*Una mañana fría de junio de 2002, el sol brillaba en el cielo despejado*
*En el patio del orfanato, las risas se mezclaban con el ruido de las zapatillas. Entre ellos, una chica mordía el borde de un lápiz sin levantar la mirada del cuaderno. Era Antonella, una chica adolescente con un jardinero descolorido, algunas pecas dispersas en su rostro y ojos azules que irradiaban tristeza*
*Sentada en un banco, Antonella dibujaba un paisaje con dedicación. Sus trazos eran seguros pero suaves*
*De pronto, una sombra se cernió sobre su cuaderno. Levantó la mirada y vio a Agustina, una chica de su misma edad*
Agustina: (cruzó los brazos, burlona) Ay, Anto, Anto, ¿dibujando otra vez?
Antonella: Uff, de nuevo la burra al trigo...
Agustina: (risa amarga) ¿Me contás qué tiene de divertido pasar el lápiz por la hoja y dibujar tonterías?
Antonella: (suspiró, sin mirarla) Agustina, a ver... ¿te podés ir, por favor? Me ponés de muy mal humor, y aparte me desconcentrás.
Agustina: (se encogió de hombros) Sí, mejor me voy. Cada tonto se divierte a su manera...
Antonella: (sonrisa burlona) Sí, soy tonta para divertirme, pero me divierto. ¿Vos? No tenés nada mejor que hacer... ¿no?
Agustina: Yo tengo amigos para charlar, ¿vos tenés amigos, nena? Porque siempre te veo sola en el mismo rincón... como un ermitaño, solitaria.
Antonella: Te puedo decir que yo no me aburro nunca, mi mejor amigo es el arte, me escucha, me acompaña y no me critica.
Agustina: (moviendo la mano) Ay, bla, bla, bla...
Antonella: Y claro... explicarle arte a una taruga es más o menos igual que explicarle multiplicaciones a una mula.
Agustina: (tono amenazante) ¿Qué dijiste? A ver, repetilo...
*Antonella dejó su cuaderno a un lado y se levantó, enfrentando a Agustina*
Antonella: (risa irónica) Uhh, parece que alguien me anda buscando... ¿y sabés qué pasa a quién me busca? ¡Me encuentra!
*Antes de que la situación escalara, una figura adulta se acercó a ellas. Era la directora, con una expresión de preocupación*
Directora: ¡Ey, ey! ¿Qué es todo esto?
Antonella: Yo nada, yo estoy dibujando... en cambio las llamas patean, no saben hacer otra cosa para entretenerse...
Agustina: ¡Pero...! ¡Yo te voy a...!
Antonella: (la señala, riendo) 'Dire', ¿si la encierra en el zoológico?
Directora: (alzó una mano, cansada) Shh, bueno, basta, paren de pelear. Agustina, ya está la comida, andá...
*Agustina salió corriendo, lanzando una última mirada de desprecio a Antonella*
Antonella: Al fin, moría de hambre...
*Antonella también iba a irse corriendo, pero la directora la detuvo, extendiendo el brazo en su camino*
Directora: No, Antonella, vos no vas.
Antonella: (ladeó la cabeza) ¿Qué? ¿Por qué? ¡Yo no hice nada!
Directora: Antonella... tranquilizate un poco, ¿sí? No hiciste nada, es más, te tengo muy buenas noticias...
Antonella: (abrió los ojos y sonrió) ¿Buenas noticias, eh? ¡Adelante, hable!
Directora: Alguien vino por vos.
Antonella: (alzó una ceja y retrocedió un paso) ¿Cómo? ¿A qué se refiere?
Directora: Eso, Anto. Vino un pariente tuyo, e hizo los papeles para tener tu custodia y que puedas vivir con él...
Antonella: (frunció el ceño) ¿Qué? ¿Qué pariente? Si yo no tengo familia...
Directora: Sí que tenés, es un tío tuyo...
Antonella: ¿Tío? No, no es posible... ¿está segura? Porque yo no tengo parientes... ¿le hicieron algún estudio? ¿Lo interrogaron? Porque cualquiera ahora mismo puede venir y decir que es mi tío, pero...
Directora: (la interrumpió, agotada) Antonella... sí, me dijo que era tu tío materno. Así que agarrá tus cosas, que te está esperando...
Antonella: (habló rápidamente, casi sin aliento) ¿Qué? ¿Así de fácil? ¡Ni siquiera averiguó si ese hombre es mi tío, o si vive bien!
Directora: Mirá, Antonella... esto tenía que decírtelo él, no yo. Pero es una persona importante, creeme que no te va a faltar nada con él.
Antonella: Importante... ¿será un riquillo?
Directora: Antonella, ya te di bastante información. Andá a agarrar tus cosas, te está esperando en la recepción...
Antonella: (dudando un momento) Bu-Bueno...
*Antonella la miraba perpleja mientras la directora se alejaba con pasos apurados*
*Minutos después, Antonella caminaba lentamente hacia la recepción, sus pasos resonando en el pasillo vacío. Una mezcla de confusión y duda la invadía*
*Al llegar a la recepción, vio a un hombre junto a la directora. Él la esperaba con una sonrisa amplia y cálida, mientras la directora mantenía una expresión serena*
*El hombre tenía el cabello castaño salpicado de canas, ojos castaños llenos de una emoción contenida y una vestimenta simple pero cuidada. Al ver a Antonella, su sonrisa se ensanchó aún más*
Directora: Mírela, ahí viene. Su sobrina Antonella...
Pablo: (sonriendo, voz cargada de emoción) Hola, Antonella...
*Pablo extendió la mano hacia ella. Antonella, con recelo y desconfianza, le dio la mano tímidamente*
Antonella: Hola...
*En ese momento, Antonella se acercó poco a poco a él, mirándolo con atención a cada detalle. Pablo tragó saliva, incómodo*
Antonella: (pensó en voz alta) Hmm... tiene cara de bueno, pero todavía no se puede juzgar... y de parecerse a mí... no estoy muy segura. Pero en sus ojos veo... cansancio.
*Pablo soltó una risa suave y tierna*
Directora: Bueno, ya está... ¿tenés todo, Antonella?
Antonella: (asintió) Sí, sí. ¡Tengo todos mis petates!
Directora: ¿Segura? ¿No te olvidás nada?
Antonella: Sí, ya tengo mi ropa, mi cuaderno y mi lápiz... no necesito nada más. Mi cabeza también está bien puesta en su lugar...
Directora: (sonrió con dulzura) Bueno, dicho eso, ya podés ir, Antonella. Estás en buenas manos, no te preocupes...
Pablo: (sonrió con calidez) Tranquila, no tengas miedo.
Directora: Ay, Antonella, tantos años con vos. Vamos a extrañarte...
Antonella: (forzó una sonrisa) Yo también, extrañaré sus... sus... sus regaños, su... ¡su buena onda con la vida!
Directora: (acarició su hombro) Pero bueno, ya tendrías que ir. Me alegro que te haya surgido esta oportunidad, no les pasa a muchos ya. Aprovechalo, y sé feliz.
Antonella: (pensó, sonriendo) Fuera de este encierro seré más feliz que una lombriz...
Pablo: (extendió su mano hacia la puerta) ¿Vamos, Antonella?
Antonella: (asintió lentamente) Bueno, dale, vamos.
Pablo: Bueno, chau, ¡muchas gracias!
Directora: No hay de qué, adiós. Adiós Antonella, cuidate.
*Antonella y Pablo se dirigieron hacia la salida. Antonella miró hacia atrás, viendo cómo la directora la observaba con una mezcla de orgullo y tristeza. Seguía mirando hasta que la puerta del orfanato se cerró detrás de ella*
*Después de un rato, el auto avanzaba por la ruta. Pablo conducía con una expresión serena, mientras Antonella, sentada en el asiento del acompañante, miraba por la ventana con emocion y concentración. Los campos verdes y colinas ondulantes se extendían hasta el horizonte, creando un paisaje pintoresco*
Pablo: Antonella...
Antonella: (giró la cabeza rápidamente) ¿Eh? ¡'Parlare'!
Pablo: (mirándola a los ojos) Ehh... yo quiero que hablemos. ¿Te parece?
Antonella: (inclinó la cabeza, riendo) ¿Si me parece el qué? ¿Hablar? ¡Uff, para eso soy experta, ni se imagina!
Pablo: De todo esto. Me imagino que debe ser re confuso para vos, ¿o no?
Antonella: (asintiendo lentamente) Hmm... ¿le digo la verdad? Sí... o sea, siempre creí que estaba sola en el mundo, a la merced de la vida...
Pablo: (sonrisa radiante) No, simplemente yo no sabía cómo ubicarte. Ni bien supe de tu paradero, hice todo lo posible para venir a buscarte...
Antonella: ¿En serio?
Pablo: ¡Pero claro que sí, Antonella!
Antonella: Solo digo... mire que soy complicada, eh. Hablo las 24 horas del día. Hasta cuando duermo, no se imagina. Soy torpe, desastrosa, cargosa...
Pablo: (rió suavemente) Sos divertida, nena... nos conocemos hace 20 minutos y ya me hiciste reír 3 veces.
Antonella: (fingiendo molestia) ¡Ah, o sea que yo le doy risa!
Pablo: No, pero risa en el buen sentido, o sea...
Antonella: (lo interrumpió, sonriendo) ¡Chiste!
Pablo: (asintió, también riendo) Ah... no me la vi venir, eh... ya van 4.
Antonella: (lo miró con atención) Entonces... déjeme situarme bien, ¿usted es mi tío de parte de madre o...? ¿No será hermano de ese ogro cruel, no?
Pablo: Primero que nada, Antonella... podés tutearme sin problema, yo no me enojo.
Antonella: (rió apenas, avergonzada) Ah... ups, perdón, no me di cuenta... es que yo tuteo a la gente que no conozco y respeto...
Pablo: Me alegro que así sea. Y respondiendo a tu otra pregunta... yo no tengo nada que ver con tu papá. Soy tu tío de parte de madre.
Antonella: Ah... ya voy cazando la onda. Bueno, siendo así... me da más confianza. Quiero decir, "me das"...
*Pablo sonrió, tranquilizándola*
Pablo: No me conocés, es normal que a veces se te escape... pero por eso mismo, lo vamos a compensar con el paso del tiempo. Te prometo que no reto tanto...
Antonella: Sí, se te nota en la cara que sos buen hombre. (abrió los ojos) ¡Ah, por cierto! Quiero preguntar una cosa...
Pablo: (asintiendo) Claro, decime.
Antonella: ¿Cómo te llamás? Porque la directora mencionó algo así de que... de que eras alguien importante, ¿sabés? Pero no me dijo quien porque vos me lo tenías que decir...
Pablo: Ah, eso... me olvidaba la parte esencial, decirte como me llamo. Soy Pablo Santander, pero podés decirme tío.
Antonella: Pablo Santander... ¿entonces ese sería mi apellido?
Pablo: (sonrió con dulzura) Te lo podés quedar si querés...
Antonella: ¡Trato hecho! Seguramente este apellido es mejor que "Colman". Antonella Santander... ¡eh, re combina!
Pablo: Me alegro que ya te sientas familiarizada para usar mi apellido. Ahora en 10 minutos llegamos a casa...
Antonella: ¿En serio? O sea que... ¿vivís por acá? ¿En los campos?
Pablo: En los campos no, pero vivo al lado de uno, básicamente. Ahora lo vas a ver...
Antonella: (asintió, emocionada) ¡Perfecto! Me encantan los campos... usted sabe que yo vivía en uno hace unos 2 años; corría, jugaba, me revolcaba en el césped y jugaba con las hormigas...
*El paisaje continuaba deslizándose, y Antonella seguía charlando, mientras Pablo la escuchaba con una sonrisa que no podía esconder*
*Después de unos 15 minutos de viaje, el auto se detuvo frente a una casa imponente. Antonella y Pablo se bajaron del auto, y Antonella miró con asombro la estructura de la casa*
Pablo: (señalando con orgullo) Mirá, Anto, ésta es mi casa...
*La casa de dos pisos tenía una fachada de piedra que le daba un aire rústico pero elegante. Una escalera grande y bien cuidada conducía a la entrada principal. Antonella observaba maravillada, sus ojos recorriendo cada detalle*
Antonella: No lo puedo creer... ¿en serio esto es tuyo?
Pablo: ¿Te gusta?
Antonella: (asintió, llena de energía) ¡Sí, me encanta!
Pablo: (extendió la mano hacia la puerta) Bueno, entremos entonces...
*Ambos caminaron juntos hacia la casa y entraron. Al cruzar la puerta, Antonella fue recibida por una cálida bienvenida*
*En la entrada, un chico y una mujer los esperaban con sonrisas amistosas. El chico tenía cabello rubio y corto, vestía una camisa verde. La mujer, de estatura alta, llevaba el cabello completamente corto, vestía una chaqueta lila y unos pantalones de jean negros*
Pablo: (vociferó, sonriendo) ¡Hola, chicos!
Gina: ¡Hola!
Pablo: Lorenzo, Gina, ella es Antonella...
Antonella: ¡Antonella con dos 'l'!
Gina: (se acercó un paso, con alegría) ¡Hola, Antonella!
Lorenzo: (forzándose a sonreír, tímido) Hola...
*Antonella los miraba con entusiasmo y curiosidad*
Antonella: ¡Ciao, ciao! Mujer buena onda y... chico simpático...
Pablo: (rió suavemente) ¡Ah, cierto, no te presenté! Antonella, él es Lorenzo, mi hijo... y tu primo también...
Antonella: (asintió y alzó las cejas) Ah... bien, entonces... "Lorenzo". Ya está, me lo guardo en la memoria.
Pablo: Y ella es Gina, mi ama de llaves y mi amiga de hace muchos años...
Gina: (extendió la mano) ¡Hola, Antonella! ¡Es un placer!
Antonella: (apretando suavemente la mano de Gina) ¡El placer es mío! ¡Re copado saber que tenés más familia! Pensé que solo íbamos a estar los dos. Ahora tengo un primo con quien pelear, y una mujer adorable...
Pablo: Te aseguro que con el tiempo van a agarrarse cariño. Bueno, ya te los presenté. Ahora viene la mejor parte: enseñarte tu cuarto.
*Una sonrisa iluminó el rostro de Antonella, con una chispa de ilusión en sus ojos*
Antonella: ¿Mi cuarto? ¿En serio tengo un cuarto?
Pablo: ¡Pero obvio que sí, Anto!
Antonella: (dio un pequeño salto) ¡A ver, a ver, quiero verlo!
Pablo: (guiándola hacia la escalera) Vení conmigo...
*Subieron las escaleras, y llegaron a una puerta que Pablo abrió con cuidado, revelando una habitación luminosa y acogedora*
*Al abrir la puerta y entrar a la habitación, Antonella se quedó sin palabras. Sus ojos se agrandaron con asombro y una sonrisa se dibujó en su rostro al ver el espacio que ahora sería suyo*
*La habitación era grande, con paredes de color rosado. Una cama con mantas color beige se encontraba contra la pared. Estanterías blancas alineadas con libros decoraban una de las paredes. Cerca de la cama, una ventana con cortinas rosas dejaba entrar la luz natural*
Pablo: (mirándola, intrigado) ¿Qué opinás? No te conocía, por eso lo decoré así. ¿Hay algo que no te guste? Siempre lo podemos cambiar...
*Antonella dejó su bolsa con sus cosas en el suelo, todavía asombrada*
Antonella: (observó cada rincón, sonriendo) ¿Gustarme? ¡Me encanta! ¿En serio esto es todo para mí?
Pablo: Claro, Anto, ¿para quién será si no?
Antonella: (exclamó con alegría) ¡Me encanta! ¡Es re lindo! ¡Y gigantesco!
Pablo: Bueno, este es tu lugar propio. Por cualquier incomodidad, me podés decir...
Antonella: No tengo ninguna incomodidad...
*Se acercó a la cama y se sentó sobre ella, sintiendo la suavidad del colchón*
Antonella: (riendo) ¡Es re cómodo este colchón! Nada que ver con el colchón del orfanato, muy duro e incómodo. Se siente como una plumita...
Pablo: (asintió, sonriendo satisfecho) Estoy muy feliz de que te haya gustado...
Antonella: ¡En serio te agradezco! ¡Nunca tuve una habitación propia ni una cama solo para mí!
*Pablo se entristeció un poco al escuchar eso, sus ojos reflejaban una mezcla de tristeza y compasión, pero no bajó su sonrisa*
Antonella: (entre risas nerviosas) Ay, perdón... ¿me pasé de emocionada?
Pablo: No, no, vos tranquila. No pasa nada, lo entiendo, y me gusta verte tan feliz...
Antonella: (mirando por la ventana, curiosa) Ay, el pueblo debe ser muy lindo. Quisiera darle un recorrido a ver qué tal...
Pablo: ¿Querés salir a tomar aire? ¿Querés que te acompañe? Así de paso hablamos un poco.
Antonella: (asintiendo con entusiasmo) ¡'Andiamo'!
Pablo: (se inclinó ligeramente, preocupado) Pero está helado afuera, ¿tenés algo así para abrigarte?
Antonella: Hmm... a decir verdad, para abrigarme no. Tengo 3 o 4 prendas en la bolsita... ¡pero no importa! (riendo) Un poquito no frío no es problema, de paso me hago más inmune a la gripe...
*Pablo tragó saliva, aguantando la profunda tristeza que se notaba en sus ojos*
Pablo: (mirándola de cerca, preocupado) Antonella... ¿cómo es eso? ¡Te tenés que abrigar! Esperame un segundo, ahora te traigo algo...
Antonella: (movió las manos rápidamente) No, no te molestes, en serio... ya estoy acostumbrada.
Pablo: No, no voy a dejar que pases frío. Vos esperame un segundo, ahora vuelvo.
Antonella: (se mordió el labio) Bueno, está bien...
