—¿Qué te paso? ¿Estás bien? —pregunto Dayana con preocupación al verla en tal estado.
—Seguro esta borracha —aseguro Darío —solo mírala, está hecha un desastre.
Amber bajo la cabeza, avergonzada y acomodo un poco su cabello que estaba en todas direcciones. No cruzo ni una sola vez por su cabeza la idea de asearse un poco antes de salir, solo podía pensar en que alguien estaba en problemas por su culpa y que se negaba a cargar con la muerte de otra persona, en especial si esa persona era su mejor amiga.
—No digas esas cosas, ella nunca tomaría tanto.
—No sería la primera vez que la vea en tal estado —aseguro.
Las dos chicas se quedaron calladas; una con el ceño fruncido sin poder creer eso y la otra con las mejillas rojas por la vergüenza.
—Eso no importa ahora —interrumpió —Day, ¿estás bien?
—¿Yo? —pregunto confundida — Lo estoy, ¿por qué no lo estaría?
—Nada, solo... tuve una pesadilla y salí asustada, lo siento.
—¿Soñaste que me pasaba algo malo? Oh, Amber, estoy bien —dijo en un intento por consolarla —¿ves?, no tengo nada.
—Es cierto, solo fue un mal sueño.
—Ven, vamos a tu casa, tienes que peinarte y lavarte la cara, no puedo dejar que andes así.
Agarrando su brazo, Dayana avanzo un par de pasos con la intención de irse de una vez, hasta que recordó que ella no estaba sola.
—Oh, Dar, voy a acompañar a Amber a su casa, nos juntamos otro día ¿te parece?
El chico asintió con una sonrisa, ocultando la molestia que sentía en esos momentos.
—Claro que sí, puedes cuidar de tu amiga ahora, después hablamos —aseguro, dándole un guiño cómplice antes de irse.
Amber observo todo en silencio, y así se mantuvo hasta que llego a su casa, siendo observada con desagrado por su vecina, quien, al igual que Darío, pensaba que su estado era producto de unas copas de más. Apenas entro fue al baño para lavarse la cara y peinarse.
Tenía muchas ganas de preguntar cuál era su relación con Darío, porque estaban juntos y si él había hablado sobre su pasado, pero no se animaba, tenía miedo de perder a la única persona que estaba a su lado. Al final, prefirió mantener silencio, desviar el tema de conversación.
Para cuando salió del baño Dayana estaba sentada en el sillón viendo algo en su celular con una sonrisa.
—¿Por qué no me escribiste estos días?
—Quise hacerlo, pero estuve muy ocupada y recién hoy tuve día libre, así que planeaba venir de visita, pero te adelantaste. Por cierto, ¿cómo está tu frente?
—Mucho mejor, ya no me duele.
—¿Segura?
—Segura, lo único malo es que seguro me va a quedar cicatriz.
—Claro que no, hay muchos productos para eso, no debes preocuparte.
Amber asintió, formando una sonrisa forzada mientras se sentaba al lado suyo. Más que preocuparse por la cicatriz que podría quedarle, le preocupaba su vida: todo lo que estaba pasando en ella, cómo iba a seguir adelante y cómo podría proteger a sus seres queridos. Tal vez los demás tenían razón y ella solo estaba hecha para destruir vidas.
—¿El celular es nuevo? —pregunto después de un rato en silencio.
—Oh, sí. El anterior lo perdí, así que me compré otro ayer.
—Así que fue por eso... —susurro para sí misma.
—¿Qué cosa?
—Nada, nada.
Dayana la miro fijamente unos segundos, como si quisiera saber que pasaba por su cabeza, pero al final se rindió y centro su atención de nuevo en su celular. Había perdido muchos contactos y algunos probablemente nunca podría recuperarlos.
Se quedaron de esa forma durante varios minutos, en los que las dos se centraron en sus celulares sin saber qué hacer. Amber quería preguntar que había pasado con Celeste, pero no se animaba, después de todo la respuesta estaba clara: no quería volver a verla, menos después de aquel accidente y sentir que su vida también estaba en peligro.
En algún momento el interminable silencio se volvió incómodo para ambas, ninguna de las dos sabía que decir o hacer, hasta que Dayana miro alrededor y noto que todas las ventanas parecían estar bien aseguradas.
—¿Preocupada por los posibles robos?
—¿Qué? —Miró alrededor, sin saber de qué hablaba su amiga, hasta que vio las ventanas —. Ah, sí... Vi en las noticias que los robos son cada vez peores, así que pensé en estar más ¿protegida?
—¿Vos desde cuando ves las noticias? —la interrogó con una ceja levantada.
—Desde hace unos días, ver las noticias es importante para saber que es lo que pasa a tu alrededor.
Dayana la miro fijamente unos segundos, como cada vez que parecía querer adentrarse en su mente para saber que pensaba, antes de asentir, como si realmente le hubiera creído. No era así, en absoluto, pero sabía que si metía presión no iba a obtener nada.
—Yo también debería ver las noticias entonces.
—Tú ya lo haces —le recordó.
Dándole una mirada de reojo y luego centrando su atención en su celular, Dayana asintió de nuevo. Iba a decir algo más, cuando vio un mensaje en su celular.
—Tengo que irme, es mi madre, dice que es algo importante.
Amber miro la hora en su propio celular y después a Dayana.
—Está bien, nos vemos otro día.
Las dos se despidieron con una sonrisa, pero en el momento que la puerta se cerró, Amber frunció el ceño con molestia mientras miraba de nuevo la hora en su celular. La señora Gómez nunca se levantaba antes de la 7, pero de repente ese día ¿le mandaba un mensaje a las 5:20 de la mañana? No quería sospechar de ella, pero era bastante extraño que pusiera una excusa tan tonta como esa para huir, además, la vio con Darío. Dayana nunca habló de él, ni dijo conocerlo, incluso cuando lo había nombrado tantas veces en el pasado, nunca fue capaz de decirle que lo conocía. «¿Tal vez son novios?» pensó, después de todo, Dayana tenía cierto parecido con Elena.
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