BODA

CALEB

Frente al altar con apenas 18 años de edad, vestido con un smoking blanco estaba esperando a una mujer que no había visto su cara jamás, ni tenía idea de su edad.

Tenía mi corazón destrozado, dolía, era un dolor agudo, sentía ganas de llorar, había terminado con la chica que he amado toda mi vida, Laura, desde que la conocí siendo un niño me enamoré de ella y cuando cumplimos 15 años nos hicimos novios.

En este momento, estoy de pie esperando a mi futura esposa, una mujer que no es Laura. La música nupcial empezó a sonar, iba entrando Don Ángel, el amigo de mi padre con una mujer que vestía un vestido color perla con un velo donde no podía ver su rostro. Don Ángel llegó al altar y me hizo entrega de su hija, le tomé la mano y miramos al sacerdote.

No le puse mente a todo el discurso del padre, de un momento a otro, la chica llamada Sofía se levantó el velo para sellar el matrimonio con un beso, hasta en ese momento conocí su rostro. Ella me dio un beso apenas tocando mis labios. La miré con odio. No la amaba ni un poco, ¿Quién podría amar a una persona que nunca ha visto?

La recepción terminó. ¿Ahora qué voy hacer? ¿Dónde llevó a Sofía? ¿Qué tengo que hacer ahora? Ella no decía nada, creo que mi mirada de repulsión la habia notado. Don Ángel se dirigió a mi.

— Es hora que empiece tu luna de miel. Aquí están los dos boletos para ir a París. Tratala con cariño, ella es mi única hija y es mi mayor tesoro.

— ¿Cómo es que siendo su mayor tesoro, me la entrega tan fácil?

— Porque sé que eres un buen chico y sé que con el tiempo todo será bueno para ustedes. Tienen un futuro brillante juntos.

El chófer de don Ángel nos llevó al aeropuerto, increíblemente las maletas ya estaban preparadas y en el auto. Subimos al auto. Cada quién en un extremo y en total silencio.

Llegamos al aeropuerto y subimos al avión con destino a París. Ella me miraba de reojos.

— ¿Qué me ves?— le dije con el entrecejo fruncido.

— Discúlpame. No te veía a ti, veía las nubes. Tú estás a lado de la ventana y yo quisiera estarlo. ¿Podemos cambiar?

— No quiero cambiar de lugar. Mira al frente y deja de molestarme— Ella volteó la cara a un lado.

Llegamos a París, ahí nos esperaba un señor en una limosina.

— Hola señorita Sofía, hola señor Caleb. Los llevo a la residencia— ¿Éste señor como sabe mi nombre? pensé.

Llegamos a una casa que parecía una pequeña mansión. Habían dos empleadas afuera para recibirnos. Ellas tomaron las maletas y nos indicaron la habitación. Entramos Sofía y yo al cuarto. La empleada cerró la puerta para darnos privacidad.

— No dormiré contigo. Quiero una habitación propia.

Ella me miró fijo a los ojos.

— ¿Tanto me odias?

— ¿Y tú no? No odias esto, ¿Por qué no te opusiste a esta boda?

— No te odio. ¿Ya no te acuerdas de mí?

— Yo jamás te habia visto.

— Jugamos un par de veces cuando éramos niños.

— No recuerdo y ya.

— Tal vez no deba decirte esto y posiblemente no te importe. Desde que era una niña te he amado. Soy Sofía François.

— A como dijiste no me importa— le dije con mi cara molesta.

Salí del cuarto en busca de una sirvienta.

— ¿Puede prepararme una habitación para mí?

— Si.

La sirvienta preparó una habitación a lado de la de Sofía. Me encerré en el cuarto y le puse llave.

Ella dice que la conozco. Traté de recordar y nada, el único recuerdo era con Laura. Mi corazón se agitó por recordarla. Me acosté y sentí que todo estaba perdido para mí.

Soy un joven que apenas cumple 18, ¿qué manera de cumplir años? Me siento miserable. Odio a mi padre.

Tocaron la puerta.

— No me molesten. Voy a descansar.

— Abre por favor— Era la voz de Sofía.

Me levanté y abrí la puerta. Ella entró. Traía puesto una bata roja. Se sentó en la cama.

— Di lo que tengas que decir y sal de mi cuarto. Quiero descansar.

— Es nuestra luna de miel y quiero estar contigo— me tiré una carcajada.

— Tú estás loca. Sal de aquí. Por lo menos deberíamos de llevarnos bien respetando nuestros espacios.

Ella se levantó y dejó caer la bata. Tenía en frente una chica en lencería. Sofía es realmente sexi, su cabello largo liso tapaba sus pechos y la curva de su cadera es perfecta.

— Quiero tener sexo contigo— dijo Sofía con un voz de mando.

— Sal de mi cuarto. No quiero ser grosero contigo.

— No me iré a ningún lado.

Puede que no ame a esta chica pero sigo siendo hombre. Visualmente era muy apetecible pero no sentía amor por ella.