*Pablo salió de la habitación apurado, dejando a Antonella algo apenada. Ella se quedó mirando la habitación, todavía contemplando todo*
*Media hora más tarde, en el comedor de la casa, Gina y Lorenzo estaban charlando animadamente*
*De repente, se escucharon pasos ligeros en la escalera. Al levantar la vista, Lorenzo vio a Antonella bajando las escaleras, luciendo un pequeño saco tejido color beige. Su expresión cambió drásticamente, como si hubiera visto un fantasma*
*Gina, notando la reacción de Lorenzo, se giró para ver a Antonella también*
Antonella: (sonriendo, emocionada) ¡Hola! ¿Cómo andan?
Gina: (exclamando, entusiasmada) ¡Hola, Antonella! ¿Van a salir?
Antonella: (rió apenas) Sí... yo insistí en cambiarme el jardinero pero Pablo no quiso... ahora baja, me dijo...
Lorenzo: (voz tensa) ¿Qué hacés con eso puesto?
*Antonella bajó la sonrisa, confundida, retrocediendo un paso*
Antonella: ¿Cómo?
Lorenzo: ¡Que de dónde sacaste esa ropa! ¿¡Quién te la dio!?
*Antonella se quedó petrificada, asustada por la intensidad de la reacción de Lorenzo. Miró hacia todos lados, como si buscara una respuesta*
*En ese momento, Pablo entró al comedor, asustado por los gritos*
Pablo: (tono conciliador) Pará, Lorenzo, ¿qué te pasa? Yo le di este saquito...
Lorenzo: (elevando la voz, angustiado) ¡Pero papá! ¡Esa ropa era de mi mamá!
Antonella: (alzó una ceja, mirando a Pablo) ¿Y eso? No me habías dicho...
Gina: (levantó un poco la mano) Shh, ey, por favor, calmate.
Lorenzo: ¡No me voy a calmar! Por favor, sacate eso...
Antonella: (levantó las manos) Bueno, bueno, ahora me lo saco. No quería molestar, perdón.
Pablo: (lo interrumpió, exasperado) ¡Ella no se va a sacar nada porque vamos a salir! Pero después vamos a hablar vos y yo, ¿eh?
*Lorenzo estaba visiblemente enfurecido, mientras Antonella jugaba con su cabello, sintiéndose, sorprendida y nerviosa por la situación*
Pablo: (extendió una mano hacia ella) Vamos, Antonella...
*Antonella asintió y siguió a Pablo, ambos salieron del comedor. Una vez que se fueron, Gina se volvió hacia Lorenzo con una expresión de preocupación*
Gina: (se acercó, bajando la voz) Lorenzo, te tenés que calmar. ¿Cómo vas a estallar así?
Lorenzo: (señalando a un costado, agitado) ¿Pero no viste lo que tenía puesto? ¡Papá había dicho que mientras él siguiera vivo jamás iba a tirar o regalar las cosas de mamá! ¡Y mirá lo que hizo!
Gina: Capaz no lo hizo porque sí. ¿Y si ella no tenía nada para abrigarse? Esa chica vino acá con un overol así, corto, con el frío que hacía afuera...
Lorenzo: (tensionando la voz) ¡Pudo haber usado algo tuyo, o haberle comprado ropa! ¡No darle la de mi mamá!
Gina: Lorenzo, a ver... aunque ahora te parezca grave, no lo es tanto. Será solo por una vez...
Lorenzo: ¡Esto no tendría que haber pasado, ni una sola vez! ¡Por lo menos por respeto a ella!
Gina: Yo solo te digo que no te hagas problemas por eso. Ya estás bastante estresado con el trabajo... ¿no es así?
Lorenzo: (suspiró, con resignación) Sí, eso es verdad.
Gina: ¿Querés que te haga un café? Creo que lo necesitás...
Lorenzo: Bueno, dale... gracias, Gina. Con azúcar, por favor.
*Lorenzo suspiró, tratando de calmarse mientras Gina se dirigía a la cocina*
*Después de un rato, Antonella y Pablo paseaban por las pintorescas calles del pueblo. El aire fresco les acariciaba el rostro, y el sol brillaba suavemente. Antonella caminaba un poco preocupada, mirando de vez en cuando a su alrededor*
*Pablo, notando su inquietud, decidió romper el silencio, dejando ver una mueca de preocupación*
Pablo: (habló suavemente) ¿Qué te pasa, Anto?
Antonella: (evitando mirarlo, incómoda) No, no es nada...
Pablo: Si es por lo que pasó en la casa...
Antonella: (finalmente mirándolo, confundida) Es que... ¿qué pasó con Lorenzo ahí en la casa? Me quedé preocupada, se lo veía mal, pálido...
Pablo: (negó suavemente, frustrado) Lorenzo anda un poco estresado, no te angusties por él...
Antonella: ¿Es por algo más?
Pablo: (en voz baja) Es que... esa ropa que yo te presté, era de mi ex esposa.
Antonella: (mirándolo atentamente, alzando las cejas) ¿Cómo? ¿Acaso ella...?
Pablo: (asintiendo) Sí, y nosotros nunca volvimos a abrir su armario en años después de eso... al verte con eso puesto, se descolocó un poquito...
Antonella: (desvió la mirada, angustiada) Ay, no... ahora entiendo, pobrecito. Qué pena con él y con ustedes...
Pablo: ¿Por qué decís eso?
Antonella: (voz temblorosa) Porque sin darme cuenta sembré discordia entre ustedes... de haber sabido, no sé, venía así como estaba...
Pablo: No, no, no te disculpes. Vos no podías salir de esa forma, te podías enfermar. Además, Lorenzo no tiene idea, pero ella siempre quiso que su ropa la donáramos o que la regaláramos después de su muerte. Yo solo no lo hice por él...
Antonella: (mirándolo con seriedad) Pero... ¿puedo preguntarte algo?
Pablo: (asintió, con una sonrisa) Claro, sí...
Antonella: (titubeando) ¿Cómo fue? Si te molesta la pregunta, no hace falta que me digas... solo para conocerte un poco...
Pablo: (suspiro profundo) Ella... ella estaba muy enferma... y cuando nosotros lo supimos, le quedaban pocos meses de vida... esos meses los aprovechamos como nunca...
Antonella: Oh... ¿y la extrañás?
Pablo: (su voz quebrándose) Sí, la extraño mucho. Por suerte pude rehacer mi vida, pero aún después de 4 años... es difícil olvidarla.
Antonella: (asintió, pensativa) Claro... lo entiendo. Y ahora entiendo la molestia de él.
Pablo: Pero vos no te preocupes por Lorenzo, yo voy a hablar con él.
Antonella: (bajando la voz, agachó la mirada) De todas formas, no quiero seguir usando esto. No siento que sea correcto... si querés puedo buscar algún trabajo, ganar plata y así comprarme ropa yo...
Pablo: (sonriendo cálidamente, tocó su hombro) No, Antonella, vos no vas a conseguir plata. Yo te iba a dar plata para que compraras, pero como todo esto pasó muy rápido no quería agobiarte...
Antonella: Ahh, entiendo, claro.
Pablo: (mirando a su alrededor, rompió el silencio) ¿Y? ¿Te gustó un poco el pueblo?
Antonella: (sonrisa radiante) ¡Es precioso! Yo estuve en este pueblo cuando era muy pequeña, no tuve la oportunidad de apreciarlo. Está muy lindo. Hay lugares hermosos, es muy colorido.
Pablo: Sí, eso es lo que tiene. Es muy pintoresco, ¿viste?
Antonella: (acercándose un poco, nerviosa) Ey, Pablo, ¿te puedo pedir algo?
Pablo: (asintió) ¡Claro, decime!
Antonella: ¿Me dejás caminar y pasear un rato sola por el pueblo? Viste que hay lugares re bonitos, y los quería dibujar... si no te molesta...
Pablo: (frunció el ceño, alarmado) Pero Antonella, no conocés mucho de este lugar. ¿Y si te perdés?
Antonella: (sonrió, mirándolo con seguridad) No me voy a perder, tranquilo. Yo sé cómo llegar de nuevo. Mi memoria es como... ¡una brújula! Nunca la pierdo, vaya donde vaya...
Pablo: ¿Estás segura? No quisiera que te pase nada..
Antonella: Vos quedate tranquilo. No me va a pasar nada, yo sé manejarme en la calle. Es más, podés ir a casa y charlar con tu hijo mientras yo paseo...
Pablo: (dudando un momento, finalmente asintió) Hmm, está bien, tenés razón. Pero por favor, cuidate, ¿sí? Y si no sabés cómo volver o algo, pedile un teléfono a alguien y llamame, este es mi número.
*Y él le entregó un papelito con su número*
Antonella: (miró el papelito de reojo) Bueno, dale... vos relajate, lo voy a hacer.
Pablo: Bueno, Anto, chau. Cuidate, eh.
Antonella: (sonrió despreocupada) Sí, Pablo, tranquilo, chau...
*Pablo se despidió de ella y se alejó, mientras Antonella, muy feliz, continuó caminando por las calles del pueblo, sintiendo una nueva sensación de libertad y emoción*
*Varios minutos después, Antonella caminaba alegremente por las calles, disfrutando del pintoresco paisaje del pueblo. Al pasar al lado de una pequeña cafetería, se percató de su encanto y decidió volver para verla mejor*
Antonella: (asombrada, observando atentamente) ¡Ay, qué lugar tan bonito! ¡Es pequeño pero muy lindo!
*Se sentó en un asiento de piedra que había afuera, sacando su cuaderno de dibujo. Sin embargo, el fuerte viento le sacudió el pelo*
Antonella: No, hay mucho viento, mejor no... mejor voy a verlo por dentro, seguro que es igual de bello...
*Decidida, entró en la cafetería y quedó fascinada al instante. El interior era acogedor, con mesas de madera y una atmósfera cálida y relajante*
*Al entrar, notó que no había clientes, solo una chica charlando con el barista, ambos sentados en taburetes*
*La chica tenía cabello castaño que caía hasta por debajo de los hombros, un flequillo y vestía un elegante vestido gris. El chico, por otro lado, vestía de mozo, con cabello negro corto y ojos grises*
*Al ver a Antonella entrar, la chica y el barista intercambiaron miradas confusas y susurraron entre ellos*
Malena: (susurrando, mirándola de reojo) ¿Y esa chica? No la había visto en mi vida por el pueblo...
*Mariano se quedó viéndola, había algo en ella que había llamado su atención*
Mariano: (encogiéndose de hombros) No sé... yo tampoco la vi nunca...
*Malena se levantó y se acercó a Antonella, mientras Mariano observaba con una mezcla de curiosidad y preocupación*
Malena: Hola, ¿vos quién sos? ¿Sos nueva por acá?
*Antonella, sintiéndose un poco intimidada, respondió con confusión*
Antonella: (tensionando la voz) Ehh, sí, soy nueva. ¿Por qué?
Malena: (sonrisa burlona) Ay, ¿pero sabés qué? Los nuevitos así como vos se van a sentar en las mesas de afuera. Campesina.
Mariano: (intervino rápidamente, molesto) ¡Malena, no seas mala onda!
Antonella: (frunció el ceño) ¿Ah, sí? Mejor campesina que creída...
*Antonella, sintiéndose humillada, salió de la cafetería con mala cara. Mariano miró a Malena con enojo y desaprobación*
Mariano: No tenías que ser tan hostil
Malena: (movió la mano con desdén) Ay, tampoco es para tanto. No exageres, please.
*Mariano, impulsado por un sentimiento extraño y energizante, decidió seguir a Antonella. Salió rápidamente de la cafetería, dejando a Malena atrás, para alcanzar a la chica desconocida que había llamado su atención*
*Antonella paseaba alegremente alrededor de las sillas de la cafetería, girando con los brazos extendidos y la cabeza hacia atrás, disfrutando del momento. De repente, perdió el equilibrio y estuvo a punto de caer en una fuente cercana. En un instante, Mariano corrió hacia ella y la sostuvo por la espalda, evitando la caída*
Mariano: (voz temblorosa) ¡Señorita, cuidado!
*Los brazos de Mariano rodeaban la cintura de Antonella, y sus miradas se cruzaron*
*Ambos se quedaron en silencio, la respiración de Antonella aún agitada por el susto, mientras Mariano la sostenía firmemente. Una sonrisa nerviosa se dibujó en los labios de Antonella, mientras sentía el calor de las manos de Mariano en su espalda*
Mariano: (mirándola a los ojos, titubeando) Casi se cae, señorita...
Antonella: (sonrisa traviesa) Y me salvaste, caballero...
*Mariano la ayudó a ponerse de pie con cuidado, sus manos todavía en su cintura*
Mariano: (mirándola con curiosidad y admiración) ¿Cómo te llamás?
Antonella: (extendió la mano, enérgica) ¡Antonella!
Mariano: (tomó su mano suavemente) Un gusto, Antonella, yo soy Mariano...
Antonella: Mariano...
*Ellos se seguían mirando a los ojos. Antonella sintió un calor agradable en su pecho, una sensación de seguridad y emoción que no había experimentado en mucho tiempo. Mariano, por su parte, se sintió intrigado y atraído por la frescura y la energía de Antonella*
*Malena observaba toda la situación a lo lejos, con una expresión de enojo. Decidida a intervenir, se dirigió hacia ellos*
Malena: (aplaudiendo, fingió una sonrisa) ¡Hermoso, qué lindo y conmovedor!
*Malena agarró del brazo a Mariano y lo separó de Antonella bruscamente*
Malena: Deberías ser menos torpe, ¿no te parece?
*Antonella la miró fijamente, con enojo y malestar. Mariano, viendo la tensión entre ambas, se colocó en medio*
Mariano: Malena, no seas mala...
Malena: (cruzó los brazos) Yo a vos nunca te vi por acá.
Antonella: Porque soy nueva.
Malena: (la miró de arriba a abajo, riendo disimuladamente) Ya me parecía...
Antonella: (frunciendo el ceño, se acercó) ¿Perdón? ¿Qué quisiste decir?
*Antonella se acercó a Malena, pero Mariano rápidamente las separó, algo nervioso y tenso por la situación*
Malena: (sonrisa sarcástica) No te ofendas, nena. Solo decía... ¿siempre sos así de desarreglada? Se nota la tierra en tu ropa...
*Antonella alzó ambas cejas y sonrió, perpleja*
Mariano: (rápidamente) Malena, en serio, ya está.
*Malena se alejó riéndose, dejando a Antonella mirándola con enojo mientras se iba. Una vez se fue, Mariano se acercó a ella, mirándola con nervios*
Mariano: (intentando sonreír) Perdonala, por favor. Ella es así, a veces tiene un carácter...
Antonella: Sí, bastante... ácida. Pero bueno, tranquilo, no es tu culpa...
Mariano: ¿Así que recién te mudaste al pueblo?
Antonella: (titubeó, mordiéndose el labio) Ehh... sí, me mudé...
Mariano: ¿Querés que te haga algún jugo o algo?
Antonella: (sonrisa nerviosa) No puedo, no tengo cómo pagarte...
Mariano: (bromeando, sin apartar la mirada) No importa. La casa invita para chicas hermosas... ¿tu sabor favorito?
*Antonella rió, sintiéndose más relajada*
Antonella: (entre risas) Qué mozo tan cálido... ¿hay más de estos en el pueblo?
Mariano: Hmm... te diría que no, soy único...
Antonella: Oh... qué honor entonces. Uno de naranja, señor.
Mariano: (mientras iba hacia la mesada) Cómo no, marchando. ¿Y cómo va eso? ¿Te está gustando el pueblo?
Antonella: (siguiéndolo, algo ansiosa) Sí, sí. Es muy lindo. Comparado al lugar donde vivía antes...
Mariano: (volteó a mirarla, curioso) ¿Dónde vivías antes?
Antonella: (sintiéndose insegura, bajó la voz) Ehh... vivía... en el pueblo de acá al lado.
Mariano: Ah, sí, igual no está tan mal, eh. Yo fui algunas veces, estaba bueno dentro de todo...
Antonella: (rió suavemente) Sí, dentro de todo...
Mariano: (mirándola a los ojos, apenas sonriendo) ¿Y cuántos años tiene la señorita?
Antonella: (rió, sin titubear) Tengo 17 años... ¿y el mozo caballero?
Mariano: (fingiendo inocencia) Hmm... ¿por quién lo dirás? ¿Serías más especifica...?
Antonella: Parece que al caballero le encanta hacer bromas, ¿no? ¡Y es muy modesto, demasiado!
Mariano: Obvio que sí. Tengo una propuesta. Si adivinás mi edad, te ganás un premio... ¿aceptas?
Antonella: (inclinó la cabeza, curiosa) Hmm... un premio... ¡claro que sí, acepto!
Mariano: Bueno, tirá un número, tenés 3 chances...
Antonella: Hmm, yo... diría que veinte, DIRIA. Pero parecés un poquito más joven... ¿diecinueve?
Mariano: (asintió, entusiasmado) ¡Bien jugado, señorita! ¡Directo al blanco!
Antonella: (emocionada) ¿En serio? ¡Le pegué de una!
Mariano: Bueno, lo prometido es deuda. Antes de que te marches, te voy a dar tu premio. ¿Te parece?
Antonella: (sonrió, traviesa) Hmm... está bien, y espero que te luzcas, 'ragazzo'...
Mariano: Yo deduzco que te va a encantar.
Antonella: No lo dudo. Pero sos bastante jovencito, ¿hace cuánto trabajás?
Mariano: Un año y medio...
Antonella: Wow... pero te veo algo... no sé, no lo decís con ganas. No decís "¡Ay, este es mi trabajo favorito, lo amo, me fascina!". Tampoco tenés una fuerte sonrisa en el rostro...
Mariano: Porque no me encanta, Antonella... trabajo por una cuestión... personal. Tengo que cuidar de alguien.
Antonella: Ohh, ya voy entendiendo...
Mariano: Tampoco sonrío porque... no sé, es difícil que yo sonría. Solo recién me hiciste bromear y me sacaste una sonrisa...
Antonella: ¡Pero si sonreír es hermoso! ¿Te ayudo?
