sonrisa*
Antonella: ¿Es comida? ¡Gracias, sos lo más!
Mariano: No hay de qué, amiga...
*Antes de irse, se dio media vuelta y volvió a acercarse a Mariano, sonriendo con aprecio*
Antonella: (lo saludó con la mano) Nos vemos, Mariano, cuidate...
Mariano: Bueno, espero verte pronto, Antonella...
*Antonella se alejó corriendo, Mariano la miró irse con una sonrisa en el rostro, sintiendo una calidez abrasadora en el pecho*
Mariano: (susurró para sí mismo) Y ojalá que muy pronto...
*Miró hacia el cielo, donde el sol apenas se escondía, sintiendo que algo especial había comenzado en ese atardecer de un 10 de Junio*
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