DUEÑA Y SEÑORA

Había terminado la boda y Arturo llegaba a la casa del lago con su ahora esposa quién no hablo en todo el trayecto él tampoco habló. Entraron a la casa y ya los esperaban los empleados de servicio y se acerca Cornelio

Cornelio: Bienvenido señor y buenas noches.

Arturo: Buenas noches, mira Elena ellos serán tus empleados el es Cornelio el mayordomo, la señora Georgina es tu cocinera Azucena, Violeta y Fiorella son las mucamas.

Elena: Buenas noches a todos.

Arturo: Ella es la dueña y señora de esta casa así que ella es la que manda aquí y espero que no me de queja alguna de ustedes entendido.

Todos dicen que sí y luego se retiran.

Elena: Gracias por esperarnos vayan a descansar.

Arturo: Ya pueden retirarse.

Elena: Me puedes decir donde será mi alcoba.

Arturo: En todo el camino no hablaste nada y ahora esto es todo lo que dirás.

Elena: ¡Acaso esperabas una explosión de alegría!

Arturo: No desde luego que no, pero tampoco esperé tanta hostilidad de tu parte.

Elena: Creo que con cortesía y buena educación será suficiente espero contar con la tuya.

Arturo: Sí claro quisiera únicamente saber ¿qué esperas de este matrimonio?

Elena: Amor no desde luego pues no podría rebajarme a tú nivel.

Arturo: ¿Cuál es mi nivel según tú?

Elena: Tú lo sabes mejor que yo, soy demasiada mujer para alguien tan poca cosa como tú.

Arturo: Supongo que tú Manuel Montenegro esposo de tu hermana es más digno ¡no es así!, pero te recuerdo mi amor, que fuiste tú quién quiso casarse conmigo.

Elena: Pues ya qué lo mencionas sí Manuel vale más que tú.

Arturo: Siempre me has creído una persona sin escrúpulos y capaz de todos los atropellos, y desde ya te digo que no soy un pelele como tú amado Manuel yo sí soy un hombre.

La rabia que sentí por lo que me dijo no solo me descoloca me hierve la sangre la tomo de la cintura y siento temblar todo mi cuerpo trato de besarla a la fuerza y comenzamos un forcejeo y sentí mi rostro arder cuando ella me dio una bofetada ambos estábamos en una lucha por ser el más fuerte.

Elena: Sueltame, Déjame te digo, Sueltame me das asco, Sueltame.

Apenas sentí que aflojo sus brazos y le di una bofetada salí corriendo azote la puerta de la terraza baje las escaleras que dan a la parte trasera del jardín y corrí sin parar no me iba a quedar con ese hombre en esa casa que antes ame por ser de mi madre y que ahora odio, me retumbaban las palabras de Arturo lo escucho detrás de mí a lo lejos hasta que resbale y caí a un barranco de pronto vi todo oscuro.

Arturo: ELENA, ELENA, ELENA.

Me quede estático esas tres palabras se me clavaron en el alma" me das asco" fui demasiado optimista al creer que la podría conquistar vuelvo a la realidad cuando escuché que la puerta que da a la terraza del jardín se azotó y al verla salir corriendo me asuste iba a internarse en el bosque salí tras ella y gritaba su nombre para que se detuviera hasta que escuché un grito cuando llegué vi que había caído al barranco.

Elena: AAAAAHH.

Arturo: ELENA, ELENA, Dios ayúdame, Elena mi amor, Elena reacciona princesa.

Me asusté cuando la oí gritar baje al barranco y la tome entre mis brazos se veía tan frágil la saqué del barranco y entre a la casa Pedro aún estaba afuera cuando me vio llegar.

Pedro: Señor ¿qué le pasó a la señora?

Arturo: No hagas preguntas levanta a Fiorella para que me ayude con ella y dile a Georgina que le preparé un té.

Pedro: Sí señor enseguida.

Arturo: Y por favor llama al médico y a César dile que lo necesito rápido.

Pedro: Sí señor.

Estaba muy nervioso, me sentía culpable y lo era no quería que le pasará nada, amaba a esa mujer aunque ella sintiera por mi solo asco.

Arturo: ¿Por qué tarda tanto en revisarla?

César: Es tú noche de bodas ¿qué fue lo que paso?

Arturo: No sé, discutía con ella me ofusque fue una lucha de egos, orgullo supongo cuándo sentí por un momento que el suyo era superior, intente besarla a la fuerza, me abofeteo y salió corriendo de la casa la seguí hasta que calló al barranco.

César: Ya le avisaste a su familia.

Arturo: Aún no quiero ver que dice el médico.

Médico: Señor Durán.

Arturo: ¿Cómo está mí esposa?

Médico: Está delicada pero es fuerte, que surtan está receta y mucho reposo.

Arturo: Gracias doctor, puedo verla.

Médico: Está dormida no la despierte.

César: Venga doctor le pagaré sus honorarios.

Salio César con el médico entré a la habitación y estaba dormida se veía tan bella me sente a su lado y pensé en lo que me dijo no seré yo quién la haga sufrir más de lo que ya sufre por no tener a Manuel a su lado, después de todo yo sabía que ella jamás me iba a querer, así que en cuanto despierte y si me quiere ver le haré saber que no me interpondre en su vida un año será suficiente para darle después el divorcio y me iré no solo del país sino de su vida el amor no se hizo para mi así que cerrare el corazón como antes de conocerla.

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