*Antonella extendió sus dedos hacia los labios de Mariano, con una sonrisa traviesa. Mariano sonrió, y tomó sus manos con diversión. El silencio se hizo eterno y sus miradas no podían apartarse, como si algo invisible las hubiera unido*
*Mientras tanto, en la casa de Pablo, Lorenzo esperaba impaciente en el salón, sus manos apretadas en puños. Cuando Pablo entró, Lorenzo se levantó rápidamente para enfrentarlo*
Lorenzo: (tensó la mandíbula) Qué bueno que llegaste, papá. Porque quería hablar con vos.
Pablo: (suspiró, acercándose) Sí, ¿sabés algo? Yo también quería hablar con vos. Y me alegro que estés más tranquilo. Así podemos ser más racionales.
Lorenzo: ¿De qué querés que hablemos?
Pablo: ¿No te habrás pasado un poquito con Antonella?
Lorenzo: (alzó las cejas, subiendo el tono) Papá... ¿es en serio? ¿Yo soy quien se pasó de la raya?
Pablo: No sé si te acordás cómo la trataste hace un segundo. Y la pobre ni siquiera se quedó ofendida o triste, sino preocupada.
Lorenzo: ¡Papá! ¡Reaccioné así por lo de la ropa! ¡Ella no tiene porqué usar algo de alguien que ya no está!
Pablo: (rodó los ojos y exhaló) Lorenzo, ¿por qué sos tan drástico? No le regalé el armario de tu mamá, le di un saquito para que se abrigue, porque estaba helado afuera.
Lorenzo: (replicó, mirándolo fijamente) ¡Es lo mismo! De tanta ropa que hay en la casa... ¿por qué no le preguntaste a Gina?
Pablo: No seas tonto, Lorenzo. La ropa de Gina no iba a entrarle, le iba a quedar muy grande. Yo sentía que la ropa de tu mamá sí le iba a quedar, y le quedó. Las dos son bajitas...
Lorenzo: (exclamó, desesperado) ¿Pero por qué tenías que hacer eso? ¡A mí no me dejaste volver a abrir su armario en años! ¡Y ahora hasta regalas su ropa a gente desconocida!
Pablo: (perdiendo la paciencia, interrumpió) No, a ver, ella no es ninguna desconocida, es TU prima. ¿Sí? Y no le regalé nada, se lo presté. ¿Está mal?
Lorenzo: (sin titubear) ¿Cómo no va a estar mal? ¿Quién es ella para tener el privilegio de usar ropa de mi mamá?
Pablo: (abrió los ojos, incrédulo) ¿Privilegio? Es el primer día que está acá, Lorenzo... yo le vi el guardarropa, tiene 2 camisetas y un overol, nada más. ¿Te parece que con el frío que hace ella puede vivir con eso?
Lorenzo: ¡No tiene nada que ver!
Pablo: Tiene que ver, porque vos SÍ que hablás desde el privilegio. Vos tenés un armario lleno. Si ella no tiene ropa, le prestamos ropa hasta comprarle, y listo.
Lorenzo: No entendés lo que quiero decir.
Pablo: (se cruzó de brazos, mirándolo fijamente) ¿Sabés lo que no entiendo? El porqué tanta hostilidad hacia ella.
Lorenzo: No es hostilidad, no me gusta que sea el primer día y ya se crea con el derecho de meterse en nuestras vidas.
Pablo: (lo interrumpió, exasperado) No quiero volver a escuchar que hables de ella como si fuera una extraña. Porque no lo es, a partir de ahora, es NUESTRA familia.
Lorenzo: (subió la voz) ¡La conozco hace 3 horas!
Pablo: ¡Precisamente por eso! ¿Qué te cuesta darte un tiempo para conocerla y hacerla sentir en casa? ¿No te parece injusto que después de todo lo que pasó, venga a un hogar y la trates así?
Lorenzo: (tono irónico) Perdoname que no confíe en ella, yo creo que es normal.
Pablo: Una cosa es que no confíes, y otra muy distinta, que le grites y la hagas sentir mal. Yo en esta casa no quiero esos tratos, así que te pido por favor que cuando ella venga, te disculpes.
Lorenzo: Le voy a pedir perdón, pero estoy muy enojado con vos. ¿Sabés?
Pablo: Yo, por el contrario, estoy muy decepcionado. Porque yo no pensé que fueras así. Yo esperaba que la recibieras bien, que tuvieras empatía, que seas más caballero. ¿Por qué no intentás llevarte bien con ella? No seas tonto. Hasta puede salir bien, los dos tienen casi la misma edad.
Lorenzo: Pero no la conozco, y vos tampoco la conocés. ¿Cómo me pedís que me lleve bien con alguien que no conozco para nada? ¿Cómo sabés si es o no una buena persona o si...?
Pablo: (interrumpiéndolo) Para eso hay que conocerla, Lorenzo. Por eso te digo, intentá conocerla, date esa oportunidad. Capaz se terminan llevando bien.
*Lorenzo suspiró con cansancio. Por unos segundos, ambos se quedaron en silencio, mirándose con seriedad*
*Dos horas más tarde, en la cafetería, Antonella y Mariano estaban sentados en una mesa de afuera, conversando animadamente. El sol comenzaba a ponerse, iluminando el lugar con una cálida luz dorada*
Mariano: (sonrió, entusiasmado) ¿Querés que te cuente algo?
Antonella: (ladeó la cabeza, viéndolo con curiosidad) A ver, dale...
Mariano: (la miró fijamente, aunque algo tímido) En realidad, a mí no me gusta trabajar de esto. Mi sueño es ponerme una vinoteca.
Antonella: (totalmente confundida, no apartó la vista) ¿En serio? ¿Una vinoteca? ¿Qué es eso?
Mariano: (explicó, sonriendo con pasión) Un bar de vinos, una vinoteca...
Antonella: (abrió los ojos, asombrada) ¿De vinos? ¡Qué copado! ¿Te gustan los vinos, entonces?
Mariano: (sonrió de forma juguetona) Me encantan los vinos, yo tengo mi propia bodega. ¿Sabías?
Antonella: (inclinó la cabeza y sonrió, desconcertada) ¿En serio? ¡Qué 'bellissimo'! O sea... ¿vos los hacés? ¿Vos solito?
Mariano: (bajó suavemente la sonrisa) Sí, en realidad mi familia los hizo, todo eso me encanta... lástima que hay personas que a veces pisotean ese sueño...
Antonella: (señaló al cielo, llena de energía) Si es tu sueño, ¡dale para adelante! No le hagas caso a los tarugos sin oficio... que opinen lo que les pinte.
Mariano: (la miró, emocionado) ¿Vos decís?
Antonella: (exclamó, sin detenerse) ¡Sí! Es más, cuando quieras, y si vos querés, yo puedo probar alguno de esos vinos que hacés...
Mariano: (sonrió, tímido) ¿En serio me lo decís?
Antonella: (un brillo travieso en sus ojos) ¡Ay, obvio! Es más, sería el primer vino que yo pruebe...
Mariano: (agarró sus manos, sonriendo) Estaría re copado, gracias, Antonella...
Antonella: (sin apartar la mirada) No hay de qué...
Mariano: (se inclinó hacia adelante) ¿Y vos? Yo te conté todo de mí, contame algo de vos...
Antonella: (retrocedió, nerviosa) ¿Algo de mí? No sé... ¿qué podría contarte de mí? (rió apenas) ¡Porque podría estar horas y horas!
Mariano: (asintió, sonriendo) Así que te gusta hablar... por donde vos quieras. Por ejemplo... ¿qué haces de tu tiempo libre?
Antonella: (pequeña pausa) Uff... cuánto esperaba tener a alguien para hablar de esto. El dibujo... es mi pasión. Poner mi corazoncito en cada trazo, cada detalle... es especial, no sé cómo explicarlo, ¿sabés?
Mariano: Aunque vos no lo creas, te entiendo perfectamente, Antonella. Es una pasión, yo también la tengo por los viñedos, y vos por el dibujo...
Antonella: Uff, menos mal me entendiste... sino iba a estar toda la noche explicándote.
Mariano: Tampoco me molestarías, eh. Por hoy no tengo nada más que hacer.
*Ambos rieron juntos, sin poder desviar la mirada del otro. Antonella comenzó a mirar a su alrededor, jugando con sus dedos*
Antonella: A veces... no sé si te pasa, pero yo sueño literalmente con mi futuro. Sueño con... con ser diseñadora, vivir de lo que amo. Ser muy feliz con mi familia...
Mariano: Te entiendo, a mí también me pasa. ¿Y... no soñás con el famoso "amor"?
Antonella: Ya tengo a mi amor... y es el dibujo. ¿Para qué necesito más?
Mariano: (asintió, incómodo) Ah... me encanta esa mentalidad. Yo pienso igual... ¿para qué enamorarte? Para sufrir... ¡no gracias, señor!
Antonella: (exclamó, riendo) ¡Sí, muchísimas gracias!
Mariano: Y con respecto al dibujo... ¿podrías hacerme uno alguna vez?
Antonella: (parpadeó, nerviosa) ¿Un... un dibujo? Bueno... ¿de qué?
Mariano: No sé, de un lugar que te haya hecho feliz... que te emocione. Lo que vos quieras, no pasa nada.
Antonella: Ehh... bueno. ¿Hay alguna razón?
Mariano: (continuó, sin titubear) Ninguna razón en particular. Simplemente quiero apreciar tu arte.
Antonella: (se mordió el labio, sonrisa tímida) Puede ser... pero no te burles, eh...
Mariano: ¿Burlarme de una chica tan hermosa como vos? Nunca... los caballeros no hacen eso.
*Antonella y Mariano se miraron fijamente, sus ojos entrelazándose. Antonella sintió cómo un calor le subió por las mejillas, haciendo que sus labios se curvaran en una sonrisa tímida*
*Mariano, por su parte, observaba a Antonella sin poder evitar sonreír de admiración, como si cada rasgo de su rostro estuviera grabado en su memoria. La forma en que su cabello caía suavemente sobre su hombro y como sus ojos brillaban a la luz del sol, lo sacudía*
*Hasta que Mariano decidió romper el silencio incómodo, con una sonrisa cálida*
Mariano: Así que... ¿hoy fue tu primer día en el pueblo?
Antonella: (asintió, mirando a su alrededor) La verdad que sí, pero por suerte pude recorrerlo muy bien. Por eso llegué hasta acá...
Mariano: (la miró intensamente) Y me alegro de eso. La pasé muy bien, Antonella.
Antonella: Hmm... ¿en serio? A mí me pareció que te aburrías...
Mariano: ¿Qué? ¡No, para nada! ¿Hice algo para que pensaras eso?
Antonella: No, nada, solo que... no sé, yo soy tan charlatana y vos... sos como un cubito de hielo.
Mariano: Un cubito de hielo... imagino que lo decís porque no soy tan expresivo, o porque no sonrío tanto.
Antonella: Sí... ¿te enojaste?
Mariano: Hmm, no, pero... a decir verdad, me gusta la sinceridad. Sobre todo esa sinceridad brutal...
Antonella: Entonces... ¿te gusta la sinceridad?
Mariano: Obviamente... es más, ¿te soy sincero? No lo demostré, porque me cuesta muchísimo expresar mis emociones pero... te aseguro que me divertí muchísimo. Hace tiempo nadie me hacía reír así...
Antonella: (ríe apenas) Oh... ¿yo te hice reír? Bueno, a veces digo cada pavada... yo también lo pasé bien, Mariano. Requetebién.
Mariano: (sin dejar de sonreír) ¿'Requeterequetebien'? Pese que soy bastante frío o seco... te divertiste conmigo.
Antonella: Es que... siento que es una fachada lo de frío. Apenas y se notó. Hacés chistes, sos simpático...
Mariano: Bueno, suele pasar cuando... cuando lo cálido se mezcla con lo helado. ¿No?
Antonella: ¿Me estás diciendo que soy cálida...?
Mariano: (sonriendo) No, para nada... solo me muero de calor acá adentro.
Antonella: Ja, ja, ja... qué gracioso que sos, amigo.
Mariano: ¿Así que soy tu amigo? Me parece genial...
Antonella: (titubeó, desconcertada) Ah... sí, aunque te recomiendo que tengas cuidado conmigo. Soy torpe, habladora, pesada...
Mariano: Antonella... no hace falta que siempre te tires abajo. Aunque sea de broma, no hace falta. Porque no es cierto. Y además... yo no tengo requisitos para ser amigos. Con que sean buenas personas me alcanza...
Antonella: (exclamó, llena de entusiasmo) ¡Gracias entonces, estoy encantada!
*Al momento de darse la mano, tanto Mariano como Antonella sintieron una energía que los unía, la piel de Antonella se enchinó y Mariano sentía una especie de calor extraño que lo abrazaba, que hacía que no quisiera soltarla. Sin embargo, segundos después, se separaron, nerviosos*
Antonella: (exhaló, sonriendo) Bueno... la pasé re lindo, pero ya me tengo que ir, se está haciendo de noche y se va a preocupar mi familia...
Mariano: (devolviéndole la sonrisa) Bueno, está bien. Me divertí mucho, la verdad...
Antonella: Yo también...
*Ella se levantó de la silla, preparándose para irse. Pero Mariano la llamó suavemente*
Mariano: ¡Antonella, esperá! Te olvidás de algo importante...
Antonella: (dándose vuelta) Eh... ¿qué me olvidé? ¿El lápiz, el cuaderno?
Mariano: No, te olvidaste tu premio por haber adivinado mi edad. ¿Te acordás?
Antonella: (risa entrecortada) Ah... era eso... no pensé que ibas a acordarte.
Mariano: ¿Cómo que no? Yo soy un hombre fiel a su palabra. Acá tenés...
*Mariano sacó de abajo del mostrador una pequeña bolsa de papel sellada. Antonella la tomó, con una fuerte sonrisa*
Antonella: ¿Es comida? ¡Gracias, sos lo más!
Mariano: No hay de qué, amiga...
*Antes de irse, se dio media vuelta y volvió a acercarse a Mariano, sonriendo con aprecio*
Antonella: (lo saludó con la mano) Nos vemos, Mariano, cuidate...
Mariano: Bueno, espero verte pronto, Antonella...
*Antonella se alejó corriendo, Mariano la miró irse con una sonrisa en el rostro, sintiendo una calidez abrasadora en el pecho*
Mariano: (susurró para sí mismo) Y ojalá que muy pronto...
*Miró hacia el cielo, donde el sol apenas se escondía, sintiendo que algo especial había comenzado en ese atardecer de un 10 de Junio*
*Minutos más tarde, al anochecer, Antonella regresaba a su casa con una sonrisa radiante en el rostro. Al abrir la puerta, fue recibida con alegría y emoción por todos (excepto Lorenzo)*
Pablo: (acercándose a ella) ¡Antonella!
Antonella: ¡Hola, familia!
Pablo: ¡Pudiste volver! Me estaba preocupando.
Antonella: ¡Ay, perdón! Me entretuve con un amigo y se me fue el tiempo...
Pablo: (señaló la bolsa, divertido) ¿Fuiste a una cafetería?
Antonella: ¿Eh? Ah, sí... no saben, conocí a un chico re copado que...
*En ese momento, Lorenzo se acercó a ella, con arrepentimiento y determinación, interrumpiéndola sin decir nada. Antonella lo miró, confundida*
Lorenzo: (voz suave) Hola, Antonella.
Antonella: Lorenzo, hola... ¿qué tal, cómo estás? ¿Te sentís mejor? Parece que sí, ya no estás tan paliducho como hoy...
Lorenzo: (miró hacia el suelo, nervioso) Sí, bueno, de eso quería que hablemos. ¿Podemos hablar?
Antonella: Claro, 'parlare'...
*Lorenzo frunció el ceño, y miró a Pablo, buscando entender*
Pablo: Dale, Lorenzo... te está diciendo que hables...
Lorenzo: (titubeó, atreviéndose a mirarla) Ah, entiendo. Bueno, yo... te quiero pedir disculpas, por lo de hoy. No sé qué me pasó, me alteré y... no fue lo correcto...
Antonella: (sonrió para tranquilizarlo) No pasa nada, tranquilo. Pablo ya me explicó todo, así que cero problema conmigo. Solo quiero que sepas que no fue para que te sintieras mal.
Lorenzo: Sé que no, tranquila...
Antonella: (alternó su mirada a los tres) Yo a ustedes no les quiero dar ninguna molestia, ningún ajetreo, nada...
Pablo: (sonrió con cariño) Pero si no das ninguna molestia, Anto. Está todo más que bien.
Gina: (apoyó una mano en su hombro) Vos tranquila, querida, no te preocupes.
Pablo: Mañana yo te voy a dar plata para que te puedas comprar ropa, quedate tranquila.
Antonella: (sonrió, evadiendo la mirada) Está bien, gracias, Pablo...
Pablo: (tomó su mentón con suavidad) Podés decirme "tío"...
Antonella: (sonrió con ternura) Bueno... 'zio Pablo'...
Gina: Querida, ¿no querés comer algo?
Pablo: (frunció las cejas) Es verdad, hoy no comiste nada en todo el día, debés tener hambre...
Antonella: (haciendo un gesto despreocupado) No se preocupen, con estas chucherías que me dio Mariano, está más que bien...
*Al oír esa mención, Lorenzo abrió los ojos, aterrorizado. Sin embargo, Pablo le puso una mano en el hombro, para calmarlo*
Gina: (voz firme) ¿Cómo que chucherías, nena? Nada de eso, tenés que comer bien, comida. Ahora te preparo algo.
Pablo: (rodeó su brazo en ella, riendo) Gina cocina espectacular. Estoy seguro de que te va a gustar.
Antonella: Dale, me gusta la idea...
*Gina se dirigió hacia la cocina con una sonrisa, siendo seguida por Antonella, quien la seguía con pequeños saltitos de entusiasmo*
*Al momento de irse, Lorenzo miró a Pablo con los ojos casi desorbitados, temblando*
Lorenzo: Vos la escuchaste... ¿no? Vos escuchaste que dijo ese nombre...
Pablo: (lo interrumpió, alzando la mano) Lorenzo, ¿te podés calmar? Hay miles de Mariano acá, en Buenos Aires, Argentina y en el mundo. ¿Te pensás que justo está hablando de él?
