Capítulo 6

RAFAELA...

Cedí a la debilidad y me permití sentir de nuevo el contacto de Matheus conmigo, pero, ¿qué puedo hacer si la carne es débil y él es un maldito encanto? Bien, debería controlar mi deseo, supongo, más aún cuando... Mis hijos deben ser siempre lo primero.

Conduje hasta el hospital y Matheus me siguió con su coche. Al llegar, estacionamos juntos y antes de entrar, esperé por él.

—Matheus... Antes que nada, necesito decirte que no quiero que conozcas a mis hijos todavía... —frunció el ceño— Pedro y Aninha se encariñan rápido con la gente... Y ya están sufriendo lo suficiente en este momento... Si... Si resultas ser compatible y, con la ayuda de Dios, la cirugía es exitosa... Entonces te permitiré que empieces a acercarte a ellos. Pero hasta entonces... Por favor...

—Está bien... —respiró hondo— acepto tus condiciones.

—Y tampoco quiero que tu prometida sepa de ellos.

Avancé y él me siguió hasta el consultorio del doctor Natan. Llamé a la puerta y al entrar, Natan nos miró con extrañeza, seguro que no esperaba vernos juntos.

—Buen día, doctor.

—Buen día, Rafaela. Buen día... Matheus...— le lancé una mirada con una ceja levantada a Natan y se encogió de hombros— ¿qué necesitan?

—Vine a hacerme la prueba de compatibilidad para la cirugía de João Pedro— Natan me miró y asentí discretamente— perfecto... Entonces, síganme.

Salieron a tomar la muestra para los análisis y yo me dirigí a la habitación de Pedro. Al entrar, estaba en una sesión interactiva con una enfermera que también era profesora. Saludé y me acerqué a él, dejando un beso en su cabello y observando lo que la mujer le enseñaba, algo relacionado con su escuela.

—¿Cómo te sientes hoy, mi pequeño?

—Con sueño... Pero la tía Raquel no me dejó dormir... Llegó con ejercicios de matemáticas...

—Así tiene que ser, amor... No puedes abandonar la escuela solo porque estás enfermito.

—Pero yo no quería estudiar matemáticas.

—Lo sé... —le acaricié el cabello de nuevo y le dejé un beso en la frente antes de salir de la habitación. Al salir, encontré a Matheus esperando afuera— ¿ya te sacaron la muestra?

—Sí... El doctor Natan dijo que los resultados estarían para la tarde...

—Lo sé. Gracias por intentar ayudar a Pedro... Espero que funcione.

—¿Cómo está él? Quiero decir... Pedro.

—Está... bien. Ahora está en su clase. Natan me avisará cuando estén los resultados... Gracias otra vez.

Traté de irme para evitar alargar la conversación, pero él me tomó del brazo haciéndome mirarle, sus ojos azules, intensos como las aguas del océano, estaban clavados en mi rostro, estudiando cada milímetro de mi cara.

—Y... ¿tú, Rafa? ¿Cómo estás?

Su voz baja y seductora me causó escalofríos. Llevaba tanto tiempo sin contacto íntimo con un hombre, que ni siquiera recordaba lo que era sentir placer. No es que dejara de valorarme, simplemente no pude confiar en otro hombre para que tocara mi cuerpo.

Él se acercaba más, cuanto más tardaba en formular palabra, menor era la distancia entre nosotros. Mi aliento estaba atrapado, mis piernas... Líquidas. Cada célula de mi ser aún reconocía el tacto de ese bruto sin sentimientos.

Con mucho... mucho esfuerzo alzé la mirada y encontrándome con su par de iris azules, respondí, medio temblorosa, escondiendo lo afectada que me dejaba aún.

—¿Qué estás haciendo, Matheus...? —sus labios, a pocos centímetros de los míos, se entreabrieron antes de que respondiera con voz suave como el terciopelo.

—No lo sé, Rafa... Pero me resulta imposible alejarme de ti...

Parpadeé lentamente, tomando conciencia de en qué brazos me encontraba. Me aparté suavemente, el cuerpo aún adormecido por haber estado tan cerca de nuevo de Matheus. Dos veces en el mismo día. Por segunda vez en la misma mañana caí rendida ante sus encantos.

Él suspiró fuerte, se acomodó el saco y se aclaró la garganta.

—No vuelvas a hacer eso, Matheus. Habíamos acordado que solo ayudarías a Pedro a sanar. Sin amistades —bajó un poco la cabeza y asintió con calma.

—Está bien. Avísame cuando estén los resultados —extendió una tarjeta— adiós, Rafa —dejó un beso en mi sien y se marchó.

Y ahora esto, Dios mío... Después de que Matheus se fue, me quedé unos minutos parada en el corredor del hospital, intentando comprender lo que había ocurrido en los últimos minutos. Pero la única conclusión que pude sacar fue: Matheus Jones aún me provoca mariposas en el estómago, así como hace que mi corazón se acelere y mis piernas se vuelvan gelatina.

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Comments

Dolores Hernandez

Dolores Hernandez

es el amor que aún está ahí es su estúpido corazón que aún lo recuerda aunque también recuerda el dolor y el sufrimiento del desaire y humillación de Mathew pero creo y si amor es más fuerte que el dolor inflijido por el ellos no solo fueron novios el fue su amante su primer hombre y su gran amor y el padre de sus hijos y su verdugo al tratarla como la trato ella sabrá si su amor sigue ahí y es tan grande como para perdonarle aparte sera que el se redime ante ella y sus hijos escritora felicidades se está poniendo muy buena la historia gracias

2024-04-15

2

Elsy Aguero

Elsy Aguero

totalmente de acuerdo con tigo feliz de la rosa

2024-04-14

0

BELLEZA MORTAL

BELLEZA MORTAL

que tan idiota diría yo.. ja el tipo tiene sexo y dice que la ama a ella patético jajajaja

2024-04-12

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