SOFIA ME AMA

CALEB

Llevé a Hernán a la universidad para que confirmara su matrícula. Yo cogí al hospital. No podia sacar de mi cabeza lo que había dicho César que Sofía era su mujer. Ella ni siquiera lo negó.

La especialidad en neurocirugía es bien pesada, hay tanto que estudiar..

— Hola— una chica muy bonita miró mi nombre en la bata— ¿te llamas Caleb Salvatore?

— Si. Tú eres residente ya veo.

— Si. Te he visto desde que entraste a este hospital y estás muy guapo. ¿Tienes novia?

— No tengo.

— Yo tampoco tengo novio. ¿Me das tu número de celular?

— No. No quiero ser un hombre desagradable pero no me interesa tener ninguna relación con nadie y si no es con fines profesionales te pediré que te limites a hablarme.

— Guapo pero mal educado. Toma mi numero— ella me dio un tarjeta de presentación.

— ¿Tienes tarjeta de presentación? ¿Es enserio? Te dejo— leí el nombre de la tarjeta— Matilde.

Esta chica es rara. Me dice guapo y tengo la cara llena de golpes. Esta loca.

La madre de Sofía me llamó.

— Si dígame.

— Éstas ocupado? Necesito hablar contigo.

— Estoy en el hospital. Puedo pasar por su casa por la noche. Espero no molestar a nadie.

— Está bien. Te espero.

El día pasó tan lento. Me sentía con sueño, estaba agotado fisica y mentalmente. Lo único que quería era tirarme en la cama a dormir.

Salí del hospital y pasé por la casa de Sofía. Toqué el timbre. La madre de Sofía abrió.

— Santo Dios, como tienes la cara.

— Si. Un pequeño accidente.

— Entremos, por favor— entramos— Siéntate.

— Dígame señora para que soy bueno.

— Quería verte para preguntarte algo, es sobre Sofía.

— Señora, le pido disculpa por lo que le voy a decir pero no quiero hablar de ella.

— Ella te ama. No me gusta para nada César. Te prefiero a ti antes que a él. Reconquista a mi hija.

— Cómo que fuera fácil. Nada funciona con ella y la verdad ya me di por vencido con Sofía.

— Ella terminó con él ayer.

— Así fue la vez pasada y ya vio que regresaron.

— Te voy a ayudar con ella pero prométeme que no te darás por vencido.

— No quiero señora y no es porque no ame a Sofía porque la amo pero no quiero estarla viendo con novios. Ya me voy.

— Espera que venga y habla con ella— Me levanté del sillón— Déjeme pensarlo.

Sofía entraba a la casa. La miré pero aparté la mirada. Ella se acercó y me vio a la ojos y observaba mi cara. Me tomó la mano y me llevó a su cuarto.

— ¿Qué haces?

— Déjame ponerte algo en la cara, está algo inflamada.

— Sofía, soy doctor. Ya me tomé algo. No te preocupes. Debo irme ya. Estoy cansado. Créeme que estoy cansado.

— Solo quería disculparme por lo que hizo César ayer.

— No quiero tus disculpas. Ahora comprendo lo que tú sentiste cuando yo te rechazaba. Perdoname. Me hace falta la Sofía de Paris, esa Sofía que me amaba, me cuidaba cuando me enfermaba, esa Sofía que era alegre, que cuando se emborrachaba me gritaba que me amaba. Esa Sofía que quería besarme y que quería hacer el amor conmigo. Quiero a esa Sofía.

— Esa Sofía no existe.

— Me voy.

— Terminé con César.

— ¿Para qué me lo dices? Seguramente después regresaras con él. Sabes que me frustra. Qué escogiste irte con él.

— Estás insoportable. Es mejor que te vaya. No robo más tu tiempo.

— Maldita sea, no ves que me muero de celos. No ves que me carcome la duda y el miedo, ¿tuviste sexo con él? ¿Por qué César dijo que eres su mujer? — mis ojos humedecieron— dime.

— No he tenido nada con César. El único hombre has sido tú.

Abracé a Sofía y la besé.

— Muero por ti. Te amo, es tan difícil de creer. Olvida el pasado y continuemos. ¿No me amas? Si me dices que no, juro no volver a presentarme ante ti pero si me dices que si te prometo hacer todo lo que está en mis manos para conquistarte denuevo.

— Caleb.

— Respóndeme con sinceridad.

— Aún te amo— mi corazón se agitó, mis manos empezaron a helarse— pero tengo miedo a que me lastimes.

— Solo esas palabras bastaban para mí— acaricié su cabello— Mi Sofía.

Ella puso su cabeza en pecho y me abrazó. Sentía mi camisa humedecerse.

— Tengo miedo de entregarme sin reserva y me vayas a lastimar.

— Está vez no será así. Te lo prometo.

Estuvimos abrazado un buen rato hasta que Hernán llamó.

— Que bárbaro Caleb, se te olvidó que existo. Me dejaste en el hospital, okey está bien, no es tu responsabilidad llevarme a casa, pero sigo aquí porque no sé cómo llegar y además no traigo llave.

— Perdon Hernán. Todavía no estoy en casa, me regreso a traerte. No te muevas.

— Me voy Sofía. Hernán está aquí en Estados Unidos y lo dejé botado por venir aquí. Esta algo cabreado.

— Está bien. Descansa.

Le sonreí y me acerqué a darle un beso.

— Te amo mi Sofía. Me voy, mañana te llamo, asi que contesta.

Salí del cuarto de ella. Su mamá estaba en la sala esperándome.

— Dime qué te arreglaste con Sofía— le sonrei y asenté con la cabeza.

— Gracias suegra. Usted es la mejor. Pase buenas noches.

— Buenas noches.

Salí directo al hospital a recoger a Hernán. Me sentía lleno de energía. Sentía paz en mi corazón.

Llegué al hospital. Le pité a Hernán. El subió.

— Me tienes molesto amigo.

— Hernán, amigo mío, te pido disculpa por eso. Sofía me acaba de decir que me ama. Me siento feliz.

— ¿Estabas con Sofía? Si ayer me dijiste que te dabas por vencido.

— Su mamá me llamó. Así que fui a verla. Y pues, ahí pasó todo.

— Solo porque estás feliz y valió la pena que me hayas dejado botado como una basura, te perdono.

— Sabes que vamos hacer. Mañana vamos a autolote y voy a comprar otro auto, el cual tú manejaras para que esto no se repita. ¿Te parece?

— Mmm. si.

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