Lorenzo: (señalando hacia la puerta) No... no creo que sea casualidad, papá... ¿y si es él?
Pablo: (alzó las cejas y se encogió de hombros)¿Qué tiene que sea él?
Lorenzo: ¡Papá! ¿En serio lo decís?
Pablo: (se acercó a él, bajando la voz) Te voy a decir una cosa, Lorenzo. Hasta no saber bien las cosas, ni se te ocurra espantarla. ¿Sí?
Lorenzo: ¡Pero papá...!
Pablo: (forzando una sonrisa) Shh, ¡dejá de gritar, hijo mío! Todo el día gritando, eh... ¿querés que las paredes escuchen? Dale, relajate, y andá a revisar esos asuntos de la bodega.
*Pablo tomó los hombros de Lorenzo con cariño, y comenzó a llevarlo hacia la salida. Él se fue, resignado. Pablo, sin embargo, suspiró y miró hacia el cielo, como si buscara una respuesta*
*Al día siguiente, por el medio día, en otra casa, en el centro de la habitación, Giuliana, una chica de cabello castaño ondulado hasta por debajo de los hombros y ojos castaños, con unos lindos hoyuelos, se probaba un vestido de novia. Su madre, Chiara, estaba detrás de ella, observándola con orgullo y preocupación a la vez*
*Chiara, una mujer de cabello largo y ondulado y ojos castaños, vestía un elegante vestido largo de color rosa. Giuliana, por otro lado, se veía incómoda y preocupada*
Chiara: (miró su figura, atentamente) ¿Y, mi amor? ¿Cómo lo sentís?
Giuliana: (forzando una sonrisa) Bien, mami... muy bonito, muy cómodo y lo mejor es que me queda bien...
Chiara: (frunció el ceño) Hmm... hija, ¿estás segura?
Giuliana: Sí, mamá... ¿por?
Chiara: Porque no sé... te ves incómoda, y no estás respirando bien...
Giuliana: (suspiró antes de hablar) No... bueno, está un poquito apretado, pero... nada del otro mundo...
Chiara: ¿Cómo que te aprieta, hija? ¿Por qué no me dijiste?
Giuliana: (tono dulce) Porque no es tanto, mami... tranquila, en serio. Y lo importante es que me quede bien...
Chiara: No, hija, acá lo importante es que lo sientas cómodo. Si vieras tu carita de incomodidad...
Giuliana: (exhalando, frustrada) Sí, pero... no hay mas vestidos, mamá. Este tiene que entrar sí o sí.
Chiara: (negó firmemente) No, hija, ni hablar. No podés estar incómoda en un día tan lindo, no está en discusión.
Giuliana: Pero mamá, ¿qué vamos a hacer?
Chiara: Por primera parte, no lo vas a usar. Yo tengo mi vestido de bodas que usé cuando era joven. Puedo prestártelo, siento que te quedará bien. Es más suelto, más liviano...
*Giuliana bajó la mirada, sintiéndose abrumada. Chiara notó la tristeza en su hija y se acercó para consolarla*
Chiara: (susurró, con ternura) Ey, hija, ¿por qué te pones mal? Es solo un vestido, no tengo problema en prestártelo...
Giuliana: Sí, mami, pero... no sé, quisiera que César me hubiera acompañado a comprar vestidos. No que los pidieras por teléfono...
Chiara: (rodó los ojos y suspiró) En eso estoy de acuerdo, pero ya quedan 2 días para la boda. Si seguimos esperando a que el señor Vanucci tenga tiempo, vamos a estar hasta el 2018.
Giuliana: (finalmente la miró, su voz un hilo) Mami... no hables así de él, son negocios...
Chiara: Una cosa son negocios, otra cosa es una BODA. Cuando vino a pedir tu mano delante nuestro, dijo que estaba re entusiasmado, que te amaba y no podía esperar.
Giuliana: Sí, pero...
Chiara: (expresándose con desdén) Pareciera que está más ansioso por casarse por el tema de los negocios, que por vos. Ni se casaron todavía y ahí lo tenés, encerrado en el despacho con tu papá.
Giuliana: (abrió los ojos, con voz temblorosa) O sea... ¿vos decís que...? ¿No se está casando conmigo porque me ame?
Chiara: (le sonrió, acariciando su cabeza) Ay... no, hija, perdoname. Sabés que digo pavadas a veces. Solo me da frustración que él no te esté acompañando.
Giuliana: Mami... ¿en serio creés que es por eso que...?
Chiara: (exhalando, suavizó el tono) No, hija, no te enrosques. Fue una pavada, olvidalo. Un casamiento es hermoso, no vaya a ser que se arruine por lo que diga una señora como yo... (rió suavemente)
Giuliana: (pequeña pausa, luego forzó una sonrisa débil) Capaz tengas razón, la boda es hermosa. No debería teñirla de lágrimas o de miedos, sino pintarla de colores muy alegres.
Chiara: (tocó suavemente su mejilla) Me encanta ese ánimo, hija. Eso es lo que hace una boda, la felicidad, el júbilo. Todo va a salir bien, y yo me voy a encargar, ¿dale?
*Chiara le dio un beso en la mejilla y se retiró de la habitación, dejando a Giuliana sola con sus pensamientos. Giuliana bajó la sonrisa y se entristeció nuevamente*
*Más tarde, en la casa de Pablo, Antonella entraba con dos bolsas llenas de ropa. Mientras Pablo estaba sentado en la mesa del comedor, leyendo un diario*
*Antonella se acercó a él, dando pequeños saltitos de entusiasmo*
Antonella: (sonrió, llena de energía) ¡Ciao, ciao!
Pablo: (levantó la vista del diario, sonriendo) ¡Hola, Anto! ¡Volviste! ¿Al final compraste ropa?
Antonella: (ladeó la cabeza, con ternura) ¡Sí, claro! ¡Ya tengo un montón de overoles para repetir! Y unas remeritas tejidas de lana... ¡ah, y unas polleras hasta el tobillo!
Pablo: (rió suavemente) Hmm... parece ser que no te gustan los pantalones. ¿No?
Antonella: Eh... ¡nah, la verdad que no! Eso aprieta mucho, ¿viste? En cambio las polleras son mas ligeras y los overoles también... perdón si fueron muchas compras... es que nunca estuve en una tienda de ropa. ¡Venden mucha variedad!
Pablo: (chasqueo la lengua, sonriendo) Antonella, no seas tonta. ¿Cómo vas a disculparte? Lo lógico es que tengas ropa, y toda la que quieras. Como mi sobrina y como parte de esta familia. El dinero va y viene...
Antonella: (levantó un pulgar) Wow... sos un copado. ¡Te agradezco por mil!
*Pablo se sintió feliz al escuchar eso y le devolvió la sonrisa. En ese momento, Lorenzo entró en la habitación, con una expresión pensativa*
Lorenzo: Papá...
Pablo: ¿Qué pasa, hijo?
Lorenzo: ¿Hoy vamos a lo de los Montero?
Pablo: (frunció el ceño, mirándolo rápidamente) ¿Qué? No, ¿por qué querés ir a esa casa?
Lorenzo: Faltaron asuntos por resolver, y lo sabés.
Pablo: (respondió, mirándolo con desdén) No seas tonto, Lorenzo. Marco no me puede ni ver, y de preferencia, yo tampoco.
Lorenzo: (sonrió, con picardía) Pero Chiara sí te puede ver.
Pablo: No tiene nada que ver, no mezcles. Es un rotundo no.
Lorenzo: (mirada persuasiva) Pero pensalo, dale...
*Antonella miró la situación atentamente, sus ojos abiertos. Segundos después, se inclinó, juntando ambas manos*
Antonella: Dale, por fa, por fa...
*Pablo y Lorenzo fruncieron el ceño, mientras Lorenzo soltaba una risa tierna y curiosa*
Pablo: Antonella... ¿qué hacés?
Antonella: (alzó las cejas, sonriendo) ¿Eh? ¿Yo? Solo apoyo la moción... dicen que si más de uno lo pide, puede funcionar...
Lorenzo: ¡Ahí está, te lo pide ella! ¿Qué más querés? Hacele ojitos, Antonella...
Antonella: (frunció el ceño, volteandose) ¿Ojitos?
Pablo: ¡Lorenzo, basta! No uses a tu prima para convencerme. Ya dije que no...
Lorenzo: (asintió, sonriendo) Ya veo... me decís que no a mí, pero... (tomándola por los hombros) ¿le decís que no a Antonellita? ¿Serías TAN cruel con ella?
Pablo: (desvió la mirada, exhalando) Por favor, Lorenzo, no me tortures más. Y no uses a tu prima para esto.
Antonella: (levantando una mano) Eh, pero... si se trata de ir a conocer gente, me prendo.
Lorenzo: (mirando fijo a Pablo) ¿Viste? Ella tiene la voluntad y vos no la dejás. ¿No te parece que como toda SANTANDER tiene que conocer a sus... vecinos?
Pablo: (dejando el diario a un lado, exhausto) No la metas a la pobre en estos líos, por favor...
Lorenzo: No la estoy metiendo, la estoy integrando, que es diferente. (gesticulando sarcásticamente) Sino, puede aburrirse acá con Gina, y juegan al veo-veo o a las adivinanzas...
Pablo: (lo interrumpió, exasperado) Lorenzo, Lorenzo... no digas pavadas, ¿sí? Además, Gina va a salir a comprar ahora.
Lorenzo: (suavizó el tono, fingiendo preocupación) ¡Con mayor razón, papá! ¡No vamos a dejarla en casa sola!
Gina: (apareciendo desde la cocina) No es tan urgente, puedo quedarme si quieren...
Antonella: No, yo puedo ir, si ustedes quieren. Me quedo callada y no molesto. Seré tipo una momia, escondida...
Pablo: (ya perdiendo la paciencia, lo miró de reojo) No, no, no se trata de esto. Terminemos con todo esto, ¿sí? Lorenzo, ya te dije que no. Andá vos solo si querés ir, pero yo no quiero saber del tema.
Lorenzo: (suspiró, resignado) Uff, bueno...
Antonella: (levantó una mano, sonriendo) ¿Todavía está en pie la idea de acompañarte asi conozco un poco más? No molesto, tengo 7 cierres...
*Lorenzo volteó a verla, frunciendo el ceño. Desvió la mirada, frustrado*
Pablo: (sonrisa burlona) Eso, que Antonella te acompañe, así no vas solo, y de paso "conoce a nuestros vecinos"...
Lorenzo: Pero...
Pablo: No seas malo... ¿vas a decirle que no a tu prima?
Lorenzo: (rodó los ojos, frustrado) Está bien... ¿vamos, Antonella?
Antonella: (dio un pequeño salto, entusiasmada) ¡'Andiamo'!
*Antonella le extendió la mano a Lorenzo con una sonrisa amplia, Lorenzo le correspondió, con una expresión de fastidio, y ambos fueron hacia la puerta*
Pablo: Cuídense, chicos, y la traes de vuelta enseguida, Lorenzo.
Lorenzo: (forzó una sonrisa) Sí, papá, no te preocupes...
*Lorenzo y Antonella finalmente se fueron, cerrando la puerta con un suave clic*
*Segundos después, Gina salió de la cocina y fue hasta el comedor, con una taza de té en sus dedos. Se acercó a Pablo, con una sonrisa juguetona*
Gina: (acomodó la taza en frente suyo) ¿Así que se fueron juntos? Se escuchó de la cocina...
Pablo: (suspiró) Sí... Lorenzo está loco, encima quedó la pobre Antonella en el medio...
Gina: (lo miró a los ojos, en cómplice) Ay, Pablo, no la sobreprotejas tanto. Dejala que conozca, de paso, si se van y vuelven juntos, pueden reforzar su vínculo...
*Pablo dejó el diario sobre la mesa, y acercó el té a él, reflexionando profundamente las palabras de Gina*
Pablo: Espero que tengas razón...
~En la cafetería de Mariano~
*El local ya estaba vacío. Mariano se encontraba limpiando los residuos de las mesas de esa mañana, pasando el trapo por las mesas de forma monótona*
*En el mostrador, en una esquina de la barra, notó una hoja de anotador que Antonella había dejado. Extrañado, la tomó con cuidado*
–"¡Hola, ragazzo! Que mañana no se te olvide sonreír, eh. Te voy a estar mirando. :)"
*Mientras Mariano la leía en voz baja, una sonrisa se escapó de sus labios, leve pero genuina*
[Mariano: Ay, Antonella...]
<
*Antonella extendió sus dedos hacia los labios de Mariano, con una sonrisa traviesa. Mariano sonrió, y tomó sus manos con diversión. El silencio se hizo eterno y sus miradas no podían apartarse, como si algo invisible las hubiera unido*
<
[Mariano: Tus palabras raras, tu entusiasmo y energía... te conocí ayer y ya los extraño un poco. No dejo de preguntarme... ¿qué estarás haciendo ahora mismo?]
*Se quedó unos segundos mirando el papel, luego lo guardó en el bolsillo de su camisa, justo donde podía sentirlo cerca del pecho*
~Por mientras, en la calle~
*La luz golpeaba de lleno hacia la vereda donde caminaban Lorenzo y Antonella. Ella hablaba sin parar, llena de entusiasmo y energía. Sin embargo, Lorenzo tenía una expresión de hartazgo en el rostro*
Antonella: (mientras sonríe) Y yo amo a los gatitos... ¿a vos te gustan los gatitos? Son muy tiernos, gentiles... y cuando se te acuestan en la cama, ¿no son lindos? ¡Son hermosos! Yo tendría miles de gatitos si tuviera lugar... los criaría en mi cuartito y...
Lorenzo: (la interrumpió, agotado) Antonella... ¿no dijiste en la casa que ibas a estar callada como una momia y no sé qué más...?
Antonella: Eh... sí, pero vos te referías a la casa de los "Montreal"...
Lorenzo: "Montero", Antonella. Y sí, pero tampoco estaría mal que te limites un poco... digo, así descansas un poco tus cuerdas vocales...
Antonella: (hizo un gesto despreocupado) ¡Ah! ¿Por eso? ¡Pero si yo NUNCA me canso! ¡Podría hablar mil horas! ¡Miles y millones!
Lorenzo: Sí, me doy cuenta. Pero...
Antonella: ¿Sabías que cuando yo era chica mis parientes me decían que era una charlatana? ¡Me llamaban loro! ¿Podés creerlo?
Lorenzo: (alzó las cejas y asintió) Sí, puedo...
Antonella: (frunciendo los labios) Hmm... tu tono suena acusador...
Lorenzo: (sonrió, pícaro) Antonella, tengo un juego. ¿Te prendés?
Antonella: ¿Un juego? ¡Claro! ¿De qué es?
Lorenzo: ¿Te gustan los caramelos?
Antonella: Hmm... no tanto, prefiero los chupetines.
Lorenzo: Bueno, si logras hacer silencio de acá a que lleguemos a casa de los Montero, te ganás un chupetin del sabor que quieras. ¿Trato?
Antonella: (lo señaló, sorprendida) Ya veo... ¡me estás comprando! Pero ganaste... siempre y cuando sea de frutilla.
Lorenzo: Claro que sí, y el juego comienza desde ya.
*Antonella abrió la boca con sorpresa e indignación, pero segundos después, forzó una sonrisa y se quedó callada. Lorenzo sonrió triunfante, y ambos siguieron el camino*
~Después de unos minutos, en la casa de los Montero~
*Todos estaban en el sillón. Marco leía el diario, mientras Chiara y Giuliana conversaban. El ambiente era tranquilo, hasta que se escucharon golpes en la puerta que interrumpieron la tranquilidad*
Marco: (sin levantar la vista del diario) Chiara, andá a ver quién es...
Chiara: (exhaló) Marco... ¿Siempre tengo que abrir yo la puerta?
Marco: Pero claro, cariño. Yo estoy leyendo, sino iría.
*Chiara se levantó, cruzando la habitación con una mezcla de molestia y curiosidad. Al abrir la puerta, se encontró con Lorenzo y Antonella*
Chiara: (exclamó, sonriendo con sorpresa) ¡Lorenzo, qué sorpresa!
Lorenzo: (sonrió, cordial) Hola, Chiara, ¿qué tal?
*Antonella, que estaba sin hacer ruido, simplemente hizo un saludo frenético con la mano, mientras sonreía*
Chiara: (haciendo un gesto con las manos) Pasen, pasen.
*Ellos dos entraron en la casa. Giuliana, César y Marco se levantaron del sillón, con expresiones de incomodidad y confusión. César y Marco veían con enojo a Lorenzo y desdén a Antonella, mientras que Giuliana los veía a ambos con confusión*
Lorenzo: (titubeante) Hola, Marco, hola... Giuliana... (sonrió, un brillo en sus ojos)
Giuliana: (frunció el ceño, sus hombros tensos) Hola...
Marco: (suspiró, con fastidio) Lorenzo Santander, ¿qué hacés por acá?
Lorenzo: (tartamudeó, rascándose la cabeza) Ehh... vine a resolver un... un asunto que nos quedó pendiente...
Marco: (lo miró fijo, entrecerrando los ojos)¿Ah sí? ¿Un asunto?
Lorenzo: Sí, así tal cual.
Marco: (mirando a Antonella) ¿Y esa chica?
*Todos dirigieron sus miradas a Antonella, quien observaba la casa con fascinación. Al notar el peso de sus miradas, volteó a verlos con sorpresa y seriedad*
Chiara: (entrecerró los ojos, con duda) Es verdad, Lorenzo, ¿quién es ella? Nunca la vi antes con ustedes...
Giuliana: ¿Es alguna amiga?
Lorenzo: (sonrió, tomando a Antonella por los hombros) ¡Qué grosería de mi parte! Ella es mi prima, Antonella...
Chiara: (arrugando la nariz) ¿Prima? ¿En serio? ¿Pero cómo? ¿Ella no estaba...?
Antonella: (mirándola fijamente, alzó las cejas) ¿No estaba qué?
Chiara: (titubeó, evitando la mirada) Nada, nada...
Marco: (sorpresa sarcástica) ¿Con que tienen un nuevo integrante en su familia? ¿Y esto cuándo pasó?
Lorenzo: Ehh... fue ayer...
Marco: ¿Y por qué la trajiste con vos? ¿Cómo testigo o qué?
Lorenzo: No, no. Porque... porque ella es nueva en el pueblo y quería conocer... no me pareció mala idea traerla.
*Giuliana se acercó a Antonella, extendiendo la mano con una sonrisa amigable*
Giuliana: (sonrisa radiante) ¡Hola, soy Giuliana!
*Antonella la miró con recelo, pero después de unos segundos, finalmente le devolvió el apretón de manos con una sonrisa*
Antonella: Antonella, un placer...
Marco: Bueno, si querés hablar de lo que nos quedó pendiente, vení conmigo a mi despacho...
Lorenzo: (asintió, sonriendo) Bueno, dale. Antonella, ¿me esperás?
Antonella: (asintió, sonriendo) ¡Sí, señor! El tiempo que usted quiera...
*Ellos dos se dirigieron a la oficina de Marco, dejando a César, Giuliana y Antonella en la sala. César también se preparaba para irse*
Giuliana: (susurrando, triste) Amor, ¿te vas?
César: Sí, amor, tengo que ir con Marco ahora que soy su mano derecha...
Giuliana: (arrugó los labios, frustrada) Pero quería que viéramos juntos los detalles de la boda...
César: Pero esto es importante, querida. Además, en esas pequeñeces sos muy buena...
Giuliana: (susurró apenas) ¿Pequeñeces?
César: Claro, vos lo dijiste. Son detalles, y los detalles son pequeñeces. Vos sos muy buena en eso, así que confío en que te encargues vos solita.
*César se fue, dejando a Giuliana triste y a Antonella incómoda, mirando hacia todos lados*
Antonella: (se frotó la nariz) Eh... ¿está todo bien?
Giuliana: (suspiró, resignada) Sí, los hombres y el trabajo. Ya sabés cómo son, viste...
Antonella: No, no lo sé... ¿son así?
Giuliana: (rió bajito) Y a veces hasta peor. ¿O no, mamá?
Chiara: (asintió, casi riéndose) Ni me lo digas...
Antonella: Ay, qué bajón... (sonrió apenas) Bueno, "meglio da soli, per fare limoni"...
*Chiara y Giuliana fruncieron el ceño, mientras una sonrisa se escapaba en sus labios*
Giuliana: ¿Qué dijiste...?
Antonella: (riendo, incómoda) Ah, es un dicho de mi papá adoptivo... "mejor solos, para hacer limones"... nunca entendí que significa pero me gusta decirlo, suena lindo.
Giuliana: (ladeó la cabeza, curiosa) Ah, entiendo... así que te llamás Antonella. Qué lindo nombre...
Antonella: (asintió, orgullosa) Gracias... a mí también me gusta, o más bien, me encanta. Me dijeron que significa "bella como una flor"...
Giuliana: Ahh... a mí me dijeron que el mío significaba "mujer fuerte o poderosa"...
Antonella: (rió bajito, con timidez) Mirá vos... bueno, tu nombre es más copado que el mío...
*Giuliana rió entre dientes, con ternura. Antonella dudó, pero también rió*
Giuliana: Sos simpática, Anto... ¿te puedo decir "Anto"?
Antonella: ¡Ay, obvio! Si hasta los que no me conocen me dicen Anto, imaginate. ¿Por qué no podrías? ¡Con confianza, no te preocupes!
Giuliana: (sonriendo, tímida) Ah, bueno... me alegro, entonces. ¿Tenés teléfono? Así me podés dar tu número y hablamos en cualquier momento... ¡solo si querés!
*Antonella sacó su teléfono del bolsillo y se acercó a Giuliana, emocionada*
Antonella: Claro, cómo no. Siempre es lindo hacer amistades... te dicto mi número.
*Chiara observaba toda la situación con curiosidad y un toque de desconfianza*
Giuliana: Dale...
*Chiara seguía observando, todavía confundida, viendo el teléfono de Antonella*
Antonella: Por cierto... ¿dijiste "boda" hace un rato?
Giuliana: Sí... ¿por?
Antonella: (la señaló, juguetona) ¡Ay, qué maravilla! Siempre quise estar en una boda... no se te ocurra no invitarme, eh.
Giuliana: (rió, bajito) Bueno, al menos ya tengo a alguien a quien invitar aparte de parientes políticos...
Antonella: ¿Cómo? ¿Tus parientes son políticos? ¿Todos ellos?
Giuliana: Ah... no, pariente político quiere decir aquellos parientes que no son de sangre, sino a través de matrimonio. Es decir... son parientes de mi prometido, no míos.
Antonella: Ahh... ya entendí, perdón. (riendo) Soy medio cortita, de piernas y de mente...
*Un minuto más tarde, Lorenzo, César y Marco salieron del despacho. Antonella, Giuliana y Chiara los observan con confusión*
Antonella: (abrió los ojos, incrédula) ¿Tan rápido? ¡Visita de doctor!
Lorenzo: Sí, solo eran unos asuntos que se resolvían fácil...
*Antonella asintió, aunque la sospecha aún persistía en su mirada*
Antonella: Ah...
Chiara: (rió, irónica) No pasaron ni 3 minutos...
Marco: Somos eficientes, querida...
*Lorenzo se volvió hacia Antonella, extendiendo la mano con un gesto de confianza y cariño*
Lorenzo: ¿Vamos, Antonella?
Antonella: Claro... vamos...
*Justo cuando Lorenzo y Antonella estaban a punto de irse, Giuliana se interpuso en el camino de Lorenzo. Un instante de sorpresa se apoderó del ambiente, y ambos intercambiaron sonrisas nerviosas*
Lorenzo: Chau, Giuliana...
Giuliana: (titubeó, devolviendo la sonrisa) Chau, Lorenzo...
*Antonella observó el intercambio, notando la chispa entre ellos. Sonrió de forma pícara*
*Segundos después, Lorenzo y Antonella comenzaron a alejarse, pero Lorenzo, sin pensarlo, lanzó una mirada rápida hacia Giuliana, de forma involuntaria*
~Unos minutos más tarde~
*Antonella y Lorenzo caminaban por las calles y las veredas del pueblo, Lorenzo sonrojado y pensativo, y Antonella curiosa*
Antonella: ¿Qué onda al final, eh?
Lorenzo: (rascó su nuca) ¿Qué onda con qué?
Antonella: No, porque no tardamos nada, yo me imaginaba que íbamos a tardar como 1 hora...
Lorenzo: (desvió la mirada, riendo) Ah, eso... ya te dije, lo arreglamos enseguida, fue una pavada... ¿por qué preguntas?
Antonella: (mirándolo con picardía) No, por nada, solo... se me hizo raro que entraste y saliste así, en un santiamén... y como vivimos lejos, me dio la sensación de que...
Lorenzo: ¿De qué?
Antonella: De que estabas buscando un pretexto para ir... capaz para ver a alguien...
*Lorenzo se sintió acorralado, y reaccionó sorprendido y a la defensiva, fingiendo enojo*
Lorenzo: (titubeó) ¡Pero...! ¿Qué decís, Antonella? ¡No seas desubicada!
*Antonella soltó una leve risa, disfrutando del momento*
Antonella: Ay, ay, Lorencito... yo solo decía, no te pongas histérico...
Lorenzo: Bueno, cambiemos de tema... ¿qué onda con Giuliana? Las vi muy juntas cuando salí...
Antonella: (asintió, emocionada) Ah, sí... nos pusimos a charlar, me cayó bien. Es re copada.
Lorenzo: Por raro que parezca, yo tenía la sensación de que ibas a conectar con ella. Y no sé por qué...
Antonella: Bueno, acertaste.
Lorenzo: Giuliana es buena chica, solo algo sensible... tené cuidado con ella...
Antonella: (sonrió, algo confundida) Claro que sí, no te preocupes...
*Ellos se quedaron en silencio unos segundos, disfrutando de la brisa del viento, hasta que Antonella decidió romper el silencio*
Antonella: (mirándolo, curiosa) Lorenzo... ¿de qué trabaja el tío? Me da curiosidad...
Lorenzo: Ehh... cuando lleguemos a casa, te contamos...
Antonella: Wow, cuánto misterio...
*Lorenzo soltó una pequeña risa estando en cómplice. Mientras caminaban, Antonella vio la cafetería de Mariano y una sonrisa se dibujó en su rostro. Se quedó atrás, observando el lugar con alegría*
*Lorenzo se dio cuenta de que Antonella no estaba con él y se detuvo, girándose para buscarla*
*Segundos después, Lorenzo se volvió a donde estaba Antonella, algo confundido y preocupado*
Lorenzo: Antonella... ¿todo bien?
Antonella: (girándose a ver a Lorenzo) ¿Eh?
Lorenzo: De la nada te desconectaste...
Antonella: (rió, nerviosa) Ah, no, es que me detuve viendo el paisaje, solo eso...
Lorenzo: Wow, ahora veo lo fascinada que estás con el pueblo...
Antonella: (asintió rápidamente) Sí, es solo eso...
*Ellos siguieron caminando, disfrutando del tranquilo atardecer. Antonella no pudo evitar mirar una vez más hacia la cafetería de Mariano, con una pequeña sonrisa*
~30 minutos más tarde, en la casa de Chiara~
*Todos estaban en el patio, merendando bajo una sombrilla, mientras conversaban*
Marco: ¿Y vieron a la... a la sobrina esa de Santander?
Chiara: (suspiró, con hartazgo) Y dale, se llama Pablo.
Marco: (se encogió de hombros) Es lo mismo, se entiende.
Giuliana: (sonriendo) A mí me cayó bien, es simpática, y conectamos un montón...
Chiara: Sí, dentro de todo era simpática, aunque algo defensiva...
Marco: Con todo respeto, yo no creo que sea familiar de los Santander.
Chiara: (abrió los ojos, confundida) ¿Cómo?
Giuliana: ¿Por?
Marco: (tono lleno de desdén) No sean ingenuas, ¿le salió una sobrina de la nada? Ella ni vivía con él.
Chiara: Tiene sentido que sea la sobrina. Entre nosotros, yo conozco a la hermana de Pablo, y me acuerdo que había abandonado a su hija cuando era más joven.
Giuliana: (ladeó la cabeza, asombrada) ¿Cómo? ¿No tiene padres?
Chiara: Y no, hija.
Marco: (rió con burla) Bueno, tiene sentido igual. Capaz la sacó de la calle...
Chiara: (lo miró de reojo, con fastidio) ¿Por qué lo decís así? ¿Y qué problema hay si así fuera?
Marco: Querida, ¿no la viste? ¿No viste su apariencia, cómo estaba vestida?
Giuliana: Ehh... a mí me gusta esa vestimenta...
Marco: (la miró, indignado) Ay, no, hija, haceme el favor. Me hizo acordar a una hippie vestida así. Tanta vulgaridad en una sola persona...
Chiara: ¿Qué problema tiene cómo está vestida? Es su elección, no seas anticuado.
Marco: Y no me puede importar menos si es su elección. Yo solo digo lo que yo creo.
Chiara: (algo pensativa) Bueno, pero no es lindo que hables así de una chiquita. Aunque... a mí algo que me pareció raro fue lo del teléfono...
Giuliana: (frunció el ceño, curiosa) ¿Qué tiene el teléfono?
Thiago: (riendo) ¡Giuliana, espabilate para la vida!
Chiara: Hija, es un teléfono muy caro. ¿De dónde lo habrá sacado?
Marco: Seguro lo robó, no me sorprendería tampoco.
Giuliana: No la acusen así solo por cómo se viste o de donde viene. La forma de vestir no importa, es una chica muy linda. Es risueña, alegre, divertida, simpática, no sé, me cayó bien... parecía buena chica.
Marco: No sé si es conveniente que seas amiga de la sobrina de Pablo Santander.
Chiara: (desafiante) ¿Y por qué no?
Marco: Porque son la competencia, Chiara. Además, no está a la altura de nuestra hija. Ninguno de ellos.
Chiara: (replicó, enojada) No metas a nuestra hija en esos asuntos. Que sea amiga de quien quiera, y ya está. Y dejá de hablar así de esa chica, ni la conocés.
Marco: Yo entiendo lo que pasa. Vos la defendés así porque es la sobrina de Santander. Por eso.
Chiara: (dejó la taza sobre la mesa, frustrada) Basta de decirle así, se llama Pablo. ¿Y qué tiene que ver que sea su sobrina?
Marco: Y que estás enamorada de él, no soy tonto, podrías disimular mejor, Chiara.
Chiara: (rió irónica) Y ya empezaste de nuevo...
Giuliana: ¡Papá! ¡No digas esas idioteces!
Thiago: Mamá, papá, ¿por qué se pelean por esas personas? No vale la pena.
Marco: Es tu mamá quien los defiende.
Chiara: ¿Sabés algo, Marco? Ya me pusiste de malhumor, así que mejor me voy.
*Chiara se levantó y se fue, frustrada. Marco la quedó viendo con desdén*
Marco: (señalandola) Ay, por favor, que sensible que es su mamá...
Giuliana: Ajá, sí...
*Giuliana lo miró con molestia y cansancio, sin embargo, decidió quedarse callada*
~En otra parte del pueblo, en la cafetería~
*Antonella estaba sentada en un sillón, dibujando. No había nadie más en el lugar, y Mariano no estaba. De repente, la puerta se abrió y Malena entró, con una expresión de confusión al no ver a Mariano*
*Cuando Malena vio a Antonella, su expresión se tornó molesta y se acercó a ella*
Malena: (tono sarcástico) Hola...
Antonella: (levantó la mirada, tranquila) Ah, vos otra vez...
Malena: Sí, lo mismo digo... ¿cómo era que te llamabas, 'darling'? Me olvidé...
Antonella: Antonella me llamo.
Malena: (asintió, con desdén) Ah, ok. ¿Y Mariano?
Antonella: (encogiéndose de hombros) Ni idea, no estaba cuando vine...
*Malena notó el cuaderno de Antonella y su curiosidad se encendió, una sonrisa de maldad floreció en su rostro*
Malena: ¿Y eso?
Antonella: (mostrándolo) ¿Esto? Un cuaderno...
Malena: Ay, ja, ja, qué graciosa. ¿Qué estás haciendo?
*Malena le arrebató el cuaderno de las manos. Antonella se confundió y se enojó*
Antonella: ¡Ey! ¿Qué hacés? ¡Dámelo!
*Malena observó el dibujo del paisaje de la cafetería*
Malena: Wow, cómo se nota que te encantó la cafetería, ¿no? Tenemos a la futura "Pablo Picasso"...
Antonella: (estirando la mano, molesta) ¡Dame eso, no me da gracia!
Malena: Bajame un cambio, eh. Vos no podés estar dibujando estas cosas sin permiso, ¿sabías?
Antonella: ¡Pero si no hago nada malo, es un dibujo! ¡En serio te lo digo, dámelo!
Malena: (mirándola con desprecio) ¡Es educación básica, pedir permiso, chinita ordinaria!
Antonella: ¿Cómo me dijiste?
*En ese momento, Mariano entró con unas bolsas y se detuvo al ver la escena*
Mariano: (interviniendo) ¡Ey, ey, chicas! ¿Qué pasa acá?
Antonella: ¡Yo estaba tranquila, dibujando, y ella me arrebató mi cuaderno!
Malena: ¿Sabés por qué se lo saqué? Porque estaba dibujando este lugar, sin tu permiso.
Antonella: (alzando poco a poco la voz) ¡Pero por qué permiso? ¡Literalmente solo es un dibujo! ¡No hago nada malo!
Malena: (la miró de arriba a abajo, despectiva) Pedir permiso es una cuestión de educación, aunque entiendo que es mucho pedirte, ¿no?
Mariano: Malena, ¿no estarás exagerando un poco? Solo está dibujando, a ella le gusta dibujar. El arte no es nada prohibido...
Malena: (bajando la voz en cómplice) Yo tendría cuidado, Mariano, vos sos muy confiado... no vaya a ser que esta chinita intente aprovecharse de tu confianza y buena voluntad...
*Antonella, escuchándola, cerró los ojos y suspiró, intentando mantener la calma*
Mariano: ¿Por qué cuidado? No me molesta, es más, me agrada saber que le gustó tanto como para dibujarlo.
Malena: Y con esa pinta que tiene, para mí deberías sospechar. Nadie que se vista así es muy confiable...
*Antonella logró recuperar su cuaderno de las manos de Malena, arrebatandoselo en un gesto agresivo*
Malena: (fingiendo dolor) Ay, qué atrevida sos.
Antonella: Esto es mío, y no vuelvas a tocarlo si no querés problemas. ¿Está claro?
Malena: (la miró, intimidante) Tené cuidado, Antonella. Te observo...
Mariano: (rodó los ojos, cansado) Ay, Malena, cortala. Dejala en paz.
*Malena se fue, sonriendo de manera despectiva. Mariano vio a Antonella molesta, y aprovechó para acercarse a ella, con una mirada de arrepentimiento*
Mariano: En serio, perdonala por las molestias. Ella es así a veces...
Antonella: Yo solo estaba dibujando.
Mariano: (extendió una mano, sonriendo) ¿Me querés mostrar?
Antonella: Claro, era para vos...
*Antonella le dio el cuaderno y Mariano observó el dibujo, apreciando cada detalle con admiración*
Mariano: (sonriendo) ¿Dibujaste la fuente? Te quedó idéntica... ¿qué te inspiró?
Antonella: (sonrojándose) Eh... nada, solo que... no sé, esos lugares me parecen muy simbólicos, y... nada, me inspiré en eso.
Mariano: Bueno, te quedó precioso. Gracias por este regalo, y por haber vuelto.
Antonella: (sonrió con cariño) ¿Cómo no volver? Somos amigos, sos copado...
Mariano: (frunció el ceño, señalando la puerta) ¿Pero hace cuánto estás acá?
Antonella: Estoy hace como 20 minutos, en la puerta está el cartel de "abierto". Por eso pasé.
Mariano: (chocó una mano con su frente, sorprendido) ¡Ay, qué cabeza la mía! Me olvidé no solo de cerrar, sino de cambiar el cartel.
Antonella: ¿O sea que hoy no debería estar abierto?
Mariano: Hoy de día sí, pero por la tarde y noche no, porque fui a comprar cosas para cambiar y eso.
Antonella: (apretó los labios, incómoda) Ah, perdón, entonces... ¿querés que me vaya?
Mariano: (negó, algo nervioso) Ehh... no. No quiero que te vayas. No sería muy justo. Pero no sé...
Antonella: (se acercó un paso, sonriendo) ¿Entonces querés que me quede?
Mariano: (sonrió, con timidez) Ehh... bueno, está bien. No creo que haya problemas... si a vos no te molesta, obvio...
*Antonella se levantó y fue hasta la puerta, cambiando el cartel de "abierto" a "cerrado"*
Mariano: ¿Y eso?
Antonella: Ah, es que vos dijiste que querías cerrar. Supongo que también para limpiar, reponer y esas cosas, ¿no?
Mariano: (asintió) Sí, sí, exacto.
Antonella: (sonrió, entusiasmada) Bueno, hoy es tu día de suerte, entonces. Si querés te puedo ayudar y dejar este lugar reluciente... más brillante que un espejo. ¿Qué decís?
Mariano: (se rascó la nuca, pensativo) ¿Segura? No sé, Antonella... la cafetería es mía, yo debería limpiarla...
Antonella: Pero a mí no me molesta ayudar. Además, si supieras cómo me encanta limpiar.
*Antonella bajó las persianas mientras hablaba, y se ató el cabello con una gomita*
Antonella: (sonrió, haciendo gestos) Y una mano no te vendría nada mal. Dos son más que uno, por si no sabías...
Mariano: (mirándola, preocupado) Te vas a aburrir, y no te quiero molestar.
Antonella: Pero ya te dije que no me molesta, Mariano. Que mis manos se llenen un poquito de polvo no es el fin del mundo...
Mariano: (sonriendo finalmente) No quisiera eso, pero si insistís... yo no puedo decirte que no.
*Antonella sonrió, sintiéndose entusiasmada y feliz*
Mariano: ¿Me esperás? Voy a traer escoba y esas cosas...
Antonella: (asintió con energía) Claro, no hay problema.
*Mariano se fue, y unos segundos después volvió con escobas y trapos*
Antonella: Che, Mariano...
Mariano: (la miró al instante) Sí, decime.
Antonella: Vos de casualidad... ¿no tenés música?
Mariano: (perplejo) ¿Música?
Antonella: (haciendo un puchero al sonreír) Así, tipo, como una casetera... Yo pensaba que podría ser más divertido para los dos... no sé...
Mariano: (sonrió, pícaro) Sí, tengo. Me gusta la idea. Además, imposible decirte que no si me hacés esa mirada...
*Mariano se dirigió hacia una casetera en la esquina del local y colocó un casete. La música comenzó a sonar*
*Antonella sonrió ampliamente y comenzó a limpiar con entusiasmo. Con la música de fondo, todo parecía más ligero y alegre*
*Después de unos minutos, Antonella se encontraba limpiando mientras bailaba felizmente al ritmo de la música. Mariano la observaba con una sonrisa de admiración, contagiado por su energía*
~En la casa de los Santander~
*Todos estaban charlando en el salón. De repente, Pablo recibió una llamada. Miró el número en la pantalla, frunciendo el ceño con curiosidad, y contestó*
Pablo: ¿Hola?
"Chiara: Hola, Pablo..."
Pablo: (erguido en la silla, sorprendido) ¿Chiara?
"Chiara: Sí, yo..."
Pablo: (sonrió, con nerviosismo y sorpresa) Qué gusto tu llamada...
"Chiara: (sonriendo, titubeó) Ehh... sí..."
*Gina, sentada cerca, hizo una expresión de hartazgo, rodando los ojos*
Pablo: ¿Pasa algo que me llamás?
"Chiara: La verdad, no... Pero te quería preguntar algo..."
Pablo: Decime...
"Chiara: ¿Viste tu sobrina?"
Pablo: (asintió) Claro, Antonella.
"Chiara: Sí, sobre ella te quería hablar..."
Pablo: ¿Pasó algo? Me enteré que se hicieron amigas con tu hija, ella estaba re feliz...
"Chiara: No sé, pero más vale prevenir..."
Pablo: (frunció el ceño, confuso) Me confundís...
"Chiara: (suspiró, incómoda) Mientras ustedes no estaban, ella sacó un teléfono que tenía guardado."
Pablo: ¿Un teléfono?
"Chiara: Sí, y me llamó la atención. Es de uno de esos teléfonos que están de moda este tiempo..."
Pablo: (inclinó la cabeza, pensativo) No tengo idea... ¿pero qué tiene?
"Chiara: Que me preocupa de dónde lo haya sacado..."
Pablo: O sea, ¿vos querés decir que...?
"Chiara: No quiero prejuzgar, solo me extraña..."
Pablo: (suspiró) Bueno... Gracias por decírmelo, lo tendré en cuenta.
*Pablo cortó la llamada, pensativo. Gina lo observaba con una mezcla de curiosidad y confusión*
Gina: ¿Qué te dijo?
Pablo: Que está preocupada porque le encontró un teléfono carísimo a Antonella.
Gina: (ladeó la cabeza, molesta) ¿Y eso qué tiene?
Pablo: Ella piensa que lo pudo haber robado...
Gina: (sorprendida, rió sarcásticamente) Qué raro. Cuándo no el rico humillando al pobre.
Pablo: No creo que sea malo que me lo haya dicho.
Gina: Ay, Pablo, es obvio por qué lo dice. Hasta un nene de 10 años lo sabe. Lo dice por su pinta. No entiendo cómo te puede gustar la engreída esa. Que siempre prejuzga a todos, como el marido.
Pablo: (negó con la cabeza, rápidamente) No, no, ella no es como el marido.
Gina: (un gesto de desprecio) Ay, Pablo, date cuenta, están tallados por la misma madera...
*Pablo se quedó pensativo*
~Después de mucho rato, ya estaba anocheciendo~
*Antonella y Mariano habían terminado de limpiar, ambos con algo de polvo en la ropa y una expresión de satisfacción en el rostro*
Mariano: (sonriendo, con dulzura) Muchas gracias, Anto. Quedó hermoso el lugar, mejor que antes.
Antonella: (sonrió, pícara) No hay de qué, esta es mi especialidad. Me divertí mucho. Me gusta limpiar y también la música. Esa combinación... uff, la pasé re bien.
Mariano: (asintió sonriente) Se nota que es tu especialidad... además de que quedó reluciente, no me suelo divertir así. Mucho menos cuando limpio, siempre es algo monótono para mí. Pero... hiciste que esta experiencia sea maravillosa...
Antonella: (apoyó una mano en su hombro, con ternura) No pasa nada, los amigos estamos para ayudarnos, ¿no? Para darnos una buena mano...
Mariano: Sí... gracias. Mirá como quedaste, Anto, te ensuciaste.
Antonella: ¡Ay, no pasa nada! Al fin y al cabo, iba a ensuciarse. Y me alegro que se haya ensuciado pero de esta forma.
Mariano: (sonrió, con ternura) Gracias, petisa. Sos lo más. Ahora, andá, ya se está haciendo de noche.
Antonella: (mirando la hora, sorprendida) ¡Ay, no me di cuenta! ¡Gracias por decirme, amigo, nos vemos!
Mariano: ¡Nos vemos, Antonella, cuidate!
*Antonella salió corriendo de la cafetería, con una sonrisa en el rostro. Mariano la miró irse, sintiendo una calidez en el pecho. Justo cuando se dio vuelta, algo llamó su atención. En una de las mesas, vio el cuaderno de Antonella*
Mariano: (susurrando para sí mismo, ilusionado) Ay, no, se olvidó su cuaderno. Bueno, ya tengo una excusa para que venga mañana...
*Mariano recogió el cuaderno con cuidado y lo guardó en un lugar seguro, pensando en la próxima vez que vería a Antonella. Mientras lo hacía, no podía evitar sonreír*
*Minutos después, en la casa de Pablo, Antonella entró silenciosamente, tratando de no hacer ruido. Al entrar, se encontró con Lorenzo y Pablo discutiendo en el salón. Se quedó en silencio, observando la escena desde las sombras*
Lorenzo: ¿Qué vamos a hacer, papá?
Pablo: ¿Qué vamos a hacer con qué, Lorenzo?
Lorenzo: ¡Con los rumores, papá! ¡Con todo lo que anda corriendo en boca del pueblo!
Pablo: (se cruzó de brazos, serio) Me tiene sin cuidado lo que el resto diga, Lorenzo. Nosotros sabemos la verdad. Que somos honestos, que no le robamos a nadie.
Lorenzo: (bufó, frustrado) Sí, papá, pero... no sé, tampoco es lindo que nuestro nombre sea ensuciado por todas partes. Eso nos mancha, nos arruina. No pasa solamente por la cuestión laboral, sino por maldad. ¿Por qué lo hace, en lugar de hablar con nosotros?
Pablo: (suspiró, resignado) Vos sabés bien que Mariano siempre fue muy necio, hijo. Aunque te frustres no vas a poder cambiarlo.
*Antonella, oculta en la entrada, escuchaba con el corazón acelerado. Un frío le recorrió la espalda y un leve temblor en las manos casi la delató*
Lorenzo: (preocupado) Él nos odia, papá. Y más ahora, con Antonella, no me siento tranquilo.
Pablo: ¿A qué te referís? ¿Qué tiene que ver Antonella en esto?
Lorenzo: (mirada tensa, sincera) A que él es capaz de muchas cosas, papá. Vos lo sabés. Antonella es ingenua, no conoce a nadie todavía... y temo que se aproveche de eso. Que la envuelva con palabras, que la lastime, o peor.
Pablo: (negó lentamente) No digas eso, Lorenzo. Mariano no es peligroso, solo terco.
Lorenzo: (bajó la voz, con frustración) No me importa si es terco o no. Si se cruza con ella, si intenta acercarse... te juro que no me voy a quedar quieto.
*Antonella, aún oculta, sentía una mezcla de confusión y miedo. Las palabras de Lorenzo resonaban en su cabeza*
*Antonella, tras escuchar la conversación, se quedó pensativa y asustada. Decidió dar un golpecito en la puerta para que pensaran que acababa de llegar. Al escuchar el ruido, Pablo y Lorenzo se giraron hacia ella, sorprendidos*
Pablo: ¡Antonella, volviste!
Antonella: (sonrió, forzado) Sí, volví... perdón, me di cuenta tarde de la hora...
Pablo: (sonriendo, comprensivo) No pasa nada, lo bueno es que volviste.
Lorenzo: ¿Pero qué te pasó, Antonella? Estás toda llena de tierra...
Pablo: Es verdad, recién me doy cuenta...
Antonella: (jugando con sus dedos, nerviosa) ¡Ehh, nada! Es que anduve por la calle todo el día, y había viento...
Pablo: Ahh, entiendo... ¿vos todo bien?
Antonella: (asintiendo rápidamente) Sí, sí, tranquilo.
*Antonella, sintiéndose incómoda y abrumada, se dirigió rápidamente a su cuarto*
*Se sentó en su cama, mirando sus manos sucias y la ropa manchada de tierra. Las palabras de Lorenzo sobre Mariano resonaban en su mente*
*En el living, Pablo y Lorenzo intercambiaron miradas preocupadas*
Pablo: Está actuando raro, ¿no te parece?
Lorenzo: (suspiró, preocupado) Sí, espero que no haya escuchado nuestra conversación...
Pablo: Espero que no. Acaba de llegar y no quiero que se sienta insegura o asustada.
Lorenzo: Sí, tenemos que protegerla...
*Después de dos horas, en el comedor, todos estaban terminando de cenar*
Antonella: (sonrió, radiante) ¡Hmm, cocinás muy rico, Gina!
Pablo: La verdad que sí, te sale riquísimo...
Gina: (sonrió, con gratitud) Muchas gracias, chicos. Gracias, Anto, sos un amor.
*Gina dejó los cubiertos a un lado, y se levantó de la silla*
Gina: ¿Ya todos terminaron de comer?
*Todos asintieron*
Gina: Bueno, entonces voy a lavar los platos, buen provecho a todos.
Antonella: (asintió, feliz) Gracias, igualmente.
*Gina comenzó a recoger los platos, llevándolos a la cocina. Antonella sacó su teléfono, revisando si tenía mensajes. Al hacerlo, Lorenzo y Pablo intercambiaron miradas inquisitivas*
Lorenzo: ¿Y eso, Antonella?
Antonella: (volteó a verlo rápidamente) ¿Qué cosa?
Pablo: No sabía que ya tenías un teléfono...
Antonella: (sonrió, nerviosa) Ehh, sí, tengo. No te preocupes...
Lorenzo: (frunció el ceño, sospechando) ¿Y de dónde lo sacaste? ¿Te lo regalaron?
*Antonella se sintió incómoda bajo la mirada de Lorenzo*
Antonella: (gritando hacia la cocina) ¡Gina! ¿Querés ayuda con los platos?
Gina: (desde la cocina) ¡Bueno, dale, querida!
*Antonella se levantó rápidamente y se dirigió a la cocina a las corridas, evitando la situación*
Lorenzo: ¿Te diste cuenta?
Pablo: (se encogió de hombros) ¿De qué?
Lorenzo: Me evitó la pregunta totalmente. Y puso de excusa los platos para irse.
Pablo: Capaz le incomoda decir de dónde lo sacó. Y tenés que respetarlo.
Lorenzo: (entrecerró los ojos, preocupado) Espero que sea eso que vos decís...
Pablo: ¿Y sino qué más sería, Lorenzo?
Lorenzo: No sé, papá, vos lo sabés bien...
Pablo: (lo miró, con fastidio) Lorenzo, no empieces a pensar mal de ella, apenas la conocés. Ya habíamos hablado de esto.
Lorenzo: Y no te lo discuto, me disculpé con ella. Pero ahí hay algo raro. Solo eso digo.
Pablo: Lo que sea que pienses, solo no lo digas, ¿sí?
Lorenzo: Quedate tranquilo, no lo voy a hacer.
~Al día siguiente, en la casa de Chiara~
*Giuliana y César estaban en la sala, conversando de pie. Si bien ella hablaba sin parar, él no quitaba la mirada de sus papeles*
Giuliana: (voz suave) Amor...
César: (sin levantar la vista de sus papeles) Sí, decime, Giuli.
Giuliana: ¿Todavía seguís ocupado?
César: (suspiró, distraído) Sí, un poco. ¿Por?
Giuliana: Es que... no sé, te noto medio... desentendido...
César: ¿Cómo?
Giuliana: Sí, a lo que voy es que... no te ocupaste de casi nada de la boda y ya es mañana...
César: (la miró rápidamente, sorprendido) ¿Mañana?
Giuliana: Sí, ¿te habías olvidado?
César: (rápidamente, nervioso) Ehh... ¡No! ¡Para nada!
Giuliana: (sonrió, pero triste) No parece...
César: ¿Pero por qué la queja, mi amor? Te estás ocupando vos, como debe ser, ¿o no?
Giuliana: Pero la boda es de los dos, no mía solamente.
César: (sonrisa falsa) Vos quedate tranquila, no hay nada que me moleste de lo que vos hagas con la boda.
Giuliana: ¿Y si... si la posponemos, mejor?
César: (la interrumpió, alterado) ¿Posponerla? ¡Imposible, mi amor! Si tenemos que posponerla, tendrá que ser para dentro de una semana más, y es mucho tiempo.
Giuliana: (se acercó un paso, triste) Pero es que César, no es posible que ni tiempo tengas para nosotros dos...
César: Es que tengo tiempo, contado, pero lo tengo. Y lo que no entiendo es por qué querés posponerla. ¿Solo porque no te ayudé?
Giuliana: No es solo por eso, el tiempo está demasiado ajustado, y no tengo ni vestido.
César: (ladeó la cabeza, confuso) ¿Cómo? Pero si ayer vi que te estabas probando vestidos, de pasada, te vi.
Giuliana: (algo insegura) Sí, pero me quedan muy apretados...
César: Y... capaz deberías comer un poquito menos, entonces.
Giuliana: (abriendo los ojos, perpleja) ¿Cómo? No entiendo...
César: Y sí, si te queda ajustado es por algo, mi amor. Solo te pido, tratá de resolverlo, por favor, ¿sí? La boda no se puede posponer. Imposible.
*César se levantó y se fue, dejando a Giuliana sola en la sala. Ella se quedó allí, triste y pensativa, tocándose la cintura con inseguridad*
Giuliana: (susurrando, angustiada) ¿Qué me habrá intentado decir?
~Después, en la casa de Pablo~
*Estaban todos almorzando, excepto Lorenzo. Antonella estaba un poco pensativa e incómoda, y jugaba con el tenedor*
Gina: Che, Anto, ¿en qué pensás?
*Antonella volvió a la realidad y sonrió, tratando de disimular*
Antonella: (sonrió forzado) En nada, en nada...
*Después de unos segundos de silencio y reflexión, decidió hablar*
Antonella: Bueno... en realidad, sí, en algo pienso...
Pablo: (se inclinó hacia ella) ¿Nos querés contar en qué?
Antonella: Sí, claro. ¿Te puedo preguntar algo, Pablo... digo, tío?
Pablo: Claro, decime.
Antonella: ¿De qué trabajás? Porque ayer Lorenzo me dijo que me iban a explicar acá en la casa, pero al final él no lo hizo...
*Se produjo una pausa incómoda entre todos, mientras Pablo intercambiaba miradas con Gina*
Antonella: (sonriendo, comprensiva) Si no me querés contar, no pasa nada, yo solo tengo curiosidad...
Pablo: (levantándose de la mesa) Vení conmigo, Antonella, te quiero mostrar algo...
Antonella: (frunciendo el ceño) ¿Mostrarme?