— Mira Sofía, eres muy bonita y sexi pero no te amo. No quiero tener sexo sin amor. No quiero usarte para satisfacer mis necesidades sexuales como que tal fuera un animal. Te voy a pedir por última vez que salgas de mi cuarto.

— Ya te dije que no voy a ir a ningún lado. Yo a ti te amo y quiero tener sexo con mi esposo— se levantó y se acercó a besarme.

La tomé de los hombros y la empujé.

— Te dije que no— ella se puso a llorar.

— Caleb, solo por esta vez por favor. Solo por hoy quiero sentirte. Yo sé que no me amas y que me odias pero solo hoy y no te molesto más, te lo prometo.

La miré con esa mirada de repulsión. Mi mente solo estaba enfocado en Laura.

— Solo hoy y no me molestas más, ¿estás segura? Okey. Solo para que sepas, tendremos sexo pero yo estaré pensando en la mujer que realmente amo. ¿Te parece?

Ella puso una mirada triste.

— Si.

— Desnúdate, quítate esa ropa ridícula y ponte en la cama— ella se desnudó y se acostó.

No puedo creer que vaya a tener sexo con una mujer que no es Laura, con Laura había tenido relaciones desde que nos habíamos hecho novios, la curiosidad por descubrir nuestro cuerpo, esos sentimientos que cuando nos tocábamos nuestros corazones palpitaban como dos locos, en este preciso momento todos esos recuerdos vinieron a mi mente, sentía que le estaba fallando. Ya había sido suficiente con haberla lastimado cuando terminé con ella por tratar de componer el desastre de mi padre.

Me desnudé y fui directo encima de ella. Ella trató de besarme pero yo aparté mi cara. La embestí de una sola vez. Ella me empujó llorando. No la dejé que se levantara y continué.

— ¿A dónde vas? Era esto lo que querías, ¿no?

— Pero así no.

Continué hasta que terminé.

— Listo. Ahora vete y no me molestes más. Es una promesa.

Ella se sentó en la cama a llorar. Mi pene tenía sangre. Llevé mi mano a mi frente. He sido un animal, Sofía era virgen. Me vestí y salí del cuarto. Bajé al jardín que estaba detrás de la casa. Grité y le di un golpe a un árbol, mis puños sangraron. Me agaché y puse mi cabeza en mis rodillas.

¿Qué diablos hice? Me puse a llorar. Soy un animal. ¿Cómo pude hacerle esto a ella? Ella era virgen y la lastimé. Ella debe sentirse igual que yo. Soy un estúpido. Odio todo esto.

Me puse de pie y me senté en una banqueta.

Hubiese dejado que todos tomarán un trozo de la empresa. El banco y todos los que a mi padre les debía o dejarle la empresa sin más a don Ángel. ¿Por qué sacrificarme? Laura perdóname por todo.

Estuve en el jardín casi dos horas. Entré a la casa y subí a mi cuarto, Sofía no estaba, había una mancha de sangre en las cobijas. Ver esa sangre me hacía sentirme una completa basura, me justificaba diciéndome que le había dicho que no quería y que amaba a otra mujer y ella continuó insistiendo.

Quité la cobija y la tiré al piso. Me acosté en la cama. Traté de dormir.

A la mañana siguiente. Bajé a desayunar. Sofía no bajó. Así que desayuné solo. Sentía que era lo mejor.

Subí denuevo a mi cuarto y me vestí para salir. Aunque no conocía Paris, preferiría perderme en esa ciudad que pasar más tiempo en esta casa que me asfixiaba, lejos de Sofía.

Mientras caminaba desorientado, llamé a Laura un par de veces pero las llamadas iban directo al buzón de voz. Llegué a un parque y me senté un rato. Revisé mi reloj, había caminado 4 horas. ¿Dónde estaré? Estoy perdido. ¿Cómo se llama el lugar donde vivo? Caminé tratando de seguir la misma calles de regreso a casa.

Llegué a casa. Sofía estaba en el jardín frente a la casa. Me vio entrar y se levantó.

— Hablemos— me dijo.

— Está bien— le dije con una expresión de inconformidad.

— Llamó mi padre y quiere que estudiemos acá en París. Abrirá dos cuenta para que tengamos dinero disponible. Aquí hay varios auto, puedes escoger uno para tu uso.

— Me parece bien.

— Y lo de ayer— la interrumpí.

— Ya no digas nada por favor.

Entré a la casa y me encerré en mi cuarto.

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Comments

Salomé Páez

Salomé Páez

Que poca dignidad tiene ella 👧

2025-02-23

2

💀🅱️✝️🈂️...G

💀🅱️✝️🈂️...G

😳🥺🥺🥺🥹🥹🥹😭

2025-03-08

0

Madelein 😍

Madelein 😍

exactamente si hubieras amado a Laura no te dejaras kwvaryoor la ambición no me vengan con este cuento de dolido

2024-08-22

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