Pablo: Sí, claro, vení conmigo.
*Pablo se levantó de la mesa y se dirigió hacia la puerta. Antonella, muy confundida, se levantó y lo siguió*
*Después de unos segundos, ambos se dirigieron hacia un pequeño galpón que los llevaba a un lugar subterráneo. Antonella estaba muy confundida, pero también intrigada*
*Llegaron a un amplio sótano lleno de barricas de vino. El ambiente era fresco y olía a madera y uvas fermentadas*
Antonella: ¿Y esto, Pablo? ¿Qué es?
Pablo: (sonrió, orgulloso) Todo esto es mío...
Antonella: (mirándolo, asombrada) ¿En serio? ¡Me encanta! Parece como de esos lugares... me olvidé el nombre... ¿cómo era?
Pablo: Esto es una bodega...
Antonella: ¡Ese nombre! ¡Ese! ¡Me encanta! ¿Pero cómo que es tuyo? O sea... ¿vos los hiciste a los vinos?
Pablo: No, bueno, no del todo yo... sino que, también mi papá los hizo...
Antonella: (desvió la mirada, perpleja) ¿Tu papá? O sea, mi abuelo... ¿Pero cómo?
Pablo: Esto es de generaciones... primero mi abuelo, después mi papá, ahora yo... y pronto será Lorenzo...
Antonella: (asintió, impresionada) ¿En serio? Es muy lindo...
Pablo: Nuestra bodega es muy conocida, somos bodegueros.
Antonella: (curiosa) ¿Cómo? O sea... ¿el pueblo los conoce?
Pablo: Y me juego a decir que gran parte del país también.
Antonella: Eso es muy... lindo... ahora lo entiendo mejor... copado, me encanta...
Pablo: Te lo quise explicar, pero sentía que con simples palabras no alcanzaba. Así que quería mostrarte...
Antonella: (dando saltitos, entusiasmada) Bueno, es hermoso... ¡tengo un tío bodeguero! ¡Viva!
Pablo: (rió, con ternura) Me alegro que te guste y que estés feliz...
Antonella: ¿Y la gente los prueba y eso?
Pablo: Obvio, en algunos eventos, fiestas, y demás. Como festivales también. Justamente hay uno que se acerca. Por eso también hay como... competencia...
Antonella: (ladeó la cabeza, confusa) ¿Competencia?
Pablo: Sí, ¿viste la casa a la que fueron Lorenzo y vos el otro día?
Antonella: Claro, me acuerdo, donde estaba Giuliana y su mamá, toda copada...
Pablo: Bueno, ellos también tienen su bodega. Y ellos vienen compitiendo hace años contra nosotros.
Antonella: Oh... no tenía ni idea...
Pablo: Pero escuchame, no quiero que te dejes llevar por esas cosas, ¿sí? No te quiero involucrar en esa rivalidad que hay. Sobre todo porque Lorenzo me dijo que con Giuliana te estás llevando bien.
Antonella: (sonrió, emocionada) Sí, qué sé yo, charlamos un poquito y me cayó bien.
Pablo: Por eso, no quiero que te veas involucrada en esto. Es tema de mayores, ¿sí?
Antonella: Sí, sí, tranquilo... y gracias por mostrarme. Me gustó mucho.
Pablo: (asintió, alegre) Me alegro de que te guste, Anto. ¿Sabes algo? A Lorenzo también le gusta el lugar. Cuando quiere estar solo, algunas veces viene acá.
Antonella: ¿Acá al sótano?
Pablo: Sí, pero mayormente al galpón.
Antonella: Lo entiendo... se ve como un lugar tranquilo y silencioso...
Pablo: Sí, opino como ustedes. ¿Volvemos arriba? (rió suavemente) Sino Gina se va a enojar por la comida...
Antonella: Bueno, dale.
*Ellos dos se dirigieron de regreso a la casa, abrazados de costado*
~En casa de la abuela de Mariano~
*Era una casa situada en el campo, rodeada de árboles y todo verde. Por dentro, era una casa chapada a la antigua, con papel tapiz color naranja y muebles anticuados*
*Allí, en la cocina se encontraba Mariano frente a su abuela, Esperanza. Ella era una mujer de cabello canoso y ondulado, vistiendo un vestido holgado de botones verdes*
*Mariano sostenía unas bolsas, mientras sonreía. En cambio, ella estaba sentada en la mesa, tomando un té y delante suyo unas cartas*
Mariano: (rió, enternecido) Sabía que te iba a encontrar así, eh... tomando té y jugando cartas.
Esperanza: (sonriendo) Ay, hijo, no seas pesado... ¿qué querés que haga a mi edad y en un campo? ¿Que me ponga a cabalgar?
Mariano: Hmm... no sé, mirar la televisión...
Esperanza: Acá no llega la señal, hijo. Y estar sentada en ese sillón durante horas me hace doler la espalda.
Mariano: Bueno... ¡ah, hablando del tema! Traje tus medicamentos...
Esperanza: Hijo... ¿otra vez te pusiste en gastos, tesoro?
Mariano: No, no es ponerme en gastos, es cuidar de mi abuela tierna y dulce. ¿Cómo te estuviste sintiendo estos días? ¿Mejor?
Esperanza: Y... la verdad es que a veces me agarra el dolor, pero así, cada tanto...
Mariano: Perdón que me retrasé con esto, pasa que la situación económica y... tampoco es que yo esté ganando mucho en la cafetería.
Esperanza: Hijo... no pasa nada. No quiero que hablemos de cosas aburridas, sos muy joven para preocuparte por esas cosas. Más bien, contame... ¿cómo fue tu vida?
Mariano: Ehh... bien, supongo... es decir, lo de siempre, trabajar, estar con mi amiga Malena...
Esperanza: ¿Nada nuevo? ¿Ninguna novedad?
*En ese momento, Mariano desvió la mirada en un punto fijo, recordando algo que lo hizo sonreír de ternura, inevitablemente*
~FLASHBACKS~
~Mariano: (mirándola a los ojos, titubeando) Casi se cae, señorita...
Antonella: (sonrisa traviesa) Y usted me salvó...
*Mariano la ayudó a ponerse de pie con cuidado, sus manos todavía en su cintura*
Mariano: (mirándola con curiosidad y admiración) ¿Cómo te llamás?
Antonella: (extendiendo la mano, enérgica) ¡Antonella!
Mariano: (tomando su mano suavemente) Un gusto, Antonella, yo soy Mariano...
Antonella: Mariano...
*Ellos se seguían mirando a los ojos, ambos sintiendo una conexión extraña*~
~FIN DE FLASHBACK~
Esperanza: Shh, hijo... te desconcentraste...
Mariano: (mirándola de repente, sorprendido) ¿Eh? ¡Ah, perdón! Me quedé pensando un poco...
Esperanza: Hmm, y por esa mirada tierna que pusiste... yo diría que es por una chica.
Mariano: Eh... ¿qué, Abu? Para nada, ni ahí...
Esperanza: Mariano, no me mientas, yo en el amor soy experta. Quizá no lo parezca, pero lo soy. Decime... ¿conociste a alguien?
Mariano: Ay, abuela... yo me prometí nunca enamorarme, pero... esa chica es...
Esperanza: ¡Hablame de ella, quiero entretenerme!
Mariano: Es... es petiza, de pelo corto, se viste así como en el campo... pero eso es lo de menos. Ella es tan... especial. Ella logró lo que nadie en años, sacarme una sonrisa. Una sonrisa sincera, de emoción, diversión, alegría...
Esperanza: Aww... qué bonito, dichosa sea esa muchacha que finalmente logró algo imposible.
Mariano: O sea... no sé, es tan enérgica, tenaz, alegre... es talentosa, es dulce, es tierna...
Esperanza: Uff, sí que te enamoraste, querido... ¿y cómo se llama?
Mariano: Su nombre es... Antonella. Así se llama. La conocí antes de ayer, en una pequeña fuente frente del lugar donde trabajo. Ella casi se cae, pero yo la agarré... y ahí nos vimos. Desde ahí no puedo sacarla de mi cabeza, abuela...
Esperanza: Aún así, se sabe que sos mujeriego, hijo...
Mariano: ¡No, no! Ella es distinta, con ella es distinto... con ella no necesito mantener esa fachada, ella me conoce tal cual soy, y me acepta. Somos amigos.
Esperanza: ¡Bueno, por algo se empieza! Cuando quieras pedirme consejos de amor... cómo invitarla a salir, o regalarle algo, acá estoy yo.
*Mariano sonrió, mirando con cariño a su abuela. Segundos después, su mirada se perdió en la ventana, mientras pensaba en ella*
~Después de varias horas, en casa de los Santander~
*En el comedor, solo estaban Pablo y Gina, conversando tranquilamente. Mientras tanto, Antonella buscaba algo por todas partes, moviendo objetos y revisando cada rincón*
*Pablo y Gina se dieron cuenta de su agitación*
Gina: ¿Se te perdió algo, Antonella? Estás hace como media hora así... acelerada...
Antonella: (exhaló, frustrada) La verdad, sí. ¿No vieron un cuaderno por acá?
Gina: (negó, pensativa) ¿Un cuaderno? No, para nada. Yo limpié y no lo vi.
Antonella: No puede ser, soy taruga, eh. ¿Cómo lo voy a perder?
Pablo: Tranquila, ayer saliste con ese cuaderno. Capaz fuiste a algún lugar y te lo olvidaste.
Antonella: (se detuvo un momento, pensando) A algún lugar...
*De repente, Antonella recordó dónde podría haber dejado su cuaderno, y sonrió con entusiasmo*
Antonella: ¡Claro, gracias, Pablo!
*Sin esperar más, Antonella salió corriendo del comedor, dejando a Pablo y Gina mirándola con sonrisas en el rostro*
Pablo: Ay, ay, esta chica...
*Gina negó con la cabeza, sonriendo también*
Gina: Siempre tan despistada, pero llena de energía.
*Pablo y Gina intercambiaron una mirada cómplice, disfrutando del momento de tranquilidad y la energía contagiosa de Antonella*
~Minutos más tarde, en la cafetería~
*Antonella apareció corriendo, respirando un poco agitada. Al entrar, vio a Giuliana con dos amigas sentadas en un sillón, riendo y charlando. Mariano estaba limpiando la mesada y, al ver a Antonella, su rostro se iluminó con una sonrisa*
Mariano: ¡Ey, Antonella!
Antonella: (devolviendo la sonrisa) Hola, Mariano.
Mariano: ¿Cómo estás? ¿Querés que te sirva algo?
Antonella: Solo un jugo... escuchame. Me olvidé algo acá, yo soy más distraída, vivo en Saturno...
Mariano: (riendo) Ahh, sí, sos olvidadiza, eh.
Antonella: (abrió los ojos, feliz) ¿Lo viste?
Mariano: ¡Obvio que lo vi! Vení por acá...
*Mariano la llevó hasta un cajón y sacó un cuaderno y un lápiz de ahí. Se los entregó con una sonrisa*
Antonella: (sonrió, aliviada) ¡Me lo guardaste! Muchas gracias, en serio...
Mariano: Te habría llamado, pero no sé tu número y era de noche, así que esperé a que vinieras hoy, viste...
Antonella: Gracias, en serio. Pensé que lo había perdido...
Mariano: (apoyando una mano en su hombro) No pasa nada, tranquila.
*Antonella le sonrió, pero su mente estaba ocupada con pensamientos y preocupaciones, y movía un poco las piernas, nerviosa*
Mariano: ¿Te preparo un jugo, dijiste?
Antonella: (asintió, entusiasmada) ¡Sí, dale! De naranja, nomás.
Mariano: ¡Bueno, marchando entonces, un jugo de naranja para la señorita!
*Antonella se sentó en una mesa cercana, observando a Giuliana y sus amigas de reojo. Cada tanto veía al mostrador por donde Mariano se había ido, con una ligera sonrisa*
*Mariano se dirigió a la barra y comenzó a preparar el jugo de naranja, trabajando con soltura y una sonrisa en el rostro. Mientras tanto, Antonella miraba su cuaderno, sintiéndose agradecida por haberlo recuperado*
*Mientras, las dos chicas hablaban mucho mientras Giuliana parecía sumida en sus pensamientos*
Giuliana: (titubeando) Chicas...
Florencia: (la miró, con fastidio) Ay, ¿qué, Giuliana? Hablamos de algo importante.
Camila: Hablamos de nuestro viaje por Milán.
*Antonella, confundida, volteó hacia Mariano, sonriendo con timidez*
Antonella: ¡Mariano! Acercate un segundito...
Mariano: (acercándose) Claro, decime...
Antonella: Milán quedaba en Francia, ¿no?
Mariano: Ehh... no, no, es una ciudad de Italia... ¿por?
Antonella: (sonrió, nerviosa) Eh... ¡curiosidad! Te estaba poniendo a prueba, no es que no sabía algo TAN obvio...
Mariano: (sonrió, pícaro) Hmm... bueno, si vos decís, Nella. Ya casi termino con el jugo, lo hago y estoy con vos.
Antonella: ¡Dale, perfecto! Tomate tu tiempo, yo te espero...
*Mariano volvió a la barra, y Antonella volvió a dirigir su atención a las chicas, que ahora parecían estar hablando de algo serio*
Giuliana: Les quería preguntar algo...
Florencia: ¿Qué pasa?
Giuliana: ¿Ustedes... cómo me ven?
*Antonella frunció el ceño con seriedad, pero decidió no intervenir, para seguir escuchando*
Camila: (sonriendo, despectiva) ¿Además de sencilla?
Giuliana: ¡No! Me refiero a... ¿cómo estoy? ¿Les parezco algo excedida de peso?
Florencia: Ahh, entiendo...
Camila: (mirándola críticamente) Ehh, a ver, no estás rellenita... pero es cierto que tenés un poquito de panza...
*Antonella sintió una mezcla de confusión y molestia al escuchar los comentarios. Se erguió sobre la silla, preparada para levantarse*
Giuliana: (voz temblorosa) ¿En serio?
Florencia: ¿Por qué? ¿Te lo dijo alguien eso?
Giuliana: (mirando al suelo, triste) No, solo me vi al espejo y lo pensé...
Camila: Es que sí, tenés que aflojarle un poco a la comida, a los postres, a no ser que en el verano, quieras estar como... ya sabés...
Florencia: (asintiendo) Camila tiene razón, el otro día te comiste como tres porciones de una torta. Si no querés tener panza, vas a tener que cortar con eso de una.
Camila: Exactamente.
*Antonella no pudo contenerse más y se acercó a ellas, visiblemente enojada*
Antonella: ¿Y a ustedes qué les pasa, eh? ¿Qué les pinta o qué?
*Giuliana y sus amigas la miraron con confusión, y las amigas de Giuliana, con desprecio*
Florencia: (la miró de arriba a abajo) Perdón, ¿vos sos...?
Camila: Ay, parece un camionero.
Florencia: (riendo) ¡Ay, yo pensé lo mismo!
Antonella: ¿Ustedes se escuchan lo huecas que son? No me sorprendería que les retumbe la voz en su cerebro.
Florencia: Ay, ¿qué te pasa, chinita?
Antonella: ¿Por qué mejor no se van a ver a un espejo, par de estiradas? ¡O pueden ir a comprarse un par de neuronas acá a la esquina! ¡Está en oferta, eh!
Camila: (frunció el ceño, despectiva) Ay, mejor vamos, ¿sí? No vaya a ser que nos vean hablando con ella...
*Las dos amigas de Giuliana se levantaron y se fueron, dejando a Giuliana sola. Entonces, Giuliana comenzó a llorar un poco*
*Antonella, sintiéndose compadecida y triste, se acercó más a Giuliana. Mariano llegó con el jugo, y al ver a Giuliana llorando, su sonrisa se desvaneció*
Giuliana: (se secó las lágrimas, sonriendo) Antonella, hola...
Antonella: Hola, ¿estás bien?
Giuliana: (asintiendo débilmente) Sí, sí... Gracias por eso...
Antonella: No les hagas caso a esas tarugas. ¿Querés que te traiga agua?
Giuliana: (negó con la cabeza, triste) No, quisiera otra cosa, pero no podés traerlo...
Antonella: ¿Qué cosa?
Giuliana: (su voz se quebró) Alguien que me escuche...
Antonella: Yo puedo hacerlo, si querés, sino, te dejo tranquila...
Giuliana: (sonrió, agradecida) Gracias, Antonella...
Antonella: Mirá... yo amigos así, de verdad, no tuve nunca, pero... no creo que se los deba tratar así como ellas te trataron, ¿no?
Giuliana: (suspiró profundo) Si lo decís por lo de recién, ellas tienen razón, Antonella...
Antonella: No, no tienen razón. Creo que vos debés verte por vos misma, no hacerle caso a lo que un par de huecas superficiales puedan decir. Son opiniones, no verdades.
Giuliana: Pero si hasta mi prometido me lo dijo, si todos me lo dicen, es por algo...
Antonella: No porque todos lo digan, es cierto. Todos podemos equivocarnos. Pero y si no, si así fuera, ¿qué problema hay, Giuli?
Giuliana: Lo hay, sabés bien que lo hay. Critican todo, absolutamente todo. Y ser como ellos dicen, no está bien visto, no es "lindo"...
Antonella: Pero ese es problema de ellos, ¿quién define lo que es o no es lindo? ¡Lo importante es que vos te veas y te sientas linda! ¡Tu mirada es la que importa! ¿Me entendés? Deberías ver compañía en otras personas, porque esas tontas no suman nada, más bien, restan.
Giuliana: No lo sé, solo las tengo a ellas de amigas... después no tengo a nadie más...
Antonella: (sonrió suavemente) Si te sirve, yo puedo serlo... sé que nos conocimos hace poquito, pero lo puedo intentar, si vos querés...
Giuliana: (volteó a verla, con cariño) ¿Sabés algo, Antonella? No hace falta que lo intentes, porque te estás portando como una amiga ya.
Antonella: (ladeó la cabeza, sorprendida) ¿En serio?
Giuliana: (asintió, sonriendo) Claro, vos me escuchaste, escuchaste mi descargo, me aconsejaste, algo que las amigas hacen. Y que ellas nunca hicieron conmigo.
Antonella: Bueno, me alegro haberte sido de ayuda. No quería verte así por esas personas... se nota que vales mucho.
Giuliana: Sí, y tenés razón en todo lo que dijiste. Ellas no son mis amigas, ni siquiera les importo. Capaz debo ver más allá de eso...
Antonella: Vos tenés que rodearte de gente que te quiera, que te valore, que te escuche... que te dé muchos abrazos y amor, eso tenés que hacer...
*Giuliana se limpió las lágrimas del rostro y sonrió, mirando a Antonella con ternura*
Giuliana: En serio, muchas gracias. Lo necesitaba...
Antonella: (sonrió, con cariño) No me agradezcas, tranquila...
Giuliana: Vos sí que sos alguien que vale la pena, Antonella...
*Antonella sonrió y Giuliana la abrazó, sorprendiendo a Antonella. Sin embargo, le correspondió el abrazo con afecto*
*Después de un momento, Giuliana se levantó del sillón*
Giuliana: Chau, Anto, tengo que irme a casa ya.
Antonella: (asintió, enérgica) ¡Bueno, está bien!
Giuliana: Ya que ayer me diste tu número, te llamo por cualquier cosa, ¿sí? Y mandale saludos a Mariano, que no alcancé a saludarlo...
Antonella: ¡Dale, claro que sí!
Giuliana: ¡Bueno, chau, Anto!
Antonella: ¡Chau!
*Giuliana se fue de la cafetería, sintiéndose un poco más ligera. Antonella la vio irse, sintiéndose satisfecha por haber podido ayudarla. Mientras tanto, Mariano observaba la escena desde la barra, con una sonrisa de orgullo en el rostro*
*Después de la conversación con Giuliana, Antonella se dirigió nuevamente hacia Mariano y se sentó en el taburete. Comenzó a tomar su jugo lentamente, reflexionando*
Mariano: No sé qué le pasó ni qué le dijiste, pero se la vio muy feliz a Giuliana.
Antonella: Sí, te manda saludos... ¿Ya se conocen?
Mariano: (sonriendo) ¿Que si nos conocemos? Desde chiquitos. Fuimos a la primaria juntos. Somos muy amigos. Solo que ahora no hablamos mucho porque se está por casar y está muy ocupada...
Antonella: (asintió) Ah, sí, claro. Mañana es la boda, creo.
Mariano: (alzó las cejas, sorprendido) Sí... ¿Cómo sabes? ¿Ella te dijo?
Antonella: (titubeando) Ehh... sí, recién me dijo... la tiene un poco estresada...
Mariano: Claro... no sé si voy a poder ir a su boda igual, aunque me encantaría...
Antonella: (confundida) ¿Por?
Mariano: Por dos razones. Porque tengo que esforzarme por vender, últimamente hay muy pocas personas viniendo y tengo que solventar gastos. Y además, porque no recibí invitación.
Antonella: Pero... ¿no dijiste que Giuliana es tu amiga? ¿Por qué no tenés invitación?
Mariano: Yo soy amigo de ella, no de su familia. Para esa familia, no soy la persona más adecuada para estar ahí.
Antonella: (intrigada) ¿Por qué?
Mariano: Es muy complejo, por culpa de una rivalidad que tenemos con ellos y con otros más.
Antonella: Ahh, pero bueno, después de todo es tu amiga, ¿no? Capaz podés ver la forma de ir...
Mariano: (asintió, pensativo) Sí, puede ser. Después le pregunto.
*Antonella desvió la mirada un segundo, nerviosa y tamborileando con los dedos en la barra. Segundos después, se animó*
Antonella: (algo tímida) Mariano, ¿te puedo preguntar algo?
Mariano: Claro, decime.
Antonella: (se frotó la nariz, nerviosa) ¿Vos conocés a... los Santander?
*La expresión de Mariano cambió, mostrando una mezcla de molestia y resentimiento*
Mariano: (voz tensa) Sí, los conozco. ¿Vos los conocés?
Antonella: (evitando su mirada) Ehh... no, no, algo escuché a lo lejos...
Mariano: Bueno, entonces digamos que... menos mal que no los conocés.
Antonella: (frunció el ceño, curiosa) ¿Por qué decís eso?
Mariano: (bajando la voz, enojado) Mirá, no me gusta hablar mal de nadie. Pero esa gente es mala. Se hacen los buenitos por todo el pueblo, pero son unos ladrones estafadores.
Antonella: (abriendo los ojos, confusa) Ay... ¿en serio?
Mariano: Claro que sí. Yo de esa gente no quiero saber nada. Siempre está el hombre ese, Pablo Santander. Siempre intenta hablar conmigo, para convencerme de que no, pero a mí no me engaña. Yo tengo evidencia.
Antonella: Yo... no creo que sea tan así, puede tratarse de un error, o...
Mariano: Eso es porque no los conocés.
Antonella: Y si uno de ellos estuviera hablando con vos ahora mismo, ¿qué harías?
Mariano: No sé, yo soy educado, pero hasta ahí. Si se quieren hacer los buenos conmigo, se van por donde entraron.
Antonella: (asintiendo lentamente, triste) Ahh, ya veo...
Mariano: ¿Por qué preguntas de eso?
Antonella: (mientras toma su jugo) Porque... como soy nueva, no sé muchas veces a quién hacerle caso... y viste, no quisiera dejarme llevar por malas personas...
Mariano: (sonrisa tranquilizadora) Claro, entiendo. Vos quedate tranquila, que yo no soy una mala persona.
Antonella: (sonrió débilmente) Supongo que no, fuiste muy lindo conmigo...
Mariano: Porque sos re copada, Antonella. Y linda además...
*Antonella sonrió con tristeza y bajó la mirada, algo incómoda. Segundos después, se levantó del taburete*
Antonella: ¿Sabés algo, Mariano? Me parece que me voy a tener que ir...
Mariano: (triste) ¿En serio? ¿Tan pronto? Qué lástima...
Antonella: Me acordé que ahora a las 8 había quedado para hacer algo con mi familia, así que, tengo que irme.
Mariano: Bueno, está bien. Nos volvemos a ver, y no te olvides tu cuaderno, olvidadiza. (rió)
Antonella: (sonrió, desganada) Tranquilo, esta vez lo voy a cuidar...
*Antonella agarró su cuaderno y se disponía a irse cuando Mariano la llamó suavemente, algo nervioso*
Mariano: Antonella, pará...
Antonella: (deteniéndose) ¿Sí?
Mariano: (dudando un momento) ¿Me... me querés dar tu número? Para... ya sabés, hablar con vos en algún momento... ¡solo si vos querés!
Antonella: (asintió, sonriendo) Ehh, claro...
*Antonella agarró una lapicera que había en un rincón y escribió su número en una servilleta. Después se la entregó a Mariano*
Antonella: Acá está, ese es mi número.
Mariano: Gracias, Anto. Nos hablamos, entonces...
Antonella: (asintiendo) ¡Nos hablamos, chau!
*Antonella se fue de la cafetería, algo apurada, pero con una sensación de alivio. Mientras salía, Mariano la observó con una sonrisa, guardando cuidadosamente la servilleta con su número*
~Mientras tanto, en casa de Pablo~
*Él estaba sentado en el comedor leyendo el diario, disfrutando de un momento de tranquilidad. De repente, el sonido del teléfono interrumpió el silencio. Pablo dejó el diario a un lado y atendió la llamada*
Pablo: ¿Hola?
"Chiara: Hola, Pablo, ¿cómo andás? Soy Chiara."
Pablo: (sorprendido) ¿Chiara? Qué sorpresa...
"Chiara: ¿Qué cosa?"
Pablo: No sé, tu llamada. Vos y yo no hablamos casi nunca.
"Chiara: Es que te llamaba porque quería decirte algo. Perdón si te agarré en algún mal momento."
Pablo: (sonriendo) No, no, tranquila, podés decirme.
"Chiara: Bueno... yo te quería invitar, porque mañana es el casamiento de Giuli. Y quería que estuvieras ahí..."
Pablo: (incrédulo) Pará, ¿es en serio?
"Chiara: Obvio, Pablo. Vos sos una persona importante para mí. Quiero que estés ahí."
Pablo: Pero es el casamiento de tu hija, Chiara... ¿qué haría yo ahí...?
"Chiara: Ya lo hablé con ella, no tiene ningún problema en que vayas. Además, ella dice que podrías venir con Antonella. Que quiere que esté ahí..."
Pablo: Yo no tengo ningún problema, ¿pero qué hay de tu marido? ¿No le molesta?
"Chiara: Ah, vos tranquilo, no te preocupes por Marco. Le voy a decir que Giuli quiso que ustedes fueran, así podía ver a Antonella."
Pablo: (asintió, emocionado) Bueno, si no hay ningún inconveniente, está bien. Acepto la invitación. Gracias, Chiara.
"Chiara: De nada, Pablo. Es mañana, más o menos por las 3 de la tarde. Los esperamos."
Pablo: Buenísimo, Chiara, ahí vamos a estar. Nos vemos.
"Chiara: Chau, Pablo, nos vemos mañana."
*Pablo cortó la llamada, sintiéndose un poco feliz y sorprendido al mismo tiempo. Justo en ese momento, Gina entró al comedor, secando sus manos con un trapo de cocina. Pablo se levantó y se dirigió hacia ella, con una sonrisa en el rostro*
Pablo: (emocionado) Gina, no sabés lo que acaba de pasar.
Gina: No, no sé. ¿Qué pasó?
Pablo: Estamos invitados.
Gina: (frunció el gesto, confusa) ¿Invitados a dónde?
Pablo: Al casamiento de Giuliana.
Gina: ¿La hija de Chiara? ¿Y por qué nos invitó? No tenemos nada que ver...
Pablo: Bueno, lo que pasa es que ella dijo que soy importante para ella, y que quiere que esté ahí. De paso, se ve que Anto se lleva bien con Giuliana, y quiere que ella esté ahí también.
Gina: (rodó los ojos, sonriendo) Ah, como siempre, excusas para verte... de todas formas, no sé si sea buena idea, ¿le preguntaste a Anto si quería ir?
Pablo: No, no está acá. Salió. Pero cuando vuelva le digo. De todas formas, quedate tranquila, que estás invitada.
Gina: (negó, sorprendida) ¿Qué? Ah, no, eso no, Pablo. Esa relación la tenés con Chiara, ¿yo qué tengo que hacer ahí?
Pablo: Pero vos sos mi amiga, Gina. Por eso quiero que vengas conmigo. Porque sos importante en mi vida y quiero que me acompañes...
Gina: (sonrió, enternecida) Ay, ay, no nos pongamos sentimentales, Pablo.
Pablo: Es la verdad... si no querés venir lo entiendo, pero yo quería que estés conmigo.
Gina: (rió, con cariño) Ay, bueno, si me lo pedís así, es imposible negarme.
Pablo: Perfecto, entonces. Mañana a las 3.
Gina: (se acercó un paso, preocupada) Che, Pablo, cambiando el tema, ¿Antonella no volvió todavía?
Pablo: No, casi siempre vuelve a esta hora, ¿por qué?
Gina: (mirando por la ventana) No, por nada... solo que afuera se está por largar la tormenta del año, y es de noche... no vaya a ser que le agarre por el camino...
Pablo: (sorprendido) ¿Qué? No me di cuenta que estaba por llover...
Gina: Llamala, decile que venga. Está re frío, si se agarra la lluvia se va a enfermar.
Pablo: (asintiendo) Gracias por avisarme, ahí le digo.
*Pablo sacó su teléfono rápidamente y comenzó a marcar el número de Antonella, preocupado*
~VOZ EN OFF~
*Después de unos minutos, Antonella caminaba por la vereda y las calles. La lluvia caía intensamente, empapando su ropa y su cabello, pero ella caminaba lentamente, muy pensativa. Con los brazos ligeramente abiertos, disfrutaba de la sensación de las gotas de lluvia en su piel*
[Antonella: Siempre creí que la lluvia tenía un poder especial, fuera de que todos la llaman "triste" o "aburrida". Cada gota que cae parece llevarse consigo el peso del mundo, limpiando el aire, la tierra... y el alma. Es como si el cielo, al llorar, me diera permiso para soltar lo que llevo dentro, para dejar ir aquello que ya no necesito.]
*Antonella giraba sobre sí misma de vez en cuando, dejando que la lluvia la envolviera completamente*
*Los truenos retumbaban en el cielo, ahogando cualquier otro sonido. Su teléfono sonaba insistentemente en su bolsillo, pero ella no lo escuchaba debido al estruendo de la tormenta*
[Antonella: Cuando el agua cae, siento que puedo empezar de nuevo. La lluvia purifica no solo el suelo que toca, sino también los rincones más oscuros de mi ser. Me recuerda que, después de la tormenta, siempre llega un nuevo amanecer, donde sale el sol...]
*Mientras caminaba, sus pensamientos iban y venían. Recordaba las palabras de Mariano sobre los Santander, las lágrimas de Giuliana y la amabilidad inesperada de Mariano*
[Antonella: Estar bajo la lluvia, sentir cada gota inundando mi rostro... era simplemente, acogedor...]
*El agua de la lluvia corría por su rostro, pero ella no dejaba de sonreír*
[Antonella: La lluvia me envuelve, llevándose consigo las preocupaciones y los miedos. Me siento más ligera, más... suelta, liberada...]
~FIN DE VOZ EN OFF~
*Finalmente, al llegar a la puerta de su casa, revisó su teléfono y vio las llamadas perdidas de Pablo. Abrió la puerta, dejando atrás la tormenta*
*Antonella entró rápidamente, empapada por la lluvia. Su cabello y ropa chorreaban agua, y sostenía su mochila cerca de su cuerpo para protegerla. Pablo, Gina y Lorenzo corrieron hacia ella con preocupación*
Pablo: ¡Antonella!
Gina: (le tocó el hombro, preocupada) ¿Estás bien, nena?
Lorenzo: (exasperado) ¡Estábamos re preocupados por vos! ¿Por qué no atendías las llamadas?
Pablo: (levantó una mano) Shh, Lorenzo, por favor, calmate.
Antonella: Perdón... es que me gusta la lluvia, y pasear por debajo de ella. Y no escuché la llamada por los truenos... aunque debí avisar de todas formas.
Pablo: No te disculpes, nos preocupamos por vos, nada más. Está muy frío afuera.
Antonella: (mirando el suelo mojado) Perdón, Gina, te ensucié el piso y habías limpiado hoy...
Gina: Tranquila, nena, no pasa nada. Después lo limpio, ahora importa que vos estés bien.
Antonella: (sonrió forzado) Sí, lo estoy, tranquilos...
Lorenzo: Antonella, ¿se puede saber a dónde te vas tanto? Estás hace como cuatro días acá y te estás yendo todo el tiempo, mirá ahora. Mirá si te pasaba algo.
Pablo: (lo miró, cansado) Lorenzo, no seas pesado. Dejala tranquila.
Antonella: (se cruzó de brazos, molesta) ¿Por qué me hablás así? No sos mi papá, además, vos me dijiste que el pueblo era seguro...
Lorenzo: ¡Pero no para andar por la noche y un día que llueve! ¡Encima te llamamos y no atendés las llamadas! ¡Podrías ser un poquito más considerada con nosotros!
Pablo: Bueno, Lorenzo, ya está. No hagas drama para nada. Antonella ya está acá y está bien por suerte. Eso es lo que importa...
Antonella: Bueno, perdón...
Lorenzo: (la interrumpió, enojado) ¡Dejá de pedir perdón! ¡No es ese el punto!
Antonella: (se acercó un paso más, confundida) ¿Entonces cuál es el punto? ¿Desde cuándo te preocupás así por mí, eh?
Lorenzo: ¡El punto es que yo no entiendo de qué vas con tus acciones! ¡Estás acá hace menos de una semana, y salís todos los días, todo el tiempo!
Gina: Uff, Lorenzo, cortala, en serio.
Antonella: (desafiante) ¿Qué tiene?
Lorenzo: ¡No sé, es raro, muy raro!
Antonella: (alzó las cejas, irónica) Hay tantas cosas raras acá y no digo nada...
Lorenzo: ¿Perdón? ¿Acaso dudás de nosotros?
Antonella: No sé, ¿debería?
Lorenzo: ¡No voltees las cosas! ¡Acá el problema es otro!
Pablo: (lo interrumpió, frustrado) Lorenzo, ¿la podés cortar? Te lo digo en serio. No hace falta que hagas drama donde no hay, Antonella ya está acá, y por suerte está bien.
Gina: Sí, me parece que estás exagerando un poco bastante...
Pablo: (firmeza, pero suave) Haceme un favor, andate a tu cuarto, hasta que se te pase. Después voy a hablar con vos.
*Lorenzo salió de la habitación. Antonella lo observaba irse, con una mezcla de enojo y tristeza*
Pablo: (acarició su cabeza, con cariño) Tranquila, Anto. Solo se preocupa por vos, aunque no lo demuestre de la mejor manera...
Antonella: No entiendo por qué me trata así...
Gina: Dale tiempo, nena. A veces las personas no saben cómo expresar lo que sienten.
Pablo: Vamos, cambiate y abrigate. No queremos que te enfermes.
*Antonella asintió y se dirigió a su habitación. Mientras tanto, Pablo y Gina intercambiaron una mirada de preocupación*
Pablo: Yo ya no sé qué hacer, le hablo y parece que no entiende...
Gina: Ese chico está demasiado estresado. Pero yo creo que podría llevarse bien con ella.
Pablo: Encima con todo esto, no le comenté a Antonella del casamiento.
Gina: No creo que te diga que no, vos lo dijiste, le gusta conocer. Mañana, cuando desayunemos, decile.
Pablo: Sí, eso voy a hacer.
Gina: Y vos y yo, mejor vayamos a dormir. Que después andás de malhumor porque no dormís bien.
Pablo: (suspiró, cansado) Gina, no empecés...
*Ellos dos se van cada uno por su lado, con estrés por lo ocurrido anteriormente